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De James K. Polk a Trump: así son las convenciones en EEUU
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De James K. Polk a Trump: así son las convenciones en EEUU

Las Convenciones Nacionales de los partidos en Estados Unidos y que conocemos hoy en día han cambiado a lo largo del tiempo. Acá una breve historia de su evolución.
01 de abril, 2016
Por: Blog Invitado

Por: Jessica Dávila (@jedb191989)

Cada cuatro años, los partidos políticos en Estados Unidos eligen a sus respectivos candidatos a la presidencia para la elección nacional. En ambos partidos, se gana la candidatura al sumar la mitad más uno de los votos de los delegados que participan en la Convención Nacional pero, ¿qué sucede cuando ninguno de los contendientes logra sumar dicha cantidad antes de que se lleve a cabo la Convención?, ¿ha pasado alguna vez y cómo resuelve? A continuación se analizará de manera breve el proceso de una Convención Nacional para la nominación de un candidato y el posible escenario al que se enfrentan los candidatos de ambos partidos.

[contextly_sidebar id=”Kws7Ri5eQuLXbqYjwVfq5sLOZ7GjifW0″]En el sistema de elección indirecta estadounidense, los delegados son individuos que representan la voluntad del pueblo para elegir a un candidato. En las elecciones primarias de 2016, el Partido Demócrata elegirá a 4 mil 763 delgados, mientras que el republicano elegirá a 2 mil 472 delegados. Para ganar una Convención Nacional, los aspirantes deberán tener la mitad más uno de los delegados en juego, lo que significa 2 mil 382 y mil 237 delegados, respectivamente.

Para el Partido Demócrata el número de delegados no se obtiene solamente con el voto percibido de los caucus y de las elecciones primarias, sino que existen también “súper delegados”, quienes conforman el 15 por ciento del total de los delegados, los cuales pueden escoger libremente por quien votar e incluso cambiar de opinión si así lo deciden. Los súper delegados suelen ser expresidentes, gobernadores o demócratas que hayan resaltado en su labor pública.

En contraste, los delegados republicanos tienen tres naturalezas distintas. Los primeros son los delegados RNC[1] que son previamente determinados y son similares a los súper delegados ya que no prometen votar por un candidato en especial los 168 toman su decisión el día de la Convención Nacional. Los segundos, son los delegados distritales y se reparten en promedio tres por cada distrito sin importar que tanto apoyo ha dado el distrito a los candidatos republicanos en ocasiones anteriores. Finalmente, los delegados generales son usualmente 10 por cada estado pero hay delegados adicionales para los estados que mostraron “mayor apoyo al partido republicano”. (Figura 1)

Convenciones Nacionales Republicanas

Las Convenciones Nacionales que conocemos hoy en día han cambiado a lo largo del tiempo. A mediados del siglo XIX, las convenciones eran celebradas por medio de bancadas del Congreso o legislaturas estatales, por lo que no se reflejaban, de manera más directa, los intereses de la mayoría. El resultado de muchas demandas fue la creación de la primera Convención Nacional, en 1831. Curiosamente esta convención fue celebrada por un partido que ya no existe, “el partido antimasónico”. Sólo algunos meses después, los partidos Republicano y Demócrata se aventuraron a formar sus propias convenciones y continuaron con dicha práctica hasta la fecha.

Uno de los hechos curiosos y más recordados a lo largo de la historia de las convenciones es el caso de James K. Polk, a quién muchos recuerdan como el primer “dark horse[2] que fue electo presidente. En 1844, Polk llegó a la Convención Demócrata sin muchas posibilidades de obtener la candidatura a la presidencia, al grado que se conformaba con ser parte de la fórmula como candidato a la vicepresidencia. Sin embargo, dos factores a su favor lo catapultaron a la presidencia: el primero, tener el apoyo del entonces presidente Andrew Jackson. El segundo y más importante, encontrarse en el espectro más popular de un tema polémico de ese entonces, la anexión de Texas. Así, haber declarado públicamente su apoyo a la anexión de ese estado le valió la simpatía de la mayoría de los delegados demócratas, más aún, cuando su rival que parecía mejor posicionado frente a la opinión pública, Van Buren, arruinó su oportunidad dejando claro que nunca permitiría dicha anexión.

Quizá pocas reuniones políticas en la historia pueden compararse con la Convención Demócrata de 1924, en Nueva York. Fue avasalladoramente caótica; para empezar, hubo 15 candidatos que se disputaron la nominación a la presidencia, una serie de temas controversiales dividieron el debate, hubo golpes, incluso una disputa con partidarios del recién resurgido Ku Klux Klan provocó que los gobernadores de Colorado y Kentucky se agredieran físicamente. Aunado a este desastre, las votaciones cambiaron drásticamente de un momento a otro, muchos se quedaron sin dinero y tuvieron que marcharse. Para colmo, hubo grandes rumores de soborno y todo esto ocurrió con una audiencia masiva por radio en vivo. Tuvieron que pasar 16 días antes de poder lograr un consenso.

Después de las últimas elecciones primarias y caucus, el escenario electoral se despeja y los candidatos se vislumbran más claros. En el Partido Republicano, dos son los candidatos que tienen más posibilidades de ganar: Donald Trump y Ted Cruz, que suman cada uno 738 y 463 delegados, respectivamente[3]. Si tomamos en cuenta que para ganar la candidatura se necesitan mil 237 delegados, entonces a Donald Trump le faltarían 501 mientras que a Ted Cruz, 774 delegados. Por otro lado, Hillary Clinton y Bernie Sanders son los dos candidatos del Partido Demócrata que siguen en la contienda. Hillary ha sumado mil 243 delegados mientras que Sanders sólo 975. Con dos mil 383 delegados, un delegado obtiene la candidatura. (Figura 2)

Consultora en SPIN, Taller de Comunicación Política

Sin embargo, ¿que pasaría si en alguno de los dos partidos, ningún candidato obtuviera la cantidad de delegados requerida? En este caso se llevaría a cabo una convención abierta o “brokerd convention”, en la que los delegados, que antes habían prometido su voto a cierto candidato, son libres de cambiar de opinión con el objetivo de escoger un candidato.

El ejemplo más reciente de una convención abierta del Partido Republicano es la de 1948, donde Thomas Dewey fue electo después de tres votaciones. En ese año, Dewy, Stevenson y Ford perdieron las elecciones generales. Por el contrario, en 2016 el escenario electoral en el Partido Demócrata no parece acercarse a una convención abierta, pues la repartición de los delegados favorece ampliamente a Hillary aunque no se puede asegurar nada aún.

En cambio, en el Partido Republicano el proceso se percibe más complejo pues algunas proyecciones esperan que Trump obtenga sólo mil 239 delegados. La diferencia de esta cifra comparada con la mínima que debe conseguir (mil 237) es de sólo dos delegados, lo que significa que hay grandes posibilidades de que Trump -quien aventaja a los demás candidatos- no alcance la suma necesaria para ser el candidato único del Partido Republicano. Así se lleve a cabo una convención abierta. Es necesario estar al pendiente del proceso electoral pues el escenario no es certero y cualquier giro en las campañas electorales puede revertir el resultado.

 

* Jessica Dávila es Politóloga. Consultora en SPIN, Taller de Comunicación Política.

 

 

[1] Convención Nacional Republicana por sus siglas en inglés (Republican National Committee)

[2] Un dark horse es un término usado en la política estadounidense para definir a un candidato poco conocido o con pocas posibilidades de ganar que emerge sorpresivamente y gana la elección.

[3] Conteo al 31 de marzo de 2016.

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Imagen BBC

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