
Para entender mejor
La calle Paso Florentino, ubicada en la colonia La Mexicana, en la alcaldía Álvaro Obregón, es una de las más peligrosas para circular, pues el piso mojado activa un riesgo latente que por años ha puesto en peligro a vecinos, peatones y automovilistas, por lo que se le conoce como “la bajada del Diablo”.
Dicha vialidad es una pendiente de 45 grados de acuerdo con la alcaldía Álvaro Obregón donde, año con año, especialmente en temporada de lluvias, vehículos particulares, camiones de carga y unidades de reparto pierden el control y se deslizan, impactando viviendas y provocando accidentes.
Manuel Villa Gómez Cano, vecino del lugar desde hace 40 años, recordó cómo se fue formando la colonia cuando la calle era “puro tepetate”.

“Al principio esto era puro cerro. Teníamos que subir por arena y grava para poder construir. Después echaron chapopote, pero no funcionó, y más tarde pusieron concreto hidráulico, que supuestamente era mejor, pero se vuelve muy resbaloso”, explicó.
El tipo de pavimento, el paso constante de vehículos, así como derrames de aceite se acumulan sobre la superficie de la pendiente, son los factores por los que dicha calle se convierte en un peligro.
“Cada que llovizna, es seguro que se vienen los carros o los camiones. Se resbalan porque van tirando gota a gota de aceite y con el agua eso se vuelve como jabón”, relató.
Aunque los accidentes no ocurren todos los días, sí se repiten de manera constante.
“Ha habido choques fuertes. Una vez un materialista se vino y le voló la cabeza a un taxista. Otro día se volteó una camioneta que traía un sonido con chamacos adentro; los vecinos tuvieron que romper las lonas para sacarlos porque se les cayeron las bocinas encima”, recordó Gómez Cano.

Uno de los accidentes más recientes ocurrió cuando un camión que transportaba refrescos perdió el control y se impactó contra una vivienda.
María Teresa Rivas, quien se encontraba dentro de su casa junto con su hermano, sentados en la sala y viendo la televisión, resultó lesionada.
“Estábamos sentados cuando de repente se vino el camión. A mí me voló, caí al suelo con los tabiques y la ventana encima. A mi hermano lo tiró de panza. No estamos graves, pero sí muy lastimados”, narró para Animal Político.
María Teresa presenta dolores en la pierna, un brazo y la espalda, además de una herida que requirió una sutura.
“Ya somos personas adultas y ni nos la esperábamos. Si no, pues nos echamos a correr”, dijo.
Aunque la aseguradora del vehículo se hizo cargo de los daños materiales, el temor persiste.
“Nos pusieron unos tubos de protección, pero no son suficientes. Cuando se viene un carro, tira todo. Ya no se siente uno seguro”, manifestó.

Otros vecinos coinciden en que los accidentes involucran principalmente a camiones grandes de reparto, como los de refrescos o materiales de construcción.
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“Ese camión de refresco pasaba todos los días. Yo lo veía venir. Ese día llovió y fue cuando se vino. Cuando llueve es cuando pasa esto”, comentó Rivas.
Aseguró que no ha observado los videos del accidente para no revivir el momento.
Rosa Lilia Gutiérrez Carmona, otra habitante de la zona, señaló que la calle Paso Florentino es una de las principales vías de conexión entre las colonias Jalpa y Santa Fe, lo que provoca un flujo constante de vehículos.
“Es la única subida hacia la avenida. Las otras calles son sólo de bajada o tienen pendientes más inclinadas. Por eso todos pasan por aquí”, explicó.
La situación se agrava porque la calle es utilizada para subir hasta la calle de Paso Viejo, como para bajar, lo que incrementa el riesgo de colisiones y pérdidas de control.
“Cuando llueve, los carros se derrapan. No importa que frenen, se siguen deslizando”, añadió Gutiérrez Carmona.
Por su parte, Edmundo Contreras García, profesor investigador de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura (ESIA) Zacatenco del Instituto Politécnico Nacional (IPN), explicó que el problema tiene su origen en la orografía de la zona.

“Estamos hablando de una región de barrancas en el poniente de la Ciudad de México. La pendiente de esta calle excede lo que marca la normatividad para vialidades urbanas”, señaló.
Preciso que eso afecta en gran medida, el comportamiento del pavimento.
“El concreto hidráulico, con el uso, se alisa y pierde fricción. Cuando el coeficiente de fricción entre las llantas y el pavimento disminuye, aunque el vehículo frene, se va a deslizar”, comentó.
Aseveró que la situación se vuelve crítica con la presencia de agua y residuos como aceite o grasa.
Contreras García planteó modificar el tipo de pavimento y suelo para aumentar su rugosidad. En ese tenor, realizar un estriado superficial que incremente la fricción,
Es decir, adelgazar más las barreras que existen en el suelo. Además de instalar reductores de velocidad alternados para disminuir la circulación y colocar sistemas adecuados de drenaje pluvial, como bocas de tormenta y coladeras laterales, que eviten la acumulación de agua sobre la superficie de rodamiento.

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“Cuando se termina un pavimento, sea asfalto o concreto hidráulico, se debe considerar el coeficiente de fricción entre la superficie y los neumáticos. Ese coeficiente es el que permite que un vehículo frene y mantenga el control.
El especialista dijo que el manejo del agua pluvial debe ser considerado por las autoridades locales.
“En una vialidad con estas características es indispensable contar con bocas de tormenta y coladeras adecuadamente diseñadas. La idea es que el agua no permanezca sobre la superficie del pavimento, sino que se canalice de inmediato al drenaje pluvial.
En ese sentido, explicó que las calles deben tener una pendiente transversal —conocida como bombeo— que permita desalojar el agua hacia las banquetas.
“Si no se cuenta con ese bombeo y con coladeras funcionales, el agua se acumula y actúa como una película que reduce todavía más la fricción”, dijo.
Mencionó que no se trata de soluciones improvisadas, pues se requiere de un diagnóstico técnico que contemple dicha pendiente, el tipo de tránsito, el material del pavimento, el drenaje pluvial y la protección a los vecinos.
Agregó que dicho la fricción no es estático, pues “se comporta de manera distinta dependiendo de la velocidad, del estado del pavimento y de si hay presencia de agua. Con el uso constante, el concreto hidráulico tiende a alisarse, pierde rugosidad y, por lo tanto, disminuye su capacidad de adherencia”.

“Existen lineamientos técnicos que indican cuál debe ser la pendiente máxima para una calle urbana segura. En este caso, la inclinación excede ampliamente esos valores, lo que de entrada genera un riesgo permanente para la circulación”, advirtió.
Precisó que el problema que enfrentan los vecinos de la calle Paso Florentino “no es fortuito”, ni producto de descuidos aislados, sino es “el resultado de una combinación de factores estructurales, topográficos y de planeación urbana que, con el paso del tiempo, se han vuelto más evidentes y peligrosos”.
“Hay que reforzar las banquetas con elementos estructurales que funcionen como barreras de contención, para impedir que los vehículos que pierdan el control impacten directamente contra las viviendas”, declaró.
Añadió que la pendiente de Paso Florentino rebasa los parámetros establecidos por la normatividad vigente en materia de vialidades urbanas. En tiempos donde no hay lluvia, se puede transitar tranquilamente, pero durante la temporada de lluvias, la situación se agrava de manera considerable.
El investigador subrayó que, el problema no siempre es la imprudencia del conductor.
“Aunque un automóvil circule a baja velocidad, si la fricción es muy baja, no hay forma de que las llantas se adhieran al pavimento. El vehículo pierde el control de manera longitudinal, es decir, se va de frente cuesta abajo”, señaló.
Pidió a los vecinos de la zona a tener un mantenimiento constante de la calle, como la limpieza del pavimento y retirar los residuos de aceite.

Dos meses después de que Israel y Hamás acordaran la primera fase de un cese del fuego en Gaza patrocinado por Estados Unidos, el progreso hacia una segunda fase sigue estancado.
Israel y Hamás acordaron en octubre pasado una primera fase de un cese el fuego, apoyado por Estados Unidos, que dio esperanzas de un posible camino para terminar con la disputa armada en el territorio.
Dos meses después, Gaza permanece estancada en la primera fase. Está dividida en dos partes y con su población desplazada y viviendo entre ruinas.
Bajo la segunda fase del cese el fuego propuesto por el presidente estadounidense, Donald Trump, tanto Israel como Hamás enfrentan difíciles decisiones.
Hamás necesita entregar sus armas e Israel debe retirar sus tropas en Gaza y transferir las responsabilidades de la seguridad a una fuerza internacional.
La formación de un gobierno para administrar Gaza es otro desafío por resolver, así como la búsqueda por parte de Israel del último rehén que queda por entregar, Ran Gvili.
Gvili, un agente de policía de Israel, fue secuestrado por Hamás durante el ataque del 7 de octubre de 2023. Hamás ha dicho que la búsqueda entre los escombros de Gaza no ha dado ningún resultado sobre su paradero.
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, ha insistido que Hamás debe regresar a todos los rehenes -vivos o muertos- antes de que el acuerdo pueda seguir a su siguiente fase.
A los padres de Gvili, Talik e Itzik, se les dijo el año pasado que el agente no había sobrevivido.
“Ellos se robaron a nuestro hijo, ellos se lo robaron”, señala su madre a la BBC. “Ellos saben dónde está. Ellos solo están tratando de esconderlo o quedárselo. Están jugando con nosotros”, anota el padre.
La pareja cree que Hamás quiere mantener a su hijo como garantía para futuras negociaciones, tras el regreso de todos los demás rehenes.
Por su parte, funcionarios de Hamás le dijeron a la BBC que esas acusaciones son falsas y que Israel estaba tratando de evitar implementar el acuerdo.
Pero EE.UU. quiere avanzar hacia la segunda fase del cese el fuego, de acuerdo a los diarios Haaretz y The Times de Israel.
En una entrevista con la BBC, Gershon Baskin, un exnegociador israelí en casos de rehenes -particularmente en el acuerdo en 2011 por el soldado Gilad Shalit-, señala que Israel “no tiene muchas opciones” para posponer la segunda fase del acuerdo sobre Gaza.
Baskin dice que Trump ha sido “muy claro con su decisión” y le dirá a Netanyahu que “no hay espacio para la procrastinación”.
El exnegociador, quien ha tenido un rol importante en la comunicación entre Israel y Hamás, añade que el tema del cuerpo del rehén que no ha sido entregado “no es suficiente razón” para demorar el inicio de una segunda instancia en el acuerdo.
El desarme de Hamás de un modo que resulte aceptable para ambos bandos es de lejos la barrera más grande para avanzar el cese el fuego hacia su siguiente fase.
Turquía ha pedido insistentemente ser parte de la Fuerza Internacional de Estabilización (ISF, por sus siglas en inglés), que será la encargada de desarmar al grupo islamista, de acuerdo al medio israelí Hayom.
Netanyahu ha sido claro en su intención de evitar que esto pase y cuenta con el apoyo de EE.UU., señala el medio.
Hasta el momento, ningún país ha anunciado formalmente que se unirá a las ISF.
De acuerdo a Baskin, Hamás tal vez aceptará “guardar sus armas” y posiblemente entregarlas a un gobierno palestino o a un tercer actor, pero no a Israel o EE.UU.
Y añade que EE.UU. sabe que el desarme de Hamás está vinculado al repliegue total de Israel en Gaza y que esto será difícil de lograr mientras las fuerzas israelíes permanezcan dentro de la Franja.
En este momento, Israel controla cerca del 53% de la Franja de Gaza.
Bajo la primera fase del acuerdo del cese el fuego, Israel aceptó un retiro parcial de tropas en el norte, sur y este de Gaza. El límite fijado se conoció como la “línea amarilla”
La segunda fase requiere un acuerdo mutuo de un nuevo repliegue del ejército israelí, mecanismos de desarme, reconstrucción y arreglos para un monitoreo internacional.
Estos temas son considerados sensibles, porque afectan directamente la seguridad de las localidades israelíes en la frontera con Gaza y el futuro de la presencia israelí en lo que se conoce como el Corredor de Filadelfia, un pedazo de tierra frente la frontera de Gaza con Egipto, que incluye el paso de Rafah.
Para el general Israel Ziv, un exmilitar israelí experto en operaciones, tanto Hamás como Israel están dudando en apresurar el avance hacia la segunda fase.
“Hamás no quiere perder el control y el lado israelí por razones políticas también quiere quedarse en Gaza”, dijo Ziv a la BBC.
De acuerdo con el militar, Trump es la única persona que puede forzar a ambos bandos, pero el tiempo se está agotando.
“Por estar esperando, creo que hemos perdido la oportunidad, porque Hamás se está reorganizando y está retomando fuerza”, añade.
Cómo formar el órgano administrativo de transición que gobernará Gaza en la siguiente fase es otro gran obstáculo.
Aunque el plan propuesto exige la formación de un gobierno tecnocrático palestino independiente, separado tanto de Hamás como de la Autoridad Palestina (AP), Israel sospecha que la participación de representantes de ambos grupos será inevitable.
Al gobierno israelí le preocupa que esto pueda habilitar a Hamás a conservar su influencia en las nuevas instituciones de gobierno, o provoque el regreso de la AP a Gaza.
Anteriormente, la AP ejercía un control limitado sobre partes de Gaza y Cisjordania, pero desde que Hamás tomó el control de Gaza, en 2007, solo ha gobernado partes de la Cisjordania ocupada por Israel.
El gobierno de Netanyahu rechaza cualquier participación de la AP o de Hamás y, en su lugar, exige una “entidad palestina neutral” para gobernar el territorio.
Al gobierno israelí también le preocupa que la segunda fase pueda significar “el comienzo real del establecimiento de un Estado palestino junto a Israel”, según Baskin.
Se espera que estos temas clave se traten en una reunión entre Netanyahu y Trump en Florida a finales de este mes.
El presidente estadounidense, quien negoció el alto el fuego en Gaza, tiene previsto anunciar la composición de la recién creada Junta de Paz para Gaza a principios del próximo año.
En su reunión con Trump, se espera que Netanyahu impulse el desarme de Hamás, bloquee su participación en cualquier futura administración de Gaza, asegure el despliegue del ejército israelí en la denominada zona de amortiguación e impida el despliegue de fuerzas turcas en la Franja, según detallan medios israelíes.
Trump, por otro lado, podría presionar a Netanyahu para que “ponga fin a las violaciones israelíes del acuerdo de alto el fuego”, apunta Baskin.
Y agrega: “Israel ha roto el alto el fuego más que Hamás”.
Desde el acuerdo del 10 de octubre, casi 400 palestinos han muerto y más de 1.000 han resultado heridos en Gaza, según cifras del Ministerio de Salud, dirigido por Hamás.
El número de muertos en Gaza desde el inicio de la guerra el 7 de octubre de 2023 asciende a 70.665 personas, según el organismo.
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