Al fin tenemos a las y los nominados a los Premios Ariel 2023 y las categorías ¡están dominadas por trabajos de mujeres! Para que no tengas excusa, aquí te decimos dónde ver las películas en streaming y todo lo que debes saber sobre esta edición.
La realización de esta premiación estuvo en incertidumbre luego de que en noviembre del 2022 la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) anunciara su suspensión por una “grave crisis financiera”.
Hasta nuestro ídolo Guillermo del Toro salió a levantar al evento, pues se ofreció a pagar las estatuillas de la 65 edición de los Premios Ariel. Ya en marzo del 2023 se reveló que pese a la crisis económica, la premiación sí se llevará a cabo y ahora con la lista de nominados en mano esto se siente más real que nunca.
La premiación se realizará el sábado 09 de septiembre y por primera vez en su historia, los Premios Ariel saldrán de la CDMX.
En esta ocasión, la ceremonia se realizará en el Teatro Degollado de Guadalajara, en Jalisco. Así esta ciudad se convierte en la primera sede de un plan que tiene como intención que esta premiación sea itinerante y se desplace anualmente a distintas partes del país.
Repetimos que este año el trabajo realizado por mujeres la rompió en las nominaciones de los Ariel. Huesera de Michelle Garza Cervera las encabeza con 17 menciones, incluyendo mejor Película, Dirección, Actriz, Ópera Prima y Guion Original.
Le siguen El norte sobre el vacío, de Alejandra Márquez Abella, con 16 nominaciones; Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades, de Alejandro G. Iñárritu, que obtuvo 12 nominaciones; y La civil, de Teodora Mihai, que recibió 9 menciones.
Todas estas, junto a La caída (con 6 nominaciones) están nominadas a Mejor Película y lo mejor de todo es que ¡están en streaming!
Ahí te van las plataformas y una breve sinopsis:
Michelle Garza Cervera sorprendió a todo el mundo con su ópera prima que lleva la incertidumbre sobre la maternidad un nuevo nivel. De hecho, ocupa el puesto #1 y #2 de las mejores películas de terror y mejores películas del 2023 de Rotten Tomatoes.
La película sigue a Valeria, quien queda embarazada y comienza a a ser visitada por una presencia extraña que la amenaza a ella, a su pareja y a su no nacido. Ella se verá obligada a entrar en el mundo de la magia negra para combatir eta amenaza.
Luego de proyectos como La niñas bien y dirigir un par de episodios de Narcos: México, Alejandra Márquez Abella nos llevó al norte del país al tomar como inspiración el caso real de Alejo Garza Tamez, quien fue asesinado al proteger sus tierras de una organización criminal.
La película presenta a Don Reynaldo, un ranchero y cazador que se enfrenta a la inseguridad del norte de México actual. Su patrimonio se ve bajo amenaza y la relación con su familia se verá afectada.
La única película dirigida por un hombre que llegó a la categoría de Mejor Película en los Premios Ariel 2023. Aunque dividió a la crítica, Bardo es un viaje interesante, pero extraño que nos conecta de otra forma con Alejandro González Iñárritu.
Se trata de una “comedia nostálgica” que relata el viaje íntimo y conmovedor de Silverio (Daniel Giménez Cacho), un renombrado periodista y documentalista mexicano que vive en Los Ángeles desde hace varios años.
Sin embargo, tras ser homenajeado con un prestigioso premio, debe regresar a su país sin saber que esto lo llevará a un límite existencial.
Por si ocupas luego de verla: Un viaje entre la realidad y la imaginación: qué significa ‘Bardo’, lo nuevo de Iñárritu
Esta es la primera obra de ficción de Teodora Ana Mihai y sale de los testimonios que obtuvo de Miriam Rodríguez, una mujer de Tamaulipas a quien le secuestraron a su hija y que al no tener el apoyo de las autoridades, tomó el caso en sus propias manos hasta que fue asesinada el 10 de mayo de 2017.
En la película vemos a Cielo, recreación libre de Miriam, interpretada por Arcelia Ramírez, quien se pone en la búsqueda de su hija Laura.
Las nominadas a los Premios Ariel 2023 son un reflejo crudo de distintas cosas que pasan en México, y con esta película podemos ver retratado los distintos casos de abuso sexual, psicológico, emocional y físico que les tocó vivir a varias nadadoras a manos de su entrenador.
La película sigue a Mariel (Karla Souza), una clavadista de élite quien tiene una última oportunidad en los Juegos Olímpicos. Sin embargo, cuando una terrible verdad sale a la luz, Mariel enfrenta su pregunta personal más grande: ¿Ganar es realmente su verdadero sueño?
Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades
El norte sobre el vacío
Huesera
La caída
La civil
Cartas a distancia
Dioses de México
Home is Somewhere Else
Teorema de tiempo
Users
Águila y Jaguar: Los Guerreros Legendarios
Home is Somewhere Else
Michelle Garza Cervera – Huesera
Alejandra Márquez Abella – El norte sobre el vacío
Lucía Puenzo – La Caída
Alejandro G. Iñárritu – Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades
Natalia Beristáin – Ruido
Karla Souza – La caída
Julieta Egurrola – Ruido
Natalia Solián – Huesera
Marta Aura – Coraje
Arcelia Ramírez – La civil
Daniel Giménez Cacho – Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades
Álvaro Guerrero – La civil
Cuauhtli Jiménez – Finlandia
Hernán Mendoza – La caja
Gerardo Trejoluna – El norte sobre el vacío
Mayra Batalla – Huesera
Dolores Heredia – El norte sobre el vacío
Martha Claudia Moreno – Huesera
Nicolasa Ortiz Monasterio – Trigal
Úrsula Pruneda – Trigal
Fernando Bonilla – El norte sobre el vacío
Raúl Briones – El norte sobre el vacío
Juan Daniel Gracía Treviño – La Civil
Jorge A. Jiménez – La Civil
Francisco Rubio – Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades
Eustacio Ascacio – Zapatos rojos
Emilia Berjón – Trigal
Déja Ebergengi – La caída
Diego Armando Lara – El reino de Dios
Isabel Luna – Huesera
Huesera
La civil
La caja
El norte sobre el vacío
La caída
El norte sobre el vacío
Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades
Ruido
Zapatos rojos
Huesera
La civil
Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades
Huesera
El norte sobre el vacío
Ruido
Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades
El norte sobre el vacío
Huesera
La civil
Manto de gemas
Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades
Huesera
El norte sobre el vacío
Zapatos rojos
La caja
El norte sobre el vacío
Huesera
El poderoso Victoria
Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades
Finlandia
Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades
La civil
El norte sobre el vacío
Finlandia
Huesera
Huesera
El norte sobre el vacío
Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades
Cartas a distancias
Zapatos rojos
El norte sobre el vacío
Huesera
Mal de ojo
El poderoso Victoria
La caída
El norte sobre el vacío
La exorcista
Huesera
Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades
Mal de ojo
Huesera
Manto de gemas
Pedro
Trigal
Zapatos rojos
1976 (Chile)
Argentina 1985 (Argentina)
As Bestas (España)
Los reyes del mundo (Colombia)
Carajita (República Dominicana)
Bouclette
El año de la radio
K8
La Melodía Torrencial
Los Cuervos
La evaluación
Las nubes son de música
Mi reino
Mira el silencio
No te agüites
Agustina
Aire
El grillo
En cualquier lugar
Pitbull
Con un salto en la evolución de los grandes modelos lingüísticos, algunos pensadores destacados se preguntan si la IA podría volverse consciente.
Entro a la cabina con cierta inquietud. Estoy a punto de ser sometido a una iluminación estroboscópica mientras suena una música.
Es parte de un proyecto de investigación que intenta comprender qué nos hace verdaderamente humanos.
Es una experiencia que recuerda a la prueba de la película de ciencia ficción Blade Runner, la cual fue diseñada para distinguir a los humanos de los seres creados artificialmente que se hacen pasar por humanos.
¿Podría yo ser un robot del futuro y no saberlo? ¿Pasaría la prueba?
Los investigadores me aseguran que de eso no se trata realmente este experimento.
El dispositivo, que llaman la Dreamachine, está diseñado para estudiar cómo el cerebro humano genera nuestras experiencias conscientes del mundo.
Cuando comienza la luz estroboscópica, y aunque tengo los ojos cerrados, veo patrones geométricos bidimensionales arremolinados.
Es como saltar a un caleidoscopio, con triángulos, pentágonos y octágonos en constante cambio. Los colores son vivos, intensos y cambiantes: tonos rosas, magentas y turquesas, que brillan como luces de neón.
La Dreamachine saca a la superficie la actividad interna del cerebro con luces intermitentes, con el objetivo de explorar cómo funcionan nuestros procesos de pensamiento.
Según los investigadores, las imágenes que estoy viendo son únicas y corresponden a mi propio mundo interior. Creen que estos patrones pueden arrojar luz sobre la conciencia.
Me oyen susurrar: “Es precioso, absolutamente precioso. ¡Es como volar a través de mi propia mente!”
La Dreamachine, en el Centro de Ciencia de la Conciencia de la Universidad de Sussex, en Reino Unido, es solo uno de los muchos nuevos proyectos de investigación en todo el mundo que investigan la conciencia humana: la parte de nuestras mentes que nos permite ser conscientes de nosotros mismos, pensar y sentir y tomar decisiones independientes sobre el mundo.
Al aprender la naturaleza de la conciencia, los investigadores esperan comprender mejor lo que está sucediendo dentro de los cerebros de silicio de la inteligencia artificial.
Algunos creen que los sistemas de IA pronto se volverán conscientes de forma independiente, si es que no lo han hecho ya.
Pero ¿qué es realmente la conciencia y qué tan cerca está la IA de obtenerla?
¿Y esa creencia de que la IA pueda llegar a ser consciente por sí misma podría cambiar fundamentalmente a los humanos en las próximas décadas?
Puedes leer: De Ghibli al brainrot: cómo la falta de regulaciones permite a la IA saltarse los derechos de autor
La idea de la posible existencia de máquinas que tengan sus propias mentes ha sido explorada durante mucho tiempo en la ciencia ficción.
Las preocupaciones sobre la IA se remontan casi 100 años atrás, a la película Metropolis, en la que un robot se hace pasar por una mujer real.
El miedo a que las máquinas se vuelvan conscientes y representen una amenaza para los humanos se explora en la película “2001: odisea del espacio” de 1968, en la que la computadora HAL 9000 ataca a los astronautas a bordo de su nave espacial.
Y en la más reciente película de la saga “Misión imposible”, que acaba de estrenarse, el mundo se ve amenazado por una poderosa IA deshonesta, descrita por un personaje como un “parásito digital consciente de sí mismo, autodidacta y devorador de la verdad”.
Pero, recientemente, en el mundo real ha habido un rápido punto de inflexión en el pensamiento sobre la conciencia de las máquinas, y voces con credibilidad han expresado su preocupación de que esto ya no sea materia de ciencia ficción.
El cambio repentino ha sido impulsado por el éxito de los llamados grandes modelos de lenguaje (LLM, por sus siglas en inglés: large language models), a los que se puede acceder a través de aplicaciones en nuestros teléfonos como Gemini y Chat GPT.
La capacidad de la última generación de LLM para tener conversaciones plausibles y fluidas ha sorprendido incluso a sus diseñadores y a algunos de los principales expertos en ese campo.
Existe una opinión creciente entre algunos pensadores de que a medida que la IA se vuelva más inteligente, las luces se encenderán repentinamente dentro de las máquinas y se volverán conscientes.
Otros, como el profesor Anil Seth, que dirige el equipo de la Universidad de Sussex, no están de acuerdo y describen la visión como “ciegamente optimista e impulsada por el excepcionalismo humano”.
“Asociamos la conciencia con la inteligencia y el lenguaje porque van de la mano en los humanos. Pero el hecho de que vayan juntos en nosotros, no significa que vayan juntos en general, por ejemplo en los animales”.
Entonces, ¿qué es realmente la conciencia?
La respuesta corta es que nadie lo sabe.
Eso queda claro en los argumentos bondadosos, pero sólidos, del propio equipo de jóvenes especialistas en IA del profesor Seth, expertos en computación, neurocientíficos y filósofos, que están tratando de responder a una de las preguntas más importantes de la ciencia y la filosofía.
Si bien hay muchos puntos de vista diferentes en este centro de investigación de la conciencia, los científicos están unificados en su método: dividir este gran problema en muchos otros más pequeños a través de una serie de proyectos de investigación, que incluye la máquina Dreamachine.
Al igual que la búsqueda de la “chispa de vida” que hacía que los objetos inanimados cobraran vida se abandonó en el siglo XIX en favor de la identificación de cómo funcionan las partes individuales de los sistemas vivos, el equipo de Sussex ahora está adoptando el mismo enfoque para estudiar la conciencia.
Esperan identificar patrones de actividad cerebral que expliquen varias propiedades de las experiencias conscientes, como los cambios en las señales eléctricas o el flujo sanguíneo a diferentes regiones.
El objetivo es ir más allá de la búsqueda de meras correlaciones entre la actividad cerebral y la conciencia, y tratar de encontrar explicaciones para sus componentes individuales.
Al profesor Seth, autor de un libro sobre la conciencia, Being You, le preocupa que podamos estar precipitándonos de cabeza en una sociedad que está siendo rápidamente remodelada por el gran ritmo del cambio tecnológico sin suficiente conocimiento sobre la ciencia, o sin pensar en las consecuencias.
“Lo tomamos como si el futuro ya estuviera escrito; que hay una marcha inevitable hacia un reemplazo sobrehumano”, dice.
“No tuvimos estas conversaciones lo suficiente con el auge de las redes sociales, en detrimento nuestro. Pero con la IA, no es demasiado tarde. Podemos decidir lo que queramos”.
Hay quienes en el sector tecnológico creen que la IA de nuestras computadoras y teléfonos puede que ya sea consciente, y que deberíamos tratarla como tal.
Google suspendió al ingeniero de software Blake Lemoine en 2022, después de que argumentara que los chatbots de IA podían sentir cosas y potencialmente sufrir.
En noviembre de 2024, un director de bienestar de la IA de la compañía Anthropic, Kyle Fish, fue coautor de un informe que sugería que la conciencia de la IA es una posibilidad realista en un futuro próximo.
Recientemente le dijo a The New York Times que también cree que hay una pequeña posibilidad (15%) de que los chatbots ya sean conscientes.
Una de las razones por las que cree que esto es posible es que nadie, ni siquiera las personas que desarrollaron estos sistemas, saben exactamente cómo funcionan.
Eso es preocupante, dice el profesor Murray Shanahan, científico principal de Google DeepMind y profesor emérito de IA en el Imperial College de Londres.
“En realidad, no entendemos muy bien la forma en que los LLM funcionan internamente, y eso es motivo de preocupación”, le dice a la BBC.
Según el profesor Shanahan, es importante que las empresas de tecnología consigan una comprensión adecuada de los sistemas que están construyendo, y los investigadores están analizando eso con urgencia.
“Estamos en una posición extraña de estar construyendo estas cosas extremadamente complejas, una posición en la que no tenemos una buena teoría de exactamente cómo logran las cosas notables que están consiguiendo”, señala.
“Por lo tanto, tener una mejor comprensión de cómo funcionan nos permitirá dirigirlos en la dirección que queremos y garantizar que estén seguros”.
La opinión predominante en el sector tecnológico es que los LLM no son actualmente conscientes en la forma en que nosotros experimentamos el mundo, y probablemente no lo sean de ninguna manera.
Pero eso es algo que el matrimonio formado por Lenore y Manuel Blum, ambos profesores eméritos de la Universidad Carnegie Mellon en Pittsburgh, Pensilvania, cree que cambiará, posiblemente muy pronto.
Según los Blum, eso podría suceder ya que la IA y los LLM tienen más entradas sensoriales en vivo del mundo real, como la visión y el tacto, conectando cámaras y sensores hápticos (relacionados con el tacto) a los sistemas de IA.
Están desarrollando un modelo informático que construye su propio lenguaje interno llamado Brainish para permitir que estos datos sensoriales adicionales sean procesados, intentando replicar los procesos que ocurren en el cerebro.
“Creemos que Brainish puede resolver el problema de la conciencia tal como la conocemos”, le dice Lenore a la BBC. “La conciencia de la IA es inevitable”.
Manuel interviene con entusiasmo para decir que los nuevos sistemas que él cree firmemente que surgirán, serán “la próxima etapa en la evolución de la humanidad”.
Los robots conscientes, considera, “son nuestra progenie. Más adelante, máquinas como estas serán entidades que estarán en la Tierra y tal vez en otros planetas cuando ya no estemos”.
David Chalmers, profesor de Filosofía y Ciencia Neural en la Universidad de Nueva York, definió la distinción entre la conciencia real y la aparente en una conferencia en Tucson, Arizona, en 1994.
Expuso el “problema difícil” de averiguar cómo y por qué cualquiera de las complejas operaciones del cerebro da lugar a la experiencia consciente, como nuestra respuesta emocional cuando oímos cantar a un ruiseñor.
El profesor Chalmers dice que está abierto a la posibilidad de que se resuelva el difícil problema.
“El resultado ideal sería uno en el que la humanidad compartiera esta nueva bonanza de inteligencia”, le indica a la BBC. “Tal vez nuestros cerebros estén aumentados por sistemas de inteligencia artificial”.
Sobre las implicaciones de ciencia ficción de eso, observa irónicamente: “En mi profesión, hay una delgada línea entre la ciencia ficción y la filosofía”.
El profesor Seth, sin embargo, está explorando la idea de que la verdadera conciencia sólo puede ser alcanzada por sistemas vivos.
“Un argumento sólido puede ser que no es la computación lo que es suficiente para la conciencia, sino estar vivo”, plantea.
“En los cerebros, a diferencia de las computadoras, es difícil separar lo que hacen de lo que son”.
Sin esta separación, argumenta, es difícil creer que los cerebros “son simplemente computadoras a base de carne”.
Y, si la intuición del profesor Seth sobre la importancia de la vida va por el camino correcto, la tecnología más probable no será hecha de silicio con un código de computación para su funcionamiento, sino más bien consistirá en pequeñas colecciones de células nerviosas del tamaño de granos de lentejas, como las que están actualmente siendo cultivadas en laboratorios.
Llamados “minicerebros” en los reportes de los medios de comunicación, la comunidad científica los denomina “organoides cerebrales” y son utilizados para investigar cómo funciona el cerebro y para las pruebas de drogas.
Una empresa australiana, Cortical Labs, en Melbourne, incluso ha desarrollado un sistema de células nerviosas en una placa que puede jugar al videojuego deportivo Pong de 1972.
Aunque está muy lejos de ser un sistema consciente, el llamado “cerebro en un plato” es espeluznante, ya que mueve una pala hacia arriba y hacia abajo de una pantalla para golpear una pelota pixelada.
Algunos expertos creen que si la conciencia va a surgir, lo más probable es que sea de versiones más grandes y avanzadas de estos sistemas de tejidos vivos.
Cortical Labs monitorea su actividad eléctrica en busca de cualquier señal que pudiese ser algo posiblemente parecido a la aparición de la conciencia.
El director científico y de operaciones de la empresa, el doctor Brett Kagan, sabe que cualquier inteligencia incontrolable emergente podría tener prioridades que “no están alineadas con las nuestras”.
En cuyo caso, dice medio en broma, que los posibles jefes de los organoides serían más fáciles de derrotar porque “siempre hay lejía” para verter sobre las frágiles neuronas.
Volviendo a un tono más solemne, Kagan explica que la pequeña, pero significativa amenaza de la conciencia artificial es algo en lo que le gustaría que los grandes actores en ese campo se centraran más como parte de los intentos serios de avanzar en nuestra comprensión científica, pero -asegura- que “desafortunadamente, no vemos ningún esfuerzo serio en este espacio”.
El problema más inmediato, sin embargo, podría ser cómo nos afecta la ilusión de que las máquinas son conscientes.
En solo unos años, es posible que vivamos en un mundo poblado por robots humanoides y deepfakes que podrían parecer conscientes, según el profesor Seth.
Le preocupa que no podamos resistirnos a creer que la IA tiene sentimientos y empatía, lo que podría conducir a nuevos peligros.
“Significará que confiemos más en estas cosas, que compartamos más información con ellas y estemos más abiertos a la persuasión”.
Pero el mayor riesgo de la ilusión de la conciencia es una “corrosión moral”, señala.
“Distorsionará nuestras prioridades morales al hacer que dediquemos más de nuestros recursos al cuidado de estos sistemas a expensas de las cosas reales en nuestras vidas”, lo que significa que podríamos tener compasión por los robots, pero que nos preocupemos menos por otros humanos.
Y eso podría alterarnos fundamentalmente, según el profesor Shanahan.
“Cada vez más, las relaciones humanas se van a replicar en las relaciones de IA, se utilizarán como maestros, amigos, adversarios en los juegos de computadora e incluso parejas románticas. Si eso es bueno o malo, no lo sé, pero va a suceder y no vamos a poder evitarlo”.
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