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“De grande quiero ser bailarina”: una clase de ballet da a niñas y niños con discapacidad una puerta a nuevos sueños
“De grande quiero ser bailarina”: una clase de ballet da a niñas y niños con discapacidad una puerta a nuevos sueños
FOTOS: Montserrat Sánchez Maldonado
6 minutos de lectura

“De grande quiero ser bailarina”: una clase de ballet da a niñas y niños con discapacidad una puerta a nuevos sueños

Por 10 años, la iniciativa de Ballet Teletón ha ayudado a más de mil 700 niñas y niños en 10 estados de la República a llevar su rehabilitación física acompañada de la danza. 
30 de abril, 2023
Por: Montserrat Sánchez Maldonado

“No puede esperar a que llegue el jueves, es su día favorito de la semana porque sabe que le toca su clase de ballet”, dice Montserrat Tovar, mientras espera en la puerta del salón a que salga su hija Susana, una niña de nueve años diagnosticada con epilepsia y trastorno en su desarrollo psicomotor. 

Dentro de las instalaciones del Centro de Rehabilitación e Inclusión Infantil Teletón (CRIT) ubicado en Tlalnepantla, Estado de México, la madre de Susi, como le dice de cariño, le ajusta la falda de color rosa claro antes de que entre a la clase. 

“A Susi le encanta bailar y este proyecto fue la oportunidad perfecta para que se distraiga, para que haga amigos. Desde hace dos años que viene a las clases, mi niña es más segura de sí misma y tiene más amigos. Ahora tiene el sueño de ser bailarina profesional”, cuenta Montserrat. 

Con su mamá esperando en las bancas colocadas afuera del salón, Susi, quien es de las alumnas más altas de la clase y siempre está en última fila, empieza a hacer los ejercicios que le indica su maestra. 

“Mi movimiento favorito es cuando hacemos plié, me gusta sentir que puedo moverme como toda una profesional”, dice. 

Bailar por la inclusión

En 2013, Paola Albarrán jamás habría imaginado que su iniciativa de Ballet Teletón llegaría a seguir vigente una década después y que tendría presencia en por lo menos 10 estados de la República. 

La ahora directora de Ballet Teletón se siente asombrada de lo que ha crecido el proyecto. “Se ha sostenido por sí solo, esta iniciativa tiene luz propia y se ha ido abriendo camino con y para los niños”, dice en entrevista. 

“A veces no creo todo lo que hemos logrado. Hemos conseguido colaboraciones muy lindas a lo largo de los años con gente como la bailarina Elisa Carrillo; con Amalia Hernández de la Compañía Nacional de Danza, hemos tenido presentaciones en el Auditorio Nacional, la UNAM y Chapultepec”, detalla. 

Para Paola, elegir el ballet para ayudar a las niñas y los niños del Teletón no fue coincidencia. Buscaba un lenguaje que permitiera darle ritmo a la vida. 

“Por el taller han pasado más de mil 700 niños en distintos estados como Estado de México, Ciudad de México, Puebla, Guadalajara, Querétaro, Chiapas y en la ciudad de Tijuana. A las clases pueden asistir no solo los niños que tomen rehabilitación en algún CRIT, sino también aquellos que sean externos o que incluso no vivan con discapacidad porque es un proyecto que también busca dar la oportunidad de acercar a familias de escasos recursos a talleres que en otro lado tal vez no pueden pagar”, expone Paola. 

Diez años después del inicio del proyecto, Paola afirma que su principal motivación para seguir con las y los niños es verlos subir al escenario. 

“Que ellos vean que pueden, que el público les aplaude, que conozcan por primera vez un teatro, que usen un vestuario que después no se quieren quitar te mueve el alma, sabes que estás haciendo algo bien con tu vida y la de los demás”, subraya. 

Convencida de que a veces la medicina no viene solo en pastillas sino en la forma de un tutú y de un payasito, la directora de Ballet Teletón describe el proyecto como una burbuja de color rosa que le permite a las y los niños dibujar otras realidades. 

Lee más: Conoce estas apps para niñas y niños con discapacidad intelectual

El amor en movimiento

“Nos vamos a convertir en semillas y nos vamos a sentar y doblar las piernas. Abracen sus piernas y recarguen su cabeza en las rodillas mientras nos imaginamos que, por esta hora, somos una semilla y nada más”. 

Así es como inicia su clase Julieta Alejandra Lara Hernández, conocida por los papás como Miss July. 

Rodeada de 12 niños en su primera clase de 11:00 de la mañana a 12:00 de la tarde, la maestra vestida de negro comienza a formar uno a uno a sus 10 alumnas y dos alumnos. Uno de ellos, acompañado de su abuelita mientras toma la clase en su silla de ruedas. 

“Masha, ven conmigo y toma mi mano”, “Sofi, dobla un poquito más tu pie”… Estas son las instrucciones de la maestra que resuenan al mismo tiempo de la música, mientras las y los niños van detrás de ella, la persiguen a su ritmo e intentan seguir sus pasos. 

“Soy bailarina profesional pero antes de esto no había trabajado con niños con discapacidad. No diré que no ha sido un reto pero ha sido maravilloso. Puedo decir que ellos me han enseñado más de lo que yo puedo ofrecerles. Todos los jueves de 11:00 a 1:00, aprendo de lo que es la paciencia y la perseverancia en ellos, en sus mamás. Aquí yo enseño ballet pero ellos me enseñan a no rendirme”, comparte la maestra al final de su clase. 

Después de giros y de caminar en puntitas, Miss July se despide de su clase con la promesa de ver a sus alumnas y alumnos la siguiente semana. 

“Si yo pudiera definir mi labor, lo que ellos hacen y lo que aprendemos, diría que es amor en movimiento, de mí hacia ellos y de ellos hacia su cuerpo”, reflexiona la maestra. 

Bailar para sanar 

La vida de Sofía es más divertida con el baile, asegura su mamá, María de los Ángeles Maldonado Díaz. 

“Mi hija tiene ocho años y vive con deficiencia de miembros del lado derecho. Hasta ahora, nada le había levantado el ánimo ni la entusiasmaba tanto como venir al ballet”, dice sonriendo, mientras ve por la ventana a su niña. 

Los últimos siete meses, Sofi arma su maleta sola. Prepara su agua, su falda, saca sus zapatillas y su payasito, todo del mismo color: rosa pastel. 

“Cuando toca ballet, nada más existe. Cuando viene a clase tiene más energía, convive más con niños, es más feliz. A mi niña bailar le ayuda a sanar”, sostiene María. 

Con ella coincide Jorge Alberto Cuapio, papá de Alexa Jacqueline Cuapio, una pequeña con un trastorno que afecta sus funciones psicomotoras y de lenguaje. 

“Ella no es la misma desde que baila. Pero lo digo para bien. Antes no interactuaba mucho, ella no habla pero se comunica con abrazos, pero desde que viene, la veo que abraza a casi todos sus compañeros y a su maestra, siempre sigue a su maestra”, detalla. 

Con la mirada fija en los pies de su pequeña mientras sigue los movimientos de Miss July, Jorge asegura que entre esas cuatro tres paredes blancas, con ventanales y piso de madera, la magia se despliega. 

“Aquí ocurre un verdadero cambio, uno que no sabía que existía. Cuando tienes un pequeñito con discapacidad, que patea, te araña y hace muchas cosas que tú como papá no sabes cómo reaccionar, ves que hay programas así en los que ella se desenvuelve, en los que se ve más contenta. Entonces, sabes que hay cambios posibles y que no sabías que ibas a encontrar en algo tan bonito como el ballet”, concluye el papá de Alexa.

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Imagen BBC
El exmilitar detrás de la operación “Dinamita dorada”, el plan secreto para sacar de Venezuela a María Corina Machado
6 minutos de lectura

El líder de la operación asegura que su organización está construyendo infraestructura en Venezuela para extraer a personas del país en caso de que comience una guerra con Estados Unidos.

12 de diciembre, 2025
Por: BBC News Mundo
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La operación de rescate para sacar de Venezuela a la líder opositora y premio Nobel María Corina Machado incluyó disfraces, dos barcos en mares agitados y un vuelo, según ha contado a la BBC el hombre que dice haberla dirigido.

Bautizada como “Operación Dinamita Dorada”, el peligroso viaje fue frío, húmedo y largo, pero la “formidable” Machado no se quejó ni una sola vez, según Bryan Stern, fundador de la Grey Bull Rescue Foundation.

“El mar está muy agitado. Está completamente oscuro. Usamos linternas para comunicarnos. Da mucho miedo, pueden salir mal muchas cosas”.

A pesar de los riesgos, todo salió bien. Machado llegó sana y salva a Oslo, Noruega, para recoger su Premio Nobel de la Paz justo antes de la medianoche del miércoles.

Tras haber vivido escondida en su propio país desde las controvertidas elecciones del año pasado en Venezuela, Machado no había aparecido en público desde enero. Sus hijos adultos, a quienes no había visto en dos años, estaban en Oslo para recibirla.

Grey Bull se especializa en misiones de rescate y evacuaciones, especialmente en zonas de conflicto y desastre. Un representante del equipo de Machado confirmó a CBS News, socio mediático de la BBC en Estados Unidos, que la organización estaba detrás de su operación de rescate.

Stern explicó que Grey Bull llevaba meses consolidando su presencia en el Caribe, incluida Venezuela y la vecina isla de Aruba, para prepararse para posibles operaciones en Venezuela.

“Hemos estado construyendo infraestructura sobre el terreno en Venezuela diseñada para sacar a estadounidenses, aliados, británicos y otras personas en caso de que comience la guerra en Venezuela”, declaró a la BBC.

Las especulaciones sobre una posible acción militar de Estados Unidos contra Venezuela han ido en aumento después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, pidiera al presidente Maduro que abandonara el cargo, acusándolo de enviar narcóticos y asesinos a Estados Unidos.

Según Stern, el reto en este caso consistía en sacar del país a alguien tan conocido como María Corina Machado, un nombre muy popular en Venezuela para la oposición.

Ninguna de las infraestructuras que su empresa había construido en el país, dijo, estaba “diseñada para la segunda persona más popular del maldito país con una diana en la espalda”.

María Corina Machado detrás de unos micrófonos y con un cartel del premio Nobel de la Paz detrás.
Lars Martin Hunstad/Bloomberg via Getty Images
María Corina Machado logró llegar a Oslo en la madrugada del jueves.

Cuando entró en contacto por primera vez con el equipo de Machado, al principio no le revelaron su identidad, pero afirmó que fue capaz de adivinarla.

Se pusieron en contacto con él a principios de diciembre, a través de un contacto que conocía al equipo de Machado, y este era al parecer el segundo intento de sacarla de Venezuela, después de que el plan inicial “no saliera bien”, según dijo.

La operación se denominó “Dinamita Dorada” porque “(Alfred) Nobel inventó la dinamita” y Machado intentaba llegar a Oslo para recoger el Premio Nobel de la Paz.

Las cosas se movieron rápidamente. Stern dijo que habló con el equipo el viernes, que se desplegaron el domingo y que el martes ya habían completado su misión.

Su equipo había explorado varias posibilidades para sacar a Machado del país y se decidió por un plan que implicaba un tumultuoso viaje por mar.

Para proteger su futuro trabajo en Venezuela, Stern solo puede revelar algunos detalles del viaje.

Por tierra, trasladaron a Machado desde la casa donde se escondía hasta el punto de recogida de una pequeña embarcación, que la llevó frente a la costa hasta un barco un poco más grande, donde se reunió con él.

El viaje se realizó en “mares muy agitados”, con olas de hasta 3 metros de altura, en “una oscuridad total”, según contó.

“El viaje no fue agradable. Hacía frío, llovía mucho, estábamos empapados, las olas eran muy fuertes, y eso lo aprovechamos. La llevamos a tierra firme, hasta donde estaba su avión, y ella voló a Noruega”.

A lo largo del viaje, se tomaron varias medidas para ocultar y disimular su rostro y su perfil “digital”, ya que se trata de una política muy conocida.

“La amenaza biométrica es muy real”, señaló, y añadió que se tomaron medidas para asegurarse de que no pudiera ser localizada a través de su teléfono.

Stern dijo que María Corina Machado se comportó de manera “impresionante” a pesar de las dificultades durante el viaje, aceptando un jersey para abrigarse cuando él se lo ofreció, pero sin pedir nada más.

“Estaba empapada y helada, pero no se quejó ni una sola vez”, dijo riendo, reconociendo que la operación era muy peligrosa porque el agua “no perdona”.

“Si conduzco un barco y se me avería el motor, tendré que nadar hasta Venezuela”.

Cuando se le preguntó cómo podía garantizar la seguridad de los venezolanos que ayudaron en la operación, Stern respondió que mantuvieron sus identidades en secreto y que “nosotros [Grey Bull] realizamos muchas operaciones encubiertas”.

El portaaviones USS Gerald Ford.
Alyssa Joy/U.S. Navy via Getty Images
Stern asegura que Estados Unidos, que ha desplegado una enorme fuerza naval en el Caribe desde donde ha atacado embarcaciones que supuestamente salían de Venezuela con droga, no financió la operación, pero que fueron contactados de manera “informal”.

Muchos de los que ayudaron ni siquiera se dieron cuenta de que estaban trabajando para él, dijo Stern, mientras que otros creen que “conocen toda la historia”, pero en realidad no es así.

“Hay personas que hicieron cosas que eran benignas desde su perspectiva, pero que desde la nuestra eran fundamentales para la misión”.

Afirmó que la operación fue financiada por donantes, y no por el gobierno de Estados Unidos: “Nunca hemos recibido una nota de agradecimiento del gobierno de Estados Unidos, y mucho menos un dólar”.

Stern aseguró que se coordinó con algunos Estados nacionales y con los servicios de inteligencia y diplomáticos de varios países. Esto incluyó alertar a Estados Unidos de manera “informal”.

Machado ha dicho que tiene la intención de regresar a Venezuela, pero el Stern afirma que le aconsejó que no lo hiciera.

“Le dije: ‘No vuelvas. Eres madre. Te necesitamos’. Ella hará lo que tenga que hacer… Entiendo por qué quiere volver, porque es una heroína para su pueblo.

“Ojalá no volviera, pero tengo la sensación de que lo hará”.

BBC

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