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“La fiscalía de Jalisco creó una mentira histórica”: familias de 3 cineastas desaparecidos piden a Sheinbaum que reabra el caso
“La fiscalía de Jalisco creó una mentira histórica”: familias de 3 cineastas desaparecidos piden a Sheinbaum que reabra el caso
Foto: Cuartoscuro
4 minutos de lectura

“La fiscalía de Jalisco creó una mentira histórica”: familias de 3 cineastas desaparecidos piden a Sheinbaum que reabra el caso

A siete años de la desaparición de tres estudiantes de cine en Jalisco, sus familias rechazan la versión de las autoridades que señala que fueron disueltos en ácido y denuncian inconsistencias en la investigación. Exigen la intervención de la presidenta Claudia Sheinbaum y del fiscal general, Alejandro Gertz Manero.
19 de marzo, 2025
Por: Manu Ureste
@ManuVPC 

Familiares de tres jóvenes cineastas desaparecidos en Jalisco en 2018 denunciaron que las autoridades de investigación en esa entidad crearon una “verdad histórica” para dar carpetazo al caso y pidieron ayuda a la presidenta Claudia Sheinbaum, y a la Fiscalía General de la República (FGR), para reabrir las investigaciones y esclarecerlo. 

“Sigue siendo un caso sin resolver”, subrayaron las familias de Salomón Aceves Gastélum, de 25 años al momento de desaparecer, Daniel Díaz, de 20, y Marco Ávalos, también de 20. 

Los tres estudiaban cine en la Universidad de Medios Audiovisuales de Guadalajara (CAAV) y fueron secuestrados tras regresar de una filmación el 19 de marzo de 2018 en la localidad jalisciense de Tonalá, a manos presuntamente de integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). 

La noticia del secuestro, y el posterior anuncio ese mismo año de la Fiscalía estatal de que habrían sido secuestrados, torturados y disueltos en ácido, causó una gran indignación y conmoción en el estado, llevando incluso a importantes cineastas y directores, como el jalisciense Guillermo del Toro, a condenar públicamente el suceso. 

Poco más de un mes después de la desaparición, el 23 de abril de 2018, la Fiscalía estatal anunció que detuvieron a dos personas relacionadas con los hechos –presuntos integrantes del cártel—y que encontraron en una casa tres contenedores con productos químicos donde los delincuentes supuestamente habrían disuelto a los jóvenes cineastas. 

Incluso, en aquel entonces las autoridades de investigación jaliscienses dijeron que los recipientes estaban distribuidos en distintas habitaciones de la casa, en las que también se encontraron manchas de sangre, y que tras revisarlos confirmaron que contenían restos humanos que podrían corresponder a los estudiantes. 

Lee: Quiénes eran los 3 estudiantes de cine asesinados y ¿por qué los jóvenes están siendo víctimas de la violencia?

Los tres jóvenes desaparecieron el 19 de marzo de 2018 en el municipio de Tonalá, Jalisco. Foto: Cuartoscuro


Familiares detectan irregularidades en investigación

La audiencia por este caso inició hasta el 1 de abril del año pasado y concluyó el 17 de mayo. Sin embargo, los familiares denunciaron ayer, martes, que encontraron múltiples inconsistencias en la investigación, lo que los lleva a considerar que todo “fue un montaje, una mentira”, para cerrarla lo antes posible.

“Nos presentaron una verdad histórica que hasta hoy ha sido una mentira histórica, una cortina de humo, porque ninguna de las versiones que presentó la Fiscalía tiene sustento en evidencias. No existen elementos de que nuestros hijos hayan sido asesinados de la manera como lo dieron a conocer a toda la sociedad mexicana y el mundo entero”, reclamaron los padres y madres de los cineastas en una conferencia de prensa virtual, justo cuando se cumplen siete años de la desaparición.

Por ejemplo, la señora Vicky expuso que, si bien la Fiscalía había dicho que los tres cineastas fueron disueltos en tambos con ácido, en la carpeta de investigación del caso existe un reporte del Instituto Forense en el que se asegura que “no se encontraron restos humanos en los tambos, solo diésel”. 

“Y en el juicio también se presentó una testigo del Instituto Forense que, efectivamente, narró ante el juez que no se encontraron restos humanos en los bidones, solo aceite, diésel”, añadió la mujer, que recalcó que “no hay indicios, ni pruebas suficientes para acreditar la versión que la Fiscalía sacó ante los medios de que nuestros hijos fueron disueltos en ácido. Hasta hoy, siete años después, no hay ninguna prueba científica que asegure que eso fue lo que pasó”. 

Te puede interesar: Muerte de estudiantes de cine se suma a cruel realidad que amenaza la juventud: UNAM y UdeG.

Marcha de estudiantes del Centro Artes Audio Visuales (CAAV) para exigir el esclarecimiento del caso de sus tres compañeros. Foto: Cuartoscuro
Marcha de estudiantes del Centro Artes Audio Visuales (CAAV) para exigir el esclarecimiento del caso de sus tres compañeros. Foto: Cuartoscuro


Por su parte, el señor Miguel refirió que durante las audiencias del caso no fueron a declarar ante el juez al menos ocho testigos, entre ellos uno protegido que habría abandonado el país.

“El pretexto que nos dieron es que fueron a buscarlos y ya no se encontraban en sus domicilios”, señaló el hombre, que agregó que también han pedido en reiteradas ocasiones los videos de la zona cercana a las dos casas de seguridad donde supuestamente tenían retenidos a los tres estudiantes de cine. 

“Nunca nos los mostraron con el argumento de que, según, no funcionaban las cámaras”, expuso Miguel. 

Mientras que la señora Sofía refirió que en la carpeta de investigación hay otras inconsistencias, como que los baños que ellos vieron en un recorrido por las casas de seguridad “son muy distintos” a los que la Fiscalía mostró en fotografías que incluyeron en la carpeta de investigación del caso. 

“Ellos mismos se enredaron en sus mentiras”, hizo hincapié la mujer. 

Por todo lo anterior, los familiares de los jóvenes pidieron “ayuda” a la presidenta Claudia Sheinbaum, y al fiscal general, Alejandro Gertz Manero, para que se hagan “búsquedas en campo” de los tres estudiantes, “pues la Fiscalía estatal (en el mandato del exgobernador priista, Aristóteles Sandoval) nunca hizo esas búsquedas por falta de interés”. 

Cabe recordar que en 2018 la ONU intervino en este caso, pidiendo a las autoridades mexicanas que incluyeran entre las actuaciones y actos de investigación la búsqueda en terreno y en vida de los tres cineastas, “en virtud de que no existen datos científicos fehacientes que indiquen con certeza que hayan fallecido”. 

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Imagen BBC
¿Por qué ‘Requiem por un sueño’ sigue causando polémica a 25 años de su estreno en el cine?
9 minutos de lectura

Esta película sobre la adicción a las drogas fue muy aclamada y criticada cuando se estrenó en 2000. Hoy, no es menos polémica.

10 de junio, 2025
Por: BBC News Mundo
0

Cuando el filme Réquiem por un sueño se estrenó hace 25 años, generó excelentes críticas y una acalorada polémica.

La proyección de medianoche en el Festival de Cine de Cannes culminó con una efusiva ovación de pie por parte de los 3 mil espectadores del auditorio.

Cuando se encendieron las luces y se vio a Hubert Selby Jr., autor de la novela de 1978 en la que se basó la película, las lágrimas corrían por sus mejillas.

La admiración de la crítica llegó pronto, y Peter Bradshaw, del diario británico The Guardian, dijo con entusiasmo que el director Darren Aronofsky había alcanzado las legendarias alturas de Orson Welles en cuanto a “energía, consistencia y dominio absoluto de la técnica”.

Sin embargo, la recepción fue muy distinta en el Festival de Cine de Toronto, donde algunos espectadores vomitaron de asco.

Con una clasificación para mayores de 17 años, la película recaudó apenas 7.5 millones de dólares con un presupuesto de 4.5 millones, y fue criticada duramente por algunos detractores por, como expresó Jay Carr en el Boston Globe, “refugiarse en una visión del infierno nacida de la comodidad burguesa”.

Lo que dividió la opinión de la crítica fue la forma en que Réquiem por un sueño retrataba a los drogadictos, con detalles desgarradores y en primer plano.

La película presenta a una viuda, Sara Goldfarb (interpretada por Ellen Burstyn), que se vuelve adicta a las pastillas para adelgazar con el objetivo de participar en un concurso televisivo.

Mientras tanto, su hijo Harry (Jared Leto) y su mejor amigo Tyrone (Marlon Wayans) traman un plan para enriquecerse vendiendo heroína. Cuando las cosas se complican, presionan a Marion (Jennifer Connelly), la novia de Harry, para que intercambie sexo por drogas.

La trama se arremolina como un torbellino que los arrastra hacia sus espantosos destinos: torturas con electrochoques, amputación de un brazo gangrenoso, reclutamiento en una cuadrilla de trabajo penitenciario supervisada por un guardia racista y explotación sexual.

Darren Aronofsky quiso ofrecer al público un bombardeo sensorial que imitara la experiencia de la adicción.

Pero terminó haciendo mucho más, provocando serios debates sobre el libre albedrío del adicto, la línea entre la observación compasiva y el voyerismo explotador, y el tóxico canto de sirena del propio sueño americano.

Veinticinco años después, estos debates siguen latentes.

La idea de la película surgió cuando el productor Eric Watson vio una copia de la novela de Selby en la estantería de Aronofsky en 1998.

“Darren me dijo que había tenido que dejarla a la mitad; era demasiado oscura e implacable, y eso me intrigó”, le dice Watson a la BBC.

“Le pregunté si podía prestármela para leer en un viaje de esquí con mis padres. Me arruinó las vacaciones por completo. Al volver, le dije a Darren: ‘Esta es la indicada; tenemos que hacer esta película’. Así que adquirimos los derechos de la novela por 1.000 dólares, y Darren escribió el guion”.

Jared Leto interpretando a Harry en la película
Alamy
La película provocó ovaciones y repulsión en la misma medida, y lo sigue haciendo.

Aronofsky y Watson enviaron el guion a todos los grandes estudios. ¿La respuesta?

“¡Silencio!”, recuerda Watson. “Nadie se molestó en llamarnos para rechazarlo”.

Sin desanimarse, consiguieron la mitad de la financiación que necesitaban de Artisan Entertainment y contrataron a un productor independiente, Palmer West, para que les ayudara a reunir el resto de un presupuesto ajustado.

El proceso de casting también resultó complicado.

“Tobey Maguire, Adrien Brody, Joaquin Phoenix, Giovanni Ribisi… todos exploraron el proyecto o se presentaron a la audición para interpretar a Harry, pero rechazaron el papel”, recuerda Watson. “Era un riesgo demasiado grande para sus carreras”.

Una vez elegidos, Leto, Connelly, Wayans y Burstyn se esforzaron por lograr autenticidad en sus interpretaciones.

Leto perdió 11 kg y convivió con heroinómanos sin hogar en el East Village de Nueva York.

Wayans recorrió sin camisa las gélidas calles de Brighton Beach, en Brooklyn, en febrero.

Al comenzar el rodaje, Burstyn simuló la pérdida de peso poco saludable de su personaje poniéndose un traje de 18 kg para sus primeras escenas, luego cambiándolo por uno de 9 kg y, finalmente, tomándose dos semanas de descanso y perdiendo 4.5 kg con una estricta dieta de sopa de repollo.

Representando la adicción a las drogas

Aronofsky, inspirado por los planos de Spike Lee en “Haz lo que debas”, utilizó tomas SnorriCam (cámaras acopladas al cuerpo del actor) para transmitir una sensación de disolución de la realidad externa.

A esto añadió pantallas divididas, aceleraciones y desaceleraciones, fundidos a blanco, tarjetas de título, espirales de cámara, lentes ojo de pez, planos generales extremos, pixelaciones y puestas en escena surrealistas.

Todas eran herramientas para imitar las distorsiones sensoriales inducidas por los opioides.

Pero aunque estos efectos visuales generaron entusiasmo, la visión de la película sobre la adicción a las drogas generó controversia.

Mientras que Trainspotting (1996) había sido criticada por glorificar la estética de la “heroína chic”, Réquiem por un sueño se percibía como un retrato incesantemente sombrío del consumo de sustancias.

Ewan McGregor, quien interpretó a Renton en la película Trainspotting
Getty Images
Ewan McGregor, quien interpretó a Renton en la película Trainspotting.

La imagen de una “espiral” se convirtió en la metáfora preferida de la crítica para describir la idea de la película de que los adictos, una vez enganchados, son arrastrados casi inexorablemente hacia finales horribles.

“Lamento decir que la forma en la que describe la trayectoria de la adicción a la heroína es notablemente precisa”, afirma David J. Nutt, profesor de neuropsicofarmacología en el Imperial College de Londres.

“La mayoría empieza a consumir por desesperación o desesperanza, pero muchos, como Harry y Tyrone, ven el narcotráfico como una aventura empresarial, como una forma de ganar dinero rápido y luego seguir adelante con sus vidas. Pero rara vez termina bien”.

Por otro lado, el profesor Nutt considera a Sara Goldfarb un símbolo de toda una generación de amas de casa de las décadas de 1950 y 1960 a las que se les recetaron anfetaminas sin supervisión médica adecuada.

En cuanto al destino de Marion, afirma que hoy en día “los proxenetas siguen controlando y abusando de las mujeres explotando sus adicciones”.

Pero lo fundamental de la película, añade Nutt, es que dramatiza la adicción como un trastorno químico cerebral que induce conductas compulsivas.

“No recurres a la reutilización de puntos de inyección extremadamente dolorosos a menos que seas presa de impulsos irresistibles”, afirma.

No todos los expertos en adicciones están de acuerdo.

Gene Heyman, profesor titular del departamento de Psicología y Neurociencia del Boston College, le dice a la BBC que Réquiem por un sueño describe admirablemente la euforia de la iniciación en las drogas, seguida de episodios de abstinencia cada vez más intensos y dolorosos.

Pero ahí termina su precisión.

“Esta película cuenta una historia conocida: una vez adicto, siempre adicto, y es necesariamente una trayectoria descendente de la que nadie se recupera”, dice Heyman.

“Y eso es completamente falso. Todos los datos epidemiológicos muestran que, a los 30 años, la mayoría de los consumidores habituales de drogas maduran y dejan de consumir, no vuelven a consumir, y lo hacen sin tratamiento ni intervención profesional. “Eso son solo los datos, no mi opinión. Están ahí para que todos lo vean”.

El sueño americano

Por su parte, Watson se exaspera al responder preguntas sobre la veracidad de la adicción en Réquiem por un Sueño.

“Hubert Selby fue muy activo en AA y NA [Alcohólicos Anónimos y Narcóticos Anónimos], pero nuestra película nunca tuvo la intención de ser un documental ni un panfleto sobre el camino a la recuperación”, dice.

“No, no es realista. Es surrealista. Relájense”.

El propio Selby siempre insistió en que consideraba la drogadicción solo una manifestación del poder seductor del sueño americano y de lo que consideraba sus efectos tóxicos.

Antes del estreno de la película, escribió un nuevo prólogo para su novela, que decía: “Obviamente, creo que perseguir el sueño americano no solo es inútil, sino autodestructivo, porque en última instancia lo destruye todo y a todos los que lo componen”.

Muchos críticos han llegado a considerar que Réquiem por un sueño está en la misma línea que El gran Gatsby (1925) y Revolutionary Road (1961), obras que exponen el lado oscuro del mito estadounidense.

Con su televisión y su comida basuras, la película se circunscribe en un ambiente de adicciones específicamente estadounidense, afirma Kevin Hagopian, profesor de Estudios de Medios en la Universidad Estatal de Pensilvania.

Los personajes transportando equipos en una calle
Alamy
Tyrone (Marlon Wayans) y Harry (Jared Leto) inicialmente ven el tráfico de drogas como una forma de ganar dinero rápido antes de seguir adelante con sus vidas.

“El concurso televisivo que cautiva a Sara se centra en crear una alegría ansiosa, exagerada y falsa”, dice.

“Aquí hay una búsqueda desmedida de panaceas irrealistas, un atajo hacia una solución rápida para no tener que pensar nunca en el propósito de la vida. Aquí, el sueño americano no es lo que hay que perseguir, sino el villano definitivo. Y esa crítica es tan devastadora para los mitos que nos sostienen que no es de extrañar que mucha gente no la acepte”.

Danny Leigh, ahora crítico de cine del diario Financial Times, elogió efusivamente Réquiem por un sueño en la revista Sight and Sound cuando se estrenó.

“Me cautivó lo que era: sin duda, una obra cinematográfica con estilo, con un crudo brío cinematográfico”, le dice Leigh a la BBC.

Trainspotting había sido un acontecimiento cultural trascendental, que desencadenó un momento de vértigo en la cultura británica del momento, y vi ‘Réquiem por un sueño’ como una poderosa corrección, una advertencia casi paródica que golpeó con fuerza”.

Sin embargo, con el paso de los años, Leigh ha desarrollado recelos sobre la obra de Aronofsky.

“He llegado a sentir que hay cierta lascivia en su cine, como si se entrometiera en situaciones emocionalmente desesperadas y aplicara una condescendencia desagradable, incluso voyerista, a circunstancias trágicas”.

Leigh señala que este impulso alcanzó su extremo más grotesco en La Ballena (2022) de Aronofsky, en la que un profesor de inglés solitario y con obesidad mórbida, interpretado por Brendan Fraser, come hasta morir.

Hagopian, en cambio, considera que Aronofsky ha demostrado una genuina curiosidad por comprender a las personas marginadas de la sociedad.

“Muchas películas experimentales crean lo que yo llamaría ‘pesadillas de distanciamiento psíquico'”, opina.

“Piensen en Terciopelo azul (1986) de David Lynch, La pianista (2001) de Michael Haneke o Tenemos que hablar de Kevin (2011) de Lynn Ramsay; en todas ellas, nunca sabemos qué piensan o sienten realmente los personajes”.

Réquiem por un sueño, añade, adopta el enfoque opuesto al lograr lo que él llama una “pesadilla de intimidad psíquica”.

“Nos vemos tan cerca de los personajes que, en algún momento, su dolor y trauma parecen filtrarse en nuestra conciencia.

“Puede resultar claustrofóbico, incluso invasivo. Pero para mí, ese es el tipo de cine más valiente, y explica por qué esta obra de arte, ya sea que la admires o la detestes, queda grabada para siempre en la mente de las personas”.

*Si quieres leer el artículo en inglés en BBC Culture, haz clic aquí

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