Guadalupe Mora, jefe de tenencia de La Ruana, municipio de Buenavista, Michoacán, y hermano de Hipólito Mora, exlíder de autodefensas asesinado en 2023, denunció que la localidad se encuentra en “alerta máxima” debido a los enfrentamientos que mantienen grupos criminales, por lo que pidió la intervención de organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En un comunicado publicado este miércoles 11 de junio, señaló que La Ruana, cuyo nombre oficial es Felipe Carrillo Puerto, se encuentra en un momento “crítico y alarmante” debido al conflicto armado entre cárteles que se disputan el territorio.
“Se escuchan balaceras continuas, ataques con drones, y la población se encuentra refugiada, tirada al suelo dentro de sus viviendas, sin poder salir, sin protección alguna”, relató en el texto.
Mora denunció la “ausencia total” del gobierno estatal, encabezado por Alfredo Ramírez Bedolla, “que no ha enviado ninguna fuerza de contención ni apoyo”, aunque horas más tarde la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) únicamente informó que, junto al Ejército, mantenía vigilancia en gasolineras de la región luego de que diversos establecimientos cerraron por amenazas y extorsiones del crimen organizado.
El jefe de tenencia de la Ruana también señaló la “omisión deliberada” de la alcaldesa morenista de Buenavista, Irma Moreno Mendoza, quien no se ha pronunciado sobre los hechos de violencia en el municipio e, incluso, se ha negado a dar entrevistas: “Su silencio es cómplice del abandono, y su falta de acción deja a nuestros ciudadanos en el más profundo estado de indefensión”.
Ante esta situación, Guadalupe Mora, a nombre de los pobladores de La Ruana, emitió una “alerta máxima” y solicitó la intervención urgente de organismos nacionales y también internacionales, como la ONU y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
“Tierra Caliente está siendo devorada por el crimen organizado mientras nuestras autoridades callan. No pedimos favores, exigimos que se cumpla con el deber institucional de proteger a la población civil”, concluye el comunicado.
Usuarios en redes sociales han difundido videos y audios en los que se escuchan constantes detonaciones de armas de alto calibre, así como fotografías de viviendas con impactos de bala y vehículos incendiados.
La región de Tierra Caliente, en donde se ubica Buenavista, es una zona constantemente afectada por los hechos de violencia como enfrentamientos, ataques con explosivos, ya sean minas o lanzados desde drones, privaciones de la libertad, amenazas, extorsiones y agresiones a limoneros, lo que ha provocado el desplazamiento forzado de personas.
Tan solo esta mañana en Apatzingán, municipio también de Tierra Caliente y vecino de Buenavista, se registró un enfrentamiento entre civiles armados y elementos de la fiscalía estatal, el cual dejó dos detenidos y tres muertos.
Los iraníes hablan sobre el miedo, la confusión y el sentimiento de impotencia que atraviesan en horas decisivas ante la ola de bombardeos aéreos de Israel.
Largas filas en las gasolineras y panaderías. Una hilera de autos que intentan salir de la capital. Noches largas y aterradoras.
Todavía conmocionados por el repentino ataque de Israel a Irán en las primeras horas de la mañana del viernes, los residentes de Teherán hablan sobre el miedo, la confusión, el sentimiento de impotencia y las emociones encontradas que atraviesan.
“Hace noches que no dormimos. Todo el mundo se va, pero yo no. Mi padre dice que es más honorable morir en tu propia casa que huir”, me dice un estudiante de música, de 21 años, a través de una aplicación de redes sociales encriptada.
Donya –una mujer que no quiere revelar su nombre real– es una de los muchos iraníes atrapados en una guerra entre un régimen que detestan e Israel, cuyo poder destructivo en Gaza ha visto esta mujer en su pantalla a la distancia.
“Realmente no quiero que mi hermosa Teherán se convierta en Gaza”, dice Donya.
En cuanto al llamado del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, a que los iraníes se levanten contra su liderazgo clerical, ella tiene una respuesta contundente: “No queremos que Israel nos salve. Ningún país extranjero se ha preocupado nunca por Irán. Tampoco queremos la República Islámica”.
Otra mujer le dijo al Servicio Persa de la BBC que al principio sintió una “extraña emoción” al ver a Israel matar a un grupo de poderosos altos mandos militares que pensó que vivirían para siempre.
“De repente, esa imagen de poder se rompió en mil pedazos. Pero, a partir del segundo día, cuando escuché que gente común, que no conocía, personas como yo también habían muerto empecé a sentir dolor, miedo y tristeza”, señala.
La mujer explica cómo la tristeza que sentía rápidamente se convirtió en ira cuando supo que el campo de gas de South Pars había sido impactado, temiendo que Israel estuviera tratando de dejar Irán “en ruinas”.
Por primera vez en su vida, esta mujer dice que pensó en prepararse para la idea de morir.
Más de 220 personas –muchas de ellas mujeres y niños– han muerto en los ataques desde el viernes, según las autoridades iraníes, que informaron que sus misiles han matado al menos a 24 personas en Israel en el mismo período.
Este lunes, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que todo el mundo debería evacuar “inmediatamente” Teherán.
A diferencia de Israel, en Irán no hay advertencias de ataques inminentes ni refugios a los que correr.
Los misiles caen del cielo, pero una campaña de autos bomba en Teherán, reportada tanto por medios israelíes como iraníes, generaron más pánico y confusión entre la gente.
Incluso algunos simpatizantes del régimen, según se informa, están molestos por el hecho de que sus tan elogiadas defensas hayan quedado completamente al descubierto.
Entre muchos iraníes, la desconfianza en las autoridades es profunda.
Donya solía desafiar el régimen y su estricto código de vestimenta saliendo con el pelo descubierto.
Ahora, con sus exámenes universitarios pospuestos hasta la próxima semana, prefiere quedarse en casa.
“Siento mucho miedo por la noche. Tomo algunas pastillas para relajarme y tratar de dormir”, dice.
El gobierno iraní ha sugerido que la gente se refugie en mezquitas y estaciones de metro. Pero eso es difícil cuando las explosiones parecen aparecer de la nada.
“Teherán es una gran ciudad y, sin embargo, todos los vecindarios se han visto afectados de alguna manera por el daño”, le dijo otra joven al Servicio Persa de la BBC.
“Por ahora, todo lo que hacemos es revisar las noticias cada hora y llamar a los amigos y familiares de los barrios que han sido alcanzados para asegurarnos de que todavía están vivos”.
Ella y su familia decidieron dejar su casa para quedarse en un área donde no hay edificios gubernamentales conocidos, aunque nunca se sabe, en un país como Irán, quién puede estar viviendo a tu lado.
El asalto israelí ha dividido a los iraníes. Mientras unos celebran las pérdidas del régimen, otros están enojados con aquellos que alientan a Israel. Muchos cambian de opinión sobre lo que piensan.
Las divisiones son amargas, incluso entre algunas familias.
“La situación se siente como las primeras horas después de que el Titanic golpeara el iceberg. Algunas personas intentaban escapar, otras decían que no era gran cosa y otras seguían bailando”, dice la mujer.
Ella siempre ha protestado contra los gobernantes administrativos de Irán, le dice a la BBC, pero ve lo que Netanyahu le está haciendo a su país como “inexcusable”.
“La vida de todos, ya sea que apoyaran los ataques o no, ha cambiado para siempre. La mayoría de los iraníes, incluso aquellos que se oponen al gobierno, ahora se han dado cuenta de que la libertad y los derechos humanos no provienen de las bombas israelíes que caen sobre ciudades donde viven civiles indefensos”, sostiene.
“La mayoría de nosotros estamos asustados y preocupados por lo que viene después. Hemos empacado bolsas con suministros de primeros auxilios, comida y agua, por si las cosas empeoran”, agrega.
Israel dice que las fuerzas armadas iraníes han colocado deliberadamente sus centros de mando y armas dentro de edificios y áreas civiles.
Los miembros de la gran diáspora de Irán también están preocupados.
“Es difícil transmitir lo que es ser iraní en este momento”, dice Dorreh Khatibi-Hill, una activista e investigadora por los derechos de las mujeres afincada en Leeds que está en contacto con familiares, amigos y otros activistas antirrégimen.
“Estás feliz de que los miembros del régimen, que han estado torturando y asesinando a personas, estén siendo eliminados. Pero sabemos que los civiles están muriendo. Este es un desastre humanitario devastador”, añade.
Y los iraníes no están recibiendo información precisa sobre lo que está sucediendo, opina.
“La persona principal en Irán, el líder supremo, sigue viva mientras los iraníes huyen temiendo por sus vidas. Nadie quiere que Irán se convierta en otro Irak, Siria o Afganistán. Ninguno de nosotros quiere esta guerra. Nosotros tampoco queremos el régimen”, asegura la activista.
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