Home
>
Animal MX
>
Actualidad
>
*San Pancho: la joya cultural* de la Riviera Nayarit que es ejemplo de colectividad
*San Pancho: la joya cultural* de la Riviera Nayarit que es ejemplo de colectividad
Fotos: Animal MX
12 minutos de lectura

*San Pancho: la joya cultural* de la Riviera Nayarit que es ejemplo de colectividad

10 de diciembre, 2021
Por: Ana Estrada

El atardecer en la playa es el punto de encuentro para la gente de San Pancho, Nayarit. Durante esos minutos, cuando el Sol es un disco redondo sobre el horizonte, hay un silencio peculiar. Al ocultarse, dejando tras de sí un cielo anaranjado, rosáceo y púrpura, las personas del pueblo aplauden la despedida.

San Pancho es, por sí mismo, un lugar singular: ese silencio durante el atardecer es un acuerdo colectivo entre la gente del pueblo. Los aplausos al ocultarse el Sol son una costumbre arraigada y el ocaso en la playa es, desde hace años, el lugar a donde se busca a quien no se ha podido hallar a lo largo del día.

El rito vespertino tiene un aire conspirador: congregar a la gente día tras día ha sido clave para compartir ideas y transformarlas en proyectos culturales comunitarios que, hoy mismo, son fundamentales para la vida del pueblo y su futuro.

Lo más destacable de esas propuestas -ahora realidades- es que sus ejes medulares son el desarrollo de las infancias, compartir el arte y la conciencia ambiental, todo desde una perspectiva colectiva: del pueblo para el pueblo.

La historia de San Pancho, Nayarit, el pueblo soñado de Echeverría

Podríamos decir que San Pancho fue el proyecto personal de Luis Echeverría.

Durante su presidencia, entre 1970 y 1976, decidió que esa comunidad de pescadores y campesinos sería el lugar para vacacionar con su familia. Todavía hoy, sus descendientes tienen propiedades y negocios en el pueblo.

A lo largo de su periodo en el poder, Echeverría dedicó tiempo y recursos para convertir a San Pancho en un pueblo modelo: desde el trazado de las calles y distribución de viviendas, hasta la instalación de un hospital, una universidad de agricultura, escuelas de educación básica y un centro de procesamiento de frutas y otro para procesar pescado.

Pero, como tantos proyectos presidenciales, al terminar su mandato también se terminaron los recursos para San Pancho.

La universidad cerró y las grandes bodegas de frutas y pescado fueron abandonadas y el pueblo aprendió a tener su propia dinámica, sin la bonanza prometida por el expresidente.

Pero hay que decirlo: San Pancho tiene un encanto particular, es como un gancho invisible que atrapa a quien lo visita. Tal vez por eso, desde los 90, cuando el turismo internacional comenzó a llegar (y a quedarse) el pueblo se transformó en un espacio multicultural. Tan es así, que hoy es una de sus características principales.

San Pancho fue fundado por el expresidente Luis Echeverria
Foto: Animal MX

De bodegas vacías a centros culturales

Desde los 80 hasta principios de los 2000, las bodegas que servían para procesar fruta y pescado, permanecieron abandonadas, aunque esporádicamente se utilizaban para algún evento local.

Pero el pueblo reclamó lo suyo y lo hizo para bien: hoy son lugares de encuentro de arte, educación, deporte, de intercambio y enseñanza.

En las bodegas existen distintos proyectos:

  • Biblioteca y centro de enseñanza para niñas y niños.
  • El centro de reciclaje más organizado de Bahía de Banderas.
  • Un lugar de artes circenses para niños y adolescentes.
  • Un espacio de teatro y cine.
  • Talleres artísticos y de oficios.

Cada uno funciona bajo el mismo principio: trabajo comunitario.

Los proyectos de San Pancho son comunitarios y autogestivos. Foto: Animal MX
Foto: Animal MX

Entre Amigos: educación, reciclaje, comunidad

Hace 15 años, a la sombra de un árbol de mango, Nicole Swedlow instaló una mesa amplia para enseñar artes plásticas a los niños y niñas del pueblo. Se armó de sillas viejas, algunos huacales, papel, colores y cualquier material que sirviera para que las alumnas hicieran manualidades para llevar a casa.

La pequeña escuela de manualidades iniciada en 2006 se convirtió en el proyecto Entre Amigos, al que al año siguiente se unieron Indira Santos y Plantate Baronio. Esta asociación, iniciada por Nicole hace 15 años, es una de las primeras organizaciones formales entre habitantes de San Pancho para hacer trabajo colectivo.

Las tres mujeres juntas crearon una pequeña librería para infancias e impulsaron, junto con más personas del pueblo, un proyecto de reciclaje.

Para 2008, Nicole, Indira y Plantate también echaron a andar un programa para becar a jóvenes locales que quisieran estudiar alguna licenciatura.

Te recomendamos: Plástico es plástico: el engaño detrás de las bolsas “biodegradables”

Con tantos proyectos entre manos, necesitaban un espacio más grande.

Centro Educativo Entre Amigos
Foto: Animal MX

Así que, tras varias negociaciones con el gobierno nayarita, en 2009 se hicieron de una de las bodegas abandonadas y, con recursos donados por la fundación estadounidense Three Swallows, renovaron el espacio y lo adaptaron para sus necesidades.

“Ya se habían utilizado antes (las bodegas), aunque no de forma permanente, y a Nicole y un grupo de padres se les ocurrió transformarlas. Padres, amigos y niños que participaban en los talleres transformaron el espacio”, explica Abraham Vivas, director de programas ambientales de Entre Amigos, mientras muestra el enorme espacio lleno de niñas y niños corriendo, jugando o leyendo.

Desde hace 12 años, el edificio ha crecido siempre pensando en seguir un modelo de mantenimiento sustentable.

La biblioteca para infancias, que comenzó con un pequeño número de libros, tiene ya un acervo de 9 mil ejemplares en español e inglés y continúa alimentándose de donaciones.

Las niñas y adolescentes que van al centro, también pueden utilizar las computadoras y el internet gratuito y asistir a los talleres o tutorías o, las mamás, pueden dejar a sus bebés en la ludoteca.

“Tenemos espacio de biblioteca y espacios de tutorías que la gente del staff imparte a niños que necesitan ayuda con sus tareas”, dice Abraham, quien explica que el lugar recibe más de 50 niñas a diario, tanto pequeños que viven en el pueblo como turistas.

Centro Comunitario Educativo Entre Amigos San Pancho, historia
Foto: Animal MX

El centro de reciclaje más organizado de Bahía de Banderas

El trabajo de educación ambiental y reciclaje en San Pancho, que también se realiza en Entre Amigos, ha sido una labor titánica, dice Abraham.

En un inicio, los habitantes del pueblo no entendían la importancia de separar la basura. Hoy, el centro de acopio es tan reconocido que llegan personas de otros pueblos y municipios a entregar residuos limpios para reciclar o reutilizar.

Después de más de 10 años de trabajo, hay 140 contenedores distribuidos por todo San Pancho que reciben plástico, cartón, vidrio y metal o aluminio.

Mira: Descender al inframundo maya para limpiarlo: los buzos que buscan sanear los cenotes de Yucatán

Voluntarios recogen los contenedores y los llevan al centro de acopio, ubicado en la parte trasera de la bodega del centro de enseñanza de Entre Amigos, donde los separan.

“Fue complicado, pero poco a poco la gente ha ido abonando y cada vez lo ven de una manera más propia, lo ven como parte de ellos y saben que es importante hacerlo. Poco a poco la gente ha ido cambiando su forma de pensar en cuanto a los residuos”, dice Abraham, quien explica que, en lo que va del año, una empresa de Guadalajara se ha llevado 40 toneladas de vidrio para reciclarlo.

Centro de acopio y reciclaje Recicla San Pancho, Entre Amigos. Nayarit
Foto: Animal MX

¿Cómo mantener un lugar tan grande y con tantas actividades?

Con donaciones: tanto económicas, como de tiempo y energía.

Algunas de las voluntarias de Entre Amigos son jóvenes que fueron becadas hace años por el programa de la asociación y que, como una forma de agradecimiento y compromiso, vuelven al lugar y donan su tiempo y esfuerzo para hacer que siga funcionando.

Por la parte económica, cada año Entre Amigos realiza una recaudación de fondos y tiene abiertos sus canales de donación todos los días, ya sea cubriendo necesidades específicas del centro o becando a algún alumno.

El pequeñito del Cirque du Soleil

En una de las bodegas del fondo, con una fachada adornada con grandes letras de colores, se anuncia a sí mismo El Circo de los Niños. Y es eso… una escuela de artes circenses para niños y niñas de todas las edades.

Al entrar al lugar, por un lado hay niñas entrenando acrobacias de piso, practicando su flexibilidad y en posiciones imposibles para un mortal. Al fondo, hay un par de adolescentes colgados de telas larguísimas, haciendo danza aérea; mientras que por otro lado, tres niños hacen malabares con las manos… montados en zancos.

Definitivamente, este circo no es un circo cualquiera. El iniciador del proyecto es Gilles Ste-Croix, cofundador y guía creativo del Cirque Du Soleil.

En 2011, Gilles, junto a Monique Voyer, su esposa, planearon un espectáculo que involucrara a los niños que asistían al centro educativo Entre Amigos para recaudar fondos para el mismo.

Por favor, lee: “No olviden a Wendy”: familiares siguen búsqueda de Wendy Sánchez en San Pancho, Nayarit

Entrada al Circo de los Niños de San Pancho
Foto: Animal MX

Practicaron por varias semanas y, a través del programa Circo del Mundo, del Cirque du Soleil, consiguieron el equipo requerido; mientras que amigos de Canadá y voluntarios de San Pancho, aportaron todo lo necesario para montar el primer show llamado Cuando aún no existían los sueños.

El espectáculo fue un éxito y a los pequeños les encantó lo aprendido, así que el proyecto se transformó poco a poco en un centro de aprendizaje de artes circenses independiente de Entre Amigos. Ahora es una escuela formal, con su propia organización, actividades y recaudación de fondos.

Todas esas destrezas que vemos de los artistas del Circo del Sol, las niñas y niños de San Pancho las aprenden: trampolín, equilibrio, monociclo, cable tenso, danza aérea, acrobacias, malabares, zancos.

“Nuestra misión no es solamente el performance sino que, a través de las artes circenses, podemos tener un espacio donde el trabajo físico también transforma la parte personal y social de los niños”, explica Glades Perreras, coordinadora del Circo de los Niños y quien se ha involucrado con el proyecto desde el primer show, cuando se unió como voluntaria y fue la stage manager.

Niñas aprendiendo acrobacias de piso en el circor de los niños de san pancho
Foto: Animal MX

El programa actual es de nueve meses de lunes a viernes y peques de 5 años hasta adolescentes de 17 pueden tomar clases con los cinco maestros que imparten los cursos.

“A través de clases técnicas también manejan temas de autoestima, confianza en sí mismos y las relaciones positivas con adultos”, dice Glades y añade que una de las partes más importantes del programa es “fomentar la comunicación entre niños y jóvenes, pero también con adultos”.

¿Cómo se mantiene El Circo de los Niños de San Pancho?

También a través de donaciones. Gilles y Monique siguen siendo los principales benefactores, pero la asociación civil realiza una noche de recaudación anual para subsistir.

Además, tienen el Fondo Atrapasueños, en el que las personas interesadas en colaborar donan 2 mil 500 pesos cada año (es como becar a una niña o niño pues el costo por estudiante alcanza poco más de 2 mil pesos en cada curso), y reciben donaciones cualquier día del año.

El Circo de los Niños de San Pancho también enseña artes circenses a adultos.
Foto: Animal MX

Tercera llamada… ¡las artes escénicas de San Pancho!

¿Qué es de un centro cultural sin las artes escénicas? Si algo faltaba a la vida cultural del pueblo era, precisamente, el teatro, el cine y clases de especialidades deportivas.

Así que La Bodega Teatro, el proyecto más joven del recinto cultural, se formó como una apuesta a la diversificación de actividades en el pueblo.

Desde un inicio lo han tenido claro: se trata de promover las labores comunitarias, colaborativas y participativas, a través de las artes escénicas, residencias artísticas, talleres intensivos.

“En los espacios autogestivos uno es todólogo y mis compañeres también”, dice Federico Illanes –Chupete, como lo conocen en San Pancho-, quien le entra a la administración general, a la producción de teatro y al mantenimiento del espacio. “Somos cinco personas las que tomamos decisiones”.

La Tallerera. Foto: Animal MX
La Tallerera. Foto: Animal MX

Con 160 m2, la bodega que ocupa Fábrica de Artes San Pancho, la asociación civil de la que forma parte Chupete Illanes, es la más grande de todo el complejo y hay espacio suficiente para una caja negra, donde se realizan funciones de teatro y ciclos de cine; clases de  karate, capoeira, belly dance, yoga, pilates, trapecio, danza, flamenco, parada de manos, canto, entre otras.

Te recomendamos: ‘Intraducibles’: el libro de palabras indígenas que nos muestran sus formas de concebir el mundo

Las personas que imparten alguno de los talleres o clases, pueden hacer uso del espacio siempre y cuando realicen alguna tarea de limpieza de la bodega o, en caso de no poder hacerlo, se les cobran 150 pesos como una especie de “renta/préstamo del lugar”.

Mientras que para quienes toman las clases no hay una tarifa fija, pues es cooperación voluntaria. En promedio, por cada taller, hay unas 20 personas.

Federico no recibe ningún salario por su trabajo en la La Bodega Teatro, pero tiene un proyecto personal que puede llevar al lugar y cobrar.

Este proyecto me ha hecho creer en lo colectivo. Creía que entre más gente hubiese tenía más competencia y hoy sé que no, es todo lo contrario. Tengo una lucha interna entre lo que viví de la sociedad, el capitalismo y lo que hoy vivo, es una dualidad fuertísima. Sé que la unión genera lo mejor, es mucho más fuerte”, concluye Chupete.

La
La “caja negra” donde se realizan obras de teatro y ciclos de cine. Foto: Animal MX

El lugar donde todos caben

Cuando entras a El Gallo, la energía se siente ligera y movida: es un lugar abierto, con mucha luz y siempre fresco al amparo de un árbol de parota enorme y benévolo.

Por las mañanas es un desayunador atendido por la señora Maricela. Sus platillos cambian con la temporada y los ingredientes son, en su mayoría, de la región.

Hacia la tarde y ya bien entrada la noche, el espacio se transforma.

El Gallo San Pancho es un restaurante y centro cultural dirigido por Israel Landa.

La música en vivo resuena por todo el lugar (y varias calles a la redonda) al menos cinco días a la semana. ¿Lo sorprendente? Nunca es la misma banda la que toca.

El Gallo está a unos pasos del complejo cultural de San Pancho, caminando sobre la avenida principal. Del lugar ves entrar y salir a Israel Landa, el iniciador del merequetengue.

Con el paso de los años, y las ideas transformadoras de Israel, el lugar se ha convertido en un espacio de cultura y arte en el que convergen todos: los turistas recién llegados, las artistas que quieren pasar un rato tranquilo, los albañiles de otros lugares que chambean temporalmente en el pueblo.

Lee: Proyectos increíbles de mujeres indígenas que vale la pena conocer

“Lo que quisimos desde un inicio es hacer de este lugar un espacio donde todos puedan compartir”, explica Israel, quien se encarga de la parte operativa de El Gallo.

Desde hace unos cinco años comenzaron a organizar festivales de arte y apoyar eventos culturales (muchas veces donan la comida en los shows organizados por Entre Amigos o El Circo de los Niños), pero la idea ha ido evolucionando.

Hoy, además de invitar a bandas de todos los tamaños y de todo el país a tocar, también abren residencias artísticas y piden a los y las músicas que compartan sus conocimientos con las niñas y niños de San Pancho.

Comenzaron invitando a artistas locales, que al ser San Pancho un pueblo cosmopolita los hay de todo el mundo; después Israel se puso a buscar a bandas de la región -Vallarta, Tepic y Guadalajara-; y en su escenario ya han estado artistas y grupos más conocidos en el país, como la rapera zapoteca Mare Advertencia Lirika, Nortec Collective, Ampersan o Los Cojolites.

Checa: Así suena la música en lenguas indígenas: 5 proyectos que debes seguir

El escenario del centro cultural El Gallo, en San Pancho, Bahía de Banderas, Nayarit. Foto: Animal MX
Foto: Animal MX

A todos se les ha pedido que permanezcan al menos una semana en el pueblo para entender sus dinámicas, que realicen talleres con los niños de Entre Amigos y, la conclusión de esa estancia sea su presentación en El Gallo que, con muy pocas excepciones, es gratuita.

“Intentamos que los conciertos sean gratis porque queremos que el espectáculo sea para todos, el arte y cultura deben ser para todos”, destaca Israel quien, con eventos gratuitos y precios para mexicanos en el menú, trabaja para que El Gallo, uniendo fuerza con los proyectos culturales de San Pancho, sea “un punto de resistencia donde queremos seguir haciendo comunidad”.

Wendy Sánchez es una activista tapatía y gestora cultural desaparecida desde enero 2021. Este mural se encuentra en una de las paredes de El Gallo. Foto: Animal MX
Wendy Sánchez es una activista tapatía y gestora cultural desaparecida desde enero 2021. Este mural se encuentra en una de las paredes de El Gallo. Foto: Animal MX

 

Iniciar sesión

Registrate
Suscribete para comentar...
Imagen BBC
Los secretos de un peligroso río de la Amazonía que una comunidad indígena empieza a revelar
11 minutos de lectura

Cuenta la leyenda que el río Santiago se tragaba las canoas de cualquiera que intentara explorarlo. Ahora, una comunidad indígena está descubriendo especies sorprendentes en sus aguas.

09 de diciembre, 2025
Por: BBC News Mundo
0

Nos subimos a una canoa de madera que se mecía sobre las aguas turbias del río Santiago, listos para visitar uno de los ecosistemas menos conocidos de la región amazónica.

Hasta hace poco, los científicos desconocían incluso qué clase de peces habitan esta parte del río, porque nunca había sido estudiada.

Ahora, tras dos días de viaje en buses y camiones desde Quito, Ecuador, la fotógrafa Karen Toro y yo nos acercábamos a nuestro destino: Kaputna, una comunidad indígena que ha descubierto nuevas especies de peces.

Rodeada de una selva virgen donde los jaguares, pecaríes y pumas todavía reinan con tranquilidad, Kaputna es una localidad en la ribera del río Santiago con 145 habitantes que son miembros de los shuar, una de las 11 naciones indígenas que viven en la Amazonía ecuatoriana.

A pesar de que Ecuador es considerado un punto central para la biodiversidad de peces de agua dulce, un grupo de científicos advirtió en 2021 que la falta de información sobre sus especies era “pasmosa” y que se necesitaba de manera urgente realizar más investigaciones.

Un grupo de residentes de Kaputna ha ayudado a llenar ese vacío, al descubrir una gran cantidad de peces que viven escondidos en el río, camuflados por las sombras marrones y plateadas, con bocas especialmente adaptadas para alimentarse de las rocas bajo el agua.

Gracias a los esfuerzos de monitoreo llevados a cabo entre 2021 y 2022, que combinaron conocimiento científico y tradicional, la comunidad indígena logró identificar cerca de 144 especies de peces en el río Santiago.

Cinco de ellas ya habían sido identificadas en otros países, pero nunca en Ecuador. Una de las especies todavía está siendo estudiada y podría ser totalmente nueva, de acuerdo a los biólogos que participaron en la investigación.

Algunos pescadores de Kaputna, como Germán Narankas, fueron como coautores del artículo científico que fue publicado con los hallazgos.

“Su conocimiento del territorio es esencial para descubrir las nuevas especies”, le dice a la BBC Jonathan Valdiviezo, un biólogo que participó en el análisis de muestras.

Una canoa en medio del río Santiago.
Karen Toro
El río Santiago, en la región amazónica ecuatoriana, había sido poco estudiado debido a su ubicación remota y peligrosidad.

Para Fernando Anaguano, el autor principal del estudio y biólogo de la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS, por sus siglas en inglés) que acompañó a Kaputna durante todo el proceso, el estudio marca un cambio trascendental en la forma en que los científicos trabajan con y reconocen a los colaboradores locales.

“No es usual que el trabajo de la gente local sea reconocido en las publicaciones científicas”, anota.

Un río que se traga las canoas

Las leyendas locales dicen que, antes de que aparecieran los botes a motor, la gente que se embarcaba por la parte baja del río desaparecía.

Un hoyo se “tragaba” las canoas y quienes venían de fuera nunca lograban llegar a la comunidad. Esta es la razón por la que esta zona se llama Kaputna, que significa “área donde el río fluye rápidamente”, de acuerdo con quienes viven allí.

Para llegar, tuvimos que conducir durante 10 horas desde Quito hasta Tiwintza, una localidad amazónica en la frontera con Perú.

A la mañana siguiente, Germán Narankas, un pescador de Kaputna, nos esperaba en la terminal de buses con su red de pescador que llevaba en la espalda.

“Hoy el calor va a ser infernal. No ha llovido en tres días”, nos advirtió, mientras se arremangaba para evitar quemarse con el sol. A las 09:00, la temperatura ya era de 35°C (95°F).

Emprendimos en camión un trayecto de 40 minutos hasta el puerto de Peñas, en el río Santiago, donde nos esperaba amarrada la canoa de Narankas, moviéndose por la fuerte corriente del río.

Las canoas equipadas con motores a gasolina, conocidas como peque-peques, son el único medio de transporte para llegar a Kaputna.

Narankas conoce el río Santiago como la palma de su mano. Incluso antes de hacer parte del proyecto de monitoreo científico, estaba familiarizado con los distintos tipos de peces que habitan el río.

En 2021, cuando comenzó el proyecto, aprendió a identificar las diferencias entre las especies y comenzó a llamarlas por sus nombres científicos.

Germán Narankas, miembro de la comunidad shuar, muestra una de las especies que él y su comunidad descubrieron
KarenToro
Germán Narankas, miembro de la comunidad shuar, muestra una de las especies que él y su comunidad descubrieron

El hombre recuerda que en 2017 vio una señal. Para los shuar, el río es más que un cuerpo de agua o una vía de acceso. En sus riberas se acostumbra a realizar el ritual de la ayahuasca, en el que se consume la planta también conocida como yagé. Los shuar creen que las visiones que esta produce revelan el futuro y guían las acciones de quienes la toman.

“Tuve sueños de que iba a cambiar el sistema. En las visiones, había un hombre que viajaba a otros países, y era yo, viajando con este proyecto. No lo sabía entonces”, dice.

Cuatro años más tarde, en 2021, los investigadores de la oficina de la WCS en Ecuador le pidieron ser parte del estudio enfocado en el descubrimiento de la biodiversidad del río Santiago.

Narankas y otros miembros de la comunidad recolectaron peces, les tomaron fotos y las subieron una aplicación llamada Ictio junto a otros datos importantes como la ubicación donde los habían capturado, el equipo de pesca que habían utilizado y las características de los animales.

“Había por lo menos tres de esos peces que nunca había visto en mi vida”, dice.

Durante el recorrido por el río, el sonido de los grillos ahogaba bajo el ruido del motor. A medida que nos interábamos en la selva, el agua se iba volviendo más cristalina.

“Hemos llegado al río Yaupi”, anunció Narankas. El Yaupi es uno de los afluentes del río Santiago, donde también se tomaron algunas muestras.

Este es el lugar de pesca favorito para los locales, porque las aguas son cristalinas y están libres de los residuos de la minería que han contaminado muchos otros ríos en la región del Amazonas.

En medio del follaje selvático, se divisan las banderas de Ecuador y Perú.

Narankas, su hermana Mireya y su hijo Josué se lanzaron al agua para pescar.

El pescador lanzó su red con todas sus fuerzas al río y luego la fue recogiendo lentamente para ver qué había logrado sacar: un pez al que él llama “carachama”, de unos 10 cm de largo.

Pertenece a la familia de los Loricariidae y esta especie en particular se llama Chaetostoma trimaculineum: un pez marrón, con algunas manchas oscuras y una boca redonda.

“Cerca de aquí encontramos una especie de pez que [los investigadores] dijeron que nunca había sido estudiado. Era muy parecido a esta carachama”, explicó Narankas.

El pez en cuestión era el Peckoltia relictum, una especie nueva en Ecuador. Mide aproximadamente 15 centímetros y usualmente se adhiere a las rocas.

Su boca es como una copa de succión y, en vez de escamas, tiene una especie de placas, una característica que distingue a las carachamas (Loricariidae).

Durante la investigación, Narankas y sus colaboradores también se llevaron algunos especímenes a una habitación en Kaputna, que funcionaba como un pequeño laboratorio donde medían y pesaban a los animales, les removían partes de sus tejidos con un bisturí y los preservaban en formaldehído.

“Fue muy emocionante aprender y recolectar información. Me siento un poco como una científica”, le cuenta a la BBC Liseth Chuim, una pescadora que hizo parte del monitoreo.

Dos mujeres indigenas en Ecuador señalan fotos de peces. Una de ellas tiene un bebé en brazos.
Karen Toro
Miembros de la comunidad con fotos de los peces que descubrieron.

“Tomábamos un pedazo de su carne y le cocíamos un sello con su nombre y un número”, explica Johnson Kajekau, otro residente de Kaputna que apoyó al equipo de monitoreo.

Uno de los peces que más recuerdan los tres es una especie de bagre que medía más de un metro. También, uno que tenía la “panza amarilla” y otro de color plateado.

El biólogo de la WCS Fernando Anaguano y sus colegas se encargaron de recolectar las muestras y llevarlas a laboratorios en Quito.

Revelar el misterio

Para los biólogos, la colaboración con los locales les permitió desbloquear un ecosistema que era un misterio para las personas de fuera de la comunidad.

“La cuenca del río Santiago es una de las menos exploradas. Hay muy pocos estudios que detallen la diversidad de peces que hay en ese lugar”, explica Anaguano, quien ha estado investigando peces de agua dulce por más de una década.

Lo atribuye a lo remoto de la región, las dificultades que había en el pasado para llegar hasta allí y también a que los peces de agua dulce con frecuencia han sido dejados de lado por los investigadores. Por lo general los investigadores se enfocan en grupos más “carismáticos” de animales, como los mamíferos o los pájaros y, cuando se estudian peces, por lo general se trata de especies marinas.

Sin embargo, señala Anaguano, los peces de agua dulce juegan un rol fundamental en los ecosistemas acuáticos y son fuente de alimento y recurso económico para las comunidades indígenas.

Hasta ahora, en investigaciones previas, se habían registrado cerca de 143 especies en un área extensa que incluye al río Santiago y sus afluentes por debajo de los 600 metros de altitud. Se le conoce como “zona ictiográfica de Morona Santiago” y tiene un área de 6.691 kilómetros cuadrados.

En comparación, el estudio con la comunidad Kaputna identificó un total de 144 especies en un área de apenas 21 kilómetros cuadrados dentro de esta zona. De esas especies, 77 no habían sido reportadas en las investigaciones anteriores del área de Morona Santiago.

La diversidad hallada en el estudio representa el 17% de todas las especies de peces de agua dulce en Ecuador (836) y el 20% de las registradas en la Amazonía ecuatoriana (725). Esto es un porcentaje muy significativo, considerando que el área de estudio donde estas especies fueron halladas es muy pequeña, según destaca Anaguano.

Fotos de peces sobre una mesa de madera y los brazos de una persona apoyados en esta.
Karen Toro
Miembros de la nación shuar documentaron 144 especies de peces, incluyendo estas cuatro. Las dos de abajo no se habían encontrado antes en Ecuador.

De hecho, la diversidad piscícola en la región amazónica es enorme.

Sus cuencas, localizadas en Ecuador, Perú, Colombia, Bolivia, Brasil, Venezuela, Guyana y Surinam, tienen la mayor variedad de peces de agua dulce del mundo. Se han registrado hasta ahora 2.500 especies y se estima que hay miles más por descubrir.

Esos ríos también son el hogar de la migración más larga en el planeta: la del bagre dorado, que viaja por cerca de 11.000 kilómetros entre las estribaciones de los Andes hasta los estuarios del Amazonas, en el océano Atlántico.

En riesgo

Sin embargo, los peces de agua dulce como los de la Amazonía están gravemente amenazados. Según el informe del Índice Planeta Vivo (IPV) sobre peces migratorios de agua dulce, sus poblaciones han disminuido un 81% en los últimos 50 años. Y solo en Latinoamérica, incluso más: un 91%.

Anaguano explica que, más allá de la contribución de los peces para mantener el equilibrio de la vida en el planeta, estos animales forman parte de la cultura y la cosmovisión de los pueblos indígenas.

La seguridad alimentaria es otro problema. “Los peces son fuente de proteína de las comunidades locales”.

Por eso, a través de este tipo de investigación que incluye la perspectiva de los pescadores, buscamos no solo conservar los peces sino también garantizar la sostenibilidad de la pesca a largo plazo”, añade Jonathan Valdiviezo, biólogo del Instituto Nacional de Biodiversidad (Inabio), donde se procesaron y almacenaron las muestras del estudio.

Para Valdiviezo, que tiene más de 17 años de experiencia trabajando con peces, uno de los puntos cruciales del proceso fue la capacitación que recibieron los pescadores de Kaputna para etiquetar correctamente las muestras.

“Eso nos ayudó a evitar problemas al registrar la especie y confusiones”, afirma.

Aun así, el descubrimiento estuvo lleno de giros y sorpresas. Durante el análisis de tejidos, que incluyó análisis de ADN, los investigadores descubrieron que uno de los peces que creían que era nuevo para la ciencia ya había sido descrito en 2011.

“Cuando nos dimos cuenta de que esta especie era muy rara, extrajimos ADN de un pequeño fragmento de músculo”, explica Valdiviezo. Luego, compararon los resultados con el tejido de otras especies relacionadas registradas en su base de datos.

“Es similar al proceso que se utiliza para determinar la paternidad”, explica el biólogo. Ante la duda, enviaron una muestra a Canadá, donde confirmaron que se trataba de un ejemplar de Peckoltia relictum, un pez ya conocido.

Sin embargo, se trataba de una especie nueva para Ecuador, al igual que otras cuatro descubiertas como parte de esta investigación.

Canoas
Karen Toro
Canoas “peque-peque” en el río Santiago.

Ambos investigadores creen que aún queda una gran cantidad de especies por descubrir en las turbias aguas del Santiago. Por ahora, dice Valdiviezo, siguen analizando uno de los bagres encontrados, ya que creen que se trata de una especie nueva para la ciencia.

Su principal característica es que tiene rayas negras por todo el cuerpo. Anaguano comenta que esperan publicar un segundo artículo, coescrito por los pescadores de Kaputna, este año.

Sentadas en Kaputna al atardecer, bajo un cielo estrellado, le preguntamos a Narankas qué significaba para él ver su nombre en el artículo publicado. Se le llenan los ojos de lágrimas.

“Me siento orgulloso”, explicó sonriendo.

Pero el impacto ha sido aún más profundo. Después de esta experiencia, en agosto de 2025, el joven de 34 años regresó a la escuela secundaria. En un año y medio espera graduarse y luego estudiar biología para seguir desvelando los secretos del río Santiago, cuya historia de descubrimientos científicos apenas comienza.

Linea gris
Getty Images

Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.

Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.

También puedes seguirnos en YouTube, Instagram, TikTok, X, Facebook y en nuestro canal de WhatsApp.

Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.

Iniciar sesión

Registrate
Suscribete para comentar...