
No basta una Glorieta para visibilizar la crisis de desapariciones en México.
Ésta es la denuncia de familiares de personas desaparecidas que han decidido colocar primero cientos y luego miles de fichas de búsqueda a lo largo de Avenida Reforma en Ciudad de México, en los 3.3 kilómetros que abarca desde la Glorieta de las y los Desaparecidos, conocida formalmente como Glorieta del Ahuehuete, hasta Palacio Nacional.
Desde el 2022, familiares de personas desaparecidas tomaron el sitio que hasta entonces se había conocido como “Glorieta de la Palma”, y comenzaron a trazar una ruta de memoria y protesta que sigue creciendo, como lo hace el número de personas desaparecidas en el país, que ya es mayor a 121 mil.
“Cada vez siguen llegando más fotos, hay más personas desaparecidas y el espacio no da”, reclama Jorge Verástegui, quien busca a su hermano y su sobrino. “Dijimos, ‘Quizá es momento de ampliar el espacio, y además acercar las fotos a los peatones”.

Fue así que decidieron colocar sobre Paseo de la Reforma la primera mampara, un espacio con aproximadamente 110 fotografías y nombres de mujeres, hombres, niñas, niños que han desaparecido en distintas entidades federativas.
En los siguientes meses, espera Verástegui, seguirán concentrando recursos para poder comprar más mamparas, decorarlas con flores, y llenar la avenida con los rostros de las personas desaparecidas.
“No sólo es un acto de memoria, sino también es un acto de protesta. Es una protesta política por lo que implica exigirle al Estado la búsqueda, la localización de nuestros familiares, también poner un alto a las desapariciones”.
El número de fichas de esta mampara, junto con las alrededor de 850 fotografías que Verástegui calcula que caben en las vallas azules que rodean la glorieta, representan menos de 1 % de todas las personas que faltan de ser localizadas. Es por eso que no dudan poder llegar a tapizar toda la avenida hasta llegar a Palacio Nacional, donde despacha la Presidenta Claudia Sheinbaum, para recordarle al Gobierno federal su deuda con los familiares y las víctimas de desaparición.
“Es para decirles ‘Aunque ustedes desde el poder no quieran nombrarlo, nosotros los vamos a nombrar, y los vamos a seguir nombrando como lo hemos hecho desde hace muchos años”, reclama el activista. “Es trazar esta Ruta de la Memoria, que ya se ha ido trazando con los antimonumentos, y decir ‘Aquí estamos’”.
Carlos Ramírez ha buscado a su hermano, Ángel, desde hace cinco años. El joven de 20 años tuvo contacto con su familia por última vez en noviembre de 2019 en la Alcaldía Gustavo A. Madero de la capital mexicana.
Su rostro y nombre hoy lo puede ver cualquier transeúnte que pase sobre la Avenida Reforma, una de las calles más emblemáticas y turísticas de la Ciudad de México.
“Queremos que su memoria permanezca, que estén siempre presentes en la memoria colectiva”, dice Ramírez en entrevista. “Que la gente, al verlo, su cara, su nombre, sepa que su familia lo sigue buscando, que no olvidamos y que lo seguimos buscando, a él y a todas las personas”.
Recordó que aunque las mamparas se colocarán en la capital del país, las fichas corresponden a personas que han desaparecido en todos los estados de la República.
Luz María Rodríguez, desaparecida en 2017 en Saltillo, Coahuila. Raúl González, desaparecido en 2024 en Celaya, Guanajuato. Jorge García, desaparecido en 2013 en Guadalajara, Jalisco. Son sólo algunas de las personas que se nombran en las mamparas.

A mediados de 2022, familiares decidieron tomar la Glorieta de la Palma –como entonces se conocía la intersección de Avenida Reforma con Río Rhin–, y solicitaron a la entonces Jefa de Gobierno capitalina Claudia Sheinbaum que les cediera el espacio para que se construyera un antimonumento para reconocer a las personas desaparecidas en México.
El Gobierno decidió colocar un árbol ahuehuete y colocar vallas alrededor del mismo, las que se convirtieron en un espacio de protesta para colocar las fichas de personas desaparecidas.
Ahora, con Sheinbaum como Presidenta y Clara Brugada como nueva jefa de Gobierno, los familiares mantienen su exigencia de que se reconozca la Glorieta de las y los Desaparecidos –como renombraron el sitio– de manera oficial.
“Vamos a mantener esta exigencia al Gobierno de la Ciudad de México, que es a quien le corresponde el nombre, y que se reconozca el sitio de manera oficial y que nos permita desarrollar nuestro proyecto de construir ahí un memorial. Que retiren las vallas y se pueda empezar un trabajo de memoria en el sitio”, indica Verástegui.
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Apenas este 31 de enero, el Gobierno capitalino instaló el Gabinete de Búsqueda de Personas Desaparecidas, un órgano creado para impulsar la colaboración interinstitucional en la Ciudad de México para la localización de personas y tomar acciones para erradicar las desapariciones.
En cuanto a la exigencia para el Gobierno federal, Ramírez recordó que Sheinbaum no quiso reconocer el espacio de memoria durante su administración como Jefa de Gobierno, por lo que ahora, como titular del Ejecutivo federal, quieren que la Presidenta voltee a ver la problemática.
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“El Gobierno federal ha buscado invisibilizar, decir que no hay desaparecidos, que han hecho una labor extraordinaria, cuando sabemos que en la práctica eso no es cierto. Es necesario que también el Gobierno federal y la presidenta reconozcan este problema, y que actúen y colaboren en la búsqueda y localización de los desaparecidos”.

En lo que respecta a la monogamia, los humanos se parecen más a las suricatas y a los castores que a nuestros primos primates.
En nuestra vida amorosa, nos asemejamos más a estas mangostas sociales y unidas que a nuestros primos primates, según sugiere una clasificación de monogamia elaborada por científicos.
Con un 66% de monogamia, los humanos obtienen una puntuación sorprendentemente alta, muy superior a la de los chimpancés y los gorilas, y a la par de las suricatas.
Sin embargo, no somos ni mucho menos la criatura más monógama.
El primer puesto lo ocupa el ratón californiano, un roedor que forma vínculos inseparables para toda la vida.
“Existe una liga de élite de la monogamia, en la que los humanos se encuentran cómodamente, mientras que la gran mayoría de los demás mamíferos adoptan un enfoque mucho más promiscuo para el apareamiento”, afirmó Mark Dyble, investigador del Departamento de Arqueología de la Universidad de Cambridge.
En el mundo animal, el emparejamiento tiene sus ventajas, lo que podría explicar por qué ha evolucionado de forma independiente en múltiples especies, incluida la nuestra.
Los expertos han propuesto diversos beneficios para la llamada monogamia social, en la que las parejas se unen durante al menos una temporada de reproducción para cuidar a sus crías y ahuyentar a los rivales.
Dyble examinó varias poblaciones humanas a lo largo de la historia, calculando la proporción de hermanos de padre y madre (individuos que comparten la misma madre y el mismo padre) en comparación con los medio hermanos (individuos que comparten la madre o el padre, pero no ambos).
Se recopilaron datos similares para más de 30 mamíferos monógamos sociales y de otras especies.
Los humanos tienen un índice de monogamia del 66% de hermanos de padre y madre, por delante de las suricatas (60%), pero por detrás de los castores europeos (73%).
Mientras tanto, nuestros primos evolutivos se sitúan en la parte inferior de la tabla: los gorilas de montaña con un 6%, y los chimpancés con solo un 4% (al igual que el delfín).
En último lugar se encuentra la oveja de Soay, de Escocia, donde las hembras se aparean con múltiples machos, con un 0,6% de hermanos de padre y madre.
El ratón californiano ocupó el primer puesto, con un 100%.
Sin embargo, estar clasificados junto a suricatas y castores no significa que nuestras sociedades sean iguales: la sociedad humana es completamente diferente.
“Aunque la proporción de hermanos de padre y madre que observamos en los humanos es muy similar a la de especies como las suricatas o los castores, el sistema social que vemos en los humanos es muy distinto”, declaró Dyble a la BBC.
“La mayoría de estas especies viven en grupos sociales similares a colonias o, quizás, en parejas solitarias que se desplazan juntas. Los humanos somos muy diferentes. Vivimos en lo que llamamos grupos con múltiples machos y múltiples hembras, dentro de los cuales existen estas unidades monógamas o de pareja estable”, explicó.
Kit Opie, profesor del Departamento de Antropología y Arqueología de la Universidad de Bristol, que no participó en el estudio, afirmó que este es otro elemento clave para comprender cómo surgió la monogamia en los seres humanos.
“Creo que este artículo nos proporciona una comprensión muy clara de que, a lo largo del tiempo y en diferentes lugares, los humanos son monógamos”, declaró.
“Nuestra sociedad se parece mucho más a la de los chimpancés y los bonobos; simplemente hemos tomado un camino diferente en lo que respecta al apareamiento”, agregó.
El nuevo estudio fue publicado en la revista científica Proceedings of the Royal Society: Biological Sciences.
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