¡OJO! Esta es una nota de 2023. En el siguiente link tenemos una nota actualizada sobre supuestas mujeres trans que compiten en París 2024, lo cual es falso.
Nuevamente se está hablando sobre (el falso) “borrado de mujeres” en el mundo del deporte tras la descalificación de la boxeadora Imane Khelif luego de que varios medios afirmaron que es una mujer trans, cuando en realidad es una mujer cisgénero.
¿Confundida? Vamos por partes.
El sábado 25 de marzo, la argelina Imane Khelif reveló que fue descalificada de la final del mundial de boxeo amateur, que se disputa en Nueva Delhi, en la categoría de -66 kg.
¿La razón? Por tener “características” que le impiden boxear contra mujeres.
En su momento, la AFP contactó a la Federación Internacional de Boxeo (FIB), quien les confirmó que la decisión se tomó por no respetar “los criterios de elegibilidad”. Sin embargo, “el secreto médico impide comunicar las razones precisas de la decisión”.
La misma agencia de información asegura que medios argelinos aseguraron que la boxeadora de 23 años se sometió a un test hormonal que reveló una tasa de testosterona elevada en su organismo y que por eso se le descalificó.
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En redes sociales, las especulaciones se intensificaron luego de que la boxeadora mexicana Brianda Cruz se pronunció ante tal decisión y aseguró que a lo largo de su carrera no había peleado con una contrincante como Kheliff, “ni en mis sparrings con hombres”.
Aunque la pugilista mexicana no escribió que Khelif es una mujer trans, sí reuiteó un mensaje de Iván La Mole con información falsa sobre de la boxeadora argelina.
Perfiles transodiantes han aprovechado el mensaje original de Brianda Cruz para compartir información falsa sobre Khelif, quien es una mujer cisgénero, y sobre mujeres trans en los deportes.
Medios argelinos, como Kooora, han publicado que la boxeadora ha padecido bullying por su apariencia, debido a que siempre ha presentado niveles altos de testosterona.
De igual forma, la boxeadora expresó que la decisión se trató de un complot en su contra ya que “hay algunos países que no querían que Argelia ganara una medalla de oro”, declaró para Algerian Ennahar TV, retomado por el medio Hespress English.
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A inicios de diciembre del año pasado, la boxeadora argelina y la mexicana Brianda Cruz se enfrentaron en la final del torneo Golden Belt que se realizó en Guadalajara, y la ganadora fue Khelif.
Si la pugilista argelina de verdad fuera mujer trans, esta pelea no hubiera podido ser posible puesto que las personas trans tienen prohibido participar en peleas profesionales; sin embargo, el Consejo Mundial de Boxeo está considerando abrir una categoría nueva.
”Queremos abrir ese camino y aún estudiamos si sería con un campeonato o una liga (para personas trans); eso aún está en análisis”, declaró Mauricio Sulaimán, presidente del Consejo Mundial de Boxeo en una entrevista para La Jornada a principios de este año.
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Otra razón por la que, de ser ciertos los dichos, Khelif no podría competir a nivel internacional es que en Argelia existen graves violaciones de derechos humanos de la comunidad LGBTTTIQA+, puesto que es un país que criminaliza la homosexualidad o cualquier expresión o identidad de género distinta a la cis heterosexualidad, según ha documentado la Comisión Española de Ayuda al Refugiado.
Entre las prohibiciones del gobierno argelino se incluyen el matrimonio igualitario, el cambio de sexo y la adopción a parejas homosexuales, por lo que resultaría dificil que la boxeadora representara a Argelia en los Juegos Olimpicos en Tokio 2020.
Tras los rumores de que la descalificación de Imane Khelif se debieron a sus altos niveles de testosterona, muchas personas asumieron solo por eso que debía tratarse de una mujer trans.
Esto puso de nuevo sobre la mesa el debate y mitos alrededor de la participación de personas trans en el deporte.
Como te decíamos, la boxeadora mexicana Brianda Tamara Cruz fue una de las que supuso lo mismo de Khelif. Ambas se enfrentaron en el pasado durante el torneo Golden Belt que se disputó en Guadalajara, Jalisco.
Se pronunció a favor de la decisión del órgano rector del boxeo y señaló que nunca había recibido golpes tan fuertes como los de ella. Además, retuiteó una publicación donde se asegura que a la boxeadora de Argelia “la descalificaron porque es transexual”, información que es falsa.
Incluso, varios medios de comunicación difundieron que Imane Khelif es transgénero, información que, reiteramos, es completamente falsa.
El cambio de género es ilegal en Argelia y ha participado como representante de su país en distintas competencias internacionales.
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La testosterona ha sido llamada “la hormona sexual masculina” y por eso asumimos que solamente los cuerpos biológicamente masculinos la producen, pero esto NO es cierto.
La testosterona está presente en TODOS los cuerpos sin excepción y sin importar el género. Es una hormona que necesitamos para el correcto funcionamiento de nuestro metabolismo.
Hay mujeres cisgénero que producen un nivel elevado de testosterona de forma natural; sin embargo, figuras internacionales deportivas como World Athletics o el Comité Olímpico Internacional ponen límites de testosteronas para algunas pruebas.
Y si alguna deportista con testosterona elevada quiere participar, debe medicarse para disminuirla. Esta medida ha sido señala como discriminatoria, pues se discute sobre sus cuerpos públicamente y las obliga a iniciar tratamientos hormonales.
El atentado al aspirante presidencial, Miguel Uribe Turbay, recordó los peores años de la violencia política que se vivió en Colombia a finales de los 80 con Pablo Escobar.
Que en 2025 atenten contra la vida de un precandidato presidencial en Colombia es reabrir una herida dolorosa que muchos creían cerrada.
Fuera de la Fundación Santa Fe de Bogotá, colombianos depositan flores, velas, banderas nacionales y rezan en vigilia por Miguel Uribe Turbay.
Este senador de 39 años del partido Centro Democrático permanece grave en esa clínica tras ser baleado este sábado durante un acto político en Bogotá.
Su salud y los motivos de su intento de homicidio tienen en vilo al país. Se sabe que el sospechoso, menor de edad, fue arrestado inmediatamente.
Para aquellos que vivieron los peores años de la violencia política de finales de los 80, con Pablo Escobar en guerra contra las instituciones públicas, el atentado recuerda a aquella sangrienta campaña presidencial de 1989 cuando, en seis meses, fueron asesinados tres candidatos presidenciales.
A pesar de la barbarie cometida contra Uribe Turbay, es osado comparar la Colombia de hoy a la de entonces.
“En datos, no tenemos la gran amenaza del narcotráfico de esa época. Aunque el acto fue vil, no estamos en el nivel de sometimiento estatal a las oleadas de violencia que tuvimos en el pasado”, aclara Laura Bonilla, subdirectora de la Fundación Paz y Reconciliación (Pares) en Colombia.
“Pero sí llaman la atención algunas coincidencias de entonces con la situación actual del país”, añade la investigadora para BBC Mundo.
Colombia vive en medio de una tensa disputa política protagonizada por el gobierno izquierdista de Gustavo Petro contra un amplio sector del Congreso y miembros de la oposición, enfrentados por las reformas del presidente que, en su mayoría, no alcanzan los consensos necesarios para concretarse.
Uribe Turbay, político de la agrupación de derecha Centro Democrático, critica a Petro con frecuencia.
Tanto su partido como el expresidente fundador del mismo, Álvaro Uribe Vélez, son también blanco frecuente de los reproches del presidente contra sus adversarios.
La disputa política alcanzó una tensión crítica en esta semana que acaba con todo un país pendiente de la supervivencia de un líder político baleado en público.
Después de que el proyecto de reforma laboral de Petro se hundiera en el Congreso el pasado marzo, éste lleva intentando lanzar una consulta popular para que sea el pueblo colombiano quien se pronuncie y apoye, o no, sus reformas.
Dicha consulta fue también rechazada por el Congreso en mayo, pero Petro, alegando irregularidades en la votación, anunció esta semana que firmaría lanzar la consulta popular por decreto.
Esto generó un rechazo inmediato desde la oposición, varios juristas y expertos, quienes alertaron que, como poco, el “decretazo” podría romper el orden constitucional.
Horas antes del atentado, Uribe Turbay dijo en X que demandaría por prevaricato a los ministros que firmaran el decreto con el que Petro pretende lanzar una consulta popular en Colombia.
Esto ocurrió justo después de que el mandatario dijera en la misma plataforma que “ministro que no firme el decreto presidencial, de inmediato se va”.
El ya llamado “decretazo” de esta consulta popular es el origen de la tensión agravada esta semana.
“El alegato de Petro no parece convencer mucho a especialistas y juristas. Da la impresión que está cruzando la frontera en su enfrentamiento con el Congreso por más que ya tenía una retórica agresiva en contra del mismo”, le dice a BBC Mundo Yann Basset, politólogo de la Universidad del Rosario en Colombia.
El presidente es frecuentemente criticado por sus largos trinos en X y en televisión, donde a menudo emplea un lenguaje hostil contra sus adversarios.
El atentado, precisamente, fue utilizado por algunos de sus rivales para criticar este estilo de gobierno.
Uno de los pronunciamientos más fuertes se produjo desde el exterior de Colombia.
El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, dijo en X que “esta es una amenaza directa a la democracia y el resultado de la violenta retórica izquierdista proveniente de los niveles más altos del gobierno colombiano”.
Petro, durante su alocución presidencial en la noche del sábado, criticó -por su parte- a quienes politizan la tragedia:
“Tengo también que rechazar el intento oportunista, bajo, de truhan, de utilizar con fines políticos el dolor de la familia y del mismo Miguel Uribe Turbay (…) Los patrones del crimen repiten los patrones de la muerte de la mayoría de los dirigentes políticos de Colombia”.
Pero el presidente no es el único en utilizar sus redes para lanzar dardos contra sus oponentes.
En el caso de la reforma laboral, por ejemplo, mientras que los críticos más cautos han tildado la consulta popular como anticonstitucional, los más fervientes lo han acusado de autoritario y “dictador”.
“¡Petro cruza la línea y se convierte en dictador! Convocar su consulta por decreto es un zarpazo a la democracia, un abuso de poder descarado (…) Las Fuerzas Armadas de Colombia deben estar alerta ante cualquier golpe contra la Constitución y la democracia por parte de Petro y su Gobierno”, dijo en un par de publicaciones entre el 3 y 4 de junio en X la precandidata derechista Vicky Dávila.
Aunque pide no frivolizar, Laura Bonilla, de Pares, ve en el clima político colombiano de 2025 coincidencias con la violencia de fines de los 80.
“Que esto se produzca en la llegada del primer gobierno de izquierdas de la historia moderna de Colombia hace que en la memoria colectiva fluya el pasado”, explica.
En aquellos fatídicos seis meses entre 1989 y 1990, los tres candidatos asesinados eran de corte izquierdista.
El primero, Luis Carlos Galán Sarmiento, abanderado de la lucha contra el narcotráfico y la corrupción, murió el 18 de agosto de 1989 tras ser baleado por sicarios en una acción atribuida al cartel de Medellín con apoyo de sectores corruptos del Estado.
Menos de un año después, el 22 de marzo y el 26 de abril 1990, fueron asesinados respectivamente Bernardo Jaramillo Ossa y Carlos Pizarro Leongómez.
Jaramillo Ossa era miembro de la Unión Patriótica, alianza fundada por miembros de las Farc-EP y del Partido Comunista Colombiano en 1985.
Pizarro Leongómez era candidato de la Alianza Democrática M-19, surgida a raíz de la desmovilización de la guerrilla izquierdista M-19.
La propia madre de Uribe Turbay, Diana Turbay, murió en 1991 durante un intento de rescate tras pasar meses secuestrada por hombres comandados por Pablo Escobar.
Aquellos años fueron el punto más álgido que se recuerda de una historia política bañada en sangre en Colombia, siendo el asesinato del líder Jorge Eliécer Gaitán en 1948 el desencadenante para muchos de la violencia y la guerra que por décadas ha estigmatizado al país.
Desde entonces, políticos, miembros de la fuerza pública, sindicalistas, medioambientalistas y líderes sociales viven bajo frecuentes amenazas de muerte, presiones y atentados.
La tasa de asesinatos en Colombia sigue siendo, junto a Ecuador y Brasil, de las más altas de la región.
Según la fundación Insight Crime, dedicada a la investigación de la seguridad en América Latina y el Caribe, en 2024 Colombia registró una tasa de asesinatos de 25.4 por cada 100 mil habitantes, la más baja de los últimos cuatro años.
En 1990 la tasa de homicidios superaba los 70 por cada 100 mil habitantes.
Con una clara tendencia a la baja, comparar a esta Colombia con la del pasado es, cuanto menos, prematuro.
Podría incluso argumentarse que solo el hecho de que el país haya elegido hace tres años a su primer presidente izquierdista es signo de madurez democrática.
Pero los datos difícilmente tranquilizarán a quienes en las últimas horas viven, traumados, fantasmas de otros tiempos.
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