
El Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) examinó al Estado mexicano los días 17 y 18 de junio, con motivo de la presentación de su décimo informe periódico, en el Palacio de las Naciones, en Ginebra, Suiza. Desde GIRE asistimos —entre otros objetivos— para escuchar de primera mano los avances y desafíos en materia de derechos reproductivos de las mujeres y personas con capacidad de gestar.
Actualmente, 23 entidades federativas han reformado sus códigos penales permitiendo la interrupción del embarazo bajo un modelo de plazos y causales. Este cambio legislativo ha sido posible gracias a la fuerza organizativa, creativa y de incidencia del movimiento feminista por un aborto legal y seguro. De forma histórica, tomadores de decisiones, instituciones académicas, organizaciones sociales y la ciudadanía han manifestado su respaldo, sumándose a la marea verde, un escenario que hace apenas siete años parecía inalcanzable.
En 2018, la Ciudad de México era la única entidad que permitía la interrupción voluntaria del embarazo hasta la semana 12 de gestación. Ese mismo año, GIRE presentó ante el Comité los principales desafíos en la prestación de servicios para víctimas de violencia sexual, así como la falta de formación del personal médico respecto a la NOM-046. También sugirió eliminar las disposiciones legales que penalizan a quienes deciden abortar.
Como resultado, el Comité emitió recomendaciones urgentes para armonizar los marcos legales y protocolos a nivel federal y estatal, garantizar el acceso efectivo al aborto, y actualizar la normativa conforme a la Ley General de Víctimas y la ya citada NOM. Asimismo, subrayó la importancia de capacitar adecuadamente al personal sanitario para brindar atención integral a mujeres y niñas sobrevivientes de violencia sexual, incluyendo anticoncepción de emergencia y servicios de interrupción del embarazo.
Desde entonces, reconocemos avances significativos como la publicación del Lineamiento Técnico para la atención del Aborto Seguro (2022), la apertura de clínicas en estados donde se ha despenalizado, y resoluciones de la Suprema Corte que han sentado precedentes en materia de derechos reproductivos. También celebramos las reformas legislativas a nivel estatal.
Sin embargo, la deuda del Estado mexicano persiste. Después de más de 30 años de acompañamiento legal e investigación, desde GIRE sostenemos que la criminalización del aborto continúa vigente. Muchas mujeres siguen enfrentando denuncias, carpetas de investigación, acciones penales ejercidas y cuestionamientos por parte de autoridades en contextos hospitalarios, aun cuando buscan atención por emergencias obstétricas. Esta persecución va acompañada de estigmas, mitos sobre la maternidad y discriminación.
Aunque existen avances normativos, el esquema actual de plazos y causales, junto con la permanencia del aborto en el ámbito penal, sigue restringiendo la autonomía reproductiva de mujeres, hombres trans y personas no binaries. Es así que, en el marco de la sustentación del examen del Estado mexicano, GIRE reportó al Comité CEDAW, con cifras de nuestro más reciente informe Maternidad o castigo. Hacia la despenalización del aborto en México, que entre 2012 y 2022 se registraron 2,169 denuncias por aborto ante procuradurías y fiscalías: 680 dirigidas contra mujeres, 127 contra hombres y 367 contra personas no identificadas. En 1,041 casos no se especificó a quién se señalaba. Destaca Nuevo León con el mayor número de denuncias: 742, de las cuales 32.5 % fueron contra mujeres y en 64.6 % no se identifica a la persona acusada. Le siguen Baja California (469) y Tamaulipas (299).
Durante ese mismo periodo, se iniciaron 2,456 averiguaciones previas y carpetas de investigación por aborto. Resaltamos que, la Ciudad de México, a pesar de la reforma de 2007, concentra la mayor cantidad: 1,337 registros, lo cual confirma que la criminalización persiste incluso en contextos de despenalización parcial. Además, 66 personas fueron sometidas a prisión preventiva por aborto: 40 hombres, 14 mujeres y 12 sin dato. Sonora es el estado con más mujeres en esta situación (6 casos). A la fecha, no hay información sobre si las personas en prisión preventiva en el periodo reportado lo estuvieron por aborto voluntario o forzado. De igual manera, en esos años se emitieron 142 sentencias por aborto: 99 condenatorias y 15 absolutorias.
En nuestra conversación con las expertas del Comité insistimos en que la regulación del aborto a través del derecho penal implica múltiples riesgos. Uno de los más graves, condenado por la CEDAW, es la reproducción de la violencia estructural, así como el estigma y la discriminación que obstaculizan el ejercicio de la autonomía reproductiva y el derecho a la salud de mujeres y personas con capacidad de gestar.
Mientras el aborto voluntario continúe de alguna forma tipificado en los códigos penales, la criminalización seguirá actuando como una forma de control y castigo, atentando contra derechos humanos fundamentales. Por ello, desde GIRE reiteramos que es urgente abandonar el enfoque punitivo y avanzar hacia el reconocimiento del aborto como parte esencial de los servicios de salud.
Será fundamental esperar las observaciones finales que emita el Comité y darles seguimiento. Confiamos en que estas recomendaciones se convertirán en una herramienta de incidencia efectiva, tanto para el Estado como para la sociedad civil y quienes, desde hace más de tres décadas, continúan alzando el pañuelo verde para exigir que el aborto sea reconocido como un servicio de salud accesible y libre de estigmas.

En lo que respecta a la monogamia, los humanos se parecen más a las suricatas y a los castores que a nuestros primos primates.
En nuestra vida amorosa, nos asemejamos más a estas mangostas sociales y unidas que a nuestros primos primates, según sugiere una clasificación de monogamia elaborada por científicos.
Con un 66% de monogamia, los humanos obtienen una puntuación sorprendentemente alta, muy superior a la de los chimpancés y los gorilas, y a la par de las suricatas.
Sin embargo, no somos ni mucho menos la criatura más monógama.
El primer puesto lo ocupa el ratón californiano, un roedor que forma vínculos inseparables para toda la vida.
“Existe una liga de élite de la monogamia, en la que los humanos se encuentran cómodamente, mientras que la gran mayoría de los demás mamíferos adoptan un enfoque mucho más promiscuo para el apareamiento”, afirmó Mark Dyble, investigador del Departamento de Arqueología de la Universidad de Cambridge.
En el mundo animal, el emparejamiento tiene sus ventajas, lo que podría explicar por qué ha evolucionado de forma independiente en múltiples especies, incluida la nuestra.
Los expertos han propuesto diversos beneficios para la llamada monogamia social, en la que las parejas se unen durante al menos una temporada de reproducción para cuidar a sus crías y ahuyentar a los rivales.
Dyble examinó varias poblaciones humanas a lo largo de la historia, calculando la proporción de hermanos de padre y madre (individuos que comparten la misma madre y el mismo padre) en comparación con los medio hermanos (individuos que comparten la madre o el padre, pero no ambos).
Se recopilaron datos similares para más de 30 mamíferos monógamos sociales y de otras especies.
Los humanos tienen un índice de monogamia del 66% de hermanos de padre y madre, por delante de las suricatas (60%), pero por detrás de los castores europeos (73%).
Mientras tanto, nuestros primos evolutivos se sitúan en la parte inferior de la tabla: los gorilas de montaña con un 6%, y los chimpancés con solo un 4% (al igual que el delfín).
En último lugar se encuentra la oveja de Soay, de Escocia, donde las hembras se aparean con múltiples machos, con un 0,6% de hermanos de padre y madre.
El ratón californiano ocupó el primer puesto, con un 100%.
Sin embargo, estar clasificados junto a suricatas y castores no significa que nuestras sociedades sean iguales: la sociedad humana es completamente diferente.
“Aunque la proporción de hermanos de padre y madre que observamos en los humanos es muy similar a la de especies como las suricatas o los castores, el sistema social que vemos en los humanos es muy distinto”, declaró Dyble a la BBC.
“La mayoría de estas especies viven en grupos sociales similares a colonias o, quizás, en parejas solitarias que se desplazan juntas. Los humanos somos muy diferentes. Vivimos en lo que llamamos grupos con múltiples machos y múltiples hembras, dentro de los cuales existen estas unidades monógamas o de pareja estable”, explicó.
Kit Opie, profesor del Departamento de Antropología y Arqueología de la Universidad de Bristol, que no participó en el estudio, afirmó que este es otro elemento clave para comprender cómo surgió la monogamia en los seres humanos.
“Creo que este artículo nos proporciona una comprensión muy clara de que, a lo largo del tiempo y en diferentes lugares, los humanos son monógamos”, declaró.
“Nuestra sociedad se parece mucho más a la de los chimpancés y los bonobos; simplemente hemos tomado un camino diferente en lo que respecta al apareamiento”, agregó.
El nuevo estudio fue publicado en la revista científica Proceedings of the Royal Society: Biological Sciences.
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