
México enfrenta crisis medio ambientales en diferentes partes del país, algunas de las cuales se agravan por la presencia del crimen organizado, que ha encontrado en la explotación de recursos naturales con alta demanda, fuentes alternas de ingresos que, si bien son menores a las que les genera el tráfico de drogas o el huachicol, es un caudal de gran tamaño que refuerza sus finanzas, genera daño a los ecosistemas e implica pérdidas millonarias a las comunidades rurales.
No se trata de procesos aislados que se limiten a un recurso natural en alguna zona del país, llevado a cabo por una organización, sino decenas de recursos valiosos en todo México en el que participan muchas organizaciones criminales. Es pues producto de la natural propensión de las organizaciones criminales para diversificarse, en donde cualquier oportunidad de negocio que deje ganancias es aprovechada.
El abanico de recursos naturales es muy amplio, e incluye metales como el oro, la plata, el mercurio, el litio, el cobre o el hierro, minerales como la barita o la fluorita; maderas finas como caoba, ébano, granadillo, ciricote o cedro rojo; animales exóticos como aves, felinos, simios, vaquita marina, pepino de mar o totoaba; cultivos de alta rentabilidad como aguacate, tomate, limón, naranja o frutos rojos, ganado vacuno de engorda, y hasta bienes tan esenciales como el agua en las zonas en donde hay escasez.
Al respecto, las organizaciones criminales recurren a dos estrategias de monetización, la primera es cobrar derecho de piso a los productores agrícolas, ganaderos o mineros, de forma que se les deja operar a cambio de un porcentaje de las ventas y si no cumplen son atacados con violencia, y la segunda es sacar ilegalmente del país los productos altamente demandados para ser traficados a Asia, principalmente a China, Japón, Corea del Sur y Hong Kong, o bien a los Estados Unidos y Europa, en donde los mismos son altamente apreciados en el mercado negro.
A continuación, se puede observar un mapa que resume los principales recursos naturales que son explotados por el crimen organizado en cada zona del país, así como las organizaciones criminales que se enfocan en cada tipo de producto:

Diferentes medios de comunicación han documentado estos procesos de depredación de los recursos naturales o extorsión a los productores agrícolas. Por ejemplo, han dado cuenta de la devastación de especies marinas del Golfo de California, como la vaquita marina, que se encuentra en peligro de extinción, o la totoaba, las cuales tienen una gran demanda en China y Hong Kong que ha provocado un descenso importante en el número de especímenes en el Mar de Cortés, en el que participan las dos facciones del Cártel de Sinaloa: la Mayiza y los Chapitos.
Algo similar pasa en la Selva Lacandona, en donde el Cártel de Sinaloa en su vertiente de la Mayiza y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) participan en el tráfico ilegal de especie protegidas, que incluye diferentes tipos de monos y primates como mono araña o mono aullador, aves como loros, guacamayas, tucanes y quetzales, jaguares, ocelotes, serpientes, lagartos y reptiles, los cuales se venden a altos precios en mercados internacionales.
No muy lejos, en la zona protegida de Calakmul en Campeche, una red de personas de origen chino se alió a grupos locales de talamontes, para cortar miles de árboles, en especial de granadillo y ciricote, que después son enviados de contrabando a Asia. Esta situación se hace presente en otras regiones del país como Chihuahua, Durango, Michoacán, Chiapas y Veracruz, con la participación de grupos locales.
La minería también se ha convertido en una fuente de ingresos para las organizaciones criminales, ya sea mediante la extorsión de los grandes conglomerados nacionales e internacionales, como la explotación directa de minas ilegales. En dicho contexto, destacan las extorsiones a las minas de plata en Guerrero, en la que participan organizaciones como la Familia Michoacana y los Tlacos; o bien, las de oro que se encuentran en Zacatecas, que son amenazadas por células del CJNG y el Cártel de Sinaloa en su facción de la Mayiza, o las minas de Hierro de Michoacán, asediadas por lo que queda de los Caballeros Templarios.
De igual forma, las organizaciones criminales han puesto sus ojos en productos minerales menos convencionales como la barita, que se utiliza en muchos procesos químicos, en especial como insumo en las perforaciones de petróleo. Su epicentro de explotación está en Chiapas, que se pelean el CJNG y el Cártel de Sinaloa en su facción de la Mayiza. Más importante aún es el litio, fundamental para la fabricación de baterías para computadoras, autos y paneles solares, cuyos yacimientos más relevantes se encuentran en Sonora, en el territorio que se pelean el Cártel de Sinaloa a través de su célula de los Salazar y el Cártel de Caborca, así como los yacimientos de mercurio de la Sierra Gorda de Querétaro, que domina el CJNG, ya que el mercurio es altamente demandado por las mineras de oro ilegal de países como Colombia, Perú, Bolivia, Venezuela y Ecuador, porque sirve de base para los procesos químicos para separar el metal áureo.
También los productores agrícolas son presas de extorsiones. En Colima y Michoacán los limoneros son extorsionados por el CJNG y Cárteles Unidos; también en Michoacán, los aguacateros tienen que pagar derecho de piso al CJNG, a los Caballeros Templarios y a las organizaciones que conforman Cárteles Unidos, como los Viagras, Blancos de Troya o el Cártel de Tepalcatepec.
En Sinaloa los productores de tomate son extorsionados por alguna de las dos facciones del Cártel de Sinaloa o por la Organización de los Beltrán Leyva; en el norte de Veracruz, quienes cultivan naranjas le pagan a el CJNG o al Cártel del Golfo a través del Grupo Sombra, también llamado Mafia Veracruzana, y los productores de carne de engorda en muchas entidades, en especial en Durango y Chihuahua, son extorsionados por el Cártel de Sinaloa y el Cártel de Juárez a través de la Línea.
Mención aparte requiere el producto natural más esencial para la vida humana que es el agua, que escasea en muchas zonas desérticas del país y en zonas densamente pobladas como es el Estado de México, en donde incluso ya se acuñó el término, huachicol del agua, que implica el robo del líquido a través de pipas o perforaciones en las tuberías, para luego ser vendido en un mercado negro, en el que participan sindicatos criminales como la Unión de Sindicatos y Organizaciones Nacionales (USON) y la Alianza de Autotransportistas, Comerciantes y Anexas de México (ACME), así como bandas criminales como los 300 y la Chokiza.
La participación de las organizaciones criminales en la explotación de recursos naturales tiene muchos impactos negativos. El primero de ellos es la depredación del medio ambiente, porque a ellos les interesan las ganancias sin importarles si los bosques se talan, las especies corren peligro de extinción y las tierras y fuentes de agua se contaminan por la minería.
El segundo es que, al extorsionar a los productores, imponen un impuesto adicional a la producción, que se termina trasladando a los consumidores que al final pagamos más por insumos, como la carne, el limón o el aguacate.
Y tercero afecta la vida de comunidades y productores de bajos ingresos, que apenas completan con lo que ganan y ahora también deben pagar derecho de piso, lo cual merma sus ingresos y en muchos casos los obliga por miedo o ventas insuficientes a dejar dicha actividad productiva.
* Víctor Manuel Sánchez Valdés (@victorsanval) es profesor investigador de la Universidad Autónoma de Coahuila, especialista en seguridad pública y doctor en políticas públicas por el CIDE. Correo de contacto: [email protected].

Un nuevo documental de la BBC arroja luz sobre cómo Jasveen Sangha terminó siendo acusada en el caso del actor de “Friends” Matthew Perry.
Ella era una mujer que parecía tenerlo todo: una crianza privilegiada, una buena educación y un amplio círculo de amigos.
Pero Jasveen Sangha guardaba un oscuro secreto que, según algunos de sus amigos más cercanos, ocultaba incluso de ellos. La ciudadana con doble nacionalidad británica-estadounidense proveía de sustancias controladas a estrellas ricas y famosas de Hollywood, y administraba una ‘casa de escondite’ de drogas que incluía cocaína, Xanax, pastillas falsas de Adderall y ketamina.
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Su negocio —y la ilusión de su vida encantada— llegó a un abrupto final después de suministrar 50 viales de ketamina que finalmente fueron vendidos al actor de Friends Matthew Perry, incluyendo la dosis que provocó su muerte por sobredosis en 2023.
Ahora, Sangha está entre otras cinco personas, incluidos dos médicos, que se han declarado culpables de delitos relacionados con la muerte de Perry.
En febrero, Sangha será la última acusada en recibir sentencia en el caso, el cual destapó una red clandestina de ketamina en Los Ángeles. Podría enfrentar una pena máxima de 65 años en una prisión federal.
Bill Bodner, agente especial a cargo de la oficina de Los Ángeles de la Administración para el Control de Drogas (DEA) en el momento de la muerte de Perry, dijo a la BBC que ella era “una persona altamente educada que decidió ganarse la vida traficando drogas, y usar ese dinero del narcotráfico para financiar esta personalidad de influencer en redes sociales”.
Añadió que Sangha dirigía “una operación de narcotráfico bastante grande que atendía a la élite de Hollywood”.
Los fiscales han señalado que Perry estaba tomando cantidades legales y prescritas de ketamina para tratar la depresión, pero luego comenzó a querer más de lo que sus médicos le permitían.
Los documentos judiciales relacionados con la investigación federal muestran cómo eso llevó al actor a ponerse en contacto con varios médicos y luego con un distribuidor que obtenía la droga para Sangha a través de un intermediario.
Su abogado, Mark Geragos, ha dicho que Sangha está asumiendo la responsabilidad, pero ha negado que ella conociera realmente a Perry, quien fue más conocido por interpretar a Chandler Bing en la popular comedia televisiva Friends.
“Ella se siente terrible. Se ha sentido terrible desde el primer día”, dijo Geragos a los periodistas después de que se declarara culpable en el caso. “Ha sido una experiencia horrenda”.
Semanas antes de la muerte de Perry, Sangha habló por teléfono con su viejo amigo Tony Marquez.
Él y otras personas hablaron con la BBC y la presentadora Amber Haque para un documental que investiga las circunstancias alrededor de la muerte de Perry. Es la primera vez que amigos hablan abiertamente sobre la mujer que se ha hecho conocida mundialmente como la “reina de la ketamina”.
Sangha y Marquez se conocen desde la década de 2010, y él dijo que incluso había frecuentado a su familia. Como Sangha, Marquez era un habitual del circuito de fiestas en Los Ángeles.
Él también ha enfrentado problemas legales relacionados con drogas y tiene una condena previa por narcotráfico. Pero aunque ambos compartían una larga historia, dice que Sangha nunca insinuó que estaba en serios problemas.
Solo unos meses antes, su casa en North Hollywood, que según los fiscales era una “casa de escondite’, había sido allanada por la policía.
Jash Negandhi asistió a la Universidad de California en Irvine junto con Sangha en 2001 y han sido amigos durante más de 20 años.
“Ella estaba muy metida en la escena de la música dance”, recuerda Negandhi. “Le encantaba bailar y pasarla bien”.
Negandhi dijo que quedó desconcertado al enterarse de que su amiga era una traficante de drogas.
“Yo no sabía nada”, afirma. “Absolutamente nada. Ella nunca había hablado de eso”.
Ciertamente, la mayoría de los amigos asumían que ella no necesitaba dinero.
“Ella siempre tenía dinero”, dice Marquez. “Viajaba por todas partes en jet privado, y hacía eso mucho antes de que todo explotara”.
Los abuelos de Sangha eran multimillonarios del comercio de moda en el este de Londres, según el periódico The Times, y Sangha —hija del empresario Nilem Singh y de la doctora Baljeet Singh Chhokar— estaba destinada a heredar la riqueza familiar.
Su madre se volvió a casar dos veces y se mudó a Calabasas, en California, donde En Sangha creció. Su casa familiar en Los Ángeles es “hermosa” y “grande”, según Marquez.
“Hacíamos parrilladas o fiestas en la piscina en la casa de sus padres”, dice. “Son muy atentos, muy cariñosos, y nos trataban como si fuéramos sus hijos”.
Sangha pasó un tiempo en Londres después de la secundaria y se graduó con un MBA en la Hult International Business School de Londres en 2010. En las fotos, se la puede ver sonriendo dulcemente a la cámara con un elegante traje negro y el cabello castaño alisado durante una visita al Financial Times en 2010.
“No daba la impresión de ser una buscavidas”, señala un antiguo compañero de clase. Sangha era amistosa, aunque algo distante.
En clase usaba ropa de diseñador y disfrutaba socializar. No había rumores de que estuviera involucrada en drogas. “Si hubiera sido consumidora en Hult, probablemente lo habríamos sabido”.
Regresó a Los Ángeles poco después de completar su MBA. La madre y el padrastro de Sangha administraban franquicias de KFC en California y fueron demandados por la compañía en 2013 por más de 50.000 dólares, según muestran documentos judiciales, por no pagar regalías a la empresa por el uso de su marca.
El padrastro de Sangha se declaró en bancarrota antes de que el caso concluyera. Si la familia de Sangha estaba atravesando dificultades financieras durante ese período, sin embargo, ella no lo reveló a muchas personas.
“No escuché nada sobre eso”, dice Negandhi.
Sangha parecía querer alcanzar los logros empresariales de sus padres. Abrió un salón de manicura de corta duración llamado Stiletto Nail Bar y hablaba con amigos sobre ambiciones que incluían ser propietaria de una franquicia de restaurantes.
Pero su verdadero interés parecía estar en salir de fiesta. En Los Ángeles, tenía un círculo muy unido de amigas llamado las ‘Kitties’, según Marquez, que era un grupo compuesto en su mayoría por mujeres que disfrutaban organizar fiestas a las que asistían celebridades.
A menudo se reunían en Avalon, un teatro histórico en el corazón de Hollywood que alberga conciertos y eventos de música electrónica, y festejaban hasta altas horas de la madrugada.
Marquez afirma que tomaban pastillas y ketamina. A veces sus fiestas, que organizaban en distintas partes de California, duraban varios días.
“Íbamos de viaje al Lago Havasu, alquilábamos una gran mansión antigua y llevábamos a nuestros DJs, todos nuestros sistemas de sonido, y cada noche teníamos una fiesta temática solo para nosotros”, dice Marquez sobre el lago, que limita con California y Arizona.
“Nos vestíamos elegantes y hacíamos una fiesta de blanco, una fiesta de trajes brillantes. Tuvimos una fiesta de hongos.”
Estas fiestas “siempre incluían ketamina”, afirma. Pero aunque Sangha tenía muchos apodos dentro de este grupo de amigos, nadie la conocía como la “reina de la ketamina”.
“Nadie la llamaba así”, dice Marquez.
El grupo estaba preocupado por la contaminación del suministro ilegal de drogas con el mortal opioide fentanilo y, por lo tanto, hizo esfuerzos extraordinarios para obtener grandes cantidades de ketamina de alta calidad.
“Si íbamos a consumir ketamina, queríamos conseguirla de la fuente”, dice Marquez.
Los amigos supuestamente usaban mensajeros para ir a México a recoger la droga —que se utiliza como sedante durante cirugías— de veterinarios y farmacias corruptas al otro lado de la frontera.
“No sabría decir si Jasveen hacía eso”, afirma Marquez. “¿Pero teníamos acceso? ¿Teníamos gente que lo hacía? Sí”.
Marquez afirma que nunca sospechó que Sangha estuviera traficando drogas en paralelo: “Es impactante, te lo digo”.
“Durante años y años he conocido a esta persona. Conozco a su familia. Sé cómo actúa, sé de lo que es capaz. Sé de dónde viene. No puedo —aún hoy en día— no puedo creer que esto esté pasando”, dice.
Mirando en retrospectiva, Marquez sospecha que Sangha se volvió “adicta” al estatus social que conllevaba ser una traficante de drogas para los ricos y famosos.
“Creo sinceramente que Jasveen estaba adicta a esa vida de vender [drogas] a celebridades”, afirma.
“Ella era adicta a estar en ese círculo social y a ser buscada por celebridades que la gente ha visto toda su vida en la televisión”, agrega.
Dice que cree que ella nunca fue una “capo” ni una gran traficante, sino que simplemente cayó en el negocio porque “le encantaba consumir ketamina, igual que todos nosotros”.
Las acciones de Sangha, sin embargo, sugieren un carácter más despiadado.
Los fiscales han dicho que en 2019, Sangha vendió ketamina a un hombre llamado Cody McLaury.
McLaury sufrió una sobredosis y murió. Tras su muerte, su hermana le envió un mensaje de texto a Sangha para decirle que las drogas que había vendido a su hermano lo habían matado.
“En ese momento, cualquier persona sensata habría acudido a las autoridades, y ciertamente cualquier persona con un mínimo de corazón habría detenido sus actividades y no habría seguido distribuyendo ketamina a otros”, dice Martin Estrada, exfiscal jefe del Distrito Central de California, quien anunció cargos federales contra Sangha en agosto de 2024.
“Ella siguió haciendo esto, y vimos que, varios años después, la continuación de su conducta resultó en la muerte de otra persona, el señor Perry”, agrega.
Otro amigo de un círculo distinto que solía ir a clubes con Sangha en la década de 2010 recuerda haberse sorprendido de manera similar con la noticia.
Le dijo a la BBC que conocía a Sangha desde la secundaria y que socializaba mucho con ella al mismo tiempo que Marquez.
El amigo no quiso ser identificado, para poder hablar con franqueza sobre la mujer que conocía y que ahora “está siendo acusada de ser una narcotraficante”.
“Siempre estábamos en fiestas, casi todas las noches. Durante muchos, muchos años”, dice él. “Ella nunca me ofreció nada”.
Recuerda que Sangha llevaba a su tío Paul Sing con ella a casi todos lados. “No es realmente el comportamiento de una narcotraficante”, afirma. “[Y] no es que simplemente lo dejara acompañarla. Él siempre vestía a la moda”.
Paul Sing aparece en fotos de eventos junto a Sangha y estuvo presente en el tribunal para escucharla declararse culpable el 3 de septiembre.
Según Marquez, en algún momento de la década de 2020 Sangha asistió a rehabilitación. En documentos judiciales presentados el mes pasado, su abogado Mark Geragos afirmó que llevaba 17 meses sobria. En su última conversación con Negandhi, hablaron sobre el futuro.
“Ambos estábamos ya en nuestros cuarenta, y tiendes a autoevaluarte cuando llegas a esa edad. Y empiezas a pensar, ¿qué es lo que queremos hacer ahora que hemos alcanzado esta etapa?”, dice él.
“Ella estaba muy emocionada por haber estado sobria durante bastante tiempo y simplemente esperaba muchas cosas de la vida”, agrega.
Sangha no mencionó que había sido arrestada recientemente.
“Yo no tenía idea de que estaba pasando por todo esto cuando hablábamos”, afirma. “Ella no había revelado nada de eso”.
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