
Para entender mejor
Uriel Carmona, fiscal de Morelos, fue detenido nuevamente por agentes de la Fiscalía de Ciudad de México cuando este mismo viernes había sido puesto en libertad por orden de un juez, quien es acusado por obstruir la justicia en el caso del feminicidio de Ariadna Fernanda.
“Este viernes, agentes de la Policía de Investigación (PDI) cumplimentaron una nueva orden de aprehensión en contra de Uriel “N”, por su probable participación en el delito de encubrimiento por favorecimiento”, informó la Fiscalía de Ciudad de México la noche del viernes.
“Fue cumplimentado por elementos investigadores al momento en el que el ex servidor público abandonaba el Reclusorio Preventivo Varonil Sur”, detalló.
Carmona fue trasladado para su certificación médica y puesto a disposición del juez de control que lo requirió en ese mismo reclusorio.

“En su calidad de titular de la Fiscalía General de Justicia del estado de Morelos, dispuso para fungir como enlace y responder a todas las solicitudes que le realizaría otra autoridad que efectuaba investigaciones
vinculadas a la mala actuación de servidores públicos en la integración de una carpeta por el delito
de feminicidio, a una persona que posiblemente no contaba con las facultades para hacerlo.
“Lo anterior, probablemente con la única intención de retrasar y no hacer entrega de la información
requerida, lo que se acredita con diversos oficios que suscribió previo acuerdo con el imputado, en
donde de manera sistemática, negaba la entrega de lo solicitado”, explicó la Fiscalía capitalina.
A Carmona se le investiga porque con sus actuaciones posiblemente entorpeció de manera indebida la procuración de justicia en el referido caso, dijo la dependencia.
Un tribunal colegiado ordenó la libertad inmediata del fiscal de Morelos, Uriel Carmona, por considerar que se vulneró su fuero constitucional. El titular de la dependencia está señalado por la obstrucción de justicia en el caso del feminicidio de Ariadna Fernanda.
El Décimo Tribunal Colegiado del Primer Circuito respaldó la decisión de un juez federal que determinó que no se respetó su fuero.
De acuerdo con la determinación, la liberación del fiscal deberá tener efecto inmediato.
Carmona Gándara fue aprehendido por las autoridades de la Fiscalía de la Ciudad de México, tras un operativo en coordinación con la Secretaría de Marina (Semar). El 6 de agosto, fue vinculado a proceso y se le impuso la medida cautelar de prisión preventiva.

De acuerdo con la decisión del juez, una vez liberado, el fiscal de Morelos deberá comparecer ante el juez de control en las 24 horas siguientes y entre las medidas impuestas está acudir cada lunes a firmar un libro de control. La suspensión de la prisión preventiva justificada podría revocarse si se incumplen las medidas que ordene el juez.
El titular de la Fiscalía General de Morelos está preso en el Reclusorio Sur, es acusado del delito de retardo de justicia en el caso del asesinato de la joven, ocurrido en 2022
Sin embargo, en distintos momentos, el fiscal ha sostenido que su detención está relacionada con temas políticos y acusó que se violaron sus derechos como servidor público.
Apenas el 31 de agosto la Fiscalía capitalina consideró que un mes era tiempo insuficiente para efectuar otras diligencias y por ello fue que solicitaron la ampliación del plazo a cinco meses, lo cual fue concedido por el juez de control del Tribunal Superior de Justicia de CDMX.
Tras esta decisión Rodrigo Ugalde, abogado de Uriel Carmona, señaló que la prórroga fue arbitraria y en detrimento del exfiscal y anunció la impugnación.
La Fiscalía General de Justicia de la CDMX rechazó la decisión de un juez sobre el cambio de medida cautelar de prisión preventiva del fiscal de Morelos, Uriel Carmona.
En un video, el vocero de la dependencia, Ulises Lara señaló que los magistrados resolvieron de manera “extrañamente expedita” que fuera puesto en libertad inmediatamente.
“Que quede claro, el servidor público imputado no cuenta con inmunidad procesal para delitos contenidos en causas penales del fuero común, así lo determinó la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) cuando señaló que el fuero constitucional del fiscal General de Morelos solo es aplicable para casos de delitos federales, tan es así que continúa vinculado a proceso”, dijo.
Lara López aseguró que la Fiscalía ha actuado conforme a los protocolos y la actuación es apegada a la ley, para garantizar el acceso a la justicia, particularmente para las víctimas de feminicidio.
El exfiscal de Morelos, Uriel Carmona, es señalado por su probable participación en el delito de retardo de justicia por el feminicidio de la joven Ariadna Fernanda en 2022, por ello fue vinculado a proceso el pasado 6 de agosto.
Ariadna fue hallada muerta la tarde del miércoles 2 de noviembre de 2022 a un costado de la autopista La Pera-Cuautla, en Tepoztlán, Morelos. La última vez que se supo de ella fue el 30 de octubre.
El cuerpo de Ariadna fue encontrado por un ciclista que transitaba por la zona y quien informó del hallazgo a los servicios de emergencia y compartió en sus redes sociales imágenes de los tatuajes de la joven para que sus familiares la identificaran.

De acuerdo con la Fiscalía de CDMX, en su momento Carmona brindó “información falsa y maliciosa” sobre el feminicidio de Ariadna Fernanda.
Ernestina Godoy, fiscal de la CDMX, afirmó que el exfiscal tenía conocimiento de las evidencias en la investigación y aún así decidió culpar a Ariadna de su propia muerte.
Por la detención y vinculación a proceso del exfiscal, el Congreso de Morelos presentó una controversia constitucional ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), la cual fue desechada.

El número de adolescentes involucrados en el tráfico de drogas se ha cuadruplicado en ocho años, según datos del gobierno.
Advertencia: Este artículo contiene detalles explícitos de violencia.
Un grupo de niños vio el cuerpo de Adel camino a la escuela, justo cuando sus padres se dirigían a la comisaría para denunciar su desaparición.
Se reducía a una silueta grotesca y carbonizada, reclinada, con una rodilla en alto, como si estuviera tumbado, en una de las playas cercanas de Marsella.
Tenía 15 años cuando murió de una forma que aquí es habitual: un disparo en la cabeza, su delgado cuerpo rociado con gasolina y prendido fuego.
Alguien incluso filmó la escena en la playa, en la última de una escalofriante serie de asesinatos a tiros vinculados a la rápida evolución del narcotráfico en esta ciudad portuaria, cada vez más alimentado por las redes sociales y ahora marcado por actos de violencia aparentemente aleatorios y el creciente papel de los menores, a menudo obligados a participar en la venta de drogas.
“Ahora es un caos “, afirmó un pandillero escuálido, levantándose la camisa en un parque cercano para mostrarnos un torso marcado por las cicatrices de al menos cuatro balazos como resultado de un intento de asesinato por parte de una banda rival.
El Ministerio de Justicia francés estima que el número de adolescentes involucrados en tráfico de drogas se ha más que cuadruplicado en los últimos ocho años.
“He estado en una pandilla desde los 15 años. Pero todo ha cambiado ahora. Los códigos, las reglas… ya no hay reglas. Nadie respeta nada hoy en día. Los jefes empiezan… a usar a los jóvenes. Les pagan miserias. Y terminan matando a otros sin ningún motivo aparente. Reina la anarquía en toda la ciudad”, aseguró el hombre, ahora de veintipocos años, quien nos pidió que usáramos su apodo, El Inmortal.
Policías, abogados, políticos y organizadores comunitarios en Marsella hablan de una psicosis -un estado de trauma o pánico colectivo- que se apodera de partes de la ciudad, mientras debaten si contraatacar con una acción policial cada vez más contundente o con nuevos intentos para abordar la arraigada pobreza.
“Hay un ambiente de miedo. Es evidente que los narcotraficantes dominan y ganan terreno cada día”, declaró una abogada local, que pidió permanecer en el anonimato por temor a represalias contra ella o su familia.
“El Estado de derecho está ahora subordinado a las bandas. Hasta que no tengamos un Estado fuerte de nuevo, debemos tomar precauciones”, puntualizó, sobre su reciente decisión de dejar de representar a las víctimas de la violencia de las bandas.
“Ya no hay reglas”
Durante el verano, varias ciudades francesas impusieron toques de queda nocturnos a los adolescentes tras una oleada de violencia relacionada con el narcotráfico.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, mantuvo conversaciones el jueves para intentar responder a la crisis.
“Hay tanta competencia en el narcotráfico que la gente está dispuesta a todo”, aseveró el organizador comunitario Mohamed Benmeddour.
Y agregó: “Tenemos chicos de 13 o 14 años que vienen como vigías o traficantes. Los jóvenes ven cadáveres, oyen hablar de ellos, todos los días. Y ya no tienen miedo de matar ni de que los maten”.
El detonante de la actual psicosis en Marsella fue el asesinato, el mes pasado, de Mehdi Kessaci, un policía en prácticas de 20 años sin vínculos con el narcotráfico.
Se cree que su muerte pretendía ser una advertencia para su hermano, un destacado activista antipandillas de 22 años y aspirante a político llamado Amine Kessaci.
Bajo estrecha protección policial, Kessaci habló con la BBC sobre la muerte de Mehdi y la culpa que siente.
“¿Debería haber obligado a mi familia a irse de Marsella? La lucha de mi vida será esta lucha contra la culpa”, lamentó.
Amine Kessaci saltó a la fama en Francia en 2020 tras el asesinato de su hermano mayor, un pandillero llamado Brahim.
“Llevamos años con esta psicosis. Sabíamos que nuestras vidas pendían de un solo hilo. Pero todo cambió desde el covid-19. Los agresores son cada vez más jóvenes. Las víctimas son cada vez más jóvenes”, afirmó.
“Mi hermano pequeño fue una víctima inocente. Hubo una época en que los verdaderos matones tenían un código moral. No se mata de día. No delante de todos. No se queman cadáveres. Primero se amenaza con un tiro en la pierna. Hoy en día, todas estas reglas han desaparecido”.
Ante los actuales niveles de violencia sin precedentes, la policía francesa está respondiendo con lo que denominan “bombardeos” de seguridad en zonas de alta criminalidad de Marsella.
Aunque una banda, la DZ Mafia, parece dominar el negocio, opera una especie de sistema de franquicias con una red fragmentada de pequeños distribuidores, a menudo compuestos por adolescentes e inmigrantes indocumentados, que se enfrentan violentamente por territorio.
Según una estimación, hasta 20.000 personas podrían estar involucradas en el negocio de la droga en la ciudad.
El año pasado, las autoridades confiscaron a las bandas 42 millones de euros (unos US$49 millones) en bienes de origen delictivo.
Videos compartidos en redes sociales muestran habitualmente a miembros de las pandillas armados con rifles automáticos disparándose entre sí en las diversas cités de Marsella: barrios pobres caracterizados por edificios de gran altura y una gran concentración de viviendas sociales.
En una fría tarde de la semana pasada acompañamos a un grupo de policías antidisturbios armados en una de sus misiones habituales de “bombardeo”.
Los agentes se dirigieron a toda velocidad a un bloque de pisos en ruinas en sus furgonetas, mientras un joven pandillero que vigilaba la entrada huía a pie. Divididos en dos grupos, los policías corrieron por ambos lados del edificio intentando atrapar a los traficantes en las escaleras.
“El objetivo es desmantelar los puntos de venta de droga. Hemos clausurado más de 40… y hemos encerrado a mucha gente”, explicó Sébastien Lautard, jefe de la policía regional.
“Denle la vuelta”, ordenó un agente bruscamente, mientras su equipo acorralaba a un joven de 18 años contra una puerta.
En un sucio sótano cercano, la policía encontró docenas de viales y pequeñas bolsas de plástico utilizadas para distribuir cocaína.
Más tarde, un policía explicó que el joven detenido pedía ser arrestado, alegando que había llegado a Marsella desde otra ciudad y que ahora estaba retenido contra su voluntad y obligado a trabajar para una banda de narcotraficantes.
Los agentes se lo llevaron en una furgoneta.
“Esto no es El Dorado. Tenemos muchos jóvenes reclutados en redes sociales. Vienen a Marsella pensando que ganarán dinero fácil. Les prometen 200 euros (US$233) al día. Pero a menudo terminan en miseria, violencia y, a veces, la muerte”, declaró el fiscal jefe de la ciudad, Nicolas Bessone.
En su oficina, cerca del antiguo puerto de la ciudad, Bessone describió una industria que alcanza un estimado de 7.000 millones de euros a nivel nacional (unos US$8.200 millones) y se caracteriza por dos novedades: un creciente énfasis en el reclutamiento, la venta y la entrega a domicilio en línea; y un número cada vez mayor de adolescentes obligados a participar en el negocio.
“Ahora vemos cómo los traficantes esclavizan a estos pequeños soldados. Crean deudas ficticias para que trabajen gratis. Los torturan si roban 20 euros para comprar un sándwich. Es ultraviolencia. La edad promedio de los agresores y las víctimas es cada vez menor”, afirmó Bessone.
Instó a la población local a no sucumbir a la psicosis, sino a “reaccionar, a rebelarse”.
La abogada, que nos pidió que ocultáramos su identidad, describió un caso que ella había llevado.
“Un joven, que se negaba rotundamente a formar parte de una red, fue recogido después de la escuela, obligado a participar en el tráfico de drogas, violado, amenazado y su familia también fue amenazada. Se utilizan todos los medios para crear una fuerza laboral”, declaró.
En TikTok decenas de vídeos con música anuncian la venta de drogas en las cités de Marsella “de 10:00 a medianoche”, cada producto con su propio emoji: cocaína, hachís y marihuana.
Otros anuncios buscan reclutar nuevos miembros de bandas con mensajes como “se busca trabajador”, “250€ para vigilantes”, “500€ para transportar drogas”.
Para algunos políticos locales, la solución a los problemas de Marsella es el estado de emergencia y normas de inmigración mucho más estrictas.
“Hay que restaurar la autoridad. Necesitamos acabar con la cultura de la permisividad en nuestro país. Necesitamos dar más libertad y más poder a la policía y al poder judicial”, sentencia Franck Alissio, diputado local del partido populista de extrema derecha Agrupación Nacional (RN, por sus siglas en francés) y posible candidato a la alcaldía.
Aunque la antigua ciudad mediterránea de Marsella ha sido conocida durante siglos por su numerosa comunidad inmigrante, Alissio argumenta que “hoy en día, el problema es que ya no somos capaces de integrarnos económicamente ni asimilarnos. Hay demasiada inmigración. El problema es la cantidad (de inmigrantes). Y, de hecho, los narcotraficantes, los traficantes, los vigilantes, los líderes de estas mafias, son casi todos inmigrantes o extranjeros con doble nacionalidad”.
Es una afirmación controvertida y difícil de verificar en un país que se esfuerza por evitar incluir ese tipo de detalles en las cifras oficiales.
Alissio sostiene que los sucesivos gobiernos invirtieron miles de millones de euros en los barrios más pobres de Marsella sin ningún resultado. Culpa a los padres y a las escuelas por permitir que los niños se involucren en el narcotráfico, pero añade que su objetivo era “resolver el problema, no hacer sociología”.
Los partidos de extrema derecha han gozado durante mucho tiempo de un fuerte apoyo en el sur de Francia, pero no tanto en la diversa ciudad de Marsella. Críticos de RN, como la abogada cuya identidad hemos ocultado, acusaron al partido de “explotar la miseria y el miedo” y de culpar erróneamente a los inmigrantes de una “gangrena” generalizada en todas las comunidades de Francia.
Philippe Pujol, escritor local y experto en el narcotráfico en Marsella, también recibió protección policial tras el asesinato de Mehdi Kessaci el mes pasado.
“No estoy seguro de que haya una buena razón para este terror. Pero… el terror se está extendiendo. Prefiero tener miedo y ser precavido que correr riesgos innecesarios”, declaró.
Pero refutó las peticiones de una acción policial más contundente, argumentando que solo aliviaba los síntomas de una sociedad en crisis, en lugar de abordar las causas del problema.
Al describir la pobreza arraigada como un “monstruo”, Pujol pintó una imagen de una sociedad radicalizada por décadas de abandono.
“El monstruo es una mezcla de clientelismo, corrupción y decisiones políticas y económicas tomadas en contra del interés público”, opinó Pujol.
“Estos chicos pueden ser unos imbéciles cuando están en grupo, pero cuando estás a solas con ellos, siguen siendo niños, con sueños, que no quieren esta violencia”, aseguró.
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