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Disputa entre el IPN y la Fundación Politécnico afecta entrega de becas de posgrado en el extranjero
Disputa entre el IPN y la Fundación Politécnico afecta entrega de becas de posgrado en el extranjero
Foto: Cuartoscuro/Archivo
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Disputa entre el IPN y la Fundación Politécnico afecta entrega de becas de posgrado en el extranjero

La elección del titular de la Fundación Politécnico provocó desde inicios de 2025 un conflicto con el IPN que pone en riesgo las becas de estudiantes que cursan un posgrado en el extranjero.
28 de julio, 2025
Por: Dalila Sarabia
@Dalila_Sarabia 

Un conflicto entre el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y la Fundación Politécnico alcanzó a los becarios de posgrado que estudian en el extranjero y quienes están en riesgo de retrasar o perder sus becas de manutención.

Desde inicios de este 2025, el IPN y la Fundación Politécnico han estado enfrentados por la elección del titular de la Fundación tras concluir la gestión de Jesús Padilla Zenteno y aunque parecía que el problema se resolvería con la reposición del proceso, la situación se complicó doblemente.

El IPN denunció la forma irregular de actuar de los consejeros de la Fundación -una organización no lucrativa y donataria autorizada que se fundó en 1996 como una iniciativa de egresados del Instituto– que en un hecho violatorio de la normatividad convocaron a una sesión extraordinaria en la que eligieron como presidente al ingeniero Jorge J. Jiménez Alcaraz, quien en 2018 fue titular del Metro CDMX por ocho meses.

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IPN Fundación Politécnico becas posgrado extranjero
Foto: especial

 

“Ahí mismo, también de forma irregular, cambiaron los estatutos y expulsaron a todos los consejeros del IPN con el fin de controlar la Fundación y manejar los recursos sin supervisión, ni normas de transparencia”, reprochó el IPN.

“Esto confirmó que la verdadera finalidad era tener el control de la Fundación sin rendir cuentas al IPN de los donativos que provienen del convenio con BBVA, por el uso de la tarjeta de crédito que ascienden en promedio a 12 millones de pesos al mes, donativos de la comunidad y egresados, destinados a estudiantes a través de becas y equipos e infraestructura en escuelas para el desarrollo del estudiantado. Es importante señalar que, por lo anterior, la Fundación ha dejado de pagar becas a estudiantes que se encuentran en el extranjero, lo cual afecta de manera seria este importante programa”, subrayan.

Por su parte, y en un comunicado divulgado en sus redes sociales, y que fue dirigido a la presidenta Claudia Sheinbaum, la Fundación acusó que el IPN terminó anticipadamente el convenio que tenían.

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Así, mientras el Instituto y la Fundación están enfrascados en esta disputa, becarios de la Fundación Politécnico se encuentran en la incertidumbre sobre si sus becas continuarán o serán suspendidas como le sucedió a Ángel Salazar, estudiante de doctorado en ciencias biológicas en la Universidad de Queen Mary en Londres, quien desde hace tres meses no recibe su apoyo de manutención.

IPN Fundación Politécnico becas posgrado extranjero
Foto: especial

 

Animal Político buscó al IPN para conocer las razones por las que el estudiante no había recibido su beca. El Instituto respondió que se trata de un daño colateral del conflicto que mantienen con la Fundación Politécnico, pero aseguraron que se trabaja para garantizar el pago y apoyo a todos los estudiantes becados.

El viernes 25 de julio, el estudiante recibió una comunicación en la que se le notificó que su beca quedaba definitivamente cancelada, hecho que fue calificado por el joven como “una decisión unilateral, completamente injusta y que muestra la falta de compromiso” por parte de la Fundación Politécnico luego de que a la par de los problemas que sortea esa instancia con el IPN, él denunciara acoso académico por parte de su asesor de tesis en Londres.

Estudiante denuncia acoso académico y lo dejan sin beca

Desde hace año y medio Ángel Salazar, de 29 años, estudia el doctorado en ciencias biológicas en la Universidad de Queen Mary en Londres gracias a que fue seleccionado por la Fundación Politécnico para recibir una beca que incluía el pago de la matrícula, seguro y manutención.

Sin embargo, desde hace tres meses el egresado de la licenciatura de ingeniería biotecnológica por el IPN dejó de recibir el apoyo de manutención, esto tras iniciar una queja e investigación en su universidad por acoso académico.

En entrevista, el estudiante narró que después de mucho pensarlo decidió no quedarse callado y se acercó a las autoridades académicas de su universidad para denunciar el acoso académico del que era víctima por parte de su asesor de tesis, situación que impactó en su salud mental y desempeño escolar.

“Tuve que buscar ayuda de los servicios médicos, de los servicios de consejería y a través de ellos me dijeron que podría existir una opción de meter una queja formal”, compartió Ángel.

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“La verdad tenía miedo a las represalias y lo pensé mucho, pero al final me di cuenta de que yo no podía seguir estudiando así, así que metí una queja formal hacia mi supervisor”, detalló.

Después de meses de investigación en los que se recolectaron pruebas y se hicieron distintas entrevistas, la resolución fue a favor del estudiante pues “se sustentaba lo que les había dicho de que mi supervisor estaba actuando de manera inapropiada con micromanagement y una carga de trabajo excesiva”.

Para dejar constancia de los hechos el estudiante envió un correo electrónico a la Fundación Politécnico a fin de que estuvieran al tanto de la situación y les informó que él estaba resolviendo la situación con el apoyo de la universidad.

“Cuando yo ya iba a tener el documento que me respaldara de lo que yo estaba diciendo, contacté a mi sponsor (la Fundación Politécnico) y les dije ‘¿saben qué? está pasando esto y si necesitan más evidencias, si necesitan documentos, háganmelo saber’, pero jamás me respondieron”, contó Ángel desde Londres.

Como parte del procedimiento, la directora de la universidad le propuso al estudiante que cambiara de asesor, aunque eso implicaría empezar otro proyecto desde cero. Después de pensarlo aceptó y debió pedir una interrupción de estudios.

“Tenemos cuatro años para dar de alta nuestra tesis y si no lo hacemos corremos el peligro de perder el doctorado, entonces lo que hace esta interrupción de estudios es poner una pausa en el reloj para que esto no me afectara”, explicó el estudiante.

Mientras pasaba este tiempo y al estudiante se le asignaba otro asesor, la Fundación Politécnico lo contactó por un supuesto problema en su aprovechamiento académico.

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“Les expliqué que lo que pasaba no tenía que ver con mi desempeño, que había sido una situación con mi supervisor (…) que yo estaba resolviendo por mi propia cuenta porque ellos jamás respondieron. Les dije que les había enviado un correo y que jamás me respondieron”, dijo el joven.

Le pidieron reenviar el mail y toda la documentación adicional. A partir de ese momento dejó de recibir su beca de manutención por lo que comenzó a pedir apoyos extraordinarios a la universidad y otras fundaciones a fin de poder pagar su renta y alimentación.

Aunque preguntó a la Fundación en distintas ocasiones, no hubo respuesta, hasta este 25 de julio cuando le notificaron que su beca quedaba suspendida definitivamente.

“Yo sigo luchando para resolver esto, seguiré trabajando y la universidad está viendo cómo me apoya (porque) dependiendo de qué tanta ayuda pueda recibir de ellos será el tiempo que me queda para solucionar esto. Por ahora creo que podré terminar el semestre, pero para septiembre no sé cuál vaya a ser la situación”, explicó Ángel.

“Si al final no puedo resolverlo yo quedaré varado en el Reino Unido viendo cómo costeo mi vuelo hacia México”, agregó.

IPN y Fundación Politécnico cruzan acusaciones por manejo de recursos

En un comunicado divulgado en sus redes sociales y dirigido a la presidenta Claudia Sheinbaum, la Fundación Politécnico acusó que, a la fecha, “la Dirección General y la secretaría de administración del IPN adeudan a la Fundación facturas comprobatorias (CFDI) del destino de donativos por casi 353 millones de pesos que se les han sido entregados por la Fundación desde hace más de dos años, lo que evita la transparencia y la anticorrupción en el trabajo y uso de recursos”.

Por su parte, el IPN argumentó que al verse en riesgo millones de pesos por falta de supervisión académica y administrativa por el uso de recursos que podrían ser ejercidos sin un margen mínimo de transparencia, la dirección general del IPN firmó un nuevo Convenio General de Colaboración con el Patronato Corazón Guinda y Blanco A.C. con toda una serie de lineamientos y normatividad que garantizan la transparencia, supervisión y rendición de cuentas.

“La firma se llevó a cabo ante titulares de escuelas, institutos y centros de investigación del IPN, y no en ‘lo oscurito’ como sucedió con el anterior órgano, lo que da cuenta de la representatividad en esta nueva etapa de la vida institucional del IPN con el fin de mejorar la infraestructura de sus escuelas, y, con ello, mejorar el desempeño de todas y todos nuestros alumnos, maestros y personal administrativo”, informó el IPN.

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IPN Fundación Politécnico becas posgrado extranjero
Foto: especial

 

A pesar de esta acción, el Instituto informó que la Fundación aún puede operar sin supervisión de recursos públicos durante el resto del año, por lo que queda abierta la puerta para que se lleven a cabo acciones jurídicas y administrativas en defensa de los recursos de las y los alumnos.

¿Qué es la Fundación Politécnico?

La Fundación Politécnico es una organización no lucrativa y donataria autorizada que se fundó en 1996 como una iniciativa de egresados del Instituto Politécnico Nacional.

Recibía donativos de la comunidad politécnica y egresados, así como los recursos por un importante e histórico convenio con BBVA, mismos que eran ejercidos y distribuidos a diversas escuelas del IPN para la mejora de las actividades y reforzamiento de infraestructura.

“La renovación de un significativo convenio tripartita con BBVA que permitía el ingreso de recursos por un promedio de 12 millones de pesos mensuales, a través de la Fundación para apoyos al IPN, por el uso de una tarjeta bancaria gestionada en su momento por nuestra asociación civil, se vio frenada por la comunicación unilateral del IPN para la cancelación del convenio”, acusó la Fundación en un comunicado.

De acuerdo con la propia Fundación, desde su consolidación y hasta la fecha, ha realizado una labor en beneficio del IPN que se estima en más de 3 mil millones de pesos.

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Imagen BBC
Victoria regia: la asombrosa planta sudamericana que transformó los espacios en los que vivimos (y sigue inspirando revoluciones)
11 minutos de lectura

Un encuentro en la selva desencadenó una carrera entre jardineros, nobles, inventores… y transformó los espacios en los que vivimos.

06 de diciembre, 2025
Por: BBC News Mundo
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Victoria amazonica (Victoria regia) fotografiada en Guyana: flor blanca abierta y hojas flotando
Getty Images
Unos nenúfares que no solo fascinan por su increíble tamaño, capaz de soportar el peso de un niño, sino también por cómo transformaron la arquitectura.

El 1 de enero de 1837, mientras luchábamos contra las dificultades que las plantas del río Berbice presentaban a nuestro avance, vi en un pequeño arroyo una hoja gigantesca, cuyo borde se alzaba unos centímetros sobre el agua; y al acercarme más, me impresionó la aparición de una flor que, por su magnífica belleza, superaba todo lo que había visto hasta entonces“.

Así relató Sir Robert H. Schomburgk, explorador y botánico alemán al servicio del Imperio británico, en el Journal de la Real Sociedad Geográfica, su primer encuentro con la majestuosa planta acuática que pronto cautivaría a sus contemporáneos.

Schomburgk no fue el primero en maravillarse con semejante espectáculo.

Décadas antes, el naturalista checo-alemán Thaddäus Haenke ya había registrado sus hojas colosales cerca de la frontera entre Bolivia y Paraguay, y poco después el francés Alcide d’Orbigny también la describió durante sus viajes por Sudamérica.

Aun así, ni entonces ni ahora se atenúa el asombro que provoca contemplar por primera vez esta extraordinaria creación de la naturaleza.

Al Museo Nacional de Historia Natural de París llegaron hojas, flores y semillas, pero no les prestaron mucha atención.

En Reino Unido sucedió todo lo contrario.

El país estaba obsesionado por la botánica, con nuevas plantas llegando a diario, a medida que se exploraban nuevos territorios que se sumaban al que llegaría a ser el Imperio más grande del mundo.

La Guyana, en ese entonces llamada British Guiana, había sido cedida por los neerlandeses a los británicos dos décadas antes, pero hasta el viaje de Schomburgk aún era virtualmente desconocida para los europeos.

El hallazgo en ese lugar de tan formidable especimen coincidió con el ascenso al trono de la joven Victoria, así que no extraña que llevara su nombre: Victoria regia (más tarde Victoria amazonica).

Fue instantáneamente aclamada como una de las maravillas de la época victoriana y no sólo provocó una fascinación entre sus súbditos, sino también una feroz competencia entre los aristócratas por lograr que esa joya tropical floreciera lejos de su tierra natal.

Pero además, sus hojas inspiraron el diseño del Crystal Palace (el Palacio de Cristal) de Londres, un hito por su audacia y ligereza cuyo uso pionero de hierro y vidrio a gran escala así como su nueva concepción del espacio interior lo convirtió en piedra fundacional de la arquitectura moderna.

Imagen de la época mostrando panorámica del Crystal Palace
Getty Images
El Crystal Palace fue construido en apenas unos seis meses. Tenía más de medio kilómetro de largo y casi 300.000 paneles de vidrio, cada uno soplado artesanalmente.

Hoy seguimos viviendo su legado.

Su influencia -tanto técnica como conceptual- perdura en la mayoría de los edificios contemporáneos que privilegian la ligereza, la transparencia, la funcionalidad y la industrialización de los materiales.

La obsesión

Cuando las semillas de Victoria regia llegaron a Inglaterra, el reto de cultivarlas absorbió a algunos de los personajes más eminentes y emprendedores de la época.

No era porque se esperara que la nueva planta fuera fuente de algún remedio desconocido para la medicina o de alguna gran riqueza hasta entonces inexplotada, subraya Tatiana Holway en su libro “La flor del Imperio”.

La razón era la pasión… por las flores.

Todas las flores, desde las más comunes hasta las más raras, enloquecían a la sociedad británica de esa era, al punto que, quienes se podían dar el lujo, no dudaban en pagar más del equivalente de US$10.000 por un nuevo especimen.

Agrégale, en el caso de ese nenúfar amazónico, otros ingredientes: la aventura de encontrarla, traerla a Inglaterra y el desafío de hacerla crecer, lo que implicaba ambición hortícola, visión científica y fascinación por lo exótico.

Encima, por mucho que lo intentaron, resultó dificilísimo cultivarlas.

Aunque en el famoso jardín botánico londinense Kew Gardens los especialistas lograron que las semillas germinaran, no pudieron mantener vivas a las plantas durante los inviernos.

Crucialmente, allí y en los otros jardines botánicos y colecciones privadas que recibieron algunas de las semillas que envió Schomburgk, los horticultores y botánicos fracasaron en su empeño por que la Victoria regia floreciera.

Eso añadió un nuevo ingrediente que alimentó la obsesión: la gloria que supondría ser el primero en despertar la floración.

Así se desató una feroz competencia entre los aristócratas más acaudalados, cada uno empeñado en verla abrir sus pétalos en sus dominios.

Hoja vista por el revés
Getty Images
Las flores se convirtieron en objeto de deseo, pero fueron las hojas las que inspirarían una transformación.

La carrera por conseguirlo se tornó en un espectáculo cuyo público era internacional, y su escenario, los invernaderos desplegados por toda Inglaterra.

El más grande de todos, de hecho el edificio acristalado más grande del mundo en esa época, se llamaba el Great Stove (literalmente ‘la gran estufa’), y estaba en los jardines de Chatsworth House, el hogar ancestral de la familia Cavendish, cuyos varones primogénitos heredan el título de duque de Devonshire.

El duque y el jardinero

William Cavendish, el duque de Devonshire, dedicaba su atención a las plantas exóticas de su invernadero, asistido por un joven jardinero que pronto se haría célebre: Joseph Paxton.

Paxton era el hijo de un agricultor, y había sido uno de los primeros jóvenes en pedir una plaza en los jardines de entrenamiento de la nueva Sociedad Hortícola.

Fue una idea tremendamente atinada, porque de ahí fluyó su futuro.

El duque lo había contratado cuando tenía 23 años, y le había concedido la libertad de entregarse a sus pasiones en todos los aspectos de la horticultura, incluida la nueva y muy exclusiva ciencia de la construcción de invernaderos.

Ambos rebosaban de entusiasmo y planes ambiciosos, y con el dinero del duque y la imaginación del jardinero, comenzaron a experimentar con el vidrio, creando espacios que recreaban lugares distantes y ampliando la ciencia de la horticultura de formas novedosas.

Fue para resolver el problema de acomodar la creciente colección de plantas exóticas del duque que Paxton diseñó y construyó el Great Stove, que se extendía casi 70 metros de un extremo a otro y se alzaba más de 20 metros.

El costo fue enorme, pero el resultado, mágico, como comprobó en una visita la reina Victoria.

Quedó encantada con un paseo en carruaje en su interior, iluminado por 5.000 velas, con aves tropicales volando entre la exótica vegetación, peces en los estanques, cristales de roca y escaleras en espiral para poder ver las cimas de los árboles.

Nunca se había hecho nada parecido.

Foto del siglo XIX del conservatorio
Dominio Público/Foto: Charles Latham
Cuando Charles Darwin visitó el Great Stove en 1845, escribió: “Quedé cautivado por el deleite… La parte acuática se asemeja más maravillosamente a la naturaleza tropical de lo que hubiera imaginado”.

Lo que ni la reina, ni ninguno de los otros visitantes veían era lo que generaba ese calorsito que sentían al entrar al lugar.

Era una hazaña silenciosa.

Con ocho calderas ocultas, se mantenía la temperatura para simular una zona templada en un extremo y una zona subtropical en el otro.

Había túneles para transportar el carbón que alimentaba las calderas sin que los encargados fueran vistos, y tenía ventiladores en los cimientos de mampostería y en el techo para hacer circular el aire.

Las chimeneas también estaban escondídas para que el humo y vapor salíera lejos, en lo alto de una colina.

Así que cuando empezaron los intentos de cultivar Victoria regia en Inglaterra, entre todos los invernaderos importantes del país, incluido el de Kew Gardens, el Great Stove no sólo era el más grande, sino también el más avanzado.

Eso, y la fórmula de éxito: Paxton estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para que floreciera, y Cavendish, dispuesto a pagar para que así fuera.

Pero el horticultor y el duque sólo recibieron semillas de esa planta amazónica por primera vez en 1849, más de una década después de que Schomburgk se topara con ella en Guyana y enviara un lote pequeño a Londres.

Capullos

En sus años de experiencia, Paxton había comprendido que si quería hacer que una planta floreciera, tenía que entender de dónde venía.

Sabía que para la Victoria regia necesitaba crear un entorno donde el agua se mantuviera en movimiento, así que instaló unas pequeñas ruedas en el estanque en el que las iba a cultivar.

Para mantener la temperatura adecuada, colocó tuberías bajo la tierra en el fondo.

Y se aseguró de que el agua tuviera lo necesario para alimentar las plantas.

Pronto sus plántulas empezaron a crecer, con la rapidez impresionante que las caracteriza: en su habitat natural, sus hojas pueden alcanzar un diámetro de unos tres metros a una velocidad increíble, de hasta 2,5 centímetros por hora.

En los invernaderos no alcanzaban semejantes proporciones, pero aun así desplegaban expansiones sorprendentes en poco tiempo.

Cuando el verano terminó, y las noches se hicieron más largas, Paxton supuso que sus Victoria regia morirían, como había sucedido hasta entonces.

No obstante, canceló un viaje que tenía previsto y le pidió al duque que le permitiera quedarse con ellas.

Y a principios de noviembre, le escribió para contarle que había salido un botón, que se había abierto, y que luego un tinte rosado se había extendido desde el centro hasta los bordes del pétalo.

Dibujo de la hija de Paxton sobre una hoja y él mirando
Dominio Público
Paxton demostró cuán asombrosas eran las hojas de la Victoria regia poniendo a su hija a flotar sobre una de ellas.

Paxton había ganado la competencia, y su premio era el prestigio.

Ufano, le escribió al director de Kew Gardens, Sir William Jackson Hooker.

“Estimado Sir William:

“La Victoria regia está ahora en plena floración en Chatsworth y continuará así, creo yo, durante una quincena o más, pues hay una sucesión constante de capullos asomando.

“Lo más probable es que sus plantas ya estén mostrando algo para este momento. Y si no, contemplar esta planta merece un viaje de mil millas.

“Tenemos hojas de casi cinco pies de diámetro (≈ 1,5 metros), y en este momento la planta tiene trece hojas”.

Un mundo acristalado

Con el tiempo se descubriría cuán extraordinarias eran estas flores que tanto esfuerzo había costado cultivar en Inglaterra y luego en Europa.

En 24 horas, cambian de género.

La primera vez que se abren, cuando se oculta el Sol, las flores son blancas, femeninas y receptivas al polen de otras plantas.

Atraen a una especie de escarabajos con un aroma dulce y envolvente, y lo animan a quedarse en su interior con un nectar delicioso y una temperatura más cálida que la ambiental, para que dejen el polen que traían.

Pero ser polinizada es solo la mitad de la batalla.

El nenúfar ahora debe asegurarse de que su propio polen sea transportado a otra flor.

Así que se cierran cuando sale el Sol, con los escarabajos adentro, y se transforman en flores masculinas, con polen.

Cuando las flores se abren la segunda noche, ya no son blancas sino rosadas, sin aroma ni calidez en su interior, todo para obligar a su inquilino nocturno a irse en busca de otra flor blanca a la cual polinizar.

Flor rosada
Getty Images
La segunda noche, las flores son rosadas y su género es otro.

Si bien las flores y otras características de la Victoria regia son fascinantes, fueron sus hojas, vastas y perfectamente estructuradas, las que llevaron a Paxton a intuir un principio capaz de transformar no solo los invernaderos, sino la arquitectura misma.

Deslumbrado por el entramado íntimo de aquellas hojas, no se conformó con admirarlas: las estudió con la precisión de un ingeniero.

Le maravillaba su extraordinaria capacidad de carga, sostenida por una red de venas acanaladas que formaban vigas y arcos naturales.

En 1849, tras lograr la primera floración en Chatsworth, colocó a su hija Annie, de 7 años, sobre una de las hojas gigantes para demostrar su solidez; la imagen apareció poco después en el Illustrated London News, una suerte de declaración pública de lo que aquella planta le había revelado y de lo que imaginaba construir.

“La naturaleza fue la ingeniera”, declararía en 1850 ante la Royal Society of Arts, mientras mostraba una hoja de Victoria regia como ejemplo de un principio estructural perfecto.

“La naturaleza ha dotado a la hoja de vigas y soportes longitudinales y transversales que yo, inspirándome en ella, he adoptado en este edificio”.

Se refería al Crystal Palace, una estructura que parecía desafiar las nociones mismas del espacio y la materia: vasta, transparente, casi ingrávida.

Paxton había pasado de ser un innovador en la jardinería al creador de un proyecto arquitectónico único.

Crystal Palace por dentro
Getty Images
El Crystal Palace fue el primer gran edificio que creó un “clima artificial” a escala masiva, y era desmontable, modular y totalmente prefabricado.

Su sistema de crestas y surcos, inspirado directamente en la geometría de la hoja, era capaz de sostener grandes superficies de vidrio con una ligereza inaudita y a su vez resistente, formada por piezas estandarizadas de hierro y vidrio que podían fabricarse en serie y ensamblarse como un gigantesco mecanismo.

El resultado fue algo sin precedentes: un colosal universo acristalado, casi irreal.

Es difícil imaginar la sensación de asombro que debieron experimentar los visitantes de ese entonces al contemplar aquel prodigio de vidrio y hierro que alojaba la Gran Exposición de 1851.

Su transparencia desorientaba la mirada; apenas proyectaba sombra, y su vastedad parecía desafiar las nociones mismas de espacio y materia.

La prefabricación, el diseño modular, el uso de la luz como material arquitectónico, inauguró una nueva manera de concebir los edificios, y vivimos en su legado.

El Crystal Palace brotó de la Victoria regia, “tan naturalmente como los robles crecen de las bellotas”, escribió Charles Dickens, y las hojas que lo inspiraron han alimentado la imaginación de artistas y arquitectos durante más de un siglo y medio.

Los científicos continúan estudiándolas, desentrañando sus secretos en busca de nuevas lecciones de ingenio.

Ligeras pero extraordinariamente fuertes y eficientes en el uso de la luz, sus estructuras sugieren caminos para la ingeniería, las construcciones flotantes y las tecnologías energéticas.

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BBC

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