Las personas que nos hemos involucrado en trabajar el tema de desaparición de personas, sabemos que la pregunta obligatoria cuando conocemos a alguien o cuando se habla de nuestro trabajo es ¿por qué desaparecen las personas en México? La respuesta debemos admitir no es sencilla ni fácil, podemos tener teorías o respuestas basadas en casos concretos o en percepciones particulares pero es necesario reconocer la falta de entendimiento sobre este tema y el desconocimiento objetivo de las razones por las que las personas son desaparecidas.
Al respecto, hacen falta estudios, informes, análisis de contextos y de datos que nos den mayor claridad sobre este fenómeno y que nos permitan enfrentarlo de forma eficaz; hace falta relacionar y comparar las desapariciones con el incremento de la violencia y con áreas más exploradas por la academia y por la sociedad civil, ya que de lo contrario seguiremos basando nuestras respuestas en percepciones personales y subjetivas que no necesariamente explican el fenómeno de desaparecidos en el país ni cómo combatirlo.
Existen estudios e investigaciones que relacionan y explican el incremento de la violencia en México y que utilizan como medida básica el número de homicidios en el país, pero no existe un estudio similar que explique dicho incremento en razón de las desapariciones. Por ejemplo, del 2006 al 2012 un gran número de analistas estiman que hubo un aproximado de 60,000 homicidios relacionados con el crimen organizado, es decir, un incremento en promedio del 80.47% por añoi, convirtiendo a la guerra contra el narco en México en cierta medida en el conflicto subnacional más violento del siglo veintiunoii.
La guerra contra el narco implicó que los grupos de la delincuencia organizada no sólo pelearan entre ellos sino también en contra del Estado mexicano. Dicha guerra ha tenido como consecuencia una violencia sin precedentes y extremadamente brutaliii. El escenario de estos grupos de la delincuencia organizada también ha cambiado considerablemente con la fragmentación de siete grupos en al menos veinte organizaciones mayoresiv.
Los académicos e investigadores se han concentrado en explicar el origen e incremento de la violencia enfocándose en la naturaleza de las organizaciones de la delincuencia organizada, en su fragmentaciónv, en su persecución gubernamental, en la falta de coordinación entre las autoridades, en la debilidad y cooptación de las instituciones, en influencias externas, en dinámicas económicasvi vii e incluso en patrones históricosviii. Sin embargo, como se mencionó anteriormente la medida básica para estudiar y demostrar estas teorías siempre ha sido el número de homicidios comparados con otros factores como la confrontación entre los grupos de la delincuencia organizada, la detención de líderes o el periodo de eleccionesix, entre otros.
Por lo que hace a las desapariciones en México sabemos que el número de personas desaparecidas va en incremento año con año. La última cifra oficial es de 61,637 personas desaparecidasx, esta cifra ha sido desagregada por entidad federativa, por edad y por sexo pero aún se desconoce la metodología utilizada para arribar a este número y resulta necesario su estudio, comparación y análisis con otra información relevante que nos ayude a entender el fenómeno.
El estudio de las dinámicas de la violencia en la guerra contra el narco y su comparación con las desapariciones ocurridas en el país podría dar respuesta a algunas preguntas generales que aún no hemos logrado contestar, por ejemplo: ¿El incremento en la violencia se refleja de forma similar en los homicidios que en la desaparición de personas? ¿Cuáles son las similitudes y cuáles son las diferencias y sus posibles explicaciones? ¿Las teorías sobre el incremento de la violencia desarrolladas hasta el momento pueden ser aplicadas a las desapariciones? ¿Cuál sería la relación de estos resultados con los cuerpos no identificados y con las fosas clandestinas en México?
Estudiar la forma de operar de los grupos de la delincuencia organizada a la luz de las desapariciones, nos podría ayudar a conocer si todos los grupos de la delincuencia organizada desaparecen personas, si dichos grupos utilizan las mismas técnicas y estrategias para desaparecer a alguien y si esas técnicas han evolucionado en el tiempo y el espacio, es decir, cómo la violencia se expande geográficamente en términos de las desapariciones.
De igual manera, nos hace falta conocer si existen factores externos que incrementen la desaparición de las personas, como las confrontaciones entre grupos criminales, la detención de altos mandos del miembros del crimen organizado, los periodos de elecciones, la implementación de operativos de seguridad, entre otros.
Los esfuerzos en este tema no han sido menores: en el 2017 se publicó la Ley General en Materia de Desaparición Forzada de Personas y algunos estados han promulgado sus respectivas leyes estatales, esta misma ley ordena la creación de las fiscalías especializadas en la materia y de las comisiones nacional y estatales de búsqueda, se instaló y re-instaló el Sistema Nacional de Búsqueda de Personas, se estableció el Protocolo Homologado de Investigación y se espera la formulación del Protocolo Homologado de Búsqueda, del Programa Nacional de Búsqueda, entre otros mecanismos y herramientas para atender el fenómeno.
En agosto del año pasado se anunció la firma del convenio de colaboración entre el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y la Comisión Nacional de Búsqueda con la intención de crear una herramienta tecnológica que sea utilizada por investigadores para recabar, producir y analizar información sobre la desaparición de personas en el paísxi. Hasta el día de hoy, se desconocen los avances que se han derivado de este convenio y cuáles son las investigaciones académicas en la materia. Tampoco ha habido un acercamiento a las organizaciones de la sociedad civil que trabajan el tema y que también realizan labores de investigación.
En conclusión, resulta necesario que se realicen investigaciones, estudios, informes, análisis y demás acciones en conjunto con el gobierno, la academia, la sociedad civil y los familiares de personas desaparecidas que nos permitan comprender mejor el fenómeno de la desaparición, porque de lo contrario no sólo seguiremos dando respuestas vagas ante la pregunta de por qué desaparecen las personas en México sino mucho más preocupante aún seguiremos impulsando mecanismos, herramientas, protocolos y programas sin entender el fenómeno, es decir, con un venda en los ojos y esperando que con “suerte” sean efectivos y eficaces.
* Rafael Heredia (@raheag) es abogado en el Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia @IMDHyD.
i Rios, Viridiana (2012). How government structure encourages criminal violence: The causes of Mexico’s Drug War. PhD Dissertation, Department of Government, Harvard University
ii Lessing, Benjamin (2015). Logics of Violence in Criminal War. Journal of Conflict and Resolution, Vol. 59(8), pp. 1486-1516
iii Beittel, June S. (2013). Mexico’s Drug Trafficking Organizations: Source and Scope of the Violence. Congressional Research Service Report for Congress, PP. 1-46
iv Congressional Research Service (2019). Mexico: Organized Crime and Drug-Trafficking Organizations. Report for Congress, pp. 1-31
v Calderón, Gabriela, Gustavo Robles, Alberto Díaz-Cayeros y Beatriz Magaloni (2015). The Beheading of Criminal Organizations and the Dynamics of Violence in Mexico’s Drug War. Journal of Conflict Resolution, Vol. 59(8)
vi Zepeda-Gil, Raúl (2018). Seven Explanatory Approaches about the Increasing of Violence in Mexico. Política y Gobierno, Vol. XXV, No. 1, pp. 185-211
vii Gutiérrez-Romero, Roxana, Mónica Oviedo (2014). The good, the bad and the ugly: The socio-economic impact of drug cartels and their violence in Mexico. Journal of Conflict Resolution, Vol. 59 (8), pp. 1517-1540
viii Panterns, Wil G. (2018). Drug Trafficking, the informal order, and caciques. Reflections on the crime-governance nexus in Mexico, Global Crime, 19:3-4, pp. 315-338
ix Ponce, Aldo (2016). Cárteles de Droga, Violencia y Competitividad Electoral a Nivel Local: Evidencia del Caso Mexicano. Latin American Research Reviews, 51(4), pp. 62-85
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