
El fresno conocido como Eugenito que habitaba dentro de un predio privado en la calle Eugenia No. 28, en la colonia Del Valle, en la alcaldía Benito Juárez, CDMX, ya fue derribado. Después de semanas de intentar defenderlo, vecinas y vecinos a su alrededor presenciaron la tala de este árbol que medía 20 metros y contaba con una edad aproximada de 50 años.
Con firmas y una campaña en la plataforma Change.org informaron a la ciudadanía para intentar defender la vida de este fresno, el cual habitaba a unos metros del árbol Eugenio, otro fresno que en junio de 2024 fue declarado Patrimonio Natural y Cultural de la Ciudad de México.
En un intento por salvar de la misma manera a Eugenito, vecinos llamaron a autoridades de la Secretaría de Medio Ambiente de la CDMX (Sedema), la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial de la ciudad (PAOT) y a la jefa de gobierno Clara Brugada para detener los permisos que ordenaba el derribo de Eugenito.
Pese a los intentos, la petición de vecinas y vecinos en la colonia Del Valle fue ignorada por las autoridades y la constructora Grupo Adinse que en su razón social se encuentra como Adyconse S.A. de C.V., provocando el derribo de este fresno.
Con fotos y videos, vecinas y vecinos que se encontraban previamente recabando firmas para proteger a Eugenito, documentaron el momento en que un grupo de personas entró al predio para derrumbar a este fresno con el uso de una motosierra, señalaron testimonios.
🟢Así fue el momento en el talaron a el árbol “Eugenito”, en la Colonia Del Valle.
Video: Especial pic.twitter.com/HbdTzSrP0C
— Animal Político (@Pajaropolitico) August 7, 2025
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Miguel, uno de los vecinos que se encontraba recabando firmas en la colonia, denunció que las personas que llegaron a talar a Eugenito lo hicieron sin permisos ya que solo presentaron la resolución de un amparo.
“Es muy lamentable. Me afectó mucho, emocionalmente, porque aunque se trata de un árbol importante y todos los argumentos que tenía para ser un árbol decretado como patrimonio, era mi vecino directo y lo veía todos los días entonces, para mí, sí es un impacto emocionalmente fuerte”, expresó con tristeza Miguel, vecino en la colonia Del Valle, en entrevista para Animal Político.
Señaló Miguel que durante el derribo del árbol Eugenito detectaron muchas inconsistencias, por un lado, los permisos que le fueron expedidos a la constructora en mayo de 2024 y por otro, el decreto a su homólogo, el árbol Eugenio, quien obtuvo el decreto de patrimonio cultural y natural en junio de 2024.
“Hay inconsistencias. Lo digo porque cuando Eugenio fue decretado ellos [la constructora] debieron haber hecho otro permiso ya en función de la declaratoria de Eugenio porque, cuando solicitan un permiso se debió hacer un dictamen con el que vienen y validan la parte del impacto ambiental y hay que revisar ese dictamen que se debió haber actualizado en junio”, explicó.

Miguel señala que si ese dictamen se hubiera hecho tras la declaratoria de Patrimonio Cultural y Natural del árbol Eugenio, este habría sido denegado porque Eugenito se encontraba a unos metros de su homólogo y era parte del mismo ecosistema. Además de que sus raíces se encontraban entrelazadas por la corta distancia entre ellos.
“Preguntamos a los arboristas y nos dicen que, Eugenio sí puede tener consecuencias porque era parte de su ecosistema, tanto por la sombra que le daba, la protección de los vientos y la parte de las raíces. Entonces, ese dictamen está mal y debió ser expedido después de la declaratoria de Eugenio”, reiteró.
Tras el derribo de Eugenito, el pasado 6 de agosto, la Sedema informó que tras la tala del fresno ubicado en la cerrada de Eugenia 28, en la colonia Del Valle, alcaldía Benito Juárez, la constructora está obligada a plantar seis árboles en compensación al derribo de Eugenito.
La Secretaría dijo que la compensación, que deriva de la autorización de derribo, obliga a la empresa responsable a plantar ocho árboles de al menos seis metros de altura en el área de influencia del ejemplar retirado.
Sobre esto, la Sedema dará seguimiento puntual para verificar que se lleve a cabo conforme a lo establecido.
También señalaron que Eugenito, el árbol que fue talado, se trata de un fresno (Fraxinus uhdei Wenz) que se encontraba en un predio de propiedad privada y no contaba con declaratoria como árbol patrimonial.
Su derribo tiene una autorización vigente emitida en 2024. Según la Sedema esta fue otorgada conforme a la normatividad ambiental aplicable en ese momento. Dicha autorización fue notificada al promovente y es del conocimiento de vecinas y vecinos.

Sobre el fresno Eugenio la secretaría señaló que el árbol declarado Patrimonio Natural y Cultural de la Ciudad de México, cuenta con medidas de protección vigentes conforme al decreto publicado en la Gaceta Oficial.
Sobre la denuncia de vecinos ante la preocupación del estado de Eugenio tras la tala de Eugenito, la Sedema dijo que el ejemplar se encuentra en excelente estado, con buen follaje, sano, firme y con todas sus condiciones físicas y biológicas preservadas.
“No es posible que hayan dado un permiso de derribo de un árbol que está a unos metros de otro árbol que es Patrimonio Biocultural, eso está mal y hay que revisar esa parte porque hay inconsistencias”, reiteró Miguel.
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De acuerdo con vecinos, a Eugenito lo derribaron en tan solo 15 minutos y denuncian que las personas que realizaron el derribo lo hicieron con diversas violaciones ambientales.
Por un lado, se usó una motosierra directo al tronco del árbol sin comenzar por la copa hacia la superficie, una acción que no fue informada a los vecinos que colindan con el árbol y que pudo haber ocasionado un accidente directo a predios o personas.
“Por muy expertos que fueran en talar un árbol pudieron haber lastimado a personas que no se les avisó, simplemente llegaron como si estuvieran haciendo algo malo. A escondidas, llegaron rapidísimo, lo tiraron y se fueron. No dieron tiempo ni de que llegará policía. Hay muchas cosas que no se hicieron de manera adecuada y habría que revisar el dictamen que se expidió para la solicitud de derribo de Eugenito”, reiteró Miguel.
Eugenito fue un árbol que dio hogar a aves como pájaros carpinteros y águilas, según el archivo fotográfico que vecinos realizaron.

Desde estimular el cerebro hasta reducir el dolor, unirse a otros para cantar (así como cantar en soledad) puede traer amplios beneficios.
Estamos en esa época del año en la que el aire empieza a vibrar con voces angelicales, o a resonar con algún que otro himno vigoroso, mientras los villancicos transmiten su indomable alegría festiva.
Pero estos cantores, se den cuenta o no, mientras llenan centros comerciales, estaciones de tren, residencias de ancianos y la calle de tu casa con canciones jubilosas, también están mejorando su salud.
Se ha descubierto que cantar, aporta una amplia gama de beneficios —que abarcan desde el cerebro hasta el corazón— para quienes lo practican, especialmente si lo hacen en grupo. Puede unir a las personas, preparar nuestro cuerpo para combatir enfermedades e incluso suprimir el dolor. Entonces, ¿valdría la pena alzar la voz para celebrar?
“Cantar es un acto cognitivo, físico, emocional y social”, afirma Alex Street, investigador del Instituto de Investigación de Musicoterapia de Cambridge, quien estudia cómo la música puede ayudar a niños y adultos a recuperarse de lesiones cerebrales.
Los psicólogos llevan mucho tiempo maravillados de cómo las personas que cantan juntas pueden desarrollar un poderoso sentido de cohesión social, e incluso los vocalistas más reticentes se unen al cantar. Investigaciones han demostrado que personas completamente desconocidas pueden forjar vínculos inusualmente estrechos después de cantar juntas durante una hora.
Como era de esperar, cantar tiene claros beneficios físicos para los pulmones y el sistema respiratorio. Algunos investigadores han utilizado el canto para ayudar a personas con enfermedades pulmonares, por ejemplo.
Pero cantar también produce otros efectos físicos mensurables. Se ha descubierto que mejora la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Incluso se ha visto que cantar en grupos o coros refuerza nuestra función inmunitaria de una forma que simplemente escuchar la misma música no puede.
Existen diferentes explicaciones para esto. Desde un punto de vista biológico, se cree que cantar activa el nervio vago, que está conectado directamente a las cuerdas vocales y los músculos de la parte posterior de la garganta. La exhalación prolongada y controlada que implica cantar también libera endorfinas asociadas con el placer, el bienestar y la supresión del dolor.
Cantar también activa una amplia red de neuronas en ambos hemisferios del cerebro, lo que provoca que se activen las regiones que gestionan el lenguaje, el movimiento y las emociones. Esto, combinado con el enfoque en la respiración que requiere el canto, lo convierte en un eficaz calmante del estrés.
“Las respuestas de bienestar se hacen evidentes en voces, expresiones faciales y posturas más vívidas”, afirma Street.
Estos beneficios podrían tener raíces profundas. Algunos antropólogos creen que nuestros ancestros homínidos cantaban antes de poder hablar, utilizando vocalizaciones para imitar los sonidos de la naturaleza o expresar sentimientos.
Esto podría haber desempeñado un papel clave en el desarrollo de dinámicas sociales complejas, la expresión emocional y los rituales, y Street señala que no es casualidad que cantar forme parte de la vida de todos los seres humanos, tengan o no inclinación musical, señalando que nuestros cerebros y cuerpos están sintonizados desde el nacimiento para responder de forma positiva a las canciones.
“Se les cantan canciones de cuna a los niños y luego se cantan canciones en los funerales”, explica. “Aprendemos las tablas de multiplicar cantando y el abecedario mediante la estructura rítmica y melódica”.
Pero no todos los tipos de canto son igualmente beneficiosos. Cantar en grupo o coro, por ejemplo, promueve un mayor bienestar psicológico que cantar en solitario. Por esta razón, investigadores educativos han utilizado el canto como herramienta para promover la cooperación, el desarrollo del lenguaje y la regulación emocional en niños.
Los especialistas médicos también están recurriendo al canto para mejorar la calidad de vida de quienes sufren diferentes afecciones. Investigadores de todo el mundo han estudiado los efectos de unirse a coros comunitarios dedicados a sobrevivientes de cáncer y accidentes cerebrovasculares, personas con enfermedad de Parkinson y demencia, y sus cuidadores. Por ejemplo, cantar mejora la capacidad de articulación de los pacientes con Parkinson, algo con lo que se sabe que tienen dificultades a medida que la enfermedad progresa.
Cantar también representa una forma de mejorar la salud general, ya que se ha demostrado que es un ejercicio subestimado, comparable a una caminata rápida. “Cantar es una actividad física y puede tener beneficios similares al ejercicio”, afirma Adam Lewis, profesor asociado de fisioterapia respiratoria en la Universidad de Southampton, en Reino Unido.
Un estudio incluso sugirió que cantar, junto con diversos ejercicios vocales que realizan cantantes profesionales para perfeccionar el tono y el ritmo, es un ejercicio para el corazón y los pulmones comparable a caminar a un ritmo moderado en una cinta de correr.
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Pero los investigadores también se interesan en destacar los beneficios, a menudo poco reconocidos, de participar grupos de canto para la psique de las personas que viven con enfermedades crónicas a largo plazo. Street explica que cantar permite a estas personas centrarse en lo que pueden hacer, en lugar de en lo que no pueden.
“De repente, se genera una sensación de igualdad en la sala, donde los cuidadores ya no son cuidadores, y los profesionales de la salud también cantan la misma canción de la misma manera”, dice Street. “Y realmente no hay mucho más que logre eso”.
Entre quienes han demostrado beneficiarse más del canto se encuentran las personas con enfermedades respiratorias crónicas, algo que se ha convertido en un importante foco de investigación para Keir Philip, profesor clínico de medicina respiratoria en el Imperial College de Londres. Philip advierte que cantar no curará estas enfermedades, pero puede servir como un enfoque holístico eficaz que complementa los tratamientos convencionales.
“Para algunas personas, vivir con disnea puede provocar que cambien su forma de respirar, volviéndola irregular e ineficiente”, dice Philip. “Algunos enfoques basados en el canto ayudan en esto en términos de los músculos utilizados, el ritmo y la profundidad [de la respiración], lo que puede ayudar a mejorar los síntomas”.
Uno de sus estudios más destacados consistió en aplicar un programa de respiración desarrollado mediante el trabajo con cantantes profesionales de la Ópera Nacional Inglesa como parte de un ensayo controlado aleatorio en pacientes con covid-19 de larga duración. Durante seis semanas, los resultados mostraron que mejoró su calidad de vida y alivió algunos aspectos de sus dificultades respiratorias.
Al mismo tiempo, cantar no está exento de riesgos para las personas con afecciones subyacentes. El canto en grupo se vinculó a un evento de superpropagación en las primeras etapas de la pandemia de covid-19, ya que cantar puede emitir grandes cantidades de virus en el aire.
“Si tienes una infección respiratoria, es mejor faltar esa semana al ensayo del coro para evitar poner en riesgo a otras personas”, comenta Philip.
Pero quizás el beneficio más notable del canto es que parece contribuir a la autoreparación cerebral. Esto quedó ilustrado por la historia de la excongresista estadounidense Gabrielle Giffords, quien sobrevivió a un disparo en la cabeza durante un intento de asesinato en 2011.
A lo largo de muchos años, Giffords reaprendió a caminar, hablar, leer y escribir, gracias a terapeutas que utilizaban canciones de su infancia para ayudarla a recuperar la fluidez verbal.
Los investigadores han utilizado enfoques similares para ayudar a los supervivientes de un ictus a recuperar el habla, ya que cantar puede proporcionar las horas y horas de repetición necesarias para promover una nueva conectividad entre los dos hemisferios cerebrales, que a menudo se dañan tras un ictus agudo. También se cree que cantar mejora la neuroplasticidad del cerebro, lo que le permite reconectarse y crear nuevas redes neurológicas.
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Hay teorías de que cantar también podría ayudar a las personas con deterioro cognitivo debido a la intensa exigencia que impone al cerebro, que requiere atención sostenida y estimula la búsqueda de palabras y la memoria verbal.
“Existe una creciente base de evidencia que respalda los beneficios cognitivos del canto en adultos mayores”, afirma Teppo Särkämö, profesor de neuropsicología en la Universidad de Helsinki, Finlandia. “Sin embargo, aún sabemos poco sobre el potencial del canto para ralentizar o prevenir el deterioro cognitivo, ya que esto requeriría estudios a gran escala con años de seguimiento”.
Para Street, toda la investigación que demuestra los poderosos efectos del canto, ya sea a nivel social o neuroquímico, subraya por qué es una parte tan universal de la vida humana. Sin embargo, una de sus preocupaciones es que, a medida que las personas pasan cada vez más tiempo conectadas a la tecnología en lugar de entre sí a través de actividades como cantar, relativamente pocas personas experimentan sus beneficios.
“Estamos descubriendo mucho, especialmente en la rehabilitación de lesiones cerebrales”, afirma. Apenas están empezando a surgir estudios que demuestran que cantar puede tener estos efectos, incluso en personas con lesiones importantes. Es lógico que podamos beneficiarnos tanto, ya que el canto siempre ha desempeñado un papel fundamental en la conexión entre las comunidades.
Quizás sea una razón más para disfrutar el cantar villancicos alrededor del árbol de Navidad este año.
*Este artículo fue publicado en BBC Future. Haz clic aquí si quieres leer la versión original en inglés.
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