
Todos, todas y todes conocemos el poder positivo de las palabras en nuestras vidas. Ahora imaginemos el mismo efecto, pero en personas a las que no conocemos y a quienes enviamos mensajes de apoyo por defender sus derechos humanos. Ese efecto lo vivió Wendy Galarza, feminista mexicana, quien fue baleada por policías en una marcha contra la violencia de género en Cancún, en 2020. Activistas de Amnistía Internacional le enviaron miles de cartas de apoyo que le dieron “la seguridad para hablar de lo sucedido”. Ella expresó que el cariño recibido “fue tangible y representó algo muy importante para nosotras”.
Las cartas de solidaridad las recibió Wendy en el marco de la edición 2021 de la campaña insignia de Amnistía Internacional Escribe por los Derechos. La edición de este año ya se está llevando a cabo. En estos momentos, millones de personas activistas de nuestro movimiento se movilizan para dar a conocer casos emblemáticos de violaciones a derechos humanos vinculados con la libertad de expresión, la lucha contra la destrucción ambiental y el cambio climático y la seguridad de las infancias.
Las personas activistas están convocando a otras miles o millones de personas, en sus respectivos países, para que envíen mensajes de solidaridad a quienes sufren la afectación a sus derechos y les transmitan ánimo y fuerza para que continúen con su exigencia de justicia y reparación integral del daño.
En 24 años que llevamos realizando esta campaña las personas activistas han llevado a cabo más de 50 millones de acciones en contra de la tortura, la persecución, el hostigamiento o el encarcelamiento injusto. En ese lapso, más de 100 personas han logrado que sus casos se resuelvan de manera positiva. Incluso se logró conmutar la pena de muerte impuesta a Magai Matiop Ngong, siendo menor de edad. Las autoridades de Sudán lo sometieron a un juicio sin ningún tipo de garantía legal. Este caso formó parte de la edición 2019 de Escribe por los Derechos.

Las violaciones a derechos humanos que denunciamos están impregnadas por el racismo, la segregación, la discriminación. Son cometidas contra personas empobrecidas, personas LGBTI, personas de pueblos originarios que defienden su tierra y el medio ambiente o contra mujeres que exigen a sus gobiernos acciones definitivas contra la violencia de género, entre muchos otros temas.
En la edición 2025 de Escribe por los Derechos incluimos el trabajo que efectúan las Guerreras por la Amazonia, un grupo de activistas de entre 10 y 20 años de edad, quienes demandan al gobierno de Ecuador la eliminación de los quemadores del gas que se libera por la extracción de petróleo en los alrededores de sus comunidades. El proceso de quema genera gases tóxicos, y la extracción de petróleo causa la devastación de la tierra y la contaminación del agua.
En 2021 las Guerreras por la Amazonia ganaron un juicio cuya sentencia ordena al gobierno ecuatoriano eliminar a los “monstruos de fuego”, como denominan ellas a los quemadores. Sin embargo, las autoridades de su país no han hecho nada al respecto. Las jóvenes activistas han sido intimidadas por su labor y, en una postura incomprensible, su gobierno les ha dicho que sólo las puede proteger si abandonan su lucha.
Este año incluimos también el caso del defensor de la tierra, el territorio y el medio ambiente hondureño, Juan López. Él fue asesinado el 14 de septiembre de 2024 por oponerse a que empresas mineras y productoras de energía destruyan los ríos y los bosques en la zona norte de Honduras. Otras personas, compañeras de lucha de Juan López, que también se oponen a los procesos extractivos están amenazadas, las han criminalizado, encarcelado e incluso asesinado.
El ejercicio del periodismo no debería costar la vida. Pero como atinadamente señala Reporteros sin Fronteras, “los periodistas no mueren, son asesinados”. En su informe del año 2025 reporta que 67 profesionales de los medios de comunicación fueron asesinados, 53 de ellos a consecuencia de la guerra o por acciones del crimen organizado.
Pero las personas periodistas sufren muchas otras agresiones. En ese sentido, Reporteros sin fronteras tiene registro de 503 periodistas presos en todo el mundo. China tiene el mayor número con 121, seguida de Rusia con 48 y Birmania (o Myanmar) con 47.
Precisamente, de Myanmar incluimos en Escribe por los Derechos lo que ocurre al fotoperiodista Sai Zaw Thaike. Él fue sentenciado a 20 años de prisión con trabajos forzados, por haber informado de los efectos devastadores que causó el ciclón Mocha en ese país, en 2023. Su juicio duró apenas un día y en la cárcel los guardias penitenciarios lo han sometido a palizas y a periodos de aislamiento.
Otro caso enmarcado en la libertad de expresión es el de la abogada de Túnez, Sonia Dahmani. Ella fue detenida en mayo de 2024 porque criticaba en medios de comunicación las condiciones inhumanas en que viven las personas detenidas en ese país, además de que cuestionaba el racismo, abogaba por las personas marginadas y tenía como eje de sus comentarios la defensa de los derechos humanos.
Sonia está sentenciada a varios años de prisión y aún están abiertas varias causas en su contra. Desde Amnistía Internacional hemos denunciado que sus condiciones de reclusión son inhumanas, en su celda hay ratas, ha sido sometida a tratos crueles y degradantes y le han negado la atención médica que necesita.
Respecto del tema de infancias, estamos difundiendo lo ocurrido a Unecebo Mboteni, un niño sudafricano de tres años de edad quien murió en abril de 2024 al caer en una letrina del jardín de niños donde era llevado por su familia. La falta de infraestructura adecuada en las escuelas sudafricanas es un tema latente. En 2018 dos niñas murieron en las mismas circunstancias que Unecebo.
Amnistía Internacional pudo constatar que en Sudáfrica las condiciones escolares de las infancias dependen del lugar en que nacen, de los recursos económicos de su familia y del color de su piel. El padre de Unecebo resumió con mucho dolor esta situación al decir que su hijo murió “en una trampa mortal para pobres”. A la fecha las autoridades educativas no han reportado acciones que permitan mejorar las condiciones sanitarias en la escuela a la que asistía Unecebo, ni las autoridades judiciales han reportado avances sobre la investigación de la muerte del niño. Para la familia solo ha habido silencio.

En Amnistía Internacional sostenemos que el mundo puede cambiar, pero no va a cambiar solo y millones de personas en el Orbe lo han entendido así también. Tan es así que nuestra campaña Escribe por los Derechos ha crecido año tras año. En la edición 2020 se recibieron 4.5 millones de cartas, tuits y peticiones firmadas y en 2022, la cifra superó los 5.3 millones.
La lucha de quienes defienden los derechos humanos en el mundo, ya sea de manera individual o colectiva, también es nuestra lucha. Por ello invito a las personas lectoras a que visiten nuestra página donde encontrarán la dirección a la que pueden enviar sus mensajes de solidaridad para las Guerreras por la Amazonia, para las personas que continúan la lucha que inició Juan López, así como para Sai Zaw Thaike, Sonia Dahmani y la familia de Unecebo.
Sus cartas son, como señalé al inicio de este texto, la base de Escribe por los Derechos y en ellas pueden expresarles de manera libre su apoyo para que sigan adelante en la defensa de sus derechos humanos. Igualmente pueden sumarse a la campaña en las redes sociales de Amnistía Internacional.
La campaña incluye el envío de peticiones. Éstas van dirigidas expresamente a los gobiernos involucrados en la violación de derechos humanos y expresan la exigencia de que se haga justicia a las víctimas y se les repare el daño. En la página podrán encontrar un modelo que pueden utilizar.
En Amnistía Internacional hemos atestiguado la alegría enorme de las personas que reciben los mensajes de apoyo. La emoción se refleja en sus ojos, la sonrisa ilumina sus rostros, no dejan de expresar su sorpresa porque personas que no las conocen les manifiestan su solidaridad. Es así como las cartas que reciben les dan la fuerza para seguir adelante.
Máxima Acuña, campesina peruana, defensora de la tierra, recibió 150 mil cartas provenientes de España, Canadá, Reino Unido, Noruega, Francia, Taiwán, Chile, Nueva Zelanda, Italia y Perú, entre otros países. Su caso formó parte de la edición 2016 de Escribe por los Derechos; el video del momento en que recibió las cartas de apoyo lo pueden ver aquí.
Bernardo Caal Xol, campesino guatemalteco, también defensor de la tierra, el territorio y el medio ambiente, recibió más de medio millón de acciones a su favor en el marco de Escribe por los Derechos 2021. Su testimonio puede ser visto aquí.
Escribir una carta puede salvar o cambiar una vida. Por ello nuestra invitación a las personas lectoras para que en el marco de Escribe por los Derechos hagan crecer el poder del activismo y sumen sus mensajes de solidaridad a los de millones de personas que, como dice nuestro lema, “nos tomamos la injusticia como algo personal”.
* Edith Olivares Ferreto (@EdithFerreto) es directora ejecutiva de Amnistía Internacional México (@amnistiamexico).

En lo que respecta a la monogamia, los humanos se parecen más a las suricatas y a los castores que a nuestros primos primates.
En nuestra vida amorosa, nos asemejamos más a estas mangostas sociales y unidas que a nuestros primos primates, según sugiere una clasificación de monogamia elaborada por científicos.
Con un 66% de monogamia, los humanos obtienen una puntuación sorprendentemente alta, muy superior a la de los chimpancés y los gorilas, y a la par de las suricatas.
Sin embargo, no somos ni mucho menos la criatura más monógama.
El primer puesto lo ocupa el ratón californiano, un roedor que forma vínculos inseparables para toda la vida.
“Existe una liga de élite de la monogamia, en la que los humanos se encuentran cómodamente, mientras que la gran mayoría de los demás mamíferos adoptan un enfoque mucho más promiscuo para el apareamiento”, afirmó Mark Dyble, investigador del Departamento de Arqueología de la Universidad de Cambridge.
En el mundo animal, el emparejamiento tiene sus ventajas, lo que podría explicar por qué ha evolucionado de forma independiente en múltiples especies, incluida la nuestra.
Los expertos han propuesto diversos beneficios para la llamada monogamia social, en la que las parejas se unen durante al menos una temporada de reproducción para cuidar a sus crías y ahuyentar a los rivales.
Dyble examinó varias poblaciones humanas a lo largo de la historia, calculando la proporción de hermanos de padre y madre (individuos que comparten la misma madre y el mismo padre) en comparación con los medio hermanos (individuos que comparten la madre o el padre, pero no ambos).
Se recopilaron datos similares para más de 30 mamíferos monógamos sociales y de otras especies.
Los humanos tienen un índice de monogamia del 66% de hermanos de padre y madre, por delante de las suricatas (60%), pero por detrás de los castores europeos (73%).
Mientras tanto, nuestros primos evolutivos se sitúan en la parte inferior de la tabla: los gorilas de montaña con un 6%, y los chimpancés con solo un 4% (al igual que el delfín).
En último lugar se encuentra la oveja de Soay, de Escocia, donde las hembras se aparean con múltiples machos, con un 0,6% de hermanos de padre y madre.
El ratón californiano ocupó el primer puesto, con un 100%.
Sin embargo, estar clasificados junto a suricatas y castores no significa que nuestras sociedades sean iguales: la sociedad humana es completamente diferente.
“Aunque la proporción de hermanos de padre y madre que observamos en los humanos es muy similar a la de especies como las suricatas o los castores, el sistema social que vemos en los humanos es muy distinto”, declaró Dyble a la BBC.
“La mayoría de estas especies viven en grupos sociales similares a colonias o, quizás, en parejas solitarias que se desplazan juntas. Los humanos somos muy diferentes. Vivimos en lo que llamamos grupos con múltiples machos y múltiples hembras, dentro de los cuales existen estas unidades monógamas o de pareja estable”, explicó.
Kit Opie, profesor del Departamento de Antropología y Arqueología de la Universidad de Bristol, que no participó en el estudio, afirmó que este es otro elemento clave para comprender cómo surgió la monogamia en los seres humanos.
“Creo que este artículo nos proporciona una comprensión muy clara de que, a lo largo del tiempo y en diferentes lugares, los humanos son monógamos”, declaró.
“Nuestra sociedad se parece mucho más a la de los chimpancés y los bonobos; simplemente hemos tomado un camino diferente en lo que respecta al apareamiento”, agregó.
El nuevo estudio fue publicado en la revista científica Proceedings of the Royal Society: Biological Sciences.
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