
En México, del 100 % de estudiantes que ingresan a la educación superior, apenas el 9 % son alumnos de posgrado y de ellos, sólo el 40 % hace sus estudios en instituciones de educación pública, por lo que la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación (Secihti) evalúa impulsar programas para que quienes ingresen a la universidad puedan combinar sus estudios y en ocho años egresen con el grado de doctores.
Durante una reunión con el Consejo Nacional para la Coordinación de la Educación Superior (Conaces), Rosaura Ruíz, titular de la Secihti, reconoció que “hay retos importantes que atender” en lo que a los posgrados se refiere, pues no solo se trata de los pocos estudiantes que hay, ni de los largos periodos que toma concluir los estudios, sino las áreas en las que se están especializando.
El 68 % de la matrícula se concentra en las áreas de administración, negocios, ciencias sociales y derecho, mientras que en las áreas de ciencias naturales, matemáticas, biología, física, química e ingeniería apenas lo hace el 10 % de los estudiantes de posgrado.
“(En este) modelo -que ya tienen en muchos países- los jóvenes hacen una licenciatura de tres años, dos años de maestría y tres de doctorado, de manera que en ocho años tenemos doctores muy bien formados -evidentemente garantizando la calidad académica-, pero que no hicieron tesis de licenciatura, tesis de maestría, sino una sola tesis de doctorado”, explicó la titular de la Secihti.
“Habrá que discutir el modelo a detalle porque es muy importante promoverlo (pues) para lo que queremos que pase en México -esa innovación, desarrollo tecnológico, la economía- (…) se requiere de expertos”, subrayó.
De acuerdo con datos del Sistema Integrado de Información de la Educación Superior (SIIES), en el ciclo escolar 2024-2025, están inscritos 478 mil 382 personas a un posgrado.
En el ciclo escolar 2022-2023 (dato más actualizado por el SIIES) egresaron 172 mil 053 alumnos, de ellos, 124 mil 680 lo hicieron en una escuela privada, mientras que solo 47 mil 373 lo hicieron de instituciones públicas.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en México la edad promedio para comenzar un doctorado es a los 34 años, cuando la media en los países de la OCDE es de 29 años.
Ruiz explicó a los titulares de las Secretarías de Ciencia estatales que en la CDMX el modelo de combinar licenciatura, maestría y doctorado ya se puso en marcha a través de la Universidad Rosario Castellanos, escuela que abrió sus puertas cuando la hoy presidenta Claudia Sheinbaum gobernó la capital del país.
El objetivo, dijo, es fortalecer el sistema de investigación ofreciendo la oportunidad a los estudiantes de nivel superior de continuar con su vocación de investigación combinando sus estudios de licenciatura, maestría y doctorado.
Ahora que la Universidad Rosario Castellanos será nacional se busca replicar este modelo en sus futuros campus, pero también valorar su viabilidad para que opere en otras instituciones de educación superior.
“Por ejemplo, los semiconductores requieren gente que conozca a fondo esa problemática que tiene que ver con física cuántica, no es trivial (…) y por supuesto sin descuidar las humanidades. También requerimos filósofos, poetas, lingüistas… todas las áreas que sean minimizado, que se han disminuido en los periodos anteriores tenemos hoy que lograr que avancemos”, sostuvo Ruiz.
A fin de tener orden, homologación y se dé respuesta y atención a las demandas de los estudiantes de posgrado, la Secihti -en coordinación con sus homólogas estatales, la SEP y distintas universidades del país- prepara la reorganización del Sistema Nacional de Posgrados (SNP).
Lo que se busca, explicó Rosaura Ruiz, es contribuir a la formación e investigación considerando los entornos socioeconómicos y necesidades de cada región del país; promover la formación de personas capacitadas para contribuir a prioridades nacionales; y favorecer el acceso al posgrado mediante acciones afirmativas de inclusión e igualdad sustantiva.
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La revisión del SNP incluirá la discusión sobre qué programas serán parte de este sistema y, para ello, se hará una evaluación que contempla en primera instancia tener claridad sobre la naturaleza y orientación de los distintos programas de posgrado.
Se llevará a cabo una autoevaluación de todos los programas y aleatoriamente las autoridades escogerán algunos para validar los resultados.
También se revisarán los aportes del programa al avance de la ciencia, las humanidades, la tecnología y la innovación; las capacidades y características de la planta académica y su participación en el Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII).
Además de que se revisarán -y en su caso modificarán- los programas de acompañamiento a las y los estudiantes para reducir las tasas de deserción y los rezagos estructurales; así como la atención, incidencia y vinculación con sectores estratégicos y las acciones de retribución social.
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“La valoración del posgrado se hará a través de la constitución de comisiones revisadas conformadas por expertos en el área de conocimiento del programa para dar a conocer a la comunidad”, detalló la titular de la Secihti.
Paralelamente se organizarán seis foros regionales para analizar y discutir la reorganización del posgrado, uno por cada región en México, acorde al esquema de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES).

Dos meses después de que Israel y Hamás acordaran la primera fase de un cese del fuego en Gaza patrocinado por Estados Unidos, el progreso hacia una segunda fase sigue estancado.
Israel y Hamás acordaron en octubre pasado una primera fase de un cese el fuego, apoyado por Estados Unidos, que dio esperanzas de un posible camino para terminar con la disputa armada en el territorio.
Dos meses después, Gaza permanece estancada en la primera fase. Está dividida en dos partes y con su población desplazada y viviendo entre ruinas.
Bajo la segunda fase del cese el fuego propuesto por el presidente estadounidense, Donald Trump, tanto Israel como Hamás enfrentan difíciles decisiones.
Hamás necesita entregar sus armas e Israel debe retirar sus tropas en Gaza y transferir las responsabilidades de la seguridad a una fuerza internacional.
La formación de un gobierno para administrar Gaza es otro desafío por resolver, así como la búsqueda por parte de Israel del último rehén que queda por entregar, Ran Gvili.
Gvili, un agente de policía de Israel, fue secuestrado por Hamás durante el ataque del 7 de octubre de 2023. Hamás ha dicho que la búsqueda entre los escombros de Gaza no ha dado ningún resultado sobre su paradero.
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, ha insistido que Hamás debe regresar a todos los rehenes -vivos o muertos- antes de que el acuerdo pueda seguir a su siguiente fase.
A los padres de Gvili, Talik e Itzik, se les dijo el año pasado que el agente no había sobrevivido.
“Ellos se robaron a nuestro hijo, ellos se lo robaron”, señala su madre a la BBC. “Ellos saben dónde está. Ellos solo están tratando de esconderlo o quedárselo. Están jugando con nosotros”, anota el padre.
La pareja cree que Hamás quiere mantener a su hijo como garantía para futuras negociaciones, tras el regreso de todos los demás rehenes.
Por su parte, funcionarios de Hamás le dijeron a la BBC que esas acusaciones son falsas y que Israel estaba tratando de evitar implementar el acuerdo.
Pero EE.UU. quiere avanzar hacia la segunda fase del cese el fuego, de acuerdo a los diarios Haaretz y The Times de Israel.
En una entrevista con la BBC, Gershon Baskin, un exnegociador israelí en casos de rehenes -particularmente en el acuerdo en 2011 por el soldado Gilad Shalit-, señala que Israel “no tiene muchas opciones” para posponer la segunda fase del acuerdo sobre Gaza.
Baskin dice que Trump ha sido “muy claro con su decisión” y le dirá a Netanyahu que “no hay espacio para la procrastinación”.
El exnegociador, quien ha tenido un rol importante en la comunicación entre Israel y Hamás, añade que el tema del cuerpo del rehén que no ha sido entregado “no es suficiente razón” para demorar el inicio de una segunda instancia en el acuerdo.
El desarme de Hamás de un modo que resulte aceptable para ambos bandos es de lejos la barrera más grande para avanzar el cese el fuego hacia su siguiente fase.
Turquía ha pedido insistentemente ser parte de la Fuerza Internacional de Estabilización (ISF, por sus siglas en inglés), que será la encargada de desarmar al grupo islamista, de acuerdo al medio israelí Hayom.
Netanyahu ha sido claro en su intención de evitar que esto pase y cuenta con el apoyo de EE.UU., señala el medio.
Hasta el momento, ningún país ha anunciado formalmente que se unirá a las ISF.
De acuerdo a Baskin, Hamás tal vez aceptará “guardar sus armas” y posiblemente entregarlas a un gobierno palestino o a un tercer actor, pero no a Israel o EE.UU.
Y añade que EE.UU. sabe que el desarme de Hamás está vinculado al repliegue total de Israel en Gaza y que esto será difícil de lograr mientras las fuerzas israelíes permanezcan dentro de la Franja.
En este momento, Israel controla cerca del 53% de la Franja de Gaza.
Bajo la primera fase del acuerdo del cese el fuego, Israel aceptó un retiro parcial de tropas en el norte, sur y este de Gaza. El límite fijado se conoció como la “línea amarilla”
La segunda fase requiere un acuerdo mutuo de un nuevo repliegue del ejército israelí, mecanismos de desarme, reconstrucción y arreglos para un monitoreo internacional.
Estos temas son considerados sensibles, porque afectan directamente la seguridad de las localidades israelíes en la frontera con Gaza y el futuro de la presencia israelí en lo que se conoce como el Corredor de Filadelfia, un pedazo de tierra frente la frontera de Gaza con Egipto, que incluye el paso de Rafah.
Para el general Israel Ziv, un exmilitar israelí experto en operaciones, tanto Hamás como Israel están dudando en apresurar el avance hacia la segunda fase.
“Hamás no quiere perder el control y el lado israelí por razones políticas también quiere quedarse en Gaza”, dijo Ziv a la BBC.
De acuerdo con el militar, Trump es la única persona que puede forzar a ambos bandos, pero el tiempo se está agotando.
“Por estar esperando, creo que hemos perdido la oportunidad, porque Hamás se está reorganizando y está retomando fuerza”, añade.
Cómo formar el órgano administrativo de transición que gobernará Gaza en la siguiente fase es otro gran obstáculo.
Aunque el plan propuesto exige la formación de un gobierno tecnocrático palestino independiente, separado tanto de Hamás como de la Autoridad Palestina (AP), Israel sospecha que la participación de representantes de ambos grupos será inevitable.
Al gobierno israelí le preocupa que esto pueda habilitar a Hamás a conservar su influencia en las nuevas instituciones de gobierno, o provoque el regreso de la AP a Gaza.
Anteriormente, la AP ejercía un control limitado sobre partes de Gaza y Cisjordania, pero desde que Hamás tomó el control de Gaza, en 2007, solo ha gobernado partes de la Cisjordania ocupada por Israel.
El gobierno de Netanyahu rechaza cualquier participación de la AP o de Hamás y, en su lugar, exige una “entidad palestina neutral” para gobernar el territorio.
Al gobierno israelí también le preocupa que la segunda fase pueda significar “el comienzo real del establecimiento de un Estado palestino junto a Israel”, según Baskin.
Se espera que estos temas clave se traten en una reunión entre Netanyahu y Trump en Florida a finales de este mes.
El presidente estadounidense, quien negoció el alto el fuego en Gaza, tiene previsto anunciar la composición de la recién creada Junta de Paz para Gaza a principios del próximo año.
En su reunión con Trump, se espera que Netanyahu impulse el desarme de Hamás, bloquee su participación en cualquier futura administración de Gaza, asegure el despliegue del ejército israelí en la denominada zona de amortiguación e impida el despliegue de fuerzas turcas en la Franja, según detallan medios israelíes.
Trump, por otro lado, podría presionar a Netanyahu para que “ponga fin a las violaciones israelíes del acuerdo de alto el fuego”, apunta Baskin.
Y agrega: “Israel ha roto el alto el fuego más que Hamás”.
Desde el acuerdo del 10 de octubre, casi 400 palestinos han muerto y más de 1.000 han resultado heridos en Gaza, según cifras del Ministerio de Salud, dirigido por Hamás.
El número de muertos en Gaza desde el inicio de la guerra el 7 de octubre de 2023 asciende a 70.665 personas, según el organismo.
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