
Cada sábado, la ‘madriguera’ del club Topos Puebla es sede de partidos y entrenamientos de futbol de personas ciegas. Hace quince años, este proyecto nació como un espacio para la convivencia de amigos y población con discapacidad visual, y actualmente son el equipo más consolidado de esta modalidad de deporte adaptado en México.
Aidé Hernández tiene 28 años y es integrante del equipo femenil de Topos Puebla. Practica atletismo y, desde hace ocho años, también futbol, disciplina a la que fue invitada por una de las fundadoras del proyecto. Antes de eso, dice, “yo no creía que existiera el futbol para ciegos”.
“Por conocer este deporte empecé a ser más autónoma, a desplazarme, a ir de un lugar a otro, y en cuanto a mi aprendizaje personal, a trabajar en equipo, a ser perseverante y constante… Y con los partidos que hemos tenido, hemos logrado que el futbol femenino vaya dando pasos pequeños, pero firmes”, cuenta la jugadora.
Antes de llegar a Topos F.C., Aidé conocía el futbol porque su hermana había participado en algunos torneos, “pero yo nunca me había dado la oportunidad de agarrarle el gusto. Recuerdo que mi papá me decía ‘sólo ve una vez, quiero que juegues’, pero yo estaba renuente, hasta que entré en la cancha y empecé a escuchar cómo conducían el balón, cómo jugaban y se desplazaban libremente por la cancha… Me enamoré por completo”.
Actualmente, el equipo femenil está compuesto por Aidé, Lulú y Hannah, quienes esperan que más mujeres se interesen por el deporte adaptado, pues cada equipo debe conformarse de cinco: una portera –la única que puede ver– y cuatro jugadoras en la cancha.
“El equipo femenil lleva desde 2016 y ya se ha enfrentado en algunos torneos, con otras jugadoras. Yo llegué hace seis años y soy super feliz con ese deporte, es el primero que me gustó, y ahorita también practico atletismo”, cuenta Hannah.

La joven de 20 años señala que “normalmente las mujeres con discapacidad somos muy miedosas al inicio, y pues a nadie le gusta que le peguen, porque los entrenamientos y partidos son de mucho contacto… pero es cosa de difundir el deporte para que vengan, se arriesguen y no tengan miedo, porque es un deporte que las va a liberar mucho”.
Para Lulú, de 36 años, llegar al equipo fue una coincidencia que le permitió liberar su servicio social en la universidad y volverse “más independiente y más segura”, pues en los entrenamientos “se fortalece mucho la orientación espacial y eso es algo que sirve dentro y fuera de la cancha”.
“El reto, la disciplina y el compromiso inician desde que te levantas temprano y te trasladas hasta la cancha para los entrenamientos, que para mí han sido una experiencia bonita, porque nunca había practicado un deporte en equipo, y el sentir el apoyo de la comunidad ha sido muy lindo”, agrega Lulú.
Antes de entrar a la cancha, las y los jugadores que pueden distinguir sombras o siluetas con la vista se deben colocar un antifaz para quedar en condiciones de ceguera total, excepto por las y los porteros, que son los únicos en los equipos que pueden ver.
El oído es la principal guía del juego: el balón tiene una sonaja que emite un sonido para ubicarlo dentro de la cancha –misma que tiene las medidas reglamentarias para el futbol 5 y está rodeada de vallas laterales–; los entrenadores les gritan instrucciones para las jugadas, y cada jugador, por regla, debe decir permanentemente la palabra “voy”, con el objetivo de que sus compañeros sepan de quienes están rodeados y no choquen.
Jorge Lanzagorta, fundador del Topos F.C., explica que todo comenzó “porque tuve la oportunidad de conocer el futbol para ciegos en Chile en el 2008, y después de andar batallando un rato por aquí logré conectar con personas de la universidad y de la comunidad de personas ciegas para juntarnos a jugar fut, con la intención de divertirnos, pasarla bien y hacer algo de ejercicio”.
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Con el paso del tiempo, “nos fuimos dando cuenta de la posibilidad que generaba el encontrarnos en una cancha, que detonaba muchas otras cosas, y de ahí empezamos a poner atención en la profesionalización del desarrollo deportivo y en construir un espacio que nos permitiera también ganarnos la vida”.

En 2011 pudieron incubar el proyecto con apoyo de una organización de la sociedad civil, lo que les permitió aprender a gestionar proyectos, “y empezamos a desarrollar habilidades socioemocionales a través de dinámicas en cancha, y consolidando un modelo de trabajo que se oficializa en 2012, cuando esta disciplina se integra a la Federación Mexicana de Deportes para Ciegos”.
“Crecimos mucho como proyecto y decidimos independizarnos como una sociedad civil, en 2017, que se llama Fucho para Ciegos. Hoy tenemos una cancha propia con las adecuaciones necesarias, pero queremos crecer para contar con todo un centro deportivo comunitario para mostrar al mundo otra manera de relacionarnos entre personas con discapacidad”, subraya Jorge.
El fundador apunta que “en Topos ha pasado muchísima gente para apoyar en temas de planeación, de trabajo, de generación de contenidos, de emprendimientos, personas voluntarias, algunas personas que han estado en orden con el cargo de director general, patronatos para procuración de fondos, gente que se nos ha apoyado en temas de arquitectura para el diseño del proyecto, y eso pues creo que enriquece mucho y se ha ido generando una posibilidad de gestión que ha hecho que hoy el proyecto tenga la fuerza que tiene”.
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Gabriel Aguilar, de 46 años, es uno de los entrenadores de Topos F.C., equipo al que se sumó por invitación, aunque su interés por colaborar en deportes adaptados viene de nacimiento, ya que su madre fue pionera y fundadora de las disciplinas adaptadas para el uso de silla de ruedas.
“He sido entrenador en varios equipos, pero esta etapa del deporte adaptado la disfruto mucho, y por eso es importante que se impulse este deporte, porque hay que picar piedra para encontrar apoyos, aunque afortunadamente hay quienes se suman a este tipo de iniciativas”, expresa Gabriel.
Para Jorge, es importante que la comunidad y las instituciones locales se sumen al proyecto, “porque al final las personas con discapacidad siempre nos enfrentamos a un mundo que no ha sido diseñado para nosotros, y poco a poco vamos creando medios de participación para seguir construyendo lo que somos día a día”.
“El futbol me abrió muchas posibilidades en la vida, de exploración, de conocer a gente que hoy es parte de mi red de apoyo y me ha dado satisfacciones a nivel deportivo, y después de 15 años sigue mostrando todos los días que vale la pena seguir con él”, por lo que hace un llamado a que más personas se acerquen y formen parte del proyecto.
“Topos está convocando a más personas ciegas, con baja visión, desde infancias de cinco o seis años, hasta hombres y mujeres de categorías libres, que hoy son equipos referentes a nivel nacional. Necesitamos porteros, guías, entrenadores y apoyo de todas las personas que se quieran sumar”, plantea Jorge.

Israel, quien ha ido perdiendo la visión con el paso de los años, cuenta que, hasta antes de conocer Topos F.C., pensó que no volvería a jugar futbol, por lo que encontró “mucha felicidad de que después de tener la discapacidad visual pudiera seguir practicando”.
“El futbol para mí es un estilo de vida, y quien venga se llevará una experiencia muy bonita”, asegura, “por eso invito a todo aquel que le interese venir, con discapacidad o sin ella, porque este deporte cambia la vida”.
Las personas interesadas en conocer y apoyar a Topos F.C. pueden comunicarse con ellos a través de redes sociales, o acudir a la ‘madriguera’ que se ubica en la calle 5-A Sur, colonia San Juan Bautista, en la ciudad de Puebla.


El líder de la operación asegura que su organización está construyendo infraestructura en Venezuela para extraer a personas del país en caso de que comience una guerra con Estados Unidos.
La operación de rescate para sacar de Venezuela a la líder opositora y premio Nobel María Corina Machado incluyó disfraces, dos barcos en mares agitados y un vuelo, según ha contado a la BBC el hombre que dice haberla dirigido.
Bautizada como “Operación Dinamita Dorada”, el peligroso viaje fue frío, húmedo y largo, pero la “formidable” Machado no se quejó ni una sola vez, según Bryan Stern, fundador de la Grey Bull Rescue Foundation.
“El mar está muy agitado. Está completamente oscuro. Usamos linternas para comunicarnos. Da mucho miedo, pueden salir mal muchas cosas”.
A pesar de los riesgos, todo salió bien. Machado llegó sana y salva a Oslo, Noruega, para recoger su Premio Nobel de la Paz justo antes de la medianoche del miércoles.
Tras haber vivido escondida en su propio país desde las controvertidas elecciones del año pasado en Venezuela, Machado no había aparecido en público desde enero. Sus hijos adultos, a quienes no había visto en dos años, estaban en Oslo para recibirla.
Grey Bull se especializa en misiones de rescate y evacuaciones, especialmente en zonas de conflicto y desastre. Un representante del equipo de Machado confirmó a CBS News, socio mediático de la BBC en Estados Unidos, que la organización estaba detrás de su operación de rescate.
Stern explicó que Grey Bull llevaba meses consolidando su presencia en el Caribe, incluida Venezuela y la vecina isla de Aruba, para prepararse para posibles operaciones en Venezuela.
“Hemos estado construyendo infraestructura sobre el terreno en Venezuela diseñada para sacar a estadounidenses, aliados, británicos y otras personas en caso de que comience la guerra en Venezuela”, declaró a la BBC.
Las especulaciones sobre una posible acción militar de Estados Unidos contra Venezuela han ido en aumento después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, pidiera al presidente Maduro que abandonara el cargo, acusándolo de enviar narcóticos y asesinos a Estados Unidos.
Según Stern, el reto en este caso consistía en sacar del país a alguien tan conocido como María Corina Machado, un nombre muy popular en Venezuela para la oposición.
Ninguna de las infraestructuras que su empresa había construido en el país, dijo, estaba “diseñada para la segunda persona más popular del maldito país con una diana en la espalda”.
Cuando entró en contacto por primera vez con el equipo de Machado, al principio no le revelaron su identidad, pero afirmó que fue capaz de adivinarla.
Se pusieron en contacto con él a principios de diciembre, a través de un contacto que conocía al equipo de Machado, y este era al parecer el segundo intento de sacarla de Venezuela, después de que el plan inicial “no saliera bien”, según dijo.
La operación se denominó “Dinamita Dorada” porque “(Alfred) Nobel inventó la dinamita” y Machado intentaba llegar a Oslo para recoger el Premio Nobel de la Paz.
Las cosas se movieron rápidamente. Stern dijo que habló con el equipo el viernes, que se desplegaron el domingo y que el martes ya habían completado su misión.
Su equipo había explorado varias posibilidades para sacar a Machado del país y se decidió por un plan que implicaba un tumultuoso viaje por mar.
Para proteger su futuro trabajo en Venezuela, Stern solo puede revelar algunos detalles del viaje.
Por tierra, trasladaron a Machado desde la casa donde se escondía hasta el punto de recogida de una pequeña embarcación, que la llevó frente a la costa hasta un barco un poco más grande, donde se reunió con él.
El viaje se realizó en “mares muy agitados”, con olas de hasta 3 metros de altura, en “una oscuridad total”, según contó.
“El viaje no fue agradable. Hacía frío, llovía mucho, estábamos empapados, las olas eran muy fuertes, y eso lo aprovechamos. La llevamos a tierra firme, hasta donde estaba su avión, y ella voló a Noruega”.
A lo largo del viaje, se tomaron varias medidas para ocultar y disimular su rostro y su perfil “digital”, ya que se trata de una política muy conocida.
“La amenaza biométrica es muy real”, señaló, y añadió que se tomaron medidas para asegurarse de que no pudiera ser localizada a través de su teléfono.
Stern dijo que María Corina Machado se comportó de manera “impresionante” a pesar de las dificultades durante el viaje, aceptando un jersey para abrigarse cuando él se lo ofreció, pero sin pedir nada más.
“Estaba empapada y helada, pero no se quejó ni una sola vez”, dijo riendo, reconociendo que la operación era muy peligrosa porque el agua “no perdona”.
“Si conduzco un barco y se me avería el motor, tendré que nadar hasta Venezuela”.
Cuando se le preguntó cómo podía garantizar la seguridad de los venezolanos que ayudaron en la operación, Stern respondió que mantuvieron sus identidades en secreto y que “nosotros [Grey Bull] realizamos muchas operaciones encubiertas”.
Muchos de los que ayudaron ni siquiera se dieron cuenta de que estaban trabajando para él, dijo Stern, mientras que otros creen que “conocen toda la historia”, pero en realidad no es así.
“Hay personas que hicieron cosas que eran benignas desde su perspectiva, pero que desde la nuestra eran fundamentales para la misión”.
Afirmó que la operación fue financiada por donantes, y no por el gobierno de Estados Unidos: “Nunca hemos recibido una nota de agradecimiento del gobierno de Estados Unidos, y mucho menos un dólar”.
Stern aseguró que se coordinó con algunos Estados nacionales y con los servicios de inteligencia y diplomáticos de varios países. Esto incluyó alertar a Estados Unidos de manera “informal”.
Machado ha dicho que tiene la intención de regresar a Venezuela, pero el Stern afirma que le aconsejó que no lo hiciera.
“Le dije: ‘No vuelvas. Eres madre. Te necesitamos’. Ella hará lo que tenga que hacer… Entiendo por qué quiere volver, porque es una heroína para su pueblo.
“Ojalá no volviera, pero tengo la sensación de que lo hará”.
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