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Los 100 pasos para la transformación y el presupuesto con enfoque de primera infancia

El documento "100 pasos para la transformación" de Sheinbaum garantiza el abasto universal a todas las vacunas. Pero para 2025 el Programa de Vacunación tendrá un decremento de 18 %, de acuerdo con el proyecto de Presupuesto.
27 de noviembre, 2024
Por: Aranzazu Alonso

La primera infancia es, como lo hemos señalado en reiteradas ocasiones, una etapa clave para el desarrollo humano. La inversión en este grupo poblacional no solo genera beneficios individuales, sino que transforma sociedades enteras. Por ello, las asignaciones presupuestarias deben reflejar la urgencia y promesa de transformación que se ha hecho en materia de la primera infancia.

Desde una mirada centrada en la niñez temprana, deberíamos asegurarnos de que cada niña y niño reciba un paquete integrado de servicios oportunos y de calidad que garantice su derecho a la salud, a una nutrición adecuada, al aprendizaje y desarrollo, y a la protección integral y especial. Ello requiere la confluencia de actores y sectores, que mediante mandatos claros, intervenciones bien diseñadas y coordinadas, y con presupuestos suficientes y asociados a resultados, garanticemos a cada niña y niño su bienestar, y aún más, la felicidad, como ya lo dijo la Presidenta el 12 de abril.

Este texto es una revisión rápida de las propuestas de la presidenta en sus 100 pasos y su correlación con el primer presupuesto de su mandato; así como un llamado a la acción que movilice las voluntades del Secretario de Hacienda, los legisladores y ejecutores de gasto a asignar más recursos en transformar la vida de las niñas y los niños pequeños hoy.

¿Qué dice el Anexo 18 que se relaciona con los 100 pasos?

El documento “100 pasos para la transformación” enfatiza temas como la educación inicial, la creación del Sistema Nacional de Cuidados, y el acceso universal a programas de salud y nutrición. Al comparar estas aspiraciones con las asignaciones presupuestarias consignadas en el Anexo 18 del PPEF 2025 vemos muchos correlatos que celebramos, así como algunos asuntos a los que debemos poner atención.

Por ejemplo, uno de los temas incluidos en los 100 pasos es el fortalecimiento de la educación inicial. Si pensamos en las modalidades escolarizadas de la educación inicial y su intersección con el sistema de cuidados, vemos noticias alentadoras. Por ejemplo, el programa de guarderías del IMSS proyecta en el Anexo 18 del PPEF un incremento del 8 % con mil 240 millones más, al pasar de $ 15 mil 285 millones en 2024 a $ 16 mil 525 millones para 2025. De igual modo, el programa de Estancias de Bienestar y Desarrollo Infantil del ISSSTE proyecta en el Anexo 18 un incremento del 19 % con $ 584.7 millones más, al pasar de $ 3 mil 013 millones en 2024 a $ 3 mil 597 millones para 2025.

No obstante, si pensamos en las modalidades No Escolarizadas de la Educación Inicial -porque no todas las niñas y los niños necesitan o deben estar en un centro de cuidado, pero aún así tienen derecho a aprender-, el escenario no muestra mejoras claras respecto del año anterior. El programa de Educación Básica Comunitaria de la SEP presenta en el Anexo 18 un incremento nominal de tan solo 3 %, lo cual no compensa el aumento inflacionario. Pasó de $ 5 mil 836 millones en 2024 a $ 5 mil 999 millones para 2025.

Por su parte, el único programa que tiene el mandato explícito de ampliar la cobertura de estos servicios -Programa de Expansión de la Educación Inicial de la SEP- tiene en el Anexo 18 exactamente el mismo presupuesto que el año pasado, a pesar de las necesidades urgentes de expansión de cobertura y calidad. Si bien el Anexo 1 del Proyecto de Decreto del PPEF 2025 señala que habrá $200 millones para el fortalecimiento de los servicios personales para las acciones de la expansión de la educación inicial para la SEP, estos aún no se ven reflejados en las asignaciones del programa dentro del Anexo 18.

En términos del bienestar y el combate a la pobreza con enfoque de infancias, observamos que en el Anexo 18 se reporta un incremento del 58 % con $ 28 mil 970 millones adicionales en el programa de becas Rita Cetina -antes Benito Juárez-, que contó en 2024 con $ 49 mil 869 millones, mientras que para el 2025 se propone asignarle un presupuesto de $ 78 mil 840 millones. No obstante, aún no sabemos qué porcentaje de estos recursos corresponderán específicamente a las niñas y los niños en preescolar, ya que el incremento pudiera ser resultado de la intención de universalizar, en una primera etapa, sólo al nivel de secundaria.

Por su parte, no vemos incrementos reales en el Programa de Apoyo para el Bienestar de las Niñas y Niños, Hijos de Madres Trabajadoras de la Secretaría de Bienestar, que en el anexo 18 del PPEF proyecta sólo un incremento del 4 % con $109 millones más, al pasar de $ 2 mil 851 millones en 2024 a $ 2 mil 960 millones para 2025.

En lo que toca a salud vemos cambios alentadores, aunque también algunos puntos de enorme preocupación.

En los 100 pasos se da énfasis a la salud materna y neonatal en los primeros 1000 días de vida, y en el acceso a servicios de salud a los recién nacidos. Para el 2025, vemos con gusto que el Anexo 18 proyecta un incremento del 29 % para el programa de Salud materna, sexual y reproductiva de la Secretaría de Salud (CNEGSR), al pasar de mil 325 millones en 2024 a mil 710 millones para 2025. De igual modo, el programa de Fortalecimiento a la Atención Médica (IMSS- Bienestar) muestra en el Anexo 18 un incremento del 104 %, con $ 469 millones más, al pasar de $ 452 millones en 2024 a $921 millones para 2025. Por su parte, el Programa de Atención a la salud de personas sin seguridad social muestra en el Anexo 18 un incremento del 42 %, con $ 2 mil 612 millones más, al pasar de $ 6 mil 030 millones en 2024 a $ 8 mil 643 millones para 2025.

No obstante, en el mismo anexo vemos un decremento del 41 % en el Fondo de Aportaciones para los Servicios de Salud, del Fondo del Ramo 33.

En la página 221 de los 100 pasos también se establece que se ampliarán las pruebas diagnósticas y tamizajes en el primer nivel de atención para mejorar la detección temprana de enfermedades en niños y población general. En este punto, observamos con agrado que tanto los programas del IMSS y el ISSSTE reportan en el Anexo 18 incrementos en sus programas de prevención y control de enfermedades (18 % y 29 %, respectivamente).

Los 100 pasos aseguran que se garantizará el abasto universal a todas las vacunas. Pese a ello, en el 2025 la asignación reportada en el Anexo 18 del Programa de Vacunación del Centro Nacional para la Salud de la Infancia y Adolescencia (CENSIA), proyecta un decremento del 18 % con mil 029 millones menos, al pasar de $ 5 mil 601 millones en 2024 a $ 4 mil 571 millones para 2025. Este cambio es inexplicable y valdría mucho la pena que las autoridades hicieran explícito ante los legisladores qué justifica este recorte que se lee con gran preocupación a la luz de nuestro deseo compartido de mejorar la coberturas de vacunación en la infancia.

Presupuestos y resultados para la primera infancia: hacia dónde vamos

Este análisis desde una perspectiva de niñez temprana en relación solamente a los 100 pasos por la transformación arroja resultados mixtos, pero favorables en lo que refiere a programas muy puntuales como la prestación de servicio de cuidado infantil desde las instituciones de seguridad social, acceso a servicios de salud para población sin seguridad social, y becas para educación básica. Aún así necesitamos tener una conversación más profunda e integral, y un mandato claro y poderoso para una política de atención integral a la primera infancia desde el Plan Nacional de Desarrollo, que está por construirse.

De acuerdo con el marco del cuidado cariñoso y sensible, niñas y niños requieren acceso a servicios de salud, nutrición y seguridad social, oportunidades de aprendizaje, protección frente a la violencia y un cuidado cariñoso y sensible. Para proveer de todo esto, los gobiernos deben definir un paquete de intervenciones, bienes y servicios que deben garantizar desde la etapa preconcepcional hasta los 6 años de vida. Debe quedar muy claro el qué, el quién, el cómo y el cuándo. El primer esfuerzo de México para definir el qué fue la construcción de la Ruta Integral de Atenciones, y para definir los quiénes y los cómos fue la Estrategia Nacional de Atención a la Primera Infancia (la ENAPI).

En el documento firmado por la hoy presidenta el 22 de abril de 2024, ella se comprometió a mantener actualizada y vigente esta estrategia. Para la nueva versión de la política nacional de primera infancia debemos impulsar un abordaje más compacto y centrado en cómo hacemos que los sectores implementen intervenciones claves, aborden enfoques integrales y se coordinen con otras Secretarías.

Para ello, necesitamos aprovechar la arquitectura institucional que ya tenemos y está reconocida en la Ley: el Sistema de Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. Este Sistema, independientemente de dónde se aloje su Secretaría Ejecutiva, es presidido por la Presidenta de la República, y desde ahí pueden marcarse las directrices de la nueva política de primera infancia. Además, ya está instalada la Comisión de Primera Infancia, que es el espacio natural donde debe ocurrir la coordinación interinstitucional.

Hay que empezar por definir unos resultados de desarrollo; es decir, cuáles son los indicadores de impacto con los que vamos a medir el éxito de nuestra política. En otras palabras: qué debemos ver en las niñas y niños para saber lo que estamos haciendo bien.

Así lo hizo Perú: definió los resultados, luego el paquete básico de intervenciones que cada niño y niña debe recibir para generar esos resultados, y luego alineó los presupuestos e incentivos para que los ejecutores y los gobiernos subnacionales actuaran en consecuencia. Este precioso esfuerzo se llama Presupuesto Basado en Resultados de Desarrollo Infantil. Así que, aprovechando la discusión presupuestal, le proponemos al Secretario Rogelio Ramírez de la O la exploración de este modelo y su adaptación para México.

Por último, invitamos a la presidenta Claudia Sheimbaum a darle mucho énfasis a la primera infancia en su Plan Nacional de Desarrollo. Esa mención explícita mandará un mensaje inequívoco al país del nivel de prioridad que este tema tiene en su agenda. No debemos olvidar que los más pobres entre los pobres son las niñas y los niños en primera infancia.

* Aranzazu Alonso es Directora Ejecutiva y Coordinadora General del Pacto por la Primera Infancia  (@Pacto1aInfancia).

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Imagen BBC
Cada edad tiene su fragancia: ¿por qué nos cambia el olor corporal a lo largo de la vida?
6 minutos de lectura

El aroma corporal evoluciona a lo largo de nuestra vida, y los cambios que se producen no solo tienen una explicación biológica, sino que ha sido clave en la selección social y evolutiva.

01 de diciembre, 2024
Por: BBC News Mundo
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Le propongo un reto: ¿sería capaz de adivinar el rango de edad de alguien sentado a su lado que no lleve perfume utilizando tan solo el sentido del olfato? No he encontrado ningún reto de este tipo en TikTok, pero sí una investigación que lo demuestra: podemos discriminar la edad de una persona por su aroma.

El olor corporal evoluciona a lo largo de nuestra vida, y los cambios que se producen no solo tienen una explicación biológica, sino que también han jugado un papel importante en la selección social y evolutiva.

El olor a bebé fortalece el afecto parental

Durante la infancia, el olor corporal suele ser suave debido a la baja actividad de las glándulas sudoríparas y a un microbioma (comunidad de microrganismos) cutáneo sencillo. Aun así, los padres son capaces de identificar la “fragancia” que despide su propio hijo y preferirla a la de niños desconocidos.

Los olores que en este caso generan una percepción olfativa emocional (información hedónica) agradable o familiar, activan las redes neuronales de la recompensa y el placer y disminuyen las respuestas al estrés. En coherencia con esto, las madres con trastornos del vínculo posparto no desarrollan este reconocimiento ni preferencia olfativa de su propio bebé.

Desde un punto de vista evolutivo puramente pragmático, la identificación placentera de la descendencia permitiría la inversión selectiva de los recursos.

Aroma adolescente a “humanidad”

La adolescencia supone un cambio importante en el olor corporal. Esta transformación se debe a la producción de hormonas sexuales, que, entre otras cosas, induce la activación de las glándulas sudoríparas y sebáceas.

Adolescentes jugando baloncesto
Getty Images

Mientras que la mayoría de las glándulas sudoríparas (las ecrinas) excretan agua y sales, las glándulas sudoríparas llamadas apocrinas (asociadas al vello y localizadas en las axilas y la zona genital) segregan proteínas y lípidos

Es la degradación conjunta de estos lípidos y del sebo (triglicéridos, ésteres de cera, escualeno y ácidos grasos libres) liberado por las glándulas sebáceas presentes por casi toda la piel lo que genera el característico aroma a “humanidad”.

La descomposición de esas sustancias ocurre cuando entran en contacto con el aire y las bacterias de la piel. Microorganismos como los Staphylococcus convierten las grasas en ácido acético y ácido 3-metilbutonoico, responsables del olor agrio de los adolescentes.

Otras moléculas volátiles que aparecen en mayor cantidad en el sudor de los púberes frente al de los niños son la androstenona (olor sudoroso y urinario, similar al almizcle), el androstenol (parecido al sándalo o el almizcle) y el escualeno (rancio, graso o ligeramente metálico cuando se oxida).

La capacidad de reconocer a los hijos por el olor corporal disminuye tanto en madres como en padres cuando sus descendientes abandonan la infancia y están en plena adolescencia.

De hecho, las madres incluso prefieren el aroma de desconocidos. Y en ambos casos, la capacidad de identificación y preferencia se recupera cuando los vástagos entran en la etapa de pospúberes.

Una posible explicación a esta especie de “rechazo” hacia el olor corporal de los propios hijos adolescentes sería la prevención del incesto y, por tanto, la endogamia.

La nariz social

Las glándulas sebáceas alcanzan su actividad máxima en la edad adulta. Aunque menos intenso que en la adolescencia, el olor corporal sigue existiendo en cada persona y depende de factores como la dieta, el estrés, los niveles de hormonas o el microbioma cutáneo.

Señales olfativas activadas en el cerebro
El olfato es clave para obtener información cuando la visión o audición están restringidas. Foto: Getty Images

Pero ¿qué sentido tendría poseer un olor propio cambiante a lo largo de la vida si no tuviésemos la capacidad de sentirlo? El mismísimo Darwin se equivocó (nadie es perfecto) al afirmar que “para el hombre, el sentido del olfato es de muy poca utilidad, si es que tiene alguna”.

En realidad, el olfato es eficaz para obtener información de congéneres, resulta esencial cuando la visión o audición están restringidas (entorno oscuro o ruidoso) y permite detectar eventos pasados, pues las moléculas odoríferas persisten en el espacio y el tiempo.

Por lo tanto, poseer un aroma característico y la capacidad de detectar olores ajenos proporciona información social respecto a nosotros mismos, nuestros parientes, la edad, el sexo, la personalidad, las enfermedades y las emociones.

Igual que en otros animales, los olores corporales ayudan en la selección de pareja, el reconocimiento del parentesco o la diferenciación sexual.

¿Y qué pasa con nuestro olor cuando nos hacemos mayores?

Con el envejecimiento, la falta de colágeno de la piel aplasta y reduce la actividad de las glándulas sudoríparas y sebáceas.

La pérdida de las primeras explica la dificultad de las personas mayores para mantener el equilibio térmico. En cuanto a las sebáceas, no solo disminuye su producción, sino que cambia su composición, disminuyendo la cantidad de compuestos antioxidantes como la vitamina E o el escualeno.

Todo esto, sumado a la también menor capacidad de producción de antioxidantes por las células cutáneas, desencadena un aumento de reacciones de oxidación, dando lugar al olor “a persona mayor”, que los japoneses llaman kareishu.

Una abuelita siendo abrazada por su nieto
A medida que la piel madura, su protección antioxidante disminuye. Foto: Getty Images

Así, a partir de los 40 años, comienza a cambiar la forma en que se procesan algunos ácidos grasos de la piel, como el omega-7 (ácido palmitoleico). La oxidación de este ácido graso monoinsaturado da lugar al 2-nonenal, responsable del olor característico.

Por cierto, este compuesto se encuentra también en la cerveza añeja y el trigo sarraceno, y se describe como un olor a grasa y hierba.

Si para algunas personas este olor resulta desagradable, la mayoría lo asociamos con buenos recuerdos de abuelos y padres. Y es probable que, al igual que en la infancia, ayude a perpetuar los cuidados, esta vez de nuestros mayores.

Por lo tanto, el olor de la vejez no tiene tanto que ver con la higiene; de hecho, el 2-nonenal no es soluble en agua, por lo que no se elimina fácilmente ni con la ducha ni lavando la ropa.

A medida que la piel madura, su protección antioxidante disminuye, generando una mayor presencia del citado compuesto, así que lo mejor para minimizar el rastro olfativo es beber abundante agua, hacer ejercicio, seguir una alimentación sana, disminuir el estrés y reducir el consumo de tabaco o alcohol. Todos estos hábitos reducen el estrés oxidativo responsable de nuestro olor.

*Noelia Valle es profesora de Fisiología, Creadora de La Pizarra de Noe, Universidad Francisco de Vitoria.

*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Haz clic aquí para leer la versión original.

Raya gris
BBC

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