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Meridificación: la sutil violencia urbana en Yucatán
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Meridificación: la sutil violencia urbana en Yucatán

En un hecho inédito en su historia, Mérida se ha convertido en uno de los principales focos de migración interna en el país gracias a su fama como la mejor y más segura ciudad para vivir. ¿Pero para quién y a costa de quiénes?
19 de septiembre, 2018
Por: Carla Escoffié

En Mérida la gentrificación –si bien no inexistente- no es el principal fenómeno de exclusión urbana y de mercantilización del derecho a la vivienda. La capital de Yucatán, considerada como una de las mejores ciudades del país para vivir[1] e invertir[2], amenaza con destruir a las comunidades mayas en su periferia. Se trata de un nuevo capítulo en la larga historia de discriminación, exclusión y desencuentro entre los mayas y los no-mayas que comparten el territorio del Mayab.

En un hecho inédito en su historia, Mérida se ha convertido en uno de los principales focos de migración interna en el país. La fama que se ha hecho como una de las ciudades más seguras del país[3] –o la más segura, como suelen apuntar algunas fuentes[4]-, así como los precios absurdamente baratos en el mercado inmobiliario –se calcula que las casas son 84% más baratas que en Ciudad de México[5]– son algunas de las causas del acelerado crecimiento de esta ciudad de la que sus habitantes hace apenas un par de años solían afirmar –algunos con orgullo, otros con hastío- que seguía “siendo un pueblo”.

No obstante, los generosos precios del mercado inmobiliario son tan solo una ilusión. No es que estén “regalando” casas, sino que son otras personas las que terminan pagando el precio: la población maya. Debido a que la ciudad no crece hacia arriba[6], la capital continúa derramándose. Los desarrollos privados que florecen principalmente en el norte de la ciudad amenazan con tragar comunidades de mayoría indígena y digerirlas en colonias de clase media-alta, alterando –si no es que desintegrando por completo- su vida comunitaria.

Este es el caso de Chablekal, comisaría del municipio de Mérida ubicada a 21 kilómetros de la capital yucateca. Asediada por muros que esconden zonas residenciales de lujo, no tiene ya más espacio para crecer, ni siquiera para ampliar el espacio de su cementerio. El pasado 2 de septiembre se cumplieron 4 años de la formación de la Unión de Pobladores y Pobladoras en defensa de la tenencia de la tierra, el territorio y los recursos naturales de Chablekal. Conformada por más de 300 pobladores, exige a las autoridades ejidales detener la venta masiva de su territorio para el desarrollo de más zonas residenciales privadas[7].

Por su parte, la comunidad de Santa Gertrudis Copó observó el pasado 8 de mayo la destrucción de 5 de sus casas. Empresarios de Mérida aseguran tener la propiedad del casco de la exhacienda en la que se encuentran asentados sus habitantes. Sin la presencia de policías, le indicaron a la comunidad que serían “reubicados”, que se harían trabajos de construcción en la zona y que ellos, básicamente, ya no vivían ahí[8].

Los desarrollos habitacionales con los que poco a poco se planea remplazar a comunidades como Chablekal o Santa Gertrudis Copó no son ni siquiera una respuesta a las necesidades de vivienda de la población meridana. Los precios extremadamente bajos de las tierras –debido a que son comprados por migajas a campesinos y ejidatarios-, así como el aumento sin precedentes de la población, han generado una economía inmobiliaria de especulación a gran escala. Aproximadamente el 14 % de las viviendas familiares de Mérida están vacías[9].

La realidad que hoy se vive en la capital de Yucatán, no obstante, comenzó a fraguarse hace al menos unas cuatro décadas. Desde los años setenta y ochenta, el mercado inmobiliario fue visto como una alternativa a la agonizante industria henequenera –antes la principal actividad económica de la entidad-, convirtiéndose en la principal fuente de empleo y en la segunda rama en inversión pública y privada. Durante los años noventa, a nivel federal y estatal se adoptó un modelo de desregularización y privatización de las funciones gubernamentales en materia de vivienda. Se priorizó así la liberación del suelo para el desarrollo de proyectos residenciales privados[10].

La producción y adquisición de vivienda, así como la planificación urbana, pasó a control del vaivén del mercado. Si el henequén fue llamado en su momento el “oro verde”, sin duda alguna en Yucatán el sector inmobiliario se ha convertido en el “henequén de asfalto” de las últimas décadas.

El investigador y articulista yucateco Rodrigo Llanes ha advertido un “colonialismo urbano”[11] en el despojo sistemático de las comunidades mayas en la periferia de Mérida. Esta apreciación no resulta exagerada si recordamos que el mote de “Ciudad Blanca” –nombre dado por antonomasia a Mérida- surge en el contexto de la Guerra de Castas (1847-1901) cuando se prohibió la entrada de indígenas a la ciudad. Debido a que continúa siendo una ciudad pensada por y para los no-indígenas, la meridificación de las comunidades en la periferia implica una gentrificación no de un barrio, sino de un territorio, justificada por una lógica racista y clasista.

El crecimiento arbitrario y especulativo de Mérida –que persigue lógicas del mercado y no a las necesidades reales de viviendas- es el que decide la planeación, el desarrollo y el futuro de las comunidades como Chablekal y Santa Gertrudis Copó. Después de siglos de ser ignoradas por la capital yucateca, ésta se encuentra pisándoles los talones, acusándolas de “estorbar” el crecimiento económico y asumiendo que la gente que en ellas habita siempre “encontrará a dónde irse”.

Cuando se dice que Mérida es la mejor ciudad para vivir en el país, debemos preguntar: ¿mejor para que ahí viva quién? ¿Los mayas? Cuando se dice que Mérida es la ciudad más segura del país, debemos preguntar: ¿Segura para quién? ¿De qué seguridad hablamos? ¿Si soy maya estaré libre de desalojos con uso de la fuerza pública para no impedir el “desarrollo” de esa “Ciudad Blanca”?

 

* Carlos Luis Escoffié Duarte es abogado litigante en derechos humanos. Miembro del Centro de Estudios de Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de Yucatán.

 

Referencias: 

[1] Animal Político. Zona metropolitana de Monterrey y Mérida, los mejores lugares para vivir, según estudio, 21 de agosto de 2018. Disponible en formato digital a través de este enlace.

[2] Diario de Yucatán. Mérida, entre las 10 mejores ciudades para emprender y hacer negocios, 6 de junio de 2018. Disponible en formato digital a través de este enlace.

[3] Milenio Novedades. Confirma BBC la seguridad de Mérida, 5 de noviembre de 2017. Disponible en formato digital a través de este enlace.

[4] Animal Político, Si se acaba el mundo, me voy a Mérida: cómo se vive en la ciudad más pacífica de México, 4 de noviembre de 2017. Disponible en formato digital a través de este enlace.

[5] Publimetro. Mérida, la ciudad más segura para vivir y más barata que la CDMX, 11 de abril de 2017. Disponible en formato digital a través de este enlace.

[6] Si bien no existe una respuesta clara a este fenómeno, interviene sin duda el hecho de que en Yucatán, históricamente, no ha existido la costumbre de vivir en edificios de departamentos. Además, la gente proveniente de otros estados, al ver los precios bajos en el suelo, deciden cumplir el sueño de comprar una casa en lugar de un departamento.

[7] Indignación. Unión de Pobladores y Pobladoras de Chablekal celebra 4 años de lucha por la defensa de su territorio (Comunidado), 2 de septiembre de 2018. Disponible en formato digital a través de este enlace.

[8] La Jornada Maya, Santa Gertrudis Copó denuncia invasión y defiende pueblo maya, 8 de mayo de 2018. Disponible en formato digital a través de este enlace. Llanes, Rodrigo; Invasión y desalojo, publicado en el Diario de Yucatán el 21 de mayo de 2018. Disponible en formato digital a través de este enlace. Me he referido al caso de Santa Gertrudis Copó como un posible caso de domicidio. Véase: Revista Nexos, Tenemos que hablar del ‘domicidio’ y sus costos sociales, 31 de mayo de 2018. Disponible en formato digital a través de este enlace.

[9] Diario de Yucatán, Casas desperdiciadas, 25 de marzo de 2015. Disponible en formato digital a través de este enlace.

[10] Véase: Bolio Osés, Jorge; En unas cuantas manos. Urbanización neoliberal en la periferia metropolitana de Mérida, Yucatán, 2000-2014, Mérida: Universidad Autónoma de Yucatán, 2016.

[11] Llanes, Rodrigo; El colonialismo urbano, publicado en el Diario de Yucatán el 17 de septiembre de 2018. Disponible en formato digital a través de este enlace.

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Imagen BBC
El nuevo y lujoso barrio de Mónaco de más de $2 mil millones de dólares construido sobre el mar
8 minutos de lectura

Mareterra, construido sobre el Mediterráneo e inaugurado en diciembre de 2024, combina ecología con belleza natural.

22 de mayo, 2025
Por: BBC News Mundo
0

Era poco más del mediodía en Mareterra , el barrio más nuevo de Mónaco, y una multitud se agolpaba en la terraza de Marlow, el primer restaurante británico de alta cocina del principado.

Cerca de allí, los oficinistas descansaban en los amplios escalones junto al agua en su hora de almuerzo. El Paseo Príncipe Jacques, la pasarela peatonal de 800 metros que rodea el perímetro marítimo de Mareterra, estaba concurrida con corredores y padres empujando cochecitos por el pavimento de hormigón.

Me detuve para disfrutar de la vista sobre la extensión del mar azul hacia el frondoso cabo de Roquebrune-Cap-Martin e Italia más allá. La zona se integraba tan perfectamente con el paisaje circundante que me costó recordar cómo hace seis meses, esto todavía era una obra sin terminar, y que hace ocho años, donde yo estaba parada, estaba el mar Mediterráneo.

Este barrio, un proyecto de 2.000 millones de euros (unos US$2.260 millones) que se inauguró en diciembre de 2024, es la última respuesta de Mónaco a una pregunta que se ha planteado durante más de 150 años: ¿cómo expandirse cuando ya se ha quedado sin terreno?

Caminé por el paseo marítimo y me agaché por una puerta que daba al sendero, entrando en una oscura antecámara de hormigón. Otra puerta conducía al interior hueco de uno de los 18 cajones, las cámaras de 10.000 toneladas y 26 metros de altura que se asientan una junto a la otra como gigantescas piezas de Lego en el fondo marino para crear la infraestructura marítima del nuevo barrio.

En el espacio oscuro y sin luz, mis ojos tardaron un rato en captar lo que mis oídos reconocieron de inmediato: olas que se estrellaban contra un muro.

Miré por encima de una gruesa barandilla que me separaba de la caída al mar. El Mediterráneo emergía como si llamara mi atención, mientras la cámara de hormigón armado permanecía silenciosa e inmóvil, absorbiendo el impacto del oleaje.

La parte superior de cada cajón, conocida como cámara Jarlan, se encuentra por encima de la línea de flotación para permitir el flujo de agua a través de estrechas aberturas verticales en el lado exterior. El diseño está concebido para actuar como un rompeolas que absorbe y dispersa la energía de las olas.

“Eso significa que, incluso durante tormentas históricas, las olas no se elevarán demasiado ni sumergirán [a Mareterra] “, dijo Guy Thomas Levy-Soussan, director gerente de SAM L’Anse du Portier, los desarrolladores de Mareterra, mientras estábamos en La Gruta Azul, como se llama este espacio, en honor a la Gruta Azul de Capri.

“Cuando el sol brilla a través de las aberturas de la cámara Jarlan por la mañana, el espacio adquiere un tono ligeramente azul”, dijo, explicando la elección del nombre.

Un edificio y debajo las cámaras de hormigón sobre el mar en Mareterra
Getty Images
El distrito de Mareterra está construido sobre gigantes cámaras de hormigón.

La Guta Azul no brilla como las cuatro paredes adornadas con cuarzo rosa pastel y morado lavanda, en la cercana sala de meditación y contemplación silenciosa diseñada por la artista vietnamita Tia-Thủy Nguyễn.

Y probablemente me sentiría un poco incómoda estando sola en ese espacio oscuro. Sin embargo, se ha convertido rápidamente en uno de los lugares más inusuales y menos llamativos del principado mediterráneo, atrayendo a un flujo constante de personas como yo, curiosas por ver entre bastidores el ingenio técnico que implica recuperar tierra del mar.

Construyendo sobre el mar

La recuperación de tierras no es nueva en Mónaco, el segundo país más pequeño del mundo después de la Ciudad del Vaticano, donde 38.000 habitantes se apiñan en un territorio de poco más de 22 km².

Si bien una gran proporción de ellos son millonarios, siguen viviendo en el país más densamente poblado del mundo.

Acorralado por Francia, la solución habitual de Mónaco a su problema de espacio es adentrarse en el agua. Desde 1907, el 25% del territorio monegasco se ha ganado al mar, incluyendo la zona de playa, Le Larvotto, el Puerto Hércules -repleto de superyates-, y el barrio de Fontvieille, al oeste del Palacio del Príncipe de Mónaco.

Si Rainiero III, quien llegó al poder en 1949, se forjó la reputación de ser “el príncipe constructor”, su hijo, el actual soberano Alberto II, continúa la tradición. Fue en 2013 cuando anunció sus planes de recuperar estas seis hectáreas frente a la costa, cerca de Larvotto, en el extremo oriental de Mónaco, bautizándolas posteriormente como Mareterra para reflejar su conexión con el mar y la tierra.

El barrio ha incrementado el territorio del principado en un 3% y comprende dos bloques de apartamentos residenciales (incluido uno diseñado por el célebre arquitecto italiano Renzo Piano), 10 villas y cuatro casas adosadas, un pequeño puerto deportivo, 14 locales comerciales y tres hectáreas de espacio público.

Mareterra encaja como la pieza que faltaba en un rompecabezas en este tramo del litoral monegasco. Se encuentra junto al Foro Grimaldi, un espacio para eventos que a menudo alberga exposiciones itinerantes de arte y espectáculos, y al Jardín Japonés, plantado en 1994 con pinos mediterráneos, granados y olivos según los principios del diseño zen.

Ambos sitios han podido crecer gracias a la ampliación.

Ecológico

En consonancia con el compromiso del Príncipe de lograr la neutralidad de carbono en el Principado para 2050, Mareterra también se ha concebido como el rincón más verde de Mónaco.

El príncipe Alberto II de Mónaco (centro) corta la cinta junto a la princesa Charlene de Mónaco (izq.) y el príncipe Jacques (centro) durante la inauguración del nuevo distrito «Mareterra» en Mónaco, el 4 de diciembre de 2024.
Getty Images
El príncipe Alberto y su esposa, la princesa Charlene, inauguraron el nuevo barrio el 4 de diciembre de 2024.

Nueve mil metros cuadrados de paneles solares, 200 estaciones de carga para vehículos eléctricos y 800 árboles se encuentran entre las iniciativas ecológicas del distrito.

Justo en la entrada de La Gruta Azul se reproduce en bucle un vídeo de cinco minutos que presenta cómo el proyecto abordó la inevitable perturbación marina que conlleva este tipo de construcción.

Los cajones también desempeñan un papel fundamental; se moldearon relieves y ranuras en su construcción para fomentar la colonización de la flora y fauna marinas.

Incluso se lijaron a mano algunos segmentos para añadir textura. Las cámaras de Jarlan tienen una ventaja adicional: recrean zonas poco profundas donde los peces pueden entrar y salir rápidamente.

Sin embargo, el reto más delicado consistió en trasplantar 384m² de Posidonia oceanica, una pradera marina endémica que desempeña un papel fundamental en el ecosistema mediterráneo y está protegida por la legislación de la Unión Europea (UE).

Una técnica pionera utilizó una pala para árboles modificada para extraer las plantas de Posidonia y colocarlas en cestas que luego pudieron replantarse a 200m de distancia, en el Área Marina Protegida de Larvotto.

“Normalmente transportamos las plantas de Posidonia una a una”, explicó Sylvie Gobert, oceanóloga de la Universidad de Lieja (Bélgica), quien colaboró en el proyecto. “Lo realmente innovador es que nos llevamos la Posidonia, junto con todo su ecosistema radicular y aproximadamente un metro cúbico de sedimento”.

Armonía

Si la Posidonia finalmente se ha asentado en su nuevo hogar, también lo ha hecho Mónaco en Mareterra. Al observar la zona, me di cuenta de la rapidez con la que los suaves azules y grises de Le Renzo, el llamativo bloque residencial de Piano que se alza como un centinela sobre el vecindario, se han convertido en una parte familiar del paisaje local.

Cerca de allí, Quatre Lances, una escultura del artista estadounidense Alexander Calder que fue comprada por la madre del príncipe Alberto, Grace Kelly, en la década de 1960 y que había estado languideciendo almacenada, se ha convertido en un punto de encuentro al que la gente gravita.

Un pequeño paseo natural, La Pinède, serpentea a través de un jardín rocoso plantado con pinos carrascos y pinos paraguas, las mismas especies que encontrarías si estuvieras caminando por la campiña provenzal.

Imagen aérea de Mareterra cuando aún estaba siendo construido, en noviembre de 2024.
Getty Images
Mareterra fue construido como el distrito más ecológico del principado.

Una fuente de agua goteaba suavemente entre nidos de pájaros y hoteles para insectos instalados entre la maleza mediterránea.

Estas no son las atracciones llamativas por las que Mónaco es famoso, como el dorado Casino de Montecarlo. Es una zona que ha sido diseñada para los locales, con sólo un puñado de tiendas y restaurantes, aunque los visitantes vienen a disfrutar de los tranquilos jardines, las vistas al mar y el ingenio que hizo posible Mareterra.

A pesar de sus ambiciones ecológicas, Mareterra plantea interrogantes sobre su necesidad. Aunque se presenta como la solución de Mónaco a sus problemas de vivienda, se especula con que los precios de las propiedades parten de los US$100.000 euros (unos US$112.000) por metro cuadrado, lo que la convierte en una de las áreas residenciales más caras del mundo.

Además, ninguna de las nuevas residencias se ha reservado para los monegascos, que son casi 10.000 y tienen derecho a vivienda social.

Sin embargo, en Mónaco están seguros de que Mareterra no es el fin de su historia de crecimiento.

“Para el Príncipe Alberto, si no hay construcción, el país está paralizado”, declaró Nancy Heslin, cofundadora de Carob Tree Publishing , la primera editorial monegasca compuesta exclusivamente por mujeres, quien ha entrevistado al Príncipe en varias ocasiones.

“El país siempre buscará seguir expandiendo su territorio”, afirmó.

“Mientras tenga el deseo y el presupuesto para ampliar los límites de lo posible, tanto a escala tecnológica como ecológica, el principado será un ejemplo a seguir para otras ciudades costeras, como laboratorio de este tipo de innovación”, dijo por su parte Levy-Soussan,

“Mónaco es un país pequeño que ha logrado cosas extraordinarias”.

Línea gris
BBC

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