Luego de varias ocasiones en las que grupos ambientalistas han denunciado la falta de la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) en la construcción del Tramo 5 del Tren Maya, este lunes la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) reconoció que el mecanismo apenas se encuentra en proceso de elaboración.
“Ya estamos tomando acciones, estamos elaborando la Manifestación de Impacto Ambiental con instituciones de educación superior de prestigio, en aras de investigación del medio ambiente”, informó el general Gustavo Vallejo Suárez, antes comandante del agrupamiento de construcción en el aeropuerto de Santa Lucía.
En conferencia matutina, el general señaló que la Sedena está trabajando en coordinación con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y con el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), así como con autoridades ambientales de los tres niveles de gobierno, para “dar cumplimiento a la normatividad en materia ambiental”.
"Ya estamos tomando acciones": el general Gustavo Vallejo reconoce que apenas se está elaborando la Manifestación de Impacto Ambiental sobre las obras del #TrenMaya. pic.twitter.com/cAuezAuOKA
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“La Sedena reafirma su responsabilidad institucional con el medio ambiente mediante acciones concretas durante los trabajos de construcción, para el cuidado y preservación de la flora y fauna y demás recursos naturales de esa región”, agregó.
La titular de la Semarnat, María Luisa Albores, informó que la Fase 1, el Tramo 2 y el Tramo 3 del Tren Maya cuentan con las MIA de manera definitiva, mientras que los otros tramos tienen solamente permisos provisionales.
“En los otros tramos, recordar que lo que se hizo el día 22 de noviembre de 2021 es que hay un decreto para hacer permisos provisionales. No quiere decir que la gente, en este caso los tramos, no estén haciendo sus estudios técnicos, sus MIAS y sus estudios técnicos justificativos”, dijo.
Los permisos provisionales se obtuvieron siguiendo el acuerdo presidencial sobre proyectos y obras de seguridad nacional, que ordena a todas las dependencias otorgar autorizaciones temporales para las obras prioritarias del gobierno federal.
La secretaria @Mary_Luisa_AG dice que en los tramos, 1, 2 y 3 del #TrenMaya se tienen los manifiestos de impacto ambiental y estudios técnicos, pero en los otros tramos "hay un decreto, permisos provisionales no es que no se estén haciendo los manifiestos de impacto ambiental". pic.twitter.com/7Y5z7QI6z4
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Albores dijo que la Semarnat ha estado trabajando con los consorcios de cada tramo de la obra ferroviaria, así como con el Fonatur, con el que tiene mesas de trabajo permanentes a nivel central y territorial.
“Cuando hablamos de más de 100 especialistas que están en territorio es porque son brigadas, que hacen todo lo que tiene que ver con el cuidado del medio ambiente, pero también se va teniendo el documento”, dijo.
En contraste, señaló al Grupo Xcaret, al cual acusó de nunca haber presentado alguna MIA para sus propuestas y proyectos, ya que “prefiere pedir perdón que pedir permiso”.
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El pasado 6 de marzo, el presidente Andrés Manuel López Obrador negó que el proyecto ferroviario estuviera causando daños. Por el contrario, dijo que se busca proteger al medio ambiente con reforestaciones.
Esto, un día después de que grupos ambientalistas de Quintana Roo denunciaran que las obras en el Tramo 5 habían iniciado la tala y el desmonte de la zona sin tener una MIA.
Sobre esto, el presidente también dijo el 31 de marzo que el Tren Maya ya contaba “con todos los permisos de impacto ambiental”. Sin embargo, ni el Fonatur ni la Semarnat habían presentado la MIA del Tramo 5.
No obstante, El Sabueso publicó, tras revisar en los canales oficiales del Fonatur y de la Semarnat y en sus respuestas vía transparencia, que no existen documentos sobre la MIA en dicho tramo; solo se halló un permiso provisional por el decreto para obras prioritarias del presidente.
A pesar de esto, el gobierno empezó a remover árboles por donde pasará el Tramo 5, que cambió de ruta en enero para cumplir con el plazo anunciado por el presidente López Obrador.
La diáspora libanesa en América Latina echó raíces en la región desde hace casi 150 años. Desde entonces se convirtió en una de las comunidades más prósperas.
“Ser libanés no es una nacionalidad, es un oficio”, dice un poema del escritor libanés Roda Fawaz.
Su verso transmite un sentimiento que comparten millones de personas originarias de esa nación de Medio Oriente, o descendientes de migrantes que lo hicieron a lo largo de los últimos 150 años, y que se establecieron en muchos países del mundo.
América Latina fue un destino de una buena parte de ellos. Notablemente en Brasil, con entre 8 y 10 millones de brasileños-libaneses. Pero también en el resto de los países, desde México hasta Argentina, se calcula que hay unos cuatro millones más repartidos en la región.
Entre ellos hay nombres que han logrado un lugar destacado en el mundo de los negocios, la política o la cultura. Los empresarios son tal vez los más conocidos, con apellidos como Slim (México), Jafet y Ghosh (Brasil), Char (Colombia), Menem (Argentina) o Saieh (Chile).
Y con fama internacional, Shakira o Salma Hayek o el actor Ricardo Darín dan muestra de lo lejos que han llegado las artistas de origen libanés.
La diáspora en América Latina casi triplica los 5 millones de habitantes de Líbano, país que actualmente atraviesa una crisis por la guerra entre el grupo armado Hezbolá asentado en territorio libanés y las fuerzas de Israel.
Pero el éxito de esta comunidad en América Latina no fue automático. Fue a base de lo que el historiador mexicano de origen libanés Carlos Martínez Assad llama “una migración solidaria” que los llevó a establecerse en diversos países de la región.
“Algunos estuvieron primero en Venezuela o Colombia y luego se vinieron a México. Y al revés, gente que estuvo en México terminó en otro país de América Latina. O a Estados Unidos y viceversa, primero llegaron allá y se vienen a México. Es un fenómeno de establecimiento de redes”, explica el investigador, autor de una basta colección de libros y publicaciones sobre la migración libanesa.
Pero lo que caracterizó a esta comunidad, y que los llevó a fijarse en el imaginario social, fue el comercio. Encontraron las formas y los medios para llevar productos a muchos puntos de los países que adoptaron y así establecer sus bases en la industrialización y modernización de América Latina.
El país que hoy es Líbano fue durante tres siglos (1516-1918) parte del Imperio Otomano, que dominó extensas porciones de Medio Oriente, el norte de África y la península de los Balcanes en el este de Europa.
Fue en el siglo XIX cuando la región del Monte Líbano comenzó a experimentar una época convulsa, en buena medida por la disputa por el poder político, económico y religioso entre los cristianos maronitas y los musulmanes drusos.
Los maronitas vieron cómo a partir de la década de 1840 empezó a haber escasez de alimentos y oportunidades, dice Martínez Assad. Y con el estallido de una guerra con los drusos, vinieron las primeras oleadas de emigración a partir de 1860.
“Hubo 60 años de gran inestabilidad en la región”, explica el historiador. Muchos de los maronitas se dirigieron a Europa, Asia, Oceanía y África. Pero otros también apuntaron al pujante continente americano.
La Primera Guerra Mundial, en la que el Imperio Otomano hizo alianza con las Potencias Centrales, generó una nueva oleada de emigrantes. “Los turcos reclutan a jóvenes, sin importar su religión, los agarran de la calle. Por eso mucha gente, para proteger a los hijos, los sigue enviando a otros países, como los de América”,
Eso explica en buena medida por qué la migración libanesa a América se caracterizó por la llegada de gente joven.
Se sabe que en un inicio muchos libaneses fueron llevados desde Europa a los países de la región latinoamericana con intermedio de agentes. Muchos tenían intención de llegar a EE.UU., pero fueron engañados y llevados a países como Brasil, Venezuela, Cuba o México.
Otros vieron en los países de América Latina un lugar con oportunidades.
El hecho de que los libaneses que emigraban de su país fueran cristianos, de la rama de los maronitas que practican un ritual cercano al católico, facilitó en buena medida su adaptación y aceptación cultural en los países de la región, explica Martínez Assad.
“Va a permitir el contacto mucho más amplio, incluso favorece los matrimonios, algo que no sucedió con otras comunidades, como los judíos o los asiáticos”, señala.
El territorio libanés otomano también tuvo una fuerte relación con Francia. Durante la conflictiva década de 1860, las fuerzas francesas defendieron a los maronitas y tras la Primera Guerra Mundial el territorio libanés fue un protectorado francés. Eso explica que culturalmente hubo mucho intercambio entre ambas partes.
Por ello, considera Martínez Assad, la francofilia de los libaneses les ayudó a la adaptación a otras lenguas romances, como el español y el portugués de los países de América Latina.
Ya desembarcados en América, se produjo un “fenómeno de establecimiento de redes” de libaneses que les permitió extenderse más allá de los principales puertos y ciudades.
“En Líbano hay algo que se le da mucha importancia al pasado fenicio, que aunque fue hace miles de años, queda en el inconsciente la idea de ser mercaderes. De tirarse al mar para la aventura y vivir de lo que se produce”, dice el historiador.
Los libaneses se dedicaban, en general, al comercio y la agricultura en Líbano.
Pero es esa primera actividad la que empiezan a desarrollar en América Latina. Quienes no eran comerciantes en el pasado, entienden que en países como Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, México o Venezuela hay necesidad de establecer cadenas de distribución.
Y así es que muchos “se dan a la tarea de irse a muchos poblados”.
En Brasil se dio uno de los primeros fenómenos de los llamados “mascates” que caracterizarían a los libaneses en el continente: eran vendedores ambulantes que cargaban a cuestas una enorme caja con productos novedosos, muchos traídos del exterior, que iban vendiendo por las calles y las plazas.
Una figura que se replicó en otros países rápidamente y que llevó a los libaneses a adquirir ese perfil social de comerciantes de todo tipo de productos y novedades.
Si bien ser cristianos y adaptarse al idioma les permitió ir echando raíces en los países de la región. también enfrentaron algunas resistencias. En Sudamérica, en particular, los empezaron a llamar “turcos”, en ocasiones con un dejo despectivo, por su acento al hablar español y el hecho mismo de que vinieran del imperio dominado por Turquía.
Pero de hecho, la migración libanesa también se fundió con la de los sirios (vecinos de Líbano) que llegaron a América para probar suerte, lo que los llevó a ser puestos socialmente en el mismo grupo migrante aunque en estricto sentido fueran de origen diferente.
Aunque Martínez Assad destaca que no todas las familias de origen libanés que hoy viven en América Latina son adineradas, fueron un grupo social que tuvo cierta prosperidad a lo largo del siglo XX.
Muchos comerciantes pasaron de ser vendedores ambulantes a establecer locales comerciales. Las redes para mover mercancías ya no solo se limitaron a un nivel local o regional, sino que comenzaron a establecer agencias de importación.
Las segundas y terceras generaciones de libaneses en América Latina también tuvieron mayor acceso a la educación universitaria, lo que fue clave para las familias.
Los Slim en México, los Char en Colombia, o la Jafet en Brasil, pero también otras cuantas familias en otros países de la región, pusieron las bases de lo que hoy son grandes empresas e industrias desde la década de 1920.
Y con los negocios también abrieron la puerta de la política, desde su acceso a puestos locales hasta los nacionales. En Brasil, el país con la mayor población de origen libanés, Michel Temer es un político de origen libanés que llegó a ser presidente (2016-2018). Pero también cientos de políticos de esa comunidad han pasado por el Congreso.
Ecuador también tuvo al presidente Abdalá Bucaram (1996-1997), México a Plutarco Elías Calles (1924-1928) y Argentina a Carlos Menem (1989-1999). Dos altos funcionarios venezolanos son Tarek William Saab y Tareck El Aissami, que tienen origen sirio-libanés.
Shakira y Salma Hayek son dos de las artistas latinoamericanas que más lejos han llegado en la música y el cine, respectivamente.
También crearon fundaciones, hospitales y su comida se empezó a conocer mediante restaurantes en las principales ciudades de América Latina.
El poder político y económico, sin embargo, también ha atraído escándalos de corrupción. En México, dos miembros de la comunidad, de las familias Nacif y Kuri, estuvieron involucrados en casos de pederastia. Situaciones individuales que terminan por salpicar a toda la comunidad.
Para Martínez Assad, la prosperidad de la comunidad vino a consecuencia de la dedicación al trabajo de las primeras generaciones.
“Algo que se exalta mucho es el trabajo y yo creo que es cierto. Yo procedo de una familia que mis tíos se levantaban a las 5 am para arreglar su negocio. Pasaban todo el día la tienda. Y en la noche seguían arreglando los negocios del día siguiente”, señala.
En la actualidad, los constantes conflictos sociales y militares en Líbano en las últimas dos décadas -en especial la lucha del grupo armado chiita Hezbolá con Israel- ha sido vista con preocupación por la comunidad libanesa.
Sin embargo, Martínez Assad percibe cierta distancia, cuando menos en la comunidad mexicana cristiana maronita.
“No hay migración de vuelta ni mucho conocimiento de lo que ocurre en Líbano. La política es muy compleja de entenderla. El gobierno está conformado por grupos religiosos, de 18 religiones que hay en Líbano”, señala
Situaciones como el conflicto actual con Israel, que ha emprendido incursiones contra Hezbolá en el sur de Líbano, sin embargo, no dejan de ser “muy lamentables” para los libaneses que tienen que ver desde lejos el conflicto en el país que para sus ancestros fue su hogar y que les da identidad a miles de kilómetros de distancia.
Como escribía Fawaz: “Ser libanés es dejar Líbano pero Líbano no te abandona jamás. Ser libanés es tener un país que nunca he vivido pero es el mío”.
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