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Cuidados: apuesta feminista para la transformación social
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Cuidados: apuesta feminista para la transformación social
En los últimos cuatro años, en América Latina hemos presenciado manifestaciones de resistencia por parte de las personas cuidadoras, quienes están provocando una transformación radical exigiendo que el Estado cumpla con la obligación de asegurar condiciones dignas para cuidar y ser cuidado.
30 de octubre, 2023
Por: Fernanda Castro Tarinda
@Fer_Cass 
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Son las 5 am en Ecatepec y Cata es la primera en levantarse. Va al cuarto de su pequeña nieta de 9 años para despertarla, sentarla en su silla de ruedas y alistarla para llevarla a su terapia física al sur de la Ciudad de México. Al mismo tiempo, tiene que preparar el desayuno y pensar qué hará de comer con los $150 que le pagaron el día anterior por limpiar un departamento.

Cata se dedica al trabajo doméstico y también vende mazapanes a sus vecinas, porque ese es el único trabajo remunerado que le permite cuidar a su nieta Fati; no tiene seguridad social, ni tiempo para ella misma, además es la única cuidadora de Fati. Es una mujer que dedica su vida a cuidar a su nieta: vestirla, bañarla, alimentarla, peinarla, subir y bajar la silla de ruedas las veces que se necesite, jugar y escucharla, pero ¿a ella quién la cuida y quién cuidará a Fati cuando Cata no esté?

Según la Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados (ENASIC, 2022) en México se estiman 58.3 millones de personas susceptibles de recibir cuidados en los hogares, esto incluye población infantil, adolescentes, personas adultas mayores y con discapacidad o dependientes, es decir, aquellas que viven con alguna condición que les impide el ejercicio completo de su autonomía y vivir solas. Entonces, ¿quién cuida a estas personas? ¿Quién nos cuida? ¿Cómo enfrentaremos un futuro en donde los cuidados serán más necesarios que nunca?

Históricamente las mujeres han sido designadas como las responsables y únicas encargadas de las labores de cuidado, de todas aquellas actividades que sostienen nuestra vida. Para que niñas y niños asistan a la escuela alguien tiene que levantarles de la cama, bañarles, vestirles, darles alimento y asegurarse de que lleguen con bien. Alguien tiene que lavar los trastes y tener comida caliente para cuando regresen a casa; alguien tiene que mantener el fogón encendido y cuidar de la siembra. Alguien tiene que cambiarle el pañal a la abuela enferma. Y ese alguien es una mujer.

Las mujeres dedican a las labores de cuidado 37.9 horas en promedio, mientras que los hombres 25.6, lo que significa una diferencia de más de 12 horas semanales. Esta cifra dice algo que durante siglos se ha invisibilizado: el trabajo de las mujeres cuidando y haciendo labores domésticas no es remunerado ni reconocido, y mucho menos está redistribuido entre la familia, el Estado, la comunidad y el mercado.

La sobrecarga del trabajo de cuidados afecta los derechos humanos de quienes dan cuidado y reciben cuidados; por ejemplo, la autonomía económica de las mujeres se ve vulnerada, pues al ser cuidadoras de tiempo completo dedican menos horas a trabajar de forma remunerada porque “no hay quien cuide” más que ellas. Además, los lugares de trabajo no se están haciendo responsables de esta situación. Para los hombres pareciera que es mucho más sencillo obtener un empleo, siempre y cuando haya una mujer cuidando y limpiando su casa. En México, de los hombres que no viven con sus hijas e hijos menores de 18 años, 73.6 % (2.4 millones) consideran que proporcionan apoyo económico y que eso es suficiente para cubrir las necesidades de sus hijes.

Esta sobrecarga afecta de forma diferenciada a una mujer indígena, a una mujer rural, a una mujer que habita en la ciudad, a una adolescente, a una adulta mayor, a una mujer afrodescendiente, a una mujer de la comunidad LGBTIQA+. Visibilizar el rostro de quien nos cuida y a quienes cuidamos implica salir del imaginario dominante patriarcal y capitalista, para poder reconocer la desigualdad del uso del tiempo y las intersecciones que nos cruzan para hacer efectivo el derecho a cuidar y ser cuidadas.

Nadine Gasman, presidenta de Inmujeres, asegura que la próxima revolución feminista será repensar y reorganizar el sistema de cuidados. Desde los años 70, numerosas feministas han visibilizado cómo opera la división sexual del trabajo: mujeres a la casa y hombres al trabajo. Silvia Federici fue quien puso el dedo en la llaga, cuestionando lo que durante siglos se consideraba normal sin saber que eso que llaman amor es trabajo de cuidados y doméstico no remunerado, base del sistema capitalista. Sin embargo, según Laura Pautassi, es hasta el siglo XXI, gracias a la presión ejercida por los movimientos de mujeres y feministas, que los cuidados han sido incluidos en la agenda pública y social.

Durante los últimos cuatro años, en América Latina hemos presenciado manifestaciones de resistencia por parte de las personas cuidadoras, quienes están provocando una transformación radical exigiendo que el Estado cumpla con la obligación de asegurar condiciones dignas para cuidar y ser cuidado. El mayor logro lo obtuvieron el pasado 18 de octubre, cuando la Suprema Corte de Justicia de la Nación emitió una histórica sentencia reconociendo el derecho de todas las personas a cuidar, ser cuidadas y al autocuidado. Además, en 2023 por primera vez celebramos el Día Internacional de los Cuidados y el Apoyo el 29 de octubre, proclamado así por las Naciones Unidas.

Antes de la pandemia estos logros eran una utopía, sin embargo, esto es solo el comienzo. El movimiento feminista por los cuidados se organiza y articula, en las calles y en las instituciones, para alcanzar el reconocimiento, la redistribución, la remuneración y la representación del trabajo de cuidados.

* Fernanda Castro Tarinda (@Fer_Cass) es Oficial de Incidencia Social en @GIRE_mx.

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Alberto Fujimori, expresidente de Perú, sale de prisión
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Alberto Fujimori, expresidente de Perú, sale de prisión
En los últimos cuatro años, en América Latina hemos presenciado manifestaciones de resistencia por parte de las personas cuidadoras, quienes están provocando una transformación radical exigiendo que el Estado cumpla con la obligación de asegurar condiciones dignas para cuidar y ser cuidado.
06 de diciembre, 2023
Por: BBC News Mundo
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El expresidente de Perú Alberto Fujimori salió este miércoles del penal de máxima seguridad de Barbadillo, en las afueras de Lima, donde desde 2009 cumplía una condena de 25 años de cárcel por los delitos de homicidio calificado, lesiones graves y secuestro agravado por trato cruel.

La salida de prisión del exmandatario de 85 años se produce horas después de que el Tribunal Constitucional de Perú ordenara su puesta en libertad “inmediata”.

Poco antes, el Instituto Nacional Penitenciario (INPE) informó en sus redes sociales que en “cumplimiento del mandato del Tribunal Constitucional que dispone la inmediata libertad del interno Alberto Fujimori Fujimori, luego de procesar el documento de conformidad con los protocolos internos, procederá con la ejecución de la libertad”.

En marzo de 2022, el Constitucional peruano falló a favor de la liberación de Fujimori, pero una resolución posterior de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) frenó su excarcelación.

El Tribunal Constitucional negó ahora la competencia de la Corte IDH para establecer como no ejecutable la polémica sentencia.

En respuesta, la Corte IDH emitió a última hora del martes una resolución en la que instaba al Estado peruano a no liberar por el momento a Fujimori, quien gobernó Perú entre 1990 y 2000, y que fue el primer exmandatario de América Latina en ir a la cárcel por crímenes de lesa humanidad.

Más información en breve.

Keiko Fujimori en un auto
Getty Images
Keiko Fujimori llegó al penal Barbadillo horas antes de la salida de su padre.
Línea gris.
BBC

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