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El presupuesto público financia campañas estigmatizantes contra las drogas y el gasto en salud no crece
El presupuesto público financia campañas estigmatizantes contra las drogas y el gasto en salud no crece
En su Plan Nacional de Desarrollo 2018-2024, AMLO prometió un cambio de paradigma en política de drogas, pero no cumplió. Margarita Sousa @yue.ms
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El presupuesto público financia campañas estigmatizantes contra las drogas y el gasto en salud no crece

Las campañas contra el consumo de drogas del Gobierno de México, en las que se han invertido al menos 74 millones de pesos, evidencian el viraje de una administración que prometió acabar con el prohibicionismo. Las personas usuarias y la Conadic fueron relegadas. La salud, al margen del presupuesto.
28 de noviembre, 2023
Por: Marcela Nochebuena

*Esta investigación forma parte del especial “Miedo, castigo y estigma: el fracaso de la política de drogas de AMLO”, realizado en alianza con Elementa DDHH.

Sobre un pedazo de mantel rojo reposan revueltas 281 ampolletas vacías de naloxona inyectable –medicamento que se usa para contrarrestar sobredosis–. En el montón también hay algunas jeringas, una pipa y un par de envases de Narcan, nombre comercial del medicamento en spray nasal. 

Dos botas salpicadas de rojo, de tipo militar y con la imagen pintada de un cerdo sobre ellas, aplastan el montículo. La pieza se llama “Servir y proteger”. Está en un rincón de Tijuana, Baja California, al interior del espacio para prevenir sobredosis de la asociación Prevencasa, que se dedica a cuidar a usuarios de sustancias en situaciones vulnerables mediante el intercambio de jeringas, consultas médicas y diversas actividades preventivas. 

De hecho, esa expresión artística nació este 2023 de la creatividad y percepción de personas usuarias de drogas. En ese lugar de muros fronterizos, contrastes y abandonos, así sintetizaron la atención del Gobierno de México al consumo: el castigo de unas botas que aplastan autoritariamente a sustancias y usuarios, pero no les cuidan. Las personas y sus derechos quedaron fuera de la escena, y de la narrativa. 

La pieza 'Servir y proteger', en el espacio para prevenir sobredosis de la asociación Prevencasa. Foto: Lizeth Ovando, Animal Político
La pieza ‘Servir y proteger’, en el espacio para prevenir sobredosis de la asociación Prevencasa. Foto: Lizeth Ovando, Animal Político

“En el mundo de las drogas no hay final feliz”, “el fentanilo te puede enganchar desde la primera vez y comienzas a morir en cuanto lo pruebas”, “la muerte en un polvo que te deja bruja nomás al sentir caliente”, “el bisne de las drogas no te hará andar con todas, usar traje y corbata no te quita lo rata” son parte de los mensajes gubernamentales que pretenden inhibir el consumo, pese a que hace casi cinco años el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2024 prometía una política de paz, levantar la prohibición y reorientar recursos a la “desintoxicación”

Mientras la Presidencia rechaza informar el presupuesto específico de algunas de sus campañas –en las que por lo menos se han invertido 74 millones de pesos– y sigue reproduciendo mensajes donde equipara a las personas usuarias de drogas con criminales, centrados en el miedo y la muerte, la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic) fue paulatinamente desplazada de la estrategia nacional, y toda acción comunicativa quedó a cargo del área de comunicación social y vocería de la Presidencia.

Este viraje fue definitivo a partir del 17 de marzo de 2020, cuando se presentó la campaña “En el mundo de las drogas no hay final feliz”, la primera que se alejó por completo de los principios de la Estrategia Nacional para la Prevención de Adicciones (ENPA). Se trataba de la segunda enmarcada en esa propuesta, ahora sin la Conadic, y a la que seguiría una tercera, también coordinada por Presidencia, pero con la participación de la Secretaría de Educación Pública.

Diseño: Andrea Paredes @driu.paredes y Margarita Sousa @yue.ms
Diseño: Andrea Paredes @driu.paredes y Margarita Sousa @yue.ms

 

Viraje de la estrategia contra las drogas y el recrudecimiento del mensaje

En respuesta a diversas solicitudes de información pública, Conadic reportó que, entre 2019 y 2022, destinó poco más de 67 millones de pesos a diferentes campañas sobre adicciones, para las que celebró contratos con al menos 11 plataformas que diseminaron los mensajes. 

En tanto, para su campaña enfocada en drogas químicas, el Gobierno de México contrató a Estudios Churubusco para la elaboración de materiales de difusión de diferentes temas. Por el concepto Campaña “Prevención de consumo de drogas químicas” versión “fentanilo, cristal, inhalantes, cócteles, crack (piedra)”, las autoridades pagaron 7 millones 440 mil 240 pesos.

Diseño: Andrea Paredes @driu.paredes y Margarita Sousa @yue.ms
Diseño: Andrea Paredes @driu.paredes y Margarita Sousa @yue.ms

Esos recursos, que constan en el contrato SG/CPS/44/2022, contemplaban la entrega de cinco spots de televisión de 60 segundos, cinco spots de televisión de 30 segundos, cinco spots de radio de 30 segundos, un gráfico maestro con archivo editable y 10 fotos fijas.   

Sin embargo, en el caso de la campaña “Si te drogas, te dañas”, la Dirección General de Comunicación Social del Gobierno de México asegura que no ejerció recursos específicos, sino que se utilizaron tiempos oficiales de radio y televisión. Además, respecto a la evidencia de sus acciones comunicativas, la dependencia solicitó un pago por la información en papel, pero nunca dio acceso a ella. 

De las tres campañas que ha emprendido el Gobierno de México, la primera, titulada “Juntos por la paz”, se desplegaría en cuatro etapas con la participación de Conadic y mensajes basados en la ENPA, de acuerdo con un análisis realizado por Elementa DDHH –organización de la sociedad civil que trabaja temas de derechos humanos y política de drogas en Colombia y México–. 

Sin embargo, pronto quedó obsoleta para dar paso a una segunda campaña que se llenó de mensajes directos y estigmatizantes sobre el uso de drogas. Finalmente, la de la SEP vino tras la crisis de drogas químicas y la preocupación específica por el consumo de fentanilo.

El primer esfuerzo, “Juntos por la paz”, no solo se ceñía a la ENPA, sino que impulsaba el despliegue de Clubes por la paz, donde se ofrecían herramientas y estrategias en territorio para prevenir adicciones; mayor especialización en salud mental e intoxicación, contenidos educativos de prevención y promoción de la salud, y recuperación de espacios públicos. 

“Juntos por la paz” nunca llegó a su segunda etapa. El coordinador general de Comunicación Social y vocero de la Presidencia, Jesús Ramírez Cuevas, anunció el 17 de marzo de 2020 un viraje en el contenido de las campañas, supuestamente porque no se había logrado un impacto significativo. 

Ante lo que la Presidencia calificó como ambigüedad en los previos, el Gobierno de México se decantó por mensajes que destacan los efectos del consumo de drogas. Pese a que afirmó que con esa campaña se dejaba atrás la política criminalizadora, los spots usan adjetivos como “podridos”, “no tienen remedio”, “no hay solución” o “no hay final feliz”.

Los anuncios no solo dejan fuera las posibilidades de desintoxicación, rehabilitación o reducción de daños, sino que se concentran en el mensaje de “no usar” como única solución. La imagen de quienes usan drogas, de corte racista y clasista, siempre es representada por personas morenas en situaciones de pobreza, marginalidad, vivienda en calle o contextos de violencia

Lee: Sin más evidencia que el prejuicio: la segunda fase de la campaña contra las drogas del gobierno federal

Estos mensajes, explican activistas y organizaciones de la sociedad civil, se centran en un solo tipo de persona usuaria de drogas, rechazada y reprobada socialmente. No hay foco en la atención al consumo ni en la reducción de daños, sino en mostrar selectivamente las consecuencias del uso problemático de drogas como si fuera el único. Esto además de señalar a las personas usuarias como las responsables.

En contraste, algunas campañas internacionales que abandonan el discurso prohibicionista lo hacen con leyendas como “Empezar con ‘¡te engancharás!’ no genera una conversación” —Drug Free Kids, de Canadá—; “¿Batallando con la adicción? No estás solo” —oficina de servicios y apoyo en Nueva York, que ofrece gratis naloxona y tiras de análisis de sustancias—, o “John no murió por sobredosis de heroína. No estaba solo y sus amigos tenían naloxona” —asociación para políticas de drogas seguras de Noruega—.

Las campañas promovidas en México buscan, además, vincular la idea de que el consumo de sustancias se relaciona directamente con la delincuencia y la violencia. “Las drogas están manchadas de sangre, no te manches”, reza uno de los carteles. 

Lejos de resolver y alejar a la población del uso de sustancias lícitas e ilícitas, las campañas del gobierno federal la criminalizan, la estigmatizan y no están basadas en evidencia eficaz para la inhibición del consumo, además de que no diferencian entre el problemático y el que no lo es, considera Angela Guerrero, especialista en regulación y políticas de drogas, quien fue responsable del área de control de sustancias del Programa de Derecho a la Salud del CIDE.

Según datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito en México, se calcula que solo un 13% de las personas usuarias de drogas presentan un uso problemático. 

Diseño: Andrea Paredes @driu.paredes
Diseño: Andrea Paredes @driu.paredes

 

Más estigmas ante la “preocupación” por el fentanilo

En noviembre de 2022, una tercera serie de spots, “No te arriesgues, no vale la pena”, surgió como respuesta a las presiones por la creciente problemática –sobre todo en Estados Unidos– del consumo de fentanilo y otras drogas sintéticas. Autoridades de ambos países determinaron impulsar un producto de comunicación como parte de sus acuerdos binacionales. Fue para esta que el Gobierno de México recurrió a la contratación de la productora Estudios Churubusco

El Observatorio Mexicano de Salud Mental y Consumo de Drogas, a partir de la estadística de atención en centros gubernamentales y privados, ha documentado un incremento creciente de casos de consumo de fentanilo –que antes de 2018 no rebasaban los 10–: 25 en 2019, 72 en 2020, 184 en 2021 y 333 en 2022, principalmente en hombres que viven en la frontera con Estados Unidos. En ese país es ya una crisis de salud pública: el consumo letal ha crecido 41 veces en la última década, según los registros de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades. 

Para combatir ese consumo, un spot en la conferencia mañanera presentó una imagen de Adolfo Hitler, su apellido escrito y un símbolo nazi que se desdibujan entre una lluvia de pastillas. “Los nazis crearon las metanfetaminas para convertir a sus soldados en seres incansables y deshumanizados. Bajo su efecto, el ejército nazi inicia la peor guerra de la historia y crea los campos de exterminio”, reza uno de los clips entre imágenes violentas de enfrentamientos.

La escena se presentó el 8 de noviembre de 2022, mientras Ramírez Cuevas insistía en que la política de drogas del Gobierno de México está basada en principios opuestos: “No se trata solamente de un tema de un prejuicio moral, de un asunto de un valor ético, sino sobre todo de la protección a la salud, y que frente a estas sustancias químicas no hay factores prácticamente de no riesgo en su consumo, y que ahora con el fentanilo es mucho más agresivo, mucho más fuerte”.

Una vez incorporada la SEP para “Si te drogas, te dañas”, los nuevos productos se dirigieron a docentes y estudiantes, pero de nuevo mediante spots alarmistas con estigmas sobre el uso de drogas; no contemplan la prevención, atención y reducción de daños, y privilegian imágenes con mensajes desproporcionados que equiparan a las drogas con monstruos, destaca Elementa DDHH.

Lee: Seis años sin datos sobre consumo de drogas; en 2024 se prevén primeros resultados de encuesta nacional

En el marco de la participación de la SEP, se han difundido 10 mil 843 carteles en 201 planteles, con las leyendas “Fentanilo ¡a la primera mata!”, “Metanfetamina ¡te engancha!”, “Cannabis ¡sí te daña!”, entre otros. Se han entregado 5 mil 576 guías, de acuerdo con el gobierno federal, en casi todos los estados, excepto Ciudad de México, Morelos, Puebla y Tabasco.

Además de confirmar que las campañas han sido centralizadas por la Coordinación General de Comunicación Social y Vocería de la Presidencia, la Conadic afirmó en respuesta a solicitudes de información pública que no existen recursos específicos para la Estrategia Nacional para la Prevención de Adicciones. Al frente de las reuniones de alto nivel de la ENPA, durante el tiempo que participó la comisión, estuvo el entonces subsecretario de Salud, Hugo López Gatell.  

Instituciones de salud, sin fondos y sin certezas; personas usuarias, también

De vuelta en Tijuana, Reina, una mujer de 54 años, pero con una expresión en el rostro que la hace parecer mucho mayor, está sentada a la orilla de una banqueta de la calle Baja California, a casi dos cuadras del muro que divide la frontera norte de México con la sur de Estados Unidos. 

Tiene un hablar pausado y una mochila sobre las piernas. De la bolsita lateral se asoman por lo menos cinco jeringas. Reina usa heroína desde los 21 años, que ahora, se sabe –dice–, viene mezclada con fentanilo. Frente a ella está la entrada de Prevencasa. Vino a intercambiar sus jeringas.   

—Todos los días vengo y agarro para “fletarme”, me quedo sentada aquí un ratito– dice.

Cuando empezó a inyectarse, cuenta, ella solita la agarró. Su novio vendía, pero no consumía. Tenía la droga a mano: un día Reina entró, la miró, no había nadie, fue al baño y consumió “poquita”. El relato es confuso, pero recuerda la sensación de relajamiento y olvido. Su mamá era ama de casa, su papá la abandonó y a ella le dolía verla llorar.

Reina nació en Michoacán. Cuando tenía casi un año, su mamá cruzó la frontera a Estados Unidos junto con ella y sus tres hermanos. Más tarde, la deportaron. Así terminó en Tijuana, donde además se cayó de un puente. Hace por lo menos dos años tiene la pierna y las rodillas chuecas. Ahora consume a diario.   

“Ya la quiero dejar, ya me enfadó, la vida que se da uno con las drogas”, dice. Su esposo está internado en un centro de adicciones en Tijuana, donde le dieron un tratamiento de sustitución, y ahora es cristiano. Reina dice que a ella le rogaron que fuera, pero no le gustan esos centros; ha estado en cinco. Quizá pronto, porque ya tiene sus papeles y quiere trabajar. 

— ¿Cómo sabes si la heroína no está mezclada con fentanilo?

— Sí está.

— ¿Cómo supiste que sí está?

— Porque cuando la agarramos y la vimos, tenía unos puntitos blanquitos y cuando la estás haciendo, se le ve ahí. 

— ¿Y tiene un efecto diferente?

— (Asiente) Más fuerte… Pero el fentanilo es malo, me dijeron ahí, se come todos los órganos, que nomás me dan unos cinco años. Lo dijeron en el radio. 

Las campañas del gobierno federal no están ni cerca de cambiar la realidad de Reina. Las instituciones de salud tampoco. En cambio, Prevencasa hace lo posible para que su consumo sea seguro. Como en su caso, en Tijuana –y en otros lugares– el uso de sustancias y sus riesgos se entreveran con otras condiciones: la migración, la precariedad, la marginalidad, la vida y el trabajo en calle, o todas juntas. 

Lee: Delegan encuesta de consumo de drogas a Conahcyt, pese a no tener experiencia y acumular meses de retraso

Hoy deambula en una ciudad que le da la espalda a sus poblaciones más vulneradas. Solo que este pedazo de tierra encontró la manera de aislarlas con límites más claros: un punto específico divide a la Tijuana transitable, agringada y turística de la Tijuana donde prevalece la criminalidad en la misma medida que el abandono. Cruzar esos límites, solo para llegar a los servicios de salud, para alguien que vive en calle o ejerce el trabajo sexual sería un reto a la autoridad. 

Es esa zona que cualquier visitante habitual preferiría, o le recomendarían, no ver. La que esconde callejones donde hay laboratorios custodiados por gente armada, o donde la municipalidad deja libres a las personas que detiene arbitrariamente con tal síndrome de abstinencia que los hace caer de inmediato en un enganche más fuerte. La notoria presencia del Ejército, de la Guardia Nacional y de la policía municipal no cambia en nada ese panorama.  

Ahí, son las organizaciones de la sociedad civil las que atienden a esas poblaciones. Prevencasa ofrece intercambio de jeringas, consultas médicas y psicológicas, y un espacio de prevención de sobredosis con el conocimiento pleno de que quizá no dejarán de consumir –aunque Reina diga que la próxima semana alcanzará a su esposo–, pero que por lo pronto, pueden hacerlo de la manera más segura posible. 

Lilia Pacheco, directora de la asociación, explica que la zona es de un alto uso y venta de sustancias, además de la influencia de consumo de Estados Unidos. Las poblaciones que regularmente atienden usan drogas tanto inhalables como inyectadas, realizan trabajo sexual –pues se trata también de una ciudad donde abunda el turismo sexual–, o son migrantes deportados a diario y varados ahí. 

“En muchos de los casos es población que usa drogas y tiene que acceder a servicios de reducción de daños, pero también de atención médica. Las poblaciones si no tienen documentos legales para la estancia en México, no pueden acceder a servicios de salud, así que somos un espacio donde les podemos proveer de estos servicios: aparte de las pruebas de detección, la atención primaria y la salud mental”, explica. 

Durante un recorrido por las calles céntricas de Tijuana, Lilia recuerda que a principios de este año la Cruz Roja de Tijuana admitió que en 2022 atendió 653 casos de sobredosis, sin especificar en cuántos tuvo que usar otras medidas por falta de naloxona. No todas las ambulancias la tienen siempre disponible, e incluso llegan a pedírsela a Prevencasa, que también atiende las de usuarios conocidos o recién contactados, aun con los riesgos que en ocasiones puede conllevar.

Diseño: Andrea Paredes @driu.paredes y Margarita Sousa @yue.ms
Diseño: Andrea Paredes @driu.paredes y Margarita Sousa @yue.ms

 

El enfoque de salud, al margen del presupuesto

El trabajo de las instituciones públicas raramente parte del principio de la reducción de daños. Al inicio de esta administración, la Conadic intentó privilegiar un discurso opuesto al prohibicionismo, que pusiera los derechos de las personas usuarias al centro, pero con recursos –humanos y económicos– limitados terminó desapareciendo para darle paso a la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (Conasama), creada el 29 de mayo de 2023.

Esta dependencia tiene en su fundación el pretendido objetivo de atender el consumo problemático desde un enfoque de salud mental. Sin embargo, aunque la Conasama tendrá para 2024 un presupuesto mayor al que tenía Conadic, el incremento de tareas es aún más y no existe garantía de que no quede en la marginalidad de las decisiones como le ocurrió a la primera.

Lee: Cambiando narrativas: la guerra contra las personas y la política de drogas en México

Mientras que para 2023, la Conadic todavía recibió un presupuesto de poco más de 768 millones de pesos –que no tuvo variaciones significativas desde el inicio de esta administración más que un decremento en 2020, año de la pandemia–, para 2024 desaparece del presupuesto y se destinan a Conasama, que absorberá el tema de adicciones, 2 mil 365 millones de pesos. 

En términos reales, la diferencia representa prácticamente el doble de los recursos con los que contaba Conadic, pero el organismo tendrá una triple misión, pues de acuerdo con el decreto que le da vida absorberá al Secretariado Técnico del Consejo Nacional de Salud Mental, a los Servicios de Atención Psiquiátrica y a la Comisión Nacional contra las Adicciones.

La nueva dependencia tendrá a su cargo el cuidado de la salud mental, la prevención de las adicciones, la prevención del suicidio, el Observatorio Mexicano de Consumo de Drogas, la Línea de la Vida, cursos y talleres, la ENPA y cuatro servicios de atención: hospitales psiquiátricos, centros especializados, centros comunitarios de salud mental y adicciones, y residenciales.  

Aunado a ello, el porcentaje de presupuesto destinado a la atención del consumo de sustancias con respecto al total de recursos de la Secretaría de Salud pasó de ser el 0.52% en 2018 al 0.36% en 2022. El presupuesto de los Centros de Integración Juvenil y del Instituto Nacional de Psiquiatría se mantuvo sin modificaciones significativas en los últimos cinco años. En el caso del segundo, se redujo tanto en 2020 como en 2021.

Diseño: Andrea Paredes @driu.paredes y Margarita Sousa @yue.ms
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En distintas solicitudes de información, la Secretaría de Marina, la Secretaría de la Defensa y la Fiscalía General de la República, que participan en las tareas de control de la demanda y oferta de sustancias ilícitas, descartaron informar cuánto presupuesto destinan de manera específica a ese rubro.

“¿Por qué esta gran deuda? Me parece que el tema central es el Ejército y la posición que tiene. No solamente estamos hablando de todo el tema de militarización, sino que sí hay un cambio en términos de lo que se venía haciendo: se estaba combatiendo con las fuerzas de seguridad pública desde el prohibicionismo, y ahora se combate desde las fuerzas militares. Entonces no solamente no cambió el paradigma, sino que se profundizó el tema de la prohibición”, alerta Ángela Guerrero.

Sin presupuestos claros por parte de la Presidencia, con una presencia creciente de las Fuerzas Armadas, con mensajes de miedo y muerte, sin claridad sobre el papel de las instituciones de salud mental y sin privilegiar la reducción de daños, la atención al consumo –que las autoridades siguen llamando desintoxicación o rehabilitación– permanece, además, en manos de particulares, sin una supervisión adecuada y con constantes quejas por violaciones a derechos humanos.

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Los adolescentes ucranianos reclutados en Telegram para atacar y sabotear en su propio país
7 minutos de lectura

Según el gobierno ucraniano, Rusia recluta a través de Telegram a niños y adolescentes ucranianos para llevar a cabo sabotajes y atentados con explosivos.

26 de noviembre, 2025
Por: BBC News Mundo
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En julio de este año, un joven de 17 años viajó 800 kilómetros desde su casa en el este de Ucrania para recoger una bomba y un teléfono escondidos en un parque de la ciudad Rivne, al oeste del país.

Afirma que le prometieron US$2.000 por colocar la bomba en una furgoneta utilizada para el servicio militar obligatorio de Ucrania.

“Cuando estaba conectando los cables, pensé que podía explotar en ese momento. Pensé que podía morir”, declaró a la BBC.

Vlad es uno de los cientos de niños y adolescentes que, según el gobierno ucraniano, han sido reclutados en línea por Rusia y a quienes se les ha ofrecido dinero para llevar a cabo sabotajes u otros ataques contra su propio país. Cambiamos su nombre para proteger su anonimato.

Dice que le ordenaron configurar el teléfono para transmitir en directo la escena a su contacto, de modo que este pudiera detonar el dispositivo a distancia cuando alguien entrara en el vehículo.

Sin embargo, el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) estaba vigilando y frustró el ataque. Vlad, ahora con 18 años, espera juicio por cargos de terrorismo que podrían acarrearle una pena de hasta 12 años de prisión.

Sentado en el centro de detención de Rivne, férreamente custodiado, junto a su abogado, reconoce que pudo haber participado en un asesinato.

“Lo pensé. Pero a nadie le caen bien los reclutadores”, afirma. “Pensé: bueno, seré como todos los demás”.

Cómo reclutan a los jóvenes

El SBU afirma que en los últimos dos años se ha identificado a más de 800 ucranianos reclutados por Rusia, 240 de ellos menores de edad, algunos de tan solo 11 años.

Sin embargo, la experta en ciberseguridad Anastasiia Apetyk, que imparte cursos sobre seguridad en internet en Ucrania, tiene conocimiento de casos aún más extremos: “Intentaron reclutar a niños de nueve o diez años”.

Una agente del SBU, vestida con uniforme, se dirige a una clase de adolescentes en una escuela de Kyiv sobre los peligros del reclutamiento en línea. Junto a ella se encuentran otros dos agentes del SBU, un hombre y una mujer, y un profesor. La charla está siendo grabada por un camarógrafo desde un lado del aula.
SBU
Agentes del SBU visitan una escuela de Kyiv para advertir a los adolescentes de los peligros de convertirse en saboteadores.

Andriy Nebytov, subdirector de la Policía Nacional de Ucrania, cree que existe una estrategia deliberada para buscar a personas vulnerables que puedan ser manipuladas.

“Los niños no siempre comprenden del todo las consecuencias de sus actos”, afirma.

Alega que “el enemigo no tiene reparos en utilizar a menores para fabricar explosivos con productos químicos domésticos y colocarlos en diversos lugares, como oficinas de reclutamiento militar o comisarías”.

El SBU afirma que el reclutamiento se realiza principalmente a través de la aplicación Telegram, pero también en TikTok e incluso en plataformas de videojuegos.

Según las autoridades, quienes son reclutados casi siempre están motivados por el dinero, más que por simpatías prorrusas.

Vlad asegura que no apoya a Rusia y que no tenía antecedentes penales.

Se unió a dos canales de Telegram y publicó que buscaba trabajo remoto. Media hora después, un hombre que se hacía llamar Roman le respondió. Cuando hablaron por teléfono más tarde, Vlad cuenta que Roman hablaba ruso con acento callejero.

Vista trasera de la mitad superior de Vlad, en silueta, en un pasillo mal iluminado del centro de detención de Rivne. Tiene la cabeza rapada.
SBU
Vlad recibió una fracción del monto en criptomonedas que le habían prometido.

Vlad relata que al principio se mostró reacio, pero que lo convencieron para realizar una serie de tareas cada vez más peligrosas.

Primero, le ordenaron recoger una granada, pero al llegar al lugar indicado, no estaba. Aun así, le pagaron US$30.

Unos días después, surgió otro encargo: incendiar una furgoneta de un centro de reclutamiento, grabarlo y huir.

Por ese ataque, Vlad asegura haber recibido unos US$100 en criptomonedas, mucho menos de los US$1.500 que le habían prometido. Roman le dijo que recibiría el resto si colocaba la bomba en Rivne.

Dinero por sembrar el caos

Los canales de Telegram que ha visto la BBC donde se lleva a cabo el reclutamiento no son explícitamente prorrusos, pero amplifican la indignación que sienten algunos ucranianos hacia el servicio militar obligatorio, plagado de acusaciones de brutalidad y corrupción.

Usando un teléfono desechable y un alias, nos unimos a varios canales de los que nos habían contado.

Los canales contenían vídeos de incendios y explosiones que, según afirmaban los administradores, se habían llevado a cabo bajo sus órdenes. La BBC no ha podido verificar las circunstancias que muestran esos vídeos.

La mitad superior de la imagen muestra una ilustración gráfica de un canal ahora eliminado de Telegram dedicado al reclutamiento. Una persona con pasamontañas y ropa negra ondea una bomba molotov en una calle donde un coche y parte de la calzada ya están en llamas. En primer plano, un gran triángulo con una línea roja que lo atraviesa —el logotipo del canal— se superpone a la escena. La mitad inferior de la imagen muestra una lista de precios sin traducir, en texto cirílico, que ofrece pagos que van desde los 1500 hasta los 4000 dólares por incendiar diferentes tipos de edificios públicos y gubernamentales.
Telegram
Algunos canales de Telegram ofrecen diferentes recompensas por atacar distintos objetivos.

Una cuenta con la que nos pusimos en contacto ofreció de inmediato un pago, en criptomonedas o mediante transferencia bancaria, por provocar incendios. Nos indicaron que contactáramos con una segunda cuenta para obtener más detalles y después recibimos un mensaje con una lista de precios que detallaba cuánto ofrecían pagar por diferentes objetivos.

Los pagos oscilaban entre US$1.500 por incendiar una oficina de correos y 3.000 por un banco. Explicaron que los bancos valían más porque el cristal de seguridad dificultaba los ataques.

“Hay que verter gasolina dentro o lanzar varios cócteles molotov adentro”, aconsejaba la cuenta.

Incluso ucranianos comunes que buscan empleo pueden recibir ofertas de dinero para realizar sabotajes.

Encontramos anuncios que ofrecían una alta remuneración por trabajos de medio tiempo no especificados en diversos grupos ucranianos de Telegram no relacionados entre sí, incluidos algunos sobre refugiados o incluso consejos de belleza.

Al contactar con uno de ellos, un reclutador volvió a ofrecer miles de dólares por ataques incendiarios y nos pidió que enviáramos vídeos como prueba.

“Necesito todos los incendios que pueda conseguir”, escribió. “Encontrar a alguien de confianza es mucho más difícil que pagar. Por eso pago exactamente lo que digo y lo hago muy rápido, normalmente un par de horas después de recibir el vídeo”.

La BBC denunció varios de estos canales, cuentas, chats y bots a Telegram, que eliminó algunos, pero no la mayoría.

Uno de los canales que sigue activo ha crecido en más de 750 suscriptores desde que empezamos a monitorizarlo; también permanece abierta una cuenta que, como informamos a Telegram, nos ofreció directamente un pago por un ataque incendiario.

En un comunicado, Telegram afirmó: “Las incitaciones a la violencia o a la destrucción de la propiedad están explícitamente prohibidas en Telegram y se eliminan inmediatamente al detectarlas”.

Fotograma de un vídeo de la SBU que hace parte de una campaña publicitaria que advierte a los jóvenes sobre los peligros de ser reclutados como saboteadores. La imagen dramatizada muestra a una adolescente encapuchada alejándose de una furgoneta que acaba de incendiar por la noche. A la izquierda de la pantalla se ve una imagen sin traducir de la conversación telefónica entre la joven y la persona que le ordenó llevar a cabo el ataque.
SBU
Un vídeo del SBU advierte a los adolescentes de que irán a la cárcel si realizan actos de sabotaje.

Funcionarios ucranianos han nombrado públicamente a miembros de los servicios de inteligencia rusos sospechosos de ser responsables de este tipo de sabotajes.

La BBC no ha podido verificar de forma independiente que el propio Estado ruso sea responsable.

Sin embargo, varios gobiernos europeos han afirmado tener pruebas de que agentes rusos reclutan a jóvenes para llevar a cabo actos de vandalismo, incendios o inclusive vigilancia en sus países.

En Reino Unido, seis hombres fueron encarcelados por su participación en un ataque incendiario, ordenado por Rusia, contra un almacén de Londres que suministraba ayuda a Ucrania.

En Ucrania cientos de presuntos saboteadores esperan juicio, pero para otros las consecuencias pueden ser mortales: varios sospechosos murieron por cuenta de los explosivos que llevaban consigo.

Imagen fija de una cámara de seguridad que muestra desde arriba a dos chicos adolescentes, vestidos de manera informal, caminando por una calle pavimentada. Sus rostros están borrosos. El que está más cerca de la cámara lleva una mochila negra en la mano derecha.
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Un adolescente murió y otro resultó herido en una explosión en Ivano-Frankivsk.

El SBU afirma que agentes rusos han detonado deliberadamente dispositivos a distancia, a sabiendas de que sus agentes morirían.

En marzo, un joven de 17 años murió y otro de 15 resultó gravemente herido cuando explotó una bomba que, según se cree, llevaban a una estación de tren en Ivano-Frankivsk.

La BBC remitió las acusaciones del SBU a la Embajada rusa en Londres, que en un comunicado acusó a Ucrania de una campaña de sabotaje similar utilizando a ciudadanos rusos.

“Las prácticas que ustedes mencionan se han convertido en una marca registrada de los servicios especiales ucranianos. En particular, el reclutamiento de civiles, incluidos niños, para llevar a cabo incendios, sabotajes o atentados con bombas contra personas, edificios o vehículos”, señala el comunicado.

Aunque se han publicado informes que atribuyen actos de sabotaje dentro de Rusia al reclutamiento ucraniano a través de Telegram, es muy difícil verificar exactamente quién está detrás de estos ataques.

Mientras tanto, Vlad tiene un mensaje para quienes se sientan tentados por los reclutadores.

“No vale la pena. O te engañan y vas a la cárcel como yo, o acabas con una bomba en las manos que te volará por los aires”, afirma.

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