
Más de 100 árboles, como aguacates, ahuehuetes, eucaliptos, jacarandas, laureles y palmas canarias, fueron talados, podados y trasplantados para dar paso a la construcción de un centro comercial en la alcaldía Benito Juárez en la Ciudad de México.
Este arbolado en la calle José María Rico No 221, colonia Acacias, incluía también duraznos, ciruelos, mimosas, fresnos, dos palmeras y sangre libanesa, que es vital para el equilibrio ambiental de la zona, pues brinda servicios ecosistémicos como la filtración del aire y del agua, la regulación térmica y el resguardo de fauna silvestre.
Vecinas y vecinos señalan que gran parte de su calidad de vida dependía de estos árboles, cuya pérdida afectará irreversiblemente el entorno. La alarma vecinal comenzó a principios del mes de julio con una imagen compartida en un chat: un árbol numerado tirado junto al predio donde se construye una tienda Fresko, de Comercial Mexicana, en Eje 8 Sur y Patricio Sanz, colonia Acacias. La fotografía detonó una movilización comunitaria.
Ximena Galicia es una de las ciudadanas que se percató de la tala de los árboles y recuerda que una de sus vecinas dijo: “No podemos permitir que se maltraten, poden o talen los árboles. Son árboles sanos, ¿no? Y son demasiados…153”. También rememora cómo surgió la idea de protestar: “Era viernes 4 de julio. Les dije: ‘Voy a pararme el sábado (5 de julio) a hacer una clausura ciudadana simbólica, para mostrar nuestro descontento por lo que está pasando con los árboles y porque, hasta el día de hoy, no sabemos cuál es el futuro de algunos de ellos… Por eso nació la clausura simbólica’”.
Tras la acción ciudadana, la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México (SEDEMA) informó —mediante su oficina de comunicación y a través de redes sociales— que se realizó la clausura temporal total de las obras de la tienda Fresko Patricio Sanz, ubicada en Eje 8 Sur, como medida de seguridad ante posibles afectaciones no autorizadas al arbolado urbano. Se colocaron 10 sellos con la leyenda “CLAUSURADO”, se cerraron dos accesos vehiculares y se dejó libre únicamente el acceso peatonal. De acuerdo con la dependencia, esta acción busca prevenir daños ambientales y garantizar el cumplimiento de la normatividad vigente.

El descontento también surgió por modificaciones en el proyecto, como el aumento en la altura de una barda que inicialmente sería de 9 metros y ahora mide 18.5. “Las personas de mi edificio no están de acuerdo. ¿Por qué? Porque va a tapar la luz natural de una parte del edificio, entonces empiezan a ver ya problemas de inconsistencias, de falta a los acuerdos de un inicio y pues eso está llevando al descontento”, dice Ximena.
El pasado 15 de julio, vecinas y vecinos de la colonia Acacias se reunieron en la alcaldía Benito Juárez con representantes de la desarrolladora del supermercado Fresko el Grupo VYG S.A. de C.V. y autoridades locales para aclarar dudas sobre la clausura del proyecto, su impacto ambiental, la tala de árboles y el uso del agua.
La empresa aseguró haber realizado un “proceso informativo comunitario” entre el 5 de mayo y el 6 de junio; sin embargo, las y los asistentes reclamaron que se enteraron hasta que comenzaron las excavaciones. “Solo repartieron volantes, sin más información”, señaló Ximena.
Ante la pregunta sobre la clausura, los representantes dijeron no saber los motivos. Hasta el cierre de esta edición, la SEDEMA solo había emitido un breve comunicado en su cuenta de X (antes Twitter). La empresa argumentó, sobre la legalidad del proyecto, que el predio está sobre Eje 8 Sur, lo que permite construcciones de uso mixto, según normativas publicadas en la Gaceta Oficial en mayo de 2025.
En cuanto al impacto ambiental, indicaron que el estudio aún está en revisión y que, de 153 árboles, 33 fueron trasplantados, 33 podados y 4 permanecerán dentro de la construcción.
Una representante afirmó que ya no existen medidas de mitigación ambiental, sino “medidas de integración”, como exige la nueva Ley Ambiental vigente desde julio de 2024, que obliga a destinar el 3% del presupuesto a acciones ambientales desde la planeación. No obstante, vecinas y vecinos criticaron la falta de consulta real y cuestionaron la legitimidad del proceso.
Como respuesta a la incertidumbre, la tala masiva y las afectaciones al entorno, vecinas y vecinos de la colonia Acacias elaboraron un pliego petitorio fechado el 15 de julio de 2025, en el que exigen la protección del arbolado urbano, la transparencia en los permisos de construcción y tala, la entrega del estudio de impacto ambiental y la creación de una mesa de diálogo obligatoria con participación ciudadana. También demandan medidas de mitigación claras, auditorías independientes y responsabilidad legal en caso de afectaciones al drenaje, al considerar que la construcción de esta tienda compromete no solo el paisaje, sino la habitabilidad de su comunidad.
Hace tres años, a 1.7 kilómetros de distancia, en la intersección de Miguel Laurent y Amores, vecinos de la colonia Del Valle promovieron un amparo colectivo en 2022, firmado por 650 residentes, y presentaron una denuncia ante la Fiscalía Especializada en Delitos Ambientales y Protección Urbana (FIDAMPU) con el objetivo de detener la tala de árboles y solicitar la revisión del proyecto de construcción del supermercado La Comer.
La movilización se activó tras un intento de derribo de una jacaranda sana de más de 30 años en la calle Amores, como denunció María de Lourdes Vega. Entre finales de abril y los primeros días de mayo de 2022, en el predio de 24,695 metros cuadrados, La Comer Del Valle taló entre 15 y 17 árboles durante la madrugada, incluyendo más de 10 ejemplares dentro del terreno y varios más en la calle Miguel Laurent. Estos derribos se registraron principalmente el 30 de abril y 1 de mayo, generando una fuerte presión colectiva.

Para proteger los árboles, María de Lourdes fundó la iniciativa “Jacarandas de Mis Amores”, con el objetivo de defender el patrimonio verde del barrio. Durante mayo de 2022, ella y otros vecinos lograron detener in situ la tala cuando observaron a trabajadores preparados para derribar un árbol saludable. Al no presentar permisos de SEDEMA ni de la alcaldía, los vecinos se colocaron bajo los árboles y llamaron al 911. Gracias a la presión pública y la intervención de la Fiscalía de Delitos Ambientales, la obra fue detenida para investigación.
Posteriormente, se promovió un amparo colectivo que derivó en una prohibición legal para talar los árboles, obligando a La Comer a modificar su proyecto para protegerlos. Sin embargo, a pesar de que el proyecto fue presentado como sustentable, los vecinos denunciaron un daño ecológico importante y la ausencia de medidas de compensación o mitigación ambiental.
En total, se derribaron más de 20 árboles dentro del predio y entre cinco y siete en la calle Miguel Laurent. Según la ley, por cada árbol talado se deben plantar al menos cinco ejemplares de más de cinco metros de altura, es decir, mínimo 125 nuevos árboles. Hasta la fecha no existen evidencias de que La Comer haya cumplido con estas obligaciones, lo que genera preocupación entre la comunidad.
Además del daño ambiental, María de Lourdes destaca el impacto psicológico que la pérdida de áreas verdes genera en la población. Comenta que los árboles contribuyen a reducir estrés, ansiedad y violencia, y constituyen un patrimonio natural para heredar a futuras generaciones.
El principal obstáculo para la defensa vecinal fue, según los residentes, el poder económico y la influencia en las autoridades, en un contexto donde intereses económicos dificultan la protección ambiental. A pesar de ello, la acción comunitaria logró mitigar parcialmente el daño.
Finalmente, la tienda La Comer, con 6,575 metros cuadrados de área de venta y estacionamiento para 258 vehículos, fue inaugurada el 17 de mayo de 2023. Su construcción fue autorizada mediante una manifestación tipo C vigente del 15 de marzo de 2022 al 15 de marzo de 2025 para un edificio de cuatro niveles, dos sótanos y una superficie total de 24,695.30 metros cuadrados. Se ha reportado un monto de 851,658 pesos como compensación ambiental por el derribo de árboles; sin embargo, hasta el momento no se ha encontrado registro público oficial que confirme dicho pago ni los detalles de la resolución correspondiente por parte de la Secretaría del Medio Ambiente (SEDEMA).
Hasta ahora, María de Lourdes señala que lo único que ha hecho la empresa es “sembrar algunos arbolitos alrededor y dorarles la píldora a los vecinos”. Relata que incluso organizaron recorridos para que las personas eligieran dónde plantar, colocaron un par de “casitas” para aves y promovieron su imagen como empresa ecológica. “Ahora tenemos otro problema: los repartidores de La Comer —Didi, Uber, Rappi, etc.— circulan en sentido contrario sobre Miguel Laurent y se suben a las banquetas, poniendo en riesgo a los peatones”, advierte.
Entre enero de 2024 y lo que va de 2025, la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México (SEDEMA), a través de su Dirección General de Evaluación de Impacto y Regulación Ambiental (DGEIRA), ha documentado casos de afectaciones al arbolado urbano vinculados a proyectos de construcción, muchos de ellos iniciados sin autorización previa.
Toda intervención en arbolado urbano requiere autorización conforme a la Norma Ambiental NADF-001-RNAT-2015. Documentos revisados confirman autorizaciones para la tala de más de 600 árboles en distintos puntos de la Ciudad de México, así como la presentación de Estudios de Daño Ambiental (EDA) en casos sin autorización previa.

Los promoventes deben compensar el impacto mediante la plantación de árboles, mantenimiento de áreas verdes por al menos dos años o, si no es viable, mediante una aportación al Fondo Ambiental Público.
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El marco normativo incluye la Ley Ambiental de Protección a la Tierra en el Distrito Federal y las normas técnicas NADF-001-RNAT-2015 y NADF-006-RNAT-2016, que regulan la poda, tala, trasplante y restitución. Aunque las alcaldías tienen atribuciones, suelen remitir los casos a SEDEMA, lo que fragmenta la gestión.
Desde marzo de 2022, la Ventanilla Digital y Única centraliza los trámites ante la Comisión de Impacto Único (CIU), que sesiona al menos cuatro veces al mes. Este sistema digital es el canal oficial para solicitudes, notificaciones y resoluciones.
Antes de julio de 2024, la compensación por daño ambiental en la CDMX se regía por la Ley Ambiental de Protección a la Tierra y solo permitían aportación económica al Fondo Ambiental Público en caso justificado. Con la nueva Ley Ambiental de la CDMX, vigente desde el 19 de julio de 2024, se estableció que los proyectos deben destinar el 3 % de su presupuesto a medidas ambientales desde la planeación. También se consolidó la Manifestación Ambiental Única (MAU). La Ley de Responsabilidad Ambiental, en vigor desde la misma fecha, establece sanciones administrativas, penales y económicas por daño comprobado.
Al presentar manifestaciones como la MIAG o los EDA —a menudo después del inicio de obras— se asigna un folio e inicia la evaluación. La veracidad de la información es responsabilidad conjunta del promovente y los Prestadores de Servicios Ambientales (PSA).
Las resoluciones tienen una vigencia de un año y pueden revalidarse hasta dos veces, salvo cambios sustanciales. El incumplimiento puede derivar en la cancelación de autorizaciones y en sanciones administrativas o penales.
Documentos revisados entre 2024 y 2025 muestran una tendencia hacia la regularización expost en alcaldías como Álvaro Obregón, Cuauhtémoc, Benito Juárez, Miguel Hidalgo, Xochimilco, Tláhuac e Iztacalco. En un caso, el impacto económico estimado fue de 576,640.21 pesos. La Dirección de Infraestructura Verde de SEDEMA informó que entre el 1 de enero de 2018 y el 11 de octubre de 2022 se autorizaron 4,403 derribos de árboles, principalmente por “alto riesgo” o enfermedades. A través del programa “Reto Verde” se reportó la plantación de 13,728,823 árboles hasta 2023.
Los expedientes incluyen autorización para la tala de 673 árboles en ubicaciones como Periférico 2840 (57 árboles), AVA Canal Nacional (51), Alto Polanco (13), Pleamares 55 (12), Callejón Abasolo (12), Hospital Ángeles Polanco (5) y una agencia automotriz (18). Se registraron además 358 árboles saneados en un proyecto y remociones puntuales, como la de un árbol muerto en la Universidad Rosario Castellanos.
De acuerdo con datos de la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial (PAOT) hasta julio de 2025, se han registrado 2,546 denuncias ciudadanas por afectaciones al arbolado urbano y 6,065 por daños a áreas verdes. Las alcaldías con mayor número de denuncias son Benito Juárez, Cuauhtémoc y Coyoacán.
La Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México inició 34 carpetas de investigación por tala ilegal en Magdalena Contreras, Tláhuac y Venustiano Carranza entre diciembre de 2018 y febrero de 2023. En Cuauhtémoc se reportaron 207 personas puestas a disposición por delitos vinculados a tala ilegal.
Desde 2016, la Ciudad de México carece de inventario actualizado del arbolado urbano, que en ese año se estimaba en aproximadamente 3.5 millones de ejemplares. SEDEMA indica que las alcaldías son responsables del censo local del arbolado, lo que también ha generado una gestión fragmentada. El último conteo general fue en 2010, elaborado por el Instituto de Geografía de la UNAM. En 2023, el Congreso local exhortó a las alcaldías a remitir sus diagnósticos y censos arbóreos, sin que hasta la fecha se haya publicado un consolidado general.
La Secretaría del Medio Ambiente supervisa áreas de valor ambiental y vialidades principales, mientras las alcaldías gestionan parques, plazas y calles secundarias.
Ximena relata que la defensa de los árboles de en Eje 8 Sur y Patricio Sanz, comenzó con un ambiente de confusión: “Había mucha desorganización dentro del chat. Sin embargo, empezó a crecer la comunicación, empezó a haber descontento. Mencioné que el uso de suelo del predio es habitacional, no es comercial, y de ahí empezó a crecer todo”.

Esa preocupación colectiva fue tomando forma: “Afortunadamente, ese viernes —un día antes de la clausura— se determinó que íbamos a realizar un pliego petitorio que se leería en la clausura simbólica del sábado.
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Para las y los vecinos, las redes sociales han sido una herramienta fundamental tanto para la organización interna como para la visibilización pública del conflicto. Una vecina lo explica así: “Creo que ha funcionado muy bien, digo, con sus reservas, la comunicación mediante WhatsApp, pero también el impacto que han tenido las redes sociales”.
Frente a talas o podas injustificadas, la respuesta ha sido organizarse, tomar evidencia, subirla a redes sociales y hacer alianzas con otras luchas como las del pueblo de Xoco y el proyecto inmobiliario Mítikah, las luchas en Tlalpan o el árbol Laureano.
En el caso del complejo inmobiliario Mítikah, pese a las solicitudes ciudadanas para conocer detalles sobre la tala de árboles y sanciones aplicadas, la Secretaría del Medio Ambiente (SEDEMA) clasificó esta información como reservada por encontrarse en litigio por tres años o hasta una resolución definitiva.
Álvaro Rosales, representante del pueblo de Xoco, señala que, aunque SEDEMA reconoció la remoción oficial de 58 árboles, fueron “más de 100”, ya que muchos fueron retirados con raíz, lo que impidió su contabilización. Denunció que la calle fue despojada de su arbolado para convertirse en un “lobby” del complejo, perdiéndose ejemplares de más de 200 años.
Gabriela Ortega, integrante de la Comisión de Participación Comunitaria (COPACO) en la colonia Villa de Cortés, forma parte de una red de vecinas que han asumido la defensa del arbolado como una estrategia de supervivencia ante el abandono institucional. “La defensa del arbolado ha sido una respuesta de supervivencia, no de planeación”, sentencia, en alusión directa a la falta de acción de las autoridades locales y ambientales.
Desde hace más de una década, Gabriela y otras vecinas han realizado acciones directas para cuidar camellones, glorietas y banquetas arborizadas. Empezaron recuperando espacios públicos tomados por automóviles y plantando árboles en glorietas sin autorización oficial. “Primero actuamos, luego ellos reaccionan. Y luego se adjudican que Benito Juárez es un buen lugar para vivir, cuando son los vecinos que resisten los que mantienen las colonias en el mejor estado posible”, denuncia.
Aunque los marcos normativos contemplan procesos como el Aviso de Poda o las inspecciones de la PAOT (Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial), Ortega considera que estos “fueron diseñados para la simulación, no para la participación efectiva”. Señala que la mayoría de las talas se realizan “sin dictamen técnico o con justificaciones falsas”. Para las vecinas, lograr frenar la tala muchas veces implica confrontar directamente a cuadrillas de poda o empresas privadas. “He llegado tarde muchas veces, para poder salvarlos”, confiesa.

La COPACO, que en papel tiene voz en decisiones comunitarias, en la práctica es minimizada por las autoridades. “Tenemos voz, pero no voto. Y muchas veces, ni siquiera eso”. Pese a esta limitación, el trabajo vecinal ha logrado frenar —al menos temporalmente— obras que pretendían remover árboles o modificar espacios públicos sin consulta previa. “Documentar, exigir dictámenes, convocar a la prensa o cerrar calles. Eso sí funciona”, afirma.
Gabriela fue parte del Primer Parlamento de Mujeres de la Ciudad de México en 2019, donde propuso una iniciativa ecofeminista que exigía a las alcaldías garantizar al menos 9.2 metros cuadrados de áreas verdes por habitante, como lo recomienda la OMS. “No como sugerencia, sino como obligación legal”, aclara. La propuesta fue archivada sin discusión.
Su evaluación de los programas institucionales como Reto Verde es clara: “Es propaganda. Puro conteo de árboles sin mantenimiento. Plantaron miles donde no hay agua, los dejaron morir”. Considera que el nuevo Plan Ambiental 2025–2030 “dice muchas palabras bonitas”, pero no detiene los proyectos que destruyen calles o talan árboles con permisos discrecionales.
Reto Verde es una iniciativa impulsada por el Gobierno de la Ciudad de México, a través de la Secretaría del Medio Ambiente (SEDEMA), con el objetivo de “revegetar la capital, aumentar los espacios públicos con naturaleza y reducir los efectos del cambio climático”.
Sobre los conflictos entre desarrollo urbano y conservación del arbolado, señala: “El patrón es clarísimo: primero se tala, luego se construye. O bien, vecinos que abren cocheras falsas para evitar estacionamiento y luego talan árboles”. En colonias como Del Valle, Portales y Narvarte, ha documentado la sustitución sistemática de árboles por concreto: “Los árboles están en medio de la guerra inmobiliaria”.
Gabriela sostiene que esta situación es producto de una “lógica institucionalizada de corrupción”. Asegura que los permisos de tala se otorgan sin consulta, se maquillan cifras, y que incluso exfuncionarios de la Secretaría del Medio Ambiente ahora trabajan para constructoras. “Es un negocio redondo”, dice, y añade: “La información pública está manipulada. Los censos de árboles están desactualizados y los reportes ambientales se ocultan o minimizan”.

Pese a los obstáculos, Gabriela insiste en que la organización barrial funciona. “Nosotras aprendimos solas. No somos ONG ni partido. Solo somos vecinas que amamos nuestros árboles”. Para ella, la defensa del arbolado es también una forma de cuidar la salud mental, la calidad del aire y el derecho al espacio público. “Un árbol viejo no se reemplaza con uno nuevo. Y la violencia ambiental se traduce en violencia cotidiana”, concluye.

Casi siete años después de la imposición de sanciones por parte de EU la exportación petrolera de Venezuela parece haberse recuperado de forma significativa gracias a la contribución de la llamada flota fantasma. BBC Mundo te cuenta de qué se trata.
Cuando en 2019 el presidente de EE.UU., Donald Trump, impuso sanciones a la industria petrolera de Venezuela para presionar al gobierno de Nicolás Maduro, las exportaciones de crudo venezolano cayeron hasta unos 495.000 barriles diarios. Seis años más tarde, las sanciones siguen en pie, pero las exportaciones petroleras de Venezuela han vuelto a crecer hasta ubicarse en torno al millón de barriles diarios.
Aunque se trata de una cantidad pequeña para un país que en 1998 -antes de la llegada al poder de Hugo Chávez- producía tres millones de barriles diarios, esta recuperación de parte de la exportación de crudo es un indicativo de que las sanciones contra Venezuela no están funcionando como EE.UU. esperaba.
Y es que el gobierno de Maduro ha ido encontrando la manera de ir reactivando la producción y de crear nuevas vías para vender el crudo venezolano esquivando las sanciones.
En esa tarea de comercialización ha jugado un rol central la llamada “flota fantasma”: una serie de tanqueros petroleros que por medio de distintas estratagemas logran ocultar su labor como barcos de transporte de petróleo sancionado por las autoridades estadounidenses.
Una de estas embarcaciones fue interceptada e incautada este miércoles por las fuerzas militares de EE.UU. cuando se encontraba en aguas frente a las costas de Venezuela.
“Acabamos de incautar un petrolero frente a la costa de Venezuela, un petrolero grande, muy grande; de hecho, el más grande que se haya incautado jamás”, dijo Trump al anunciar la operación ante la prensa en la Casa Blanca.
El gobierno de Maduro reaccionó calificando la incautación como “un robo descarado y un acto de piratería” y dijo que acudirá ante instancias internacionales existentes para denunciar lo ocurrido.
Esta acción estadounidense aumenta las tensiones con Caracas que se han ido intensificando desde que en agosto de este año el gobierno de Trump inició un gran despliegue militar en aguas del Caribe con el objetivo oficial de combatir el narcotráfico, pero que muchos analistas creen que tiene como objetivo final forzar un cambio de régimen en Venezuela.
Más allá de su posible objetivo político, la medida tiene un impacto económico pues dificulta aún más las exportaciones petroleras venezolanas al meter presión sobre la flota fantasma.
Pero, ¿qué sabemos sobre cómo operan estas embarcaciones?
La utilización de flotas fantasmas es un fenómeno en aumento que ocurre no solamente en el caso venezolano, sino también de otros dos países petroleros sometidos a sanciones por parte de EE.UU. y de potencias occidentales: Rusia e Irán.
La empresa de inteligencia financiera S&P Global estima que uno de cada cinco petroleros en el mundo son usados para vender de contrabando petróleo procedente de países bajo sanciones.
De estos, el 10% transportarían solamente crudo venezolano, un 20% haría lo mismo con el iraní, mientras que 50% se dedica en exclusiva al petróleo ruso. El 20% restante no estaría atado a ningún país en particular y puede transportar petróleo de más de uno de estos países.
Según estimaciones de la firma de análisis marítimo Windward, la flota clandestina cuenta con unas 1.300 embarcaciones.
Las sanciones petroleras buscan desincentivar a países o empresas a adquirir o involucrarse en cualquier operación relacionada con crudo procedente de los países castigados.
Ante ello, los países sancionados optan por ofrecer su petróleo con grandes descuentos para que haya operadores, empresas o países que estén dispuestos a correr el riesgo de comprarlo, aplicando -eso sí- algunos trucos para disimular su origen.
Una de las estrategias más frecuentes que aplican estos tanqueros para evadir las sanciones es cambiar con frecuencia -a veces varias veces en un mes- de nombre o de bandera.
En el caso, por ejemplo, del petrolero incautado este miércoles, se trata de un barco llamado The Skipper, según informó CBS News, socia en EE.UU. de la BBC.
Esa misma cadena dijo que se trata de un barco sancionado por el departamento del Tesoro de EE.UU. desde 2022 debido a su supuesto rol en una red de contrabando de petróleo que ayuda a financiar a la Guardia Revolucionaria de Irán, así como a la milicia chiita libanesa Hezbolá.
CBS indicó que al momento de ser sancionado el petrolero tenía por nombre Adisa (inicialmente se llamaba The Tokyo) y era una de las embarcaciones vinculadas con el magnate petrolero ruso Viktor Artemov, quien también se encuentra bajo sanciones.
Al referirse a ese tanquero este miércoles, la fiscal general de EE.UU., Pam Bondi, dijo en la red social X que esa nave era usada para transportar petróleo procedente de Venezuela e Irán, dos países bajo sanciones.
Un elemento interesante sobre The Skipper es que es un barco con 20 años de antigüedad y ese es otro elemento usual entre los tanqueros de las flotas fantasma: muchos son barcos viejos, pues las grandes navieras suelen deshacerse de estos barcos cuando tienen 15 años de servicio y luego de 25 años suelen ser enviados al desguace.
Justamente otro truco aplicado por estos barcos es usurpar la identidad de alguno de esos barcos enviados a desguace, emitiendo los números de registro únicos que la Organización Marítima Internacional le otorgó a esas embarcaciones. Así se convierten en lo que se conoce como barcos zombis, pues lo que hacen es similar a alguien que usa la identidad de una persona muerta.
Un caso de este tipo relacionado con Venezuela ocurrió en abril pasado cuando un barco llamado Varada llegó a aguas de Malasia, tras un viaje que había iniciado dos meses antes en Venezuela.
La embarcación juntaba dos elementos sospechosos: tenía 32 años y la bandera de las Comoras, popular entre barcos que no quieren ser detectados.
Una investigación de la agencia Bloomberg descubrió que se trataba de un barco zombi, pues el verdadero Varada había sido desguazado en 2017 en Bangladesh.
Otras formas habituales de operar de los barcos de flotas fantasmas consiste en “disfrazar” el origen del crudo transfiriéndolo en aguas internacionales a petroleros sin problemas legales con otras banderas, que son los que se encargan de llevar el crudo hasta su destino, presentándolo como procedente de un país no sancionado.
Ese fenómeno se produjo, por ejemplo, en el caso de las exportaciones petroleras venezolanas hacia China durante el primer gobierno de Trump. Según expertos consultados por BBC Mundo hubo un momento en el que en las estadísticas oficiales de comercio de China aparecía como si ese país no estaba adquiriendo crudo venezolano cuando, en realidad, sí lo estaba haciendo.
Esto era posible porque ciertas refinerías compraban el petróleo a estos barcos que habían adquirido la carga en aguas internacionales y que la presentaban como procedente de países no sancionados.
Un último truco usual entre este tipo de tanqueros consiste de desactivar el sistema de identificación automática, a través del cual se transmiten datos como el nombre, la bandera, la posición, la velocidad o el rumbo de la embarcación. La manipulación de estos datos permite ocultar la identidad, ubicación y rumbo de las naves.
La investigación de Bloomberg en abril detectó el caso de cuatro barcos zombis que transportaban crudo venezolano.
La agencia de noticias recurrió al análisis de imágenes satelitales y las comparó con fotos históricas de los cuatro barcos cuyos nombres y números de identificación estaban usando.
Más recientemente, la ONG Transparencia Venezuela emitió un informe basado en la observación de lo que ocurrió en los puertos petroleros de ese país en octubre de este año.
Según ese reporte, hubo 71 tanqueros extranjeros en modo visible en los puertos de la petrolera venezolana Pdvsa, de los cuales 15 están bajo sanciones y nueve se relacionan con flotas fantasmas.
Transparencia encontró que en promedio hubo 24 petroleros que estaban ubicados cerca de tres puertos en el occidente y oriente de Venezuela y que estaban operando en modo furtivo, pues no tenían activas sus señales reglamentarias de posicionamiento.
De igual modo, Transparencia afirma haber detectado seis operaciones de transferencia de carga de un buque a otro, cerca de la bahía de Amuay, en el occidente del país.
De igual modo, hubo una mayoría de barcos con banderas de países considerados como paraísos regulatorios, por tener normas de supervisión laxas, lo que termina facilitando las operaciones de este tipo de embarcaciones.
Así, de los 71 barcos, 29 tenían la bandera de Panamá, seis de las islas Comoras y cinco de Malta.
En su informe, Transparencia indica que 38 de estos petroleros pasaron más de 20 días sin tocar puerto, algo que contrasta con los barcos de la petrolera estadounidense Chevron (autorizada por Washington para operar en Venezuela) que al llegar toman su carga y se marchan en un plazo máximo de seis días.
“La permanencia extendida en las áreas portuarias del país, sin llegar directamente a las terminales petroleras, arroja serias dudas sobre el tipo de operaciones que esos buques realizan”, señaló Transparencia en relación con los barcos que tardaban muchos días sin tocar puerto.
En todo caso, dado que la operación de intercepción e incautación realizada este miércoles se originó en el portaviones Gerald Ford -el más grande del mundo-, que ahora forma parte del masivo despliegue de fuerzas realizado por EE.UU. en aguas del Caribe frente a Venezuela, es probable que la posibilidad del gobierno de Maduro de recurrir a la flota fantasma se vea limitada de una forma importante.
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