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“No se pueden negar las desapariciones en CDMX”: brigada de búsqueda halla más restos humanos en el Ajusco
“No se pueden negar las desapariciones en CDMX”: brigada de búsqueda halla más restos humanos en el Ajusco
Foto: Silvana Flores
6 minutos de lectura

“No se pueden negar las desapariciones en CDMX”: brigada de búsqueda halla más restos humanos en el Ajusco

Durante la Brigada Regional de Búsqueda en el Ajusco, en la CDMX, mujeres y hombres buscadores coincidieron en que cada día hay más reportes de desapariciones y cada día los colectivos son más y mas grandes y consideraron negligente e insensible si se busca negar esa realidad.
03 de mayo, 2025
Por: Manu Ureste
@ManuVPC 

La 5a Brigada Regional de Búsqueda de personas desaparecidas terminó este viernes 2 de mayo en el Ajusco, al sur de la Ciudad de México, con un saldo de seis restos óseos humanos encontrados en cinco días. 

No son, desde luego, ni los únicos restos humanos descubiertos en la zona, ni los primeros que se encuentran en la capital mexicana: ya el año pasado, durante las jornadas de búsqueda de la joven Pamela Gallardo, desaparecida en la zona en 2017, se encontraron también restos humanos calcinados en esta zona boscosa, mientras que en febrero pasado se realizaron nuevas búsquedas en el cerro del Guerrero, en la alcaldía Gustavo A Madero, ya colindando con el Estado de México y a un par de kilómetros de la concurrida Villa de Guadalupe, donde previamente se habían hallado cientos de restos humanos.

Omar Tapia, voluntario y activista de Eje de Iglesias, explicó en entrevista que entre los seis restos óseos encontrados entre el lunes y el martes pasado en esta Brigada Regional en el Ajusco hay dientes molares, por lo que la probabilidad de que sean humanos es “muy alta”, aunque aún tendrán que ser analizados por los servicios forenses de la Fiscalía capitalina, para luego tratar de identificarlos genéticamente y ver si coinciden con los de algunas de las personas reportadas como desaparecidas. 

La zona del recorrido es un terreno de muy difícil acceso, para hacer la inspección, la brigada se dividió en cuatro equipos que peinaron con palas, rastrillos, varillas y machetes un terreno de aproximadamente un kilómetro cerro arriba repleto de pronunciados desniveles y de fauna y flora salvaje.

busqueda desaparecidos ajusco
Foto: Silvana Flores

“Se eligió hacer la búsqueda en este lugar, en el Ajusco, porque aquí años atrás ya se hicieron búsquedas y se encontraron puntos con hallazgos de restos humanos, además de que ha habido mucha información de desapariciones en la zona”, agregó el activista. 

En efecto, en las calles de las colonias cercanas a la zona boscosa del Ajusco, donde hay cabañas turísticas y juegos de ‘gotcha’, pueden apreciarse numerosas fichas pegadas en las paradas de autobuses, así como lonas desplegadas en las paredes de las viviendas, con los rostros de mujeres jóvenes desaparecidas y también de hombres jóvenes. 

Uno de esos jóvenes que aparecen en las lonas es Olín Hernando Vargas Ojeda, de apenas 24 años, y estudiante de Ingeniería en la UNAM. Su padre, Hernando Vargas, contó al finalizar la jornada de búsqueda que su hijo fue secuestrado el 27 de noviembre del año pasado. 

“Nos pedían 6 millones de pesos para su liberación”, contó. 

Sin embargo, luego de dos mensajes de texto con amenazas para que la familia pagara el rescate y después de que hallaron abandonada la camioneta del joven sobre una carretera en Valle de Tezontle, en el Ajusco, con restos de sangre y de la playera del muchacho, los captores no se volvieron a comunicar y a la fecha no se sabe nada del paradero del estudiante. De ahí que que sus padres, desesperados, se unieron a esta búsqueda en la que participaron colectivos como Luz en el Camino, Uniendo Esperanzas y Hasta Encontrarles. 

olin hernando vargas
Foto: Silvana Flores

“Esta es de las primeras búsquedas que hacemos, y la verdad es que no queremos encontrar nada, porque nosotros lo que queremos es encontrar a nuestro hijo con vida. Esa es nuestra gran esperanza”, subrayó el señor Hernando, que describió a su hijo como “un chico tranquilo, de casa, buen estudiante, y que no tiene problemas con nadie ni enemigos”. 

“Cada día los colectivos de búsqueda son más y más grandes”

La jornada de búsqueda inició a las 10 de la mañana.

Previo al arranque, los colectivos, voluntarios y voluntarias, así como el personal que acompaña a la Brigada –Comisión local de búsqueda, Guardia Nacional, Ejército, Zorros de la Secretaría de Seguridad de la ciudad, Bomberos, etcétera—se reunieron en un punto en la entrada del bosque para hacer una oración que concluyó con la plegaria: “Tu luz Señor, nos hacer ver la luz. Envíanos tu luz y tu verdad, y que ella nos guíe en esta búsqueda de seres queridos que ya queremos que regresen a casa”. 

Entérate: Muerte de Teresa González se suma a los 28 casos de personas buscadoras asesinadas o desaparecidas en los últimos 15 años

Posteriormente, los equipos se desplegaron por el cerro. La señora doña Inés Enriqueta Lázaro, de 68 años, caminaba con dificultad por el terreno minado con piedras y nopaleras de afiladas espinas buscando pistas de su hijo Francisco Sandoval Lázaro, desaparecido el 26 de abril de 2018 cuando se dirigía a su negocio de playeras de futbol en el Estadio Azteca. Tenía 26 años al momento de desaparecer, y también se dedicaba a la albañilería. 

“Llevo ya 7 años sin ninguna pista. Tampoco ha habido apoyo de las autoridades; las búsquedas las hemos hecho nosotros, como familias”, contó la señora que, a sus casi 70 años, aseguró que no siente el cansancio a pesar de lo difícil del terreno. 

brigada busqueda desaparecidos ajusco
Foto: Silvana Flores

“Todas venimos aquí con la esperanza de encontrarlos como sea. Las mamás buscadoras no sentimos el cansancio de la edad, ni el frío, ni el calor. Solo el afán y la esperanza de saber dónde están nuestros seres queridos”, comentó, al tiempo que no dejaba de clavar una delgada varilla de hierro sobre los montículos de piedras y tierra suelta que se iba encontrando en el camino. 

Guadalupe es hermana de Francisco Sandoval; ella acompaña a su madre. 

“Yo me identifico mucho con mi hermano. Él es una persona muy social. Se preocupaba mucho por nosotras, sobre todo por mi  mamá, que ya está mayor. Es muy triste lo que le sucedió. No es un muchacho malo. Todos en la colonia lo conocían. No tenía enemigos; al contrario, era muy amigable. No entendemos qué sucedió. Necesitamos respuestas”, comentó Guadalupe que, como el resto de las personas integrantes de la Brigada, no dejó durante al menos 3 horas de cortar maleza y rastrear la tierra en busca de esas respuestas. 

La Quinta Brigada Regional en el Ajusco terminó aproximadamente a las 3 de la tarde. En el último día, solo se hallaron restos de ropa y algunos zapatos, que no fueron identificados por los familiares como que pudieran haber pertenecido a sus seres queridos desaparecidos. 

personas desaparecidas CDMX
Foto: Silvana Flores

El activista Omar Tapia dijo que, por el momento, no hay programada una nueva búsqueda, aunque es muy probable que regresen a esta zona del Ajusco a seguir peinando el cerro en busca de nuevos hallazgos y pistas, aunque los reportes de lugares donde hay desapariciones y posibles focos rojos de hallazgos cada vez son más en la capital del país, a pesar del discurso de las autoridades que niegan que haya un problema de desapariciones en la ciudad. 

“Uno, cuando ve a las familias, los hallazgos, no queda duda de que hay desapariciones en la Ciudad de México. Sería negligente e insensible negar esa realidad; cada día hay más reportes de desapariciones, y cada día los colectivos son más y mas grandes porque cada vez, tristemente, hay más desaparecidos”, finalizó Tapia. 

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Imagen BBC
Victoria regia: la asombrosa planta sudamericana que transformó los espacios en los que vivimos (y sigue inspirando revoluciones)
11 minutos de lectura

Un encuentro en la selva desencadenó una carrera entre jardineros, nobles, inventores… y transformó los espacios en los que vivimos.

06 de diciembre, 2025
Por: BBC News Mundo
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Victoria amazonica (Victoria regia) fotografiada en Guyana: flor blanca abierta y hojas flotando
Getty Images
Unos nenúfares que no solo fascinan por su increíble tamaño, capaz de soportar el peso de un niño, sino también por cómo transformaron la arquitectura.

El 1 de enero de 1837, mientras luchábamos contra las dificultades que las plantas del río Berbice presentaban a nuestro avance, vi en un pequeño arroyo una hoja gigantesca, cuyo borde se alzaba unos centímetros sobre el agua; y al acercarme más, me impresionó la aparición de una flor que, por su magnífica belleza, superaba todo lo que había visto hasta entonces“.

Así relató Sir Robert H. Schomburgk, explorador y botánico alemán al servicio del Imperio británico, en el Journal de la Real Sociedad Geográfica, su primer encuentro con la majestuosa planta acuática que pronto cautivaría a sus contemporáneos.

Schomburgk no fue el primero en maravillarse con semejante espectáculo.

Décadas antes, el naturalista checo-alemán Thaddäus Haenke ya había registrado sus hojas colosales cerca de la frontera entre Bolivia y Paraguay, y poco después el francés Alcide d’Orbigny también la describió durante sus viajes por Sudamérica.

Aun así, ni entonces ni ahora se atenúa el asombro que provoca contemplar por primera vez esta extraordinaria creación de la naturaleza.

Al Museo Nacional de Historia Natural de París llegaron hojas, flores y semillas, pero no les prestaron mucha atención.

En Reino Unido sucedió todo lo contrario.

El país estaba obsesionado por la botánica, con nuevas plantas llegando a diario, a medida que se exploraban nuevos territorios que se sumaban al que llegaría a ser el Imperio más grande del mundo.

La Guyana, en ese entonces llamada British Guiana, había sido cedida por los neerlandeses a los británicos dos décadas antes, pero hasta el viaje de Schomburgk aún era virtualmente desconocida para los europeos.

El hallazgo en ese lugar de tan formidable especimen coincidió con el ascenso al trono de la joven Victoria, así que no extraña que llevara su nombre: Victoria regia (más tarde Victoria amazonica).

Fue instantáneamente aclamada como una de las maravillas de la época victoriana y no sólo provocó una fascinación entre sus súbditos, sino también una feroz competencia entre los aristócratas por lograr que esa joya tropical floreciera lejos de su tierra natal.

Pero además, sus hojas inspiraron el diseño del Crystal Palace (el Palacio de Cristal) de Londres, un hito por su audacia y ligereza cuyo uso pionero de hierro y vidrio a gran escala así como su nueva concepción del espacio interior lo convirtió en piedra fundacional de la arquitectura moderna.

Imagen de la época mostrando panorámica del Crystal Palace
Getty Images
El Crystal Palace fue construido en apenas unos seis meses. Tenía más de medio kilómetro de largo y casi 300.000 paneles de vidrio, cada uno soplado artesanalmente.

Hoy seguimos viviendo su legado.

Su influencia -tanto técnica como conceptual- perdura en la mayoría de los edificios contemporáneos que privilegian la ligereza, la transparencia, la funcionalidad y la industrialización de los materiales.

La obsesión

Cuando las semillas de Victoria regia llegaron a Inglaterra, el reto de cultivarlas absorbió a algunos de los personajes más eminentes y emprendedores de la época.

No era porque se esperara que la nueva planta fuera fuente de algún remedio desconocido para la medicina o de alguna gran riqueza hasta entonces inexplotada, subraya Tatiana Holway en su libro “La flor del Imperio”.

La razón era la pasión… por las flores.

Todas las flores, desde las más comunes hasta las más raras, enloquecían a la sociedad británica de esa era, al punto que, quienes se podían dar el lujo, no dudaban en pagar más del equivalente de US$10.000 por un nuevo especimen.

Agrégale, en el caso de ese nenúfar amazónico, otros ingredientes: la aventura de encontrarla, traerla a Inglaterra y el desafío de hacerla crecer, lo que implicaba ambición hortícola, visión científica y fascinación por lo exótico.

Encima, por mucho que lo intentaron, resultó dificilísimo cultivarlas.

Aunque en el famoso jardín botánico londinense Kew Gardens los especialistas lograron que las semillas germinaran, no pudieron mantener vivas a las plantas durante los inviernos.

Crucialmente, allí y en los otros jardines botánicos y colecciones privadas que recibieron algunas de las semillas que envió Schomburgk, los horticultores y botánicos fracasaron en su empeño por que la Victoria regia floreciera.

Eso añadió un nuevo ingrediente que alimentó la obsesión: la gloria que supondría ser el primero en despertar la floración.

Así se desató una feroz competencia entre los aristócratas más acaudalados, cada uno empeñado en verla abrir sus pétalos en sus dominios.

Hoja vista por el revés
Getty Images
Las flores se convirtieron en objeto de deseo, pero fueron las hojas las que inspirarían una transformación.

La carrera por conseguirlo se tornó en un espectáculo cuyo público era internacional, y su escenario, los invernaderos desplegados por toda Inglaterra.

El más grande de todos, de hecho el edificio acristalado más grande del mundo en esa época, se llamaba el Great Stove (literalmente ‘la gran estufa’), y estaba en los jardines de Chatsworth House, el hogar ancestral de la familia Cavendish, cuyos varones primogénitos heredan el título de duque de Devonshire.

El duque y el jardinero

William Cavendish, el duque de Devonshire, dedicaba su atención a las plantas exóticas de su invernadero, asistido por un joven jardinero que pronto se haría célebre: Joseph Paxton.

Paxton era el hijo de un agricultor, y había sido uno de los primeros jóvenes en pedir una plaza en los jardines de entrenamiento de la nueva Sociedad Hortícola.

Fue una idea tremendamente atinada, porque de ahí fluyó su futuro.

El duque lo había contratado cuando tenía 23 años, y le había concedido la libertad de entregarse a sus pasiones en todos los aspectos de la horticultura, incluida la nueva y muy exclusiva ciencia de la construcción de invernaderos.

Ambos rebosaban de entusiasmo y planes ambiciosos, y con el dinero del duque y la imaginación del jardinero, comenzaron a experimentar con el vidrio, creando espacios que recreaban lugares distantes y ampliando la ciencia de la horticultura de formas novedosas.

Fue para resolver el problema de acomodar la creciente colección de plantas exóticas del duque que Paxton diseñó y construyó el Great Stove, que se extendía casi 70 metros de un extremo a otro y se alzaba más de 20 metros.

El costo fue enorme, pero el resultado, mágico, como comprobó en una visita la reina Victoria.

Quedó encantada con un paseo en carruaje en su interior, iluminado por 5.000 velas, con aves tropicales volando entre la exótica vegetación, peces en los estanques, cristales de roca y escaleras en espiral para poder ver las cimas de los árboles.

Nunca se había hecho nada parecido.

Foto del siglo XIX del conservatorio
Dominio Público/Foto: Charles Latham
Cuando Charles Darwin visitó el Great Stove en 1845, escribió: “Quedé cautivado por el deleite… La parte acuática se asemeja más maravillosamente a la naturaleza tropical de lo que hubiera imaginado”.

Lo que ni la reina, ni ninguno de los otros visitantes veían era lo que generaba ese calorsito que sentían al entrar al lugar.

Era una hazaña silenciosa.

Con ocho calderas ocultas, se mantenía la temperatura para simular una zona templada en un extremo y una zona subtropical en el otro.

Había túneles para transportar el carbón que alimentaba las calderas sin que los encargados fueran vistos, y tenía ventiladores en los cimientos de mampostería y en el techo para hacer circular el aire.

Las chimeneas también estaban escondídas para que el humo y vapor salíera lejos, en lo alto de una colina.

Así que cuando empezaron los intentos de cultivar Victoria regia en Inglaterra, entre todos los invernaderos importantes del país, incluido el de Kew Gardens, el Great Stove no sólo era el más grande, sino también el más avanzado.

Eso, y la fórmula de éxito: Paxton estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para que floreciera, y Cavendish, dispuesto a pagar para que así fuera.

Pero el horticultor y el duque sólo recibieron semillas de esa planta amazónica por primera vez en 1849, más de una década después de que Schomburgk se topara con ella en Guyana y enviara un lote pequeño a Londres.

Capullos

En sus años de experiencia, Paxton había comprendido que si quería hacer que una planta floreciera, tenía que entender de dónde venía.

Sabía que para la Victoria regia necesitaba crear un entorno donde el agua se mantuviera en movimiento, así que instaló unas pequeñas ruedas en el estanque en el que las iba a cultivar.

Para mantener la temperatura adecuada, colocó tuberías bajo la tierra en el fondo.

Y se aseguró de que el agua tuviera lo necesario para alimentar las plantas.

Pronto sus plántulas empezaron a crecer, con la rapidez impresionante que las caracteriza: en su habitat natural, sus hojas pueden alcanzar un diámetro de unos tres metros a una velocidad increíble, de hasta 2,5 centímetros por hora.

En los invernaderos no alcanzaban semejantes proporciones, pero aun así desplegaban expansiones sorprendentes en poco tiempo.

Cuando el verano terminó, y las noches se hicieron más largas, Paxton supuso que sus Victoria regia morirían, como había sucedido hasta entonces.

No obstante, canceló un viaje que tenía previsto y le pidió al duque que le permitiera quedarse con ellas.

Y a principios de noviembre, le escribió para contarle que había salido un botón, que se había abierto, y que luego un tinte rosado se había extendido desde el centro hasta los bordes del pétalo.

Dibujo de la hija de Paxton sobre una hoja y él mirando
Dominio Público
Paxton demostró cuán asombrosas eran las hojas de la Victoria regia poniendo a su hija a flotar sobre una de ellas.

Paxton había ganado la competencia, y su premio era el prestigio.

Ufano, le escribió al director de Kew Gardens, Sir William Jackson Hooker.

“Estimado Sir William:

“La Victoria regia está ahora en plena floración en Chatsworth y continuará así, creo yo, durante una quincena o más, pues hay una sucesión constante de capullos asomando.

“Lo más probable es que sus plantas ya estén mostrando algo para este momento. Y si no, contemplar esta planta merece un viaje de mil millas.

“Tenemos hojas de casi cinco pies de diámetro (≈ 1,5 metros), y en este momento la planta tiene trece hojas”.

Un mundo acristalado

Con el tiempo se descubriría cuán extraordinarias eran estas flores que tanto esfuerzo había costado cultivar en Inglaterra y luego en Europa.

En 24 horas, cambian de género.

La primera vez que se abren, cuando se oculta el Sol, las flores son blancas, femeninas y receptivas al polen de otras plantas.

Atraen a una especie de escarabajos con un aroma dulce y envolvente, y lo animan a quedarse en su interior con un nectar delicioso y una temperatura más cálida que la ambiental, para que dejen el polen que traían.

Pero ser polinizada es solo la mitad de la batalla.

El nenúfar ahora debe asegurarse de que su propio polen sea transportado a otra flor.

Así que se cierran cuando sale el Sol, con los escarabajos adentro, y se transforman en flores masculinas, con polen.

Cuando las flores se abren la segunda noche, ya no son blancas sino rosadas, sin aroma ni calidez en su interior, todo para obligar a su inquilino nocturno a irse en busca de otra flor blanca a la cual polinizar.

Flor rosada
Getty Images
La segunda noche, las flores son rosadas y su género es otro.

Si bien las flores y otras características de la Victoria regia son fascinantes, fueron sus hojas, vastas y perfectamente estructuradas, las que llevaron a Paxton a intuir un principio capaz de transformar no solo los invernaderos, sino la arquitectura misma.

Deslumbrado por el entramado íntimo de aquellas hojas, no se conformó con admirarlas: las estudió con la precisión de un ingeniero.

Le maravillaba su extraordinaria capacidad de carga, sostenida por una red de venas acanaladas que formaban vigas y arcos naturales.

En 1849, tras lograr la primera floración en Chatsworth, colocó a su hija Annie, de 7 años, sobre una de las hojas gigantes para demostrar su solidez; la imagen apareció poco después en el Illustrated London News, una suerte de declaración pública de lo que aquella planta le había revelado y de lo que imaginaba construir.

“La naturaleza fue la ingeniera”, declararía en 1850 ante la Royal Society of Arts, mientras mostraba una hoja de Victoria regia como ejemplo de un principio estructural perfecto.

“La naturaleza ha dotado a la hoja de vigas y soportes longitudinales y transversales que yo, inspirándome en ella, he adoptado en este edificio”.

Se refería al Crystal Palace, una estructura que parecía desafiar las nociones mismas del espacio y la materia: vasta, transparente, casi ingrávida.

Paxton había pasado de ser un innovador en la jardinería al creador de un proyecto arquitectónico único.

Crystal Palace por dentro
Getty Images
El Crystal Palace fue el primer gran edificio que creó un “clima artificial” a escala masiva, y era desmontable, modular y totalmente prefabricado.

Su sistema de crestas y surcos, inspirado directamente en la geometría de la hoja, era capaz de sostener grandes superficies de vidrio con una ligereza inaudita y a su vez resistente, formada por piezas estandarizadas de hierro y vidrio que podían fabricarse en serie y ensamblarse como un gigantesco mecanismo.

El resultado fue algo sin precedentes: un colosal universo acristalado, casi irreal.

Es difícil imaginar la sensación de asombro que debieron experimentar los visitantes de ese entonces al contemplar aquel prodigio de vidrio y hierro que alojaba la Gran Exposición de 1851.

Su transparencia desorientaba la mirada; apenas proyectaba sombra, y su vastedad parecía desafiar las nociones mismas de espacio y materia.

La prefabricación, el diseño modular, el uso de la luz como material arquitectónico, inauguró una nueva manera de concebir los edificios, y vivimos en su legado.

El Crystal Palace brotó de la Victoria regia, “tan naturalmente como los robles crecen de las bellotas”, escribió Charles Dickens, y las hojas que lo inspiraron han alimentado la imaginación de artistas y arquitectos durante más de un siglo y medio.

Los científicos continúan estudiándolas, desentrañando sus secretos en busca de nuevas lecciones de ingenio.

Ligeras pero extraordinariamente fuertes y eficientes en el uso de la luz, sus estructuras sugieren caminos para la ingeniería, las construcciones flotantes y las tecnologías energéticas.

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