El Instituto Nacional de Migración (INM) mantuvo retenidos a una madre y a sus tres hijos de 7, 9 y 11 años de edad durante 10 días en condiciones inhumanas en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, procedentes de China, luego de negarles su derecho a solicitar asilo
Durante ese periodo, además, se negó dos veces a acatar la resolución de un juez que ordenó su liberación el 14 de noviembre con una subsecuente ratificación el pasado jueves 21. Aun cuando el Instituto para las Mujeres en la Migración (Imumi) acudió con dichos documentos en mano la noche del pasado viernes a la terminal aérea, el INM había decidido interponer un nuevo recurso para oponerse a la orden del juez y solo hasta este sábado alrededor de las 10 de la noche, inesperadamente decidió liberarles.
Todo inició cuando el 13 de noviembre el papá de los niños, solicitante de asilo que radica en Estados Unidos, se comunicó con el Imumi para pedir ayuda jurídica, tras enterarse de que su familia había aterrizado a las 3 de la madrugada de ese día y por la tarde aún no había salido de ahí. Su esposa se había comunicado con él para decirle que no les dejarían entrar a México.
Aunque resultaba sumamente complicado lograr frenar el rechazo aéreo –porque la retención de familias extranjeras por días en aeropuertos es una práctica habitual del INM–, la organización promovió un amparo y logró una resolución muy positiva del juez, que respaldó el argumento de que el Poder Judicial debía proteger prioritariamente a los niños y a la madre frente a cualquiera de las figuras aplicables por el INM.
“Los jueces no compran el argumento así normalmente, pero en esta ocasión sí; el juez dijo ‘efectivamente, la familia no debe abandonar bajo ninguna figura el territorio mexicano hasta que se determine cuál es la situación”, relata en entrevista Lorena Cano, abogada del Imumi, quien resume que la demanda de amparo fue admitida el mismo 13 y notificada al día siguiente.
Sin embargo, cuando la demanda llegó al INM, se detuvo la deportación, pero la propia dependencia federal promovió un recurso de queja en contra de la determinación judicial, lo que paralizó la situación y terminó por alargar la estancia para la familia en el aeropuerto en condiciones poco ideales.
La misma Cano describe que aunque el Instituto argumenta que no son estaciones migratorias, y las llama “segunda revisión”, son habitaciones similares a una sala de espera, de tamaño mediano, pero solamente con una puerta y custodiados totalmente por policías auxiliares con bancas de lámina y literas al fondo con colchonetas y cobijas sucias.
“Ahí todo el tiempo les ponen aire acondicionado súper potente, esto ya lo hemos sabido en otros casos, no apagan las luces prácticamente nunca; todo esto son condiciones torturantes, de acuerdo a la legislación internacional, y además en México y a nivel interamericano está prohibida la detención migratoria para niñez”, subraya la abogada.
No es la primera vez que el INM reproduce estas prácticas en aeropuertos de México. Animal Político ha documentado ampliamente diversos casos de devoluciones arbitrarias y detenciones durante días, en condiciones de incomunicación e insalubridad. Además, en esta nota se dio cuenta del incremento de estas acciones.
Luego de la primera orden del juez y la consecuente queja del INM, el juzgador volvió a publicar el jueves 21 de noviembre la ratificación de un acuerdo en el que reiteró la orden al Instituto de liberar a la familia y les giró medidas de apremio, una especie de advertencia antes de proceder a multarlos.
“En el acuerdo también les dijo que recordaran que desacatar una orden judicial puede implicar arresto e inhabilitación de los servidores públicos, entonces a mí me parece que el juez actuó de muy buena manera, y por el otro lado, la familia cumplió 10 días, y son niños chiquitos. Ellos no querían regresar, ser devueltos, pero ya estaban desesperados”, señala.
La familia, subraya, no había podido solicitar asilo porque la detención se los impidió, contrario a lo que establece la legislación mexicana. La noche del viernes el Imumi acudió directamente al aeropuerto a cuestionar por qué no había sido liberada, si el juez ya lo había requerido dos veces. Los funcionarios se negaron de nuevo bajo el argumento de que estaban en proceso de contestar nuevamente a la orden del juez.
Incluso, habían advertido que la familia permanecería en el AICM todo el fin de semana, pero luego decidieron liberarlos el sábado por la noche. Aunque la Procuraduría Federal de Protección a Niñas, Niños y Adolescentes ya estaba enterada del caso, e incluso se ingresó también una queja ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos, nadie podía hacer nada hasta que Migración tomara la decisión, “arbitraria como siempre –remarca Cano–”, de liberarlos.
La queja ante la CNDH, que sigue en proceso, se derivó de que la madre de los niños pudo comentarle al papá que uno de sus hijos tenía úlceras aftosas en la boca, y al pedir apoyo al personal de Migración, se lo negaron bajo el argumento de que no había médicos ahí, ni era posible comprar medicamentos. “Eso es parte de la estrategia torturante del Instituto Nacional de Migración para que las personas desistan de sus procesos”, reclama Cano.
Desde un principio –remarca– los niños debían haber estado bajo custodia de la procuraduría federal de protección a la niñez, canalizados al DIF a un centro de asistencia, para que de manera digna esperaran su resolución, proceso administrativo o solicitud de asilo.
El viernes por la noche, ante la segunda negativa del INM, el Imumi también envió una comunicación urgente al grupo de trabajo sobre detenciones arbitrarias de la ONU, para explorar si las medidas internacionales podían destrabar el caso, pues al parecer, toda estrategia jurídica nacional era insuficiente para el Instituto. Sin embargo, de haber retenido a la familia hasta el lunes, la dependencia enfrentaba una posible multa por no cumplir en tiempo las órdenes del juez.
La abogada reitera que tanto la Ley de Migración como la Ley sobre refugiados, protección complementaria y asilo político vigentes en México establecen el derecho de todas las personas a solicitar y recibir el asilo, así como la prohibición a las autoridades de devolver o expulsar a cualquier persona que muestre intenciones de solicitar asilo en frontera.
Ante la insistencia del INM de operar de la misma manera con las segundas revisiones en aeropuertos, Cano apunta la urgencia, con la administración que empieza, de depurar a su personal corrupto, pues también han tenido conocimiento de que piden dinero para autorizar la entrada, condicionando rechazos arbitrarios.
“La otra cuestión importante es el actuar arbitrario. El Instituto Nacional de Migración tiene basta regulación, lineamientos, protocolos; todo eso debería seguirse al pie de la letra y no nada más tomar decisiones aleatorias o arbitrarias que perjudican gravemente los derechos de las personas. Si no hay corrupción y si se disminuye sustancialmente el actuar arbitrario, las cosas serían totalmente distintas”, señala Cano.
Pese a que el INM siempre argumenta –añade– que estos casos se deben a alertas migratorias o posibles casos de tráfico, en ninguno de los que ha litigado el Imumi se ha demostrado ningún antecedente penal, intención delictiva o amenaza a la seguridad nacional, sino que por el contrario, se ha tratado de rechazos arbitrarios.
Creando un “gemelo virtual”, esta nación espera preservar su condición de Estado soberano, su cultura y los derechos de sus 11.000 ciudadanos.
Ante la posible desaparición de su territorio debido al cambio climático, Tuvalu decidió crear un país gemelo virtual. La pequeña nación insular en el Pacífico está recreando digitalmente desde sus casas hasta sus árboles, mientras se esfuerza por salvar lo que pueda.
Tuvalu, un pequeño país en el Océano Pacífico formado por nueve islas de coral, enfrenta un futuro en el que tal vez ya no sea habitable.
El aumento del nivel del mar causado por el cambio climático está devorando sus costas.
Ante semejante amenaza existencial, ¿qué haces? ¿Construir diques? ¿Intentar recuperar algo de tierra del mar? ¿Abandonar el territorio? Todas son soluciones barajadas por otras naciones insulares que enfrentan problemas similares y también por Tuvalu.
Pero este país decidió ir un paso más allá en su intento de preservar su tierra y su condición de Estado.
A medida que la realidad física de la nación se hunde bajo el océano, el gobierno está construyendo una copia digital del país, recreeando todo, desde sus casas hasta sus playas y sus árboles.
Tuvalu espera que esta réplica virtual preserve la belleza y la cultura de la nación, así como los derechos legales de sus 11 mil ciudadanos para generaciones venideras.
La iniciativa fue anunciada por primera vez en 2022 por el ministro de Asuntos Exteriores de Tuvalu, Simon Kofe, a través de un discurso en video divulgado en la COP27 en Sharm El-Sheikh, Egipto.
El plan es parte de un proyecto más amplio del gobierno llamado Future Now, Futuro Ahora, (o Te Ataeao Nei en tuvaluano), que se centra tanto en la diplomacia internacional como en la adaptación pragmática al cambio climático.
En el video, que parece más una secuela de The Matrix que un discurso oficial de gobierno, Kofe parece al principio estar parado en una playa, con arena blanca y palmeras. Pero a medida que la cámara se aleja, revelando más paisaje, la imagen comienza a fallar. Las rocas y la arena se mueven de forma antinatural y un ave marina vuela sobre un abismo negro de fondo.
Este no es el Tuvalu real, sino el comienzo de su gemelo digital, una reconstrucción virtual de Te Afualiku, un islote bajo que se espera sea el primero en quedar sumergido.
“Nuestra tierra, nuestro océano, nuestra cultura son los bienes más preciados de nuestra gente y, para mantenerlos a salvo de cualquier daño, sin importar lo que suceda en el mundo físico, los trasladaremos a la nube“, dice Kofe en el video.
Además de crear una copia virtual de las islas, el proyecto Digital Nation o Nación Digital busca preservar el patrimonio cultural de la nación. Se ha invitado a los ciudadanos a enviar objetos sentimentales para su digitalización, y a compartir recuerdos valiosos como bailes tradicionales o historias relatadas por abuelos.
La idea es crear un archivo “diseñado para transportar el alma misma de Tuvalu”, según señaló Kofe en 2023.
Pero el ministro también dejó en claro que hay un elemento muy práctico en el proyecto. Los pequeños Estados insulares, ante la pérdida de su masa física, están lidiando de manera muy real con la cuestión de cómo preservar su soberanía.
El derecho internacional actual no es adecuado para países que enfrentan una pérdida de territorio o habitabilidad debido al cambio climático.
Las normas internacionales exigen que un Estado-nación soberano tenga tanto un territorio claramente definido como una población permanente, dos características que ya no pueden garantizarse en el caso de Tuvalu en el futuro.
Por ello, además de asegurar las fronteras de la nación dentro del metaverso, el gobierno de Tuvalu busca crear pasaportes digitales, almacenados en tecnología blockchain, para permitir que el gobierno continúe funcionando.
Este mecanismo permitirá desde la celebración de elecciones y referendos hasta llevar un registro de nacimientos, defunciones y matrimonios.
En última instancia, Tuvalu espera que el proyecto proporcione un nuevo modelo de Estado, mejor adaptado a las necesidades de un mundo que enfrenta una emergencia climática.
Tuvalu ya consagró en un su propia Constitución una nueva definición de Estado reconocida por un número creciente de países, especialmente aquellos en una situación similar.
Queda por ver si otras naciones que no enfrentan amenazas existenciales verán la idea de una forma positiva.
Algunos son escépticos ante la propuesta de un “país digital”, y argumentan que se basa en el mismo tipo de enfoque intensivo en recursos que está causando el cambio climático en primer lugar.
Incluso dentro del gobierno de Tuvalu ha habido críticas al proyecto.
En el fondo, el plan reconoce que se están produciendo cambios en las islas y que muchos inevitablemente deberán marcharse a medida que la vida se vuelva más difícil y las oportunidades más escasas.
Según una evaluación reciente realizada por científicos de la NASA, gran parte del territorio de Tuvalu, incluida su infraestructura crítica, se ubicará por debajo del nivel de la marea alta actual para 2050.
En todos los escenarios climáticos el país experimentará más de 100 días de inundaciones cada año para finales de este siglo. Y luego están los otros impactos a tener en cuenta, como la intrusión de agua salada, las olas de calor y la intensificación de los ciclones.
Los científicos han demostrado que superar un promedio de 1,5 °C de aumento de la temperatura global es una gran amenaza para los pequeños estados insulares.
Entre febrero de 2023 y enero de 2024 las temperaturas globales superaron los 1,5°C durante todo un año por primera vez.
Las naciones desarrolladas siguen sin reducir sus emisiones lo suficientemente rápido como para cambiar la trayectoria ascendente de temperatura. Ante esa realidad, el gemelo digital permitirá a los miembros de la diáspora tuvaluana permanecer conectados entre sí y con su tierra.
Podría decirse que esto representa un cambio de retórica para las naciones insulares del Pacífico, cuyo mantra central ha sido hasta ahora “no quedaremos sumergidos, estamos luchando”.
La perspectiva de una reubicación masiva de Tuvalu a Australia (a unos 5.000 km de distancia) ya se convirtió recientemente en una realidad, tras un tratado de 2023 entre las dos naciones que permite la migración de 280 tuvaluanos cada año.
Los migrantes tendrán visas que les permitirán vivir, trabajar y estudiar en Australia, y la posibilidad de obtener la ciudadanía.
Pero no todo el mundo cree que ha llegado el momento de renunciar al territorio físico de las islas.
“El concepto de creación de una nación digital de Tuvalu en el metaverso implica que Tuvalu desaparecerá debido al aumento del nivel del mar y que deberíamos hacer una copia digital de él”, dijo el exprimer ministro Enele Sopoaga, ahora líder de la oposición en 2023.
“No hay fundamento para tal propuesta en el derecho internacional, y no hay absolutamente ninguna razón para creer que Tuvalu desaparecerá aunque aumente el nivel del mar”.
Hablando en septiembre en una sesión plenaria de la Asamblea General de la ONU sobre las amenazas existenciales derivadas del aumento del nivel del mar, la activista climática de Tuvalu Grace Malie dijo a los delegados que su país y otros Estados oceánicos “no se adentrarán silenciosamente en el mar”, sino que “continuarán la lucha” por su tierra, su cultura y su futuro.
“Lo que está en juego es algo más que nuestras casas”, dijo. “Es nuestra dignidad, nuestra cultura, nuestra herencia. No es algo que podamos meter en maletas y llevarnos con nosotros. Hemos hecho lo mínimo para causar la crisis climática, pero estamos pagando el precio más alto”.
E incluso cuando algunos de sus habitantes consideran migrar a Australia, Tuvalu ha redoblado sus esfuerzos para presionar a ese país con el fin de que reduzca su extracción y exportación de combustibles fósiles.
Otros, sin embargo, señalan que la construcción de un gemelo digital de Tuvalu no significa renunciar a los esfuerzos por salvar las islas. Pare ellos, los esfuerzos por proteger el terreno físico del país pueden complementarse con la preservación de su memoria en el metaverso.
“El programa Nación Digital no representa una aceptación de la pérdida de la nación como entidad física”, dice Taukiei Kitara, investigador tuvaluano de la Universidad Griffith en Australia y coautor de un estudio reciente sobre la iniciativa Nación Digital.
Kitara señala que el proyecto tiene la ventaja de ser impulsado por los propios tuvaluanos y además es sólo uno de muchos en la lucha de Tuvalu contra el cambio climático.
El gobierno también está invirtiendo millones de dólares en recuperación de tierras a través de un proyecto de adaptación costera.
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En los últimos dos años se han añadido, mediante construcción de terrenos elevados, franjas de tierra a las islas de Funafuti y Fogafale, proporcionando espacio para viviendas, infraestructura y otros servicios esenciales.
En las islas exteriores de Nanumaga y Nanumea nuevas barreras protectoras están impidiendo que las mareas lleguen a hogares, escuelas, hospitales, tierras de cultivo y bienes culturales.
“Planificar para múltiples escenarios –tanto el mejor como el peor y los intermedios- es sensato cuando se trata de gestión de riesgos. Este es el enfoque del actual gobierno de Tuvalu y de gobiernos anteriores”, añade Kitara.
Dejando de lado la cuestión de si el gobierno debería o no prepararse para un futuro más allá de las islas, algunos han sugerido que el plan de la Nación Digital simplemente no es práctico en un país que permanece comparativamente desconectado del mundo digital.
Algunos críticos argumentan que el plan digital es poco más que un ejercicio de relaciones públicas, diseñado para captar la atención internacional y persuadir a naciones más ricas a reducir sus emisiones, algo que es clave para la supervivencia física de las islas.
Pero el esfuerzo que está haciendo el gobierno de Tuvalu para mapear sus islas y mejorar la conectividad sugiere que este proyecto es más que un simple medio de aplicar presión diplomática.
En el primer año después del anuncio de la COP27, Tuvalu completó un escaneo 3D de sus 124 islas e islotes utilizando tecnología Lidar, una técnica de detección remota mediante pulsos láser.
El país está además mejorando su conectividad digital mediante la construcción de un cable submarino de telecomunicaciones, que ayudará a proporcionar el ancho de banda necesario para poner en marcha el plan.
En marzo y abril de 2024 una organización global sin fines de lucro llamada Place, que apoya el acceso abierto a la cartografía y otros datos geográficos, comenzó a mapear Funafuti, la capital de Tuvalu, utilizando drones y cámaras de 360 grados para registrar cada detalle tanto desde el aire como a nivel del terreno.
Estos datos sin procesar se pueden utilizar para crear una imagen similar a las de Google Earth o Street View, pero con la altísima resolución necesaria para captar cada pormenor de las islas, que en algunos lugares tienen sólo decenas de metros de ancho. Cuando se trata de detalles muy finos, la precisión de las imágenes satelitales no es suficiente.
“Condujimos por toda la isla, luego cambiamos a motos y caminamos por senderos con cámaras GoPro”, dice Frank Pichel, supervisor de operaciones de Place. “Creo que hemos recorrido unos 80 o 90 kilómetros y realmente hemos cubierto todo lo que pudimos”.
Pichel señala que, lejos de ser un ejercicio de relaciones públicas, la creación de un “gemelo digital” tiene varias aplicaciones en el mundo real, como ayudar a la nación a adaptarse y mitigar el cambio climático de manera práctica.
Al registrar el tamaño y el ángulo de los tejados, por ejemplo, se puede modelar la capacidad de los paneles solares en el futuro. Mientras tanto, los escaneos de los tanques de almacenamiento de agua pueden ayudar a estimar la disponibilidad de agua potable en la isla.
Es un enfoque que no es exclusivo de lugares como Tuvalu, aunque en este último caso el aspecto cultural y la urgencia del cambio climático añaden otra dimensión a la tarea, agrega Pichel.
“Las economías avanzadas están buscando ir por este camino, incluso si no usan el término ‘gemelo digital’. Londres quiere un ‘gemelo digital’ de su cableado subterráneo para asegurarse de que no se tope con la red vieja de alcantarillado. Así que es algo que existe en la gestión de datos espaciales desde hace mucho tiempo”.
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El siguiente paso para Tuvalu será mapear el resto de las islas y luego llenar los vacíos restantes, dice Pichel.
Debido a las distancias, ya que las islas de coral se sitúan en una cadena de unos 676 kilómetros, se trata de una tarea difícil y que requerirá mucho tiempo.
No obstante, el equipo de Place espera regresar y capturar cada dos años más datos de las islas, que están en constante cambio debido al impacto del cambio climático.
A medida que se eleve el nivel del mar, construir una réplica digital puede ayudar a Tuvalu a salvar más de su nación de lo que hubiera logrado sin ese plan.
El futuro físico de las islas puede ser incierto, pero su viaje digital apenas ha comenzado.