
Seguro tú también usaste la app reface para ver cómo te verías como Shakira en el video de Waka Waka o protagonizando tu serie favorita. Aunque las risas nunca faltan con estos deepfake, estos también se usan para amenazar, chantajear y difundir mensajes falsos.
Aunque parezcan inofensivos, los deepfake pueden ser usados para prácticas negativas y no solo las celebridades pueden ser víctima de ellos, sino cualquiera. Así que ahí te va una guía básica del tema.
El término se compone por “deep” de “deep learning” (o aprendizaje profundo) y “fake” que significa falso. Aunque normalmente hace referencia a videos, deepfake es cualquier material multimedia (videos, fotos, audios) que son aparentemente realistas, pero en realidad son falsos.
Un deepfake es creado a partir de material ya existente; sin embargo, es modificado con herramientas de redes neuronales (método de inteligencia artificial) para sustituir la voz o la cara de una persona por la de otra, por ejemplo.
Como mencionamos arriba, muchos deepfake son usados como entretenimiento. Ahí está la popular cuenta @deeptomcruise en TikTok que tal cual sube videos falsos de Tom Cruise utilizando un doble de cuerpo.
Existen cuentas parecidas con videos falsos de Keanu Reeves, Margot Robbie y Jason Statham. Y sí, de vistazo se ven muuuuy realistas, pero tras unos segundos tu cerebro empieza a cuestionarlos.
También hay quienes demuestran sus grande habilidades para “mejorar” series y películas y luego terminan trabajando en Lucasfilm.
Sin embargo, aquí nos enfocamos en el lado oscuro de los deepfake y para eso en Animal MX platicamos con Eduardo Chavarro, especialista en Respuesta a Incidentes del Equipo Global de Respuesta a Emergencias en Kaspersky.
Nos recuerda que lejos del entretenimiento, “hay ocasiones en las que se busca cambiar el discurso de las personas, utilizarlos como chantaje, o hasta como fraude”, explica.
Así es como existen distintos tipos de deepfake dependiendo de con qué fin se crea. Tristemente, el más antiguo y común de todos es el fake porn o deepfake pornográfico.
“Consiste básciamente en tomar un producto multimedia pornográfico y poner el rostro de cualquier persona allí, por supuesto afectando a la persona de distintas formas”, explica Eduardo Chavarro.
Recientemente tuvimos el caso de Rosalía y la periodista Johanna Villalobos, quienes reclamaron que fotografías que publicaron en Instagram fueron manipuladas para crear porno falso.
Aunque las celebridades son el mayor blanco de este tipo de videos, también le puede pasar a cualquier persona y en este caso muchas veces es para chantajearlas con dinero para no publicar el video.
La empresa Kaspersky también pone como otro tipo los deepfake enfocados a fraude financiero. Tal cual consiste en crear videos o audios falsos de celebridades, políticos o empresarios para robar dinero a las personas.
Uno de esos casos es cómo se usó un deepfake de Elon Musk para promocionar un negocio de criptimonedas falso. El contenido se volvió viral y muchas personas perdieron su dinero.
Igualmente están los deepfake enfocados a estafas empresariales, generando material falso de altos empresarios o directivos para atacar empresas mediante extorsión, chantaje o hasta espionaje industrial.
Eduardo Chavarro de Kaspersky nos explica que junto con el avance de la IA y la tecnología, cada vez es más difícil de identificar un deepfake.
Quizás antes los movimientos y voces se sentían robotizadas y torpes, pero cada vez son más fluidas. También la calidad de estos videos sigue aumentando.
Su principal recomendación es revisar la fuente de información. Por ejemplo, si te llegara un video de Tom Holland diciendo que se retira de la actuación, pero no lo ves en sus redes sociales oficiales ni lo traen medios de confianza, entonces cuestiónate si es real o se trata de un deepfake.
Sin embargo, nos da un par de consejos más técnicos. El primero es analizar el mensaje; “muchas veces conocemos cómo hablan las personas”, entonces sugiere clavarnos en lo qué y cómo se están diciendo las cosas.
También sugiere “prestar atención a los detalles como los difuminados alrededor de las caras”. Y es que a veces la unión entre el cuello y el rostro o las orejas es medio difuso o la piel cambia de tono.
Chris Ume, creador de los deepfake de Tom Cruise, da en este video otras recomendaciones de cómo identificar un deepfake que nos parecen valiosas. Por ejemplo, revisar que los ojos estén alineados, pues puede que en algún momento no vean hacia el mismo lado (se vean bizcos).
Ume también menciona que el perfil de las personas también es un punto débil de los deepfake, deformando la nariz/barbilla.
Te dejamos otros consejos de nuestras amix de El Sabueso para identificar imágenes creadas con inteligencia artificial.
Es alarmante, pero repetimos: cualquiera puede ser víctima de deepfake; sin embargo pareciera que todo es cuestión de suerte.
Eduardo Chavarro está consiente de que lo ideal sería no subir fotos/videos a redes sociales, pero tomando en cuenta lo acostumbradas que estamos a ellas, sabe que eso es imposible.
Sin embargo, considera que hay estrategias que nos pueden ayudar a intentar que nuestra información no quede tan expuesta.
Entre las sugerencias están crear perfiles privados, ser más selectivos con cuántas fotos/videos que subimos (no subir toooodo lo que hacemos), compartir exclusivamente con las personas que nos interesa (como los Close Friends), “y por supuesto, estar atento a qué se dice de nostros o ver si hay algún intento de suplantación”.
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Si de todas formas alguien usó alguna imagen o video tuyo para crear un deepfake, Eduardo Chavarro nos dice que “es muy importante no silenciarnos frente a este tipo de actividades” y recomienda que lo primero es hacer un reporte.
Primero, en la red o plataforma donde se publicó y se está masificando. “Reportar que es un contenido falso y reportar a quienes la están originando para que se produzcan los bloqueos en la plataforma”.
Comenta que de alguna u otra forma, esos reportes “bloquean el contenido y empiezan a identificar quiénes lo están produciendo para que cuando se produzca una investigación mucho más amplia, ya tengan los recursos de denuncia que puedan sumarse a la investigación”.
Igualmente notifica a tus conocidos para que también denuncien y el contenido se bloquee más rápido.
También si ves que alguien de tus amix está compartiendo un deepfake como algo real, señálale que es falso para así evitar propagar la desinformación y que se genere el reporte.

En lo que respecta a la monogamia, los humanos se parecen más a las suricatas y a los castores que a nuestros primos primates.
En nuestra vida amorosa, nos asemejamos más a estas mangostas sociales y unidas que a nuestros primos primates, según sugiere una clasificación de monogamia elaborada por científicos.
Con un 66% de monogamia, los humanos obtienen una puntuación sorprendentemente alta, muy superior a la de los chimpancés y los gorilas, y a la par de las suricatas.
Sin embargo, no somos ni mucho menos la criatura más monógama.
El primer puesto lo ocupa el ratón californiano, un roedor que forma vínculos inseparables para toda la vida.
“Existe una liga de élite de la monogamia, en la que los humanos se encuentran cómodamente, mientras que la gran mayoría de los demás mamíferos adoptan un enfoque mucho más promiscuo para el apareamiento”, afirmó Mark Dyble, investigador del Departamento de Arqueología de la Universidad de Cambridge.
En el mundo animal, el emparejamiento tiene sus ventajas, lo que podría explicar por qué ha evolucionado de forma independiente en múltiples especies, incluida la nuestra.
Los expertos han propuesto diversos beneficios para la llamada monogamia social, en la que las parejas se unen durante al menos una temporada de reproducción para cuidar a sus crías y ahuyentar a los rivales.
Dyble examinó varias poblaciones humanas a lo largo de la historia, calculando la proporción de hermanos de padre y madre (individuos que comparten la misma madre y el mismo padre) en comparación con los medio hermanos (individuos que comparten la madre o el padre, pero no ambos).
Se recopilaron datos similares para más de 30 mamíferos monógamos sociales y de otras especies.
Los humanos tienen un índice de monogamia del 66% de hermanos de padre y madre, por delante de las suricatas (60%), pero por detrás de los castores europeos (73%).
Mientras tanto, nuestros primos evolutivos se sitúan en la parte inferior de la tabla: los gorilas de montaña con un 6%, y los chimpancés con solo un 4% (al igual que el delfín).
En último lugar se encuentra la oveja de Soay, de Escocia, donde las hembras se aparean con múltiples machos, con un 0,6% de hermanos de padre y madre.
El ratón californiano ocupó el primer puesto, con un 100%.
Sin embargo, estar clasificados junto a suricatas y castores no significa que nuestras sociedades sean iguales: la sociedad humana es completamente diferente.
“Aunque la proporción de hermanos de padre y madre que observamos en los humanos es muy similar a la de especies como las suricatas o los castores, el sistema social que vemos en los humanos es muy distinto”, declaró Dyble a la BBC.
“La mayoría de estas especies viven en grupos sociales similares a colonias o, quizás, en parejas solitarias que se desplazan juntas. Los humanos somos muy diferentes. Vivimos en lo que llamamos grupos con múltiples machos y múltiples hembras, dentro de los cuales existen estas unidades monógamas o de pareja estable”, explicó.
Kit Opie, profesor del Departamento de Antropología y Arqueología de la Universidad de Bristol, que no participó en el estudio, afirmó que este es otro elemento clave para comprender cómo surgió la monogamia en los seres humanos.
“Creo que este artículo nos proporciona una comprensión muy clara de que, a lo largo del tiempo y en diferentes lugares, los humanos son monógamos”, declaró.
“Nuestra sociedad se parece mucho más a la de los chimpancés y los bonobos; simplemente hemos tomado un camino diferente en lo que respecta al apareamiento”, agregó.
El nuevo estudio fue publicado en la revista científica Proceedings of the Royal Society: Biological Sciences.
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