En los alrededores del Metro Lagunilla, se observan al menos tres casitas improvisadas y dispersas. Hasta hace unas semanas, las personas de poblaciones callejeras que viven en ellas se encontraban reunidas en un único campamento, donde se cuidaban y salvaguardaban sus pertenencias, pero tras un operativo de desalojo forzado perdieron todo y tuvieron que dividirse en grupos más pequeños.
Berenice, una de las mujeres que viven en este grupo, cuenta que en diciembre llegaron a la zona trabajadores de la alcaldía Cuauhtémoc para exigirles que se retiraran porque supuestamente tenían quejas de vecinos y transeúntes.
“Nos quitaron cobijas y ropa en pleno frío de diciembre y nos golpearon: a un compañero que le dicen ‘Perro’ lo sometieron y se llevaron sus cosas de trabajo, él repara bocinas y tenía todo guardado en un tinaco que le arrebataron mientras lo tomaban del cuello para golpearlo en las costillas. La verdad, yo no me metí para intentar hacer algo porque le estaban pegando a hombres y mujeres”, recuerda.
Por miedo a que la agredieran, Berenice se alejó del lugar, pero al cabo de un rato volvió y se instaló nuevamente en otro punto de la zona. Aunque perdió lo poco que tenía, le quedó la tranquilidad de que las autoridades no le quitaron a sus hijas, pues una de las amenazas más recurrentes que escuchan cuando los desalojan es que las niñas y los niños con quienes viven van a ser llevados a albergues donde no les permitirían visitarlos.
En el último mes, se han reportado al menos dos desalojos forzados en la alcaldía Cuauhtémoc contra poblaciones callejeras que pernoctan en las zonas de la Lagunilla y Metro Hidalgo. Sin embargo, de acuerdo con la asociación El Caracol, estos actos de “limpieza social” son una constante para estas personas.
“Han llamado a estos operativos como desalojos de la vía pública, recuperación de espacio público o remozamiento del entorno urbano con una intención de minimizar las acciones violentas, pero la limpieza social ha sido una constante que hemos podido documentar por varios años. La primera recomendación de Derechos Humanos que se hizo al respecto fue en 2009 y la última que se emitió fue en 2018, pero no han cambiado las cosas”, explica en entrevista Luis Enrique Hernández, director de El Caracol.
A los 14 años, Berenice huyó de la casa de su familia, en Acapulco, donde vivió violencia. Fue así como llegó a la Ciudad de México en 1995, y a falta de una red de apoyo que pudiera recibirla en una casa, comenzó a quedarse en las calles.
“En ese entonces empecé a quedarme en las coladeras, me acuerdo que los policías y los de la delegación eran bien pasados de lanza, porque con pipas de agua nos lanzaban agua hacia el interior de las coladeras, a veces incluso pasó que nos echaban bombas molotov para que saliéramos con la lumbre, y teníamos que arrinconarnos, aunque aun así hubo varios quemados. Esa es la violencia que siempre hemos vivido los chavos de la calle por parte de las autoridades”, relata.
“Supuestamente las autoridades están para proteger a la gente, pero solo lo hacen con quienes les conviene, a nosotros no nos cuidan, aunque por las condiciones de vida que tenemos necesitamos protección; en vez de eso, se aprovechan y nos agreden”, lamenta.
A pesar de estas situaciones de asedio y violencia de autoridades en los años que lleva viviendo en las calles de manera intermitente, Berenice afirma que se siente más protegida por sus compañeros y compañeras sin casa que por aquellas personas con quienes ha vivido bajo un techo.
Para el director de El Caracol —organización que ha acompañado a poblaciones callejeras de la CDMX por 29 años—, es importante poner énfasis en el hecho de que las acciones de limpieza social son planeadas y ejecutadas por autoridades de todos los niveles, “quienes ofrecen violencia antes que la garantía de derechos de quienes viven en las calles, y eso, aun cuando cambian los partidos y administraciones en el gobierno, es algo que no cambia”.
Actualmente, “hay mayor opacidad en las acciones, ya que antes las autoridades informaban a la sociedad civil a dónde se llevaban a la gente, en qué albergue quedaban, y ahora eso es imposible; no nos dan información ni nos reconocen como defensores de derechos humanos, lo que nos quita la posibilidad de dar seguimiento a los casos, y sean del nivel que sean, niegan todo, niegan la violencia que están ejerciendo, e incluso niegan la posibilidad de recuperar los cuerpos de quienes fallecen en circunstancias desconocidas en espacios bajo responsabilidad del gobierno”.
“Nos preocupa que hay una intención muy clara de querer institucionalizar la pobreza, misma que cobró fuerza con la pandemia: las amenazas de llevarse a los niños al DIF se intensificaron y hubo una campaña para ingresar a personas en situación de calle con alguna discapacidad a los albergues, y con el resto de las personas, quienes se han negado a acudir a estos espacios donde denuncian maltrato, hay una criminalización constante, que en muchos casos termina con la detención y encarcelamiento de los chavos que no han cometido ningún delito”, agrega Hernández.
Ruth es una de las mujeres que han sido criminalizadas por autoridades en el marco de los operativos de limpieza social en la alcaldía Cuauhtémoc. Desde hace tres años, cuando fue víctima de un fraude para comprar una vivienda, se mudó a las calles e instaló sus pocas pertenencias junto a otras personas que pernoctan en las inmediaciones del Metro Hidalgo.
Durante el tiempo que ha vivido sobre avenida Hidalgo, en varias ocasiones ha sido desalojada por la fuerza y ha perdido lo poco que acumula como pertenencias; sin embargo, afirma que, hasta hace un par de semanas, nunca había ocurrido que acudiera en persona un delegado o alcalde a agredirlos, como hizo Sandra Cuevas el 12 de enero.
“Vinieron varios de la alcaldía Cuauhtémoc en una camioneta, entre ellos, la señora Sandra Cuevas, quien nos amenazó con que nos iban a quitar porque ya sabían que yo era jefa de una banda dedicada a vender mariguana, a lo que yo le contesté que si así fuera yo no estaría quedándome en la calle porque seguramente tendría dinero para pagar un lugar”, narra Ruth.
En aquella ocasión, la intervención de activistas y trabajadoras sexuales impidió que les arrebataran sus cosas, pero ante el riesgo de ser nuevamente amedrentados, convocaron a una protesta en la que cerraron por varias horas la avenida Hidalgo, hasta que fueron recibidos por el secretario de Gobierno, Martí Batres, quien se comprometió a velar para evitar más agresiones en contra del grupo.
“Sabemos que la protesta generó molestias a los automovilistas, pero nosotros no queremos dañar a nadie, solo no tenemos hogar y exigimos que eso no sea motivo para que puedan golpearnos y amenazarnos, tenemos voz y si estamos en calle es porque no hemos encontrado la posibilidad de salir de aquí, no porque nos guste el desmadre. Me gustaría que quienes piensan así vengan a pasar unas noches con nosotros, para que vean lo difícil que es vivir así”, señala.
Al igual que Berenice, Ruth afirma que está a la espera de que sus condiciones económicas mejoren para intentar salir de las calles, lo que resulta difícil porque no cuentan con documentos de identidad, y porque aun cuando tienen la intención de cambiar su vida, en la mayoría de los lugares los empleadores no están dispuestos a contratar a personas de poblaciones callejeras.
“Lo único que nosotros pedimos es que nos den un poquito de tiempo, en cuanto consigamos a dónde ir, la verdad es que vamos a irnos de la calle, porque no es algo que se le desee a nadie, pero ahorita no hay dinero, así que basta con que nos dejen en paz. Eso de que nos dicen que la gente se queja de nuestra presencia no es cierto, porque hasta barremos y limpiamos, tenemos buena relación con los vendedores y no nos metemos en problemas, eso es todo lo que necesitamos”, asegura Ruth.
A una semana de que la alcaldesa se presentó en Metro Hidalgo para ordenar el desalojo del campamento, Berenice y Ruth celebran que no se han repetido las amenazas ni agresiones en los puntos de pernocta de poblaciones callejeras, y esperan que el gobierno capitalino cumpla con su compromiso de no permitir que se sigan dando los operativos de limpieza social en la zona.
Para El Caracol, sin embargo, esto no es suficiente, pues las autoridades siguen sin ofrecer alternativas que les permitan formular un proyecto de vida fuera de las calles, “y se quedan con la idea de que no hay interés por parte de la banda de encontrar algo mejor, porque no quieren ir a los albergues, cuando en realidad tendrían que estar analizando cómo cambiar de fondo la pobreza y garantizar sus derechos, pero no quieren entender que, incluso cuando intentan salir de estas condiciones, la sociedad sigue rechazándolos y el único lugar en el que encuentran apegos y redes de apoyo es ahí, justo donde no los quieren ver”.
Desde 2001, el colectivo artístico chileno Casagrande ha lanzado lluvias de poemas sobre ciudades como Santiago, Madrid, Guernica, Londres y Dubrovnik transformando memorias dolorosas en momentos de belleza reflexión.
Sus ojos estudian atentamente el cielo con expectativa.
Esta vez, sin embargo, no observan con una sensación de miedo, ansiedad ni urgencia, sino con intriga y emoción.
Y su entusiasmo queda bien recompensado. Un helicóptero que sobrevuela en lo alto lanza una gran nube de cientos de miles de coloridas papeletas que se esparcen en el aire y caen revoloteando lentamente sobre la muchedumbre.
Hay gritos de asombro, muchos saltan para agarrar las esquivas papeletas, otros alzan a sus niños para alcanzarlas o esperan a que caigan al suelo para recoger todas las que puedan y ver qué contienen.
Son poemas. 100, para ser exactos -50 escritos por poetas contemporáneos chilenos y 50 por poetas de la localidad donde sucede el evento- impresos en 100.000 tarjetas del tamaño de un marcador de libro.
Esta lluvia de versos, en lugar de explosivos, transforma los dolorosos recuerdos del pasado en un momento de belleza y reflexión y convierte el espacio público en un ambiente de arte y literatura.
Ese es el propósito del colectivo artístico chileno Casagrande, que ya lleva más de dos décadas realizando estos eventos en diferentes ciudades del mundo, cuyas poblaciones civiles han sido víctimas de bombardeos aéreos.
El más reciente sucedió este miércoles 14 de mayo, en Rotterdam, para coincidir con el 85 aniversario del bombardeo nazi que devastó esa ciudad de Países Bajos.
Puedes leer:
Casagrande está conformado por tres artistas chilenos: Julio Carrasco, Joaquín Prieto y Cristóbal Bianchi, todos nacidos en 1973, el año en que Chile sufrió el cruento golpe militar contra el gobierno democrático de Salvador Allende.
Surgieron como un colectivo cultural en torno a una revista que hacía arte interpretativo en espacios públicos, un género conocido como performance.
En 2001, decidieron aprovechar la apertura al público del Palacio de la Moneda, en la capital de Santiago -la sede presidencial que fue bombardeada por las fuerzas militares el 11 de septiembre de 1973- para “hacer un nuevo bombardeo, pero esta vez con poemas de poetas chilenos de nuestra generación”, expresó Joaquín Prieto a BBC News Mundo.
“Fue toda una experiencia liberadora”, relató. “Fue un momento en que volvíamos a reconocer un espacio simbólico, como el Palacio de la Moneda bombardeado, en una nueva instancia, en una nueva imagen, viendo caer estos poemas”.
La reacción fue tan grande que decidieron reproducir el proyecto en otras ciudades con la idea de lanzar poemas sobre los lugares que han sido bombardeados en el pasado sin ser objetivo militar.
Eso los llevó a Dubrovnik, Guernica, Varsovia, Berlín, Londres, Milán y Madrid. El más reciente evento lo realizaron este miércoles en Róterdam, la segunda ciudad de Países Bajos.
El 14 de mayo de 1940, a la 1:27 de la tarde (hora local), la Alemania nazi inició un bombardeo sobre Rotterdam que devastó la ciudad. La mayoría de los edificios históricos quedaron aplastados, salvo la catedral de San Lorenzo.
Contrario a la reconstrucción de otros cascos antiguos europeos tras los conflictos bélicos, Rotterdam se erigió de cero, con diseños de vanguardia y posteriormente la creación de la gran esplanada Binnenrotte, seleccionada por los artistas para su bombardeo poético.
“Es un lugar bien emblemático porque se volvió a reconstruir la ciudad con una arquitectura moderna, con las casas cubo y el edificio lápiz, pero al mismo tiempo está la catedral, como un recuerdo de lo que quedó en pie”, señaló el artista Prieto.
El lanzamiento de los poemas se realizó el mismo día del indiscriminado bombardeo alemán hace exactamente 85 años, sin embargo, es la única vez que los artistas de Casagrande hacen coincidir las fechas de sus eventos.
“Queremos que los bombardeos de poemas se inscriban también en la historia con otra fecha en la que las ciudades recibieron, no bombas, sino poemas”.
El colectivo chileno trabajó en esta ocasión en coordinación con el festival de poesía de Róterdam Poetry International que inicia la celebración de su 25.ª edición.
“Ellos han sido clave. Nos invitaron y comisionaron para hacer esto”, explicó Prieto.
El proyecto está armado con varios elementos. Como en ocasiones anteriores, Casagrande seleccionó poemas de 50 poetas chilenos de diferentes ciudades “avalados por sus publicaciones”.
Esta vez, la contribución local vino de otros 50 poetas neerlandeses escogidos por Poetry International, que también se encargó de hacer las traducciones correspondientes del y al español.
La temática de la poesía es variada y la única limitación es la longitud, pues los versos tienen que caber en un lado de un marcapáginas de 7 cm x 22 cm, y por el otro viene la traducción.
“Este año le hicimos un guiño a Gabriela Mistral [la premio Nobel de Literatura chilena] que recibió el galardón hace 80 años en 1945”, contó Prieto.
Los marcapáginas también vienen con un diseño especial que también se repite en la publicidad que se hace a través de las redes sociales y los medios locales y nacionales, además de en pancartas en sitios públicos.
El objetivo es que por lo menos asistan mil personas para que no quede un solo marcapáginas en el suelo. “Es algo bien importante”, dice Joaquín Prieto, “no sólo en términos de obtener los permisos sino también para darle sentido al proyecto”.
Pero en ninguno de los eventos han tenido problema con eso, ya que han contado con una asistencia de público entusiasta.
“Las reacciones son maravillosas, en primer lugar porque llega como una sorpresa”, dice Joaquín Prieto del evento que suele empezar cerca del crepúsculo y dura aproximadamente una hora.
Un helicóptero, en el que van Cristóbal Bianchi y Julio Carrasco con media tonelada de poemas, sobrevuela el lugar donde se congrega la multitud mirando al cielo.
Joaquín está en tierra, comunicado con sus colegas para indicarles por dónde mejor arrojar los marcapáginas con los poemas expertos.
De pronto se ve una nube que se expande y los marcadores de libro van cayendo lentamente sobre su eje, revoloteando y brillando con luces que se apuntan a la nube.
“Lo que me motiva es que al estar abajo veo esa sensación, esos gritos, esos aplausos cuando cae la nube”, describe Prieto. “La gente empieza a comportarse en verdad como niños”.
Saltan para agarrar los primeros poemas, alzan a sus hijos para que los alcancen, otros niños corren tras los poemas que flotan más lejos. Algunos sacuden los árboles para soltar los versos que han quedado atrapados. Incluso hay unos que abren los paraguas al revés para atrapar la mayor cantidad.
Cuando los empiezan a leer se dan cuenta de que hay muchos distintos y se dan a la tarea de coleccionar todos los que puedan. “Cuando por algún motivo tienen uno repetido, entonces lo intercambian con otra persona”.
Así, un lugar que en una época fue devastado por un bombardeo militar es transformado en lugar de paz, de intercambio cultural, de conexión y de reflexión.
A pesar de que el despliegue dura sólo una hora, el éxito del evento depende de una cuidadosa y larga preparación.
Joaquín Prieto señala irónicamente que es casi como preparar un operativo militar. “En un proyecto en general nos demoramos como tres años en realizarlo”, dice.
Deben entrar en contacto con las municipalidades e instituciones culturales locales. Además de comisionar y seleccionar los poemas, diseñar los marcapáginas, crear una estrategia de publicidad, está todo el análisis logístico.
Se estudian los espacios que se van a utilizar, se adquiere la autorización para usar drones de observación y luego para sobrevolar con el helicóptero, y deben adherirse a los estándares de seguridad. “En algunas ciudades han llegado a ser 12 permisos los que se requieren”, comentó Prieto.
Fuera de eso, el tema meteorológico es fundamental.
“Nuestro gran enemigo es el viento, cuando cambia”, reconoce el artista de Casagrande. “Pero ya tenemos experiencia y siempre hemos hecho que la mayoría de los poemas caigan donde está la gente”.
El grupo ahora trabaja con climatólogos que les entrega los pronósticos del tiempo, las temperaturas y el viento.
En la mira de Casagrande están las ciudades que representan las situaciones más dramáticas donde se lanzaron bombas sin ser un objetivo militar. Específicamente Dresde, Hiroshima y Nagasaki.
“Esos son lugares que nos interesaría hacerlos en el futuro”, afirmó Joaquín Prieto.
Sin embargo, son casos delicados, ya sea por el debate histórico que continúa sobre los autores, motivos y efectos de esos bombardeos, o por la manera en que esas ciudades prefieren conmemorar esos hechos.
“Hay una manera como conmemoran esto en Japón, que es con una ceremonia en silencio”, explica. “Es posible que tengan que digerir el proyecto más, cuál es el sentido, etc”.
Pero un miembro de Casagrande ya estuvo en Japón y siguen las conversaciones.
“Es un proyecto-arte. Lo importante aquí es la realización y las lecturas se lo dan las propias personas y los que les interesa darle la vuelta a lo que ha sucedido”, concluyó.
Las imágenes del Colectivo Casagrande y Poetry International tienen derechos reservados
Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.
Utilizamos cookies propias y de terceros para personalizar y mejorar el uso y la experiencia de nuestros usuarios en nuestro sitio web.