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El caso detrás de ‘El Ángel de la Muerte’: el enfermero que asesinó a 40 pacientes en 16 años
El caso detrás de ‘El Ángel de la Muerte’: el enfermero que asesinó a 40 pacientes en 16 años
Foto: Netflix
5 minutos de lectura

El caso detrás de ‘El Ángel de la Muerte’: el enfermero que asesinó a 40 pacientes en 16 años

27 de octubre, 2022
Por: Abigail Camarillo
@aabi_cm 

La realidad es más escalofriante que la ficción y la película El ángel de la muerte lo demuestra, al seguir la historia real de Charles Cullen, un enfermero que asesinó al menos a 40 personas durante su carrera.

En la nueva película de Netflix podemos ver a Eddie Redmayne como el asesino en cuestión y a Jessica Chastain como Amy Loughren, la enfermera que descubrió que su amigo y compañero es responsable de misteriosas muertes en el hospital donde trabajan.

Se trata de la primera película en inglés del guionista danés Tobias Lindholm y es una adaptación del libro de 2013 The Good Nurse: A True Story of Medicine, Madness, and Murder del periodista Charles Graeber.

Graeber pasó seis años investigando el caso de Cullen e incluso habló con él en prisión.

El ángel de la muerte: historia real de Charles Cullen

Aunque en la película todo lo relacionado a la vida de Charles se mantiene rodeado de misterio, él nació el 22 de febrero de 1960 en West Orange, Nueva Jersey en una familia católica irlandesa y de clase trabajadora.

Su papá murió después de que él nació y su mamá cuando estaba en la escuela secundaria. Siempre se le describió como una persona reservada

Tras un intento de suicidio (de varios) en 1984, Charles Cullen se matriculó en la escuela de enfermería en Montclair, Nueva Jersey. De acuerdo al New York Times, pasó por varios trabajos para financiar sus estudios.

Eventualmente se casó con una mujer llamada Adrianne Taub con la que tuvo dos hijas, pero el matrimonio se disolvió en 1993 debido al comportamiento errático de Cullen.

Fue en el 2003, a los 44 años de edad, que Charles Cullen fue arrestado por asesinatos seriales.

La verdadera Amy Loughren

Otra figura fundamental de El ángel de muerte es Amy, la mujer que descubre y prácticamente atrapa al asesino.

En la vida real, Amy Loughren también era una mamá soltera que trabajaba en el Hospital Sumerset en Nueva Jersey. Vivía en l norte de Nueva York con sus dos hijas.

Todo era un poco más complicado debido a una enfermedad cardiaca, cardiomiopatía, que le llegaba a producir episodios de jadeos (algo que puede verse en la película).

En este video puedes ver lado a lado a Jessica Chastain y a la verdadera Amy Loughren:

Mira: La historia real detrás de ‘Vigilante’: lo que pasó en la casa de Westfield

La amistad entre Amy y Charles Cullen

Corría el año del 2002 cuando Charles Cullen comenzó a trabajar en el Centro Médico Sumerset, en la Unidad de Cuidados Intensivos (ICU). Allí conoció a Amy Loughren.

Formaron una amistad laboral muy cercana. Recientemente Amy dijo en una entrevista en BBC Radio que eran tan cercanos que “sabíamos lo que el otro estaba pensando”.

“Estábamos muy unidos por el trauma de esta en la UCI, donde todos los días son de vida o muerte”, recuerda Amy en la entrevista.

Amy relata que en el mismo 2002 Charles fue despedido del hospital y que ella y otras personas estaban enojadas y que era injustificado, pues parecía buen enfermero.

“Nadie pesó que estaba siendo despedido porque estaba lastimando a personas”, dijo Amy sobre el incidente.

Las sospechas

Posteriormente, dos detectives se acercaron a Amy para pedirle ayuda para investigar a Charles, pues ya lo tenían en la mira como sospechoso de asesinato en otros hospitales.

Ante la duda puesta por los detectives, Amy miró los registros de Cullen en un sistema llamado Cerner.

Así fue como ella y los detectives llegaron a la conclusión de que Charles Cullen le había administrado dosis letales de medicamento a pacientes en distintos hospitales en sus 16 años de carrera.

Lo peor de todo es que aunque había registros de acusaciones de mal manejo de medicamentos, acoso a compañeros y muertes sospechosas de pacientes a su cargo, nunca tuvo problemas para encontrar un nuevo trabajo.

Los detectives le pidieron ayuda para que ella siguiera hablando con Charles como siempre para encontrar más evidencias o hasta una declaración.

Aunque en El ángel de la muerte las hijas de Amy Loughren nunca se enteran de nada, en la vida real Amy le contó lo que estaba pasando a Alex, su hija mayor que en ese entonces tenía once años.

Amy sabía la importancia de ayudar en el caso, pero no quería arriesgar a sus hijas en el proceso. Alex fue quien la terminó de convencer de ayudar a los detecives.

Amy recuerda que las palabras de su hija fueron “Mamá, está asesinando gente. No me importa si nos tenemos que mudar. No me importa lo que la gente piense de ti. Tenemos que hacerlo.”

amy loughren charles cullen
Foto: Netflix

Antes de irte: Qué hizo Kanye West: comentarios antisemitas, de odio y toda la polémica detrás de Ye

El arresto de ‘el ángel de la muerte’

En la película vemos que una de las escenas más intensas es cuando Amy usa un micrófono y va a cenar co Charlie para intentar hacer que confiese.

En la historia real de Charlie Cullen esto fue más complicado, pues casi no sucede debido a que semanas anteriores, por su problema cardíaco, le colocaron un marcapasos a Amy.

A los detectives les preocupaba que tener un micrófono pudiera afectar el funcionamiento del aparato médico. Pero Amy los convenció de hacerlo.

Loughren lo confrontó sobre los asesinatos y, en lugar de verse a punto de explotar como en la película, en la vida real se le veía más combativo.

“Voy a caer peleando”, fue lo único que le dijo a Amy.

Aunque no confesó, fue arrestado por autoridades locales.

Finalmente, Cullen confesó diciendo que responsable de unas 40 muertes, aunque incluso se llegó a sospechar que quizás hubo unas 400 víctimas.

En 2006 fue condenado a 18 cadenas perpetuas.

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Imagen BBC
Los 4 hermanos que piden a Trump el regreso a EU de sus padres deportados y han conmovido a millones en redes sociales
9 minutos de lectura

Esvin Juárez y Rosmeri Miranda-López fueron expulsados a Guatemala después de más de dos décadas de vivir en Florida. Los videos con los que sus hijos le piden ayuda al mandatario estadounidense cuentan con millones de visualizaciones.

18 de junio, 2025
Por: BBC News Mundo
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Esvin Juárez y Rosmeri Miranda-López habían conseguido aquello con lo que muchos migrantes sueñan cuando dejan atrás su país.

Llegaron de Guatemala a Estados Unidos como novios hace 22 años. Se casaron, tuvieron cuatro hijos y se establecieron en Apopka, Florida, donde compraron una casa y levantaron una empresa cementera que hoy da empleo a 16 personas.

Sin embargo, haber cruzado la frontera de forma irregular nunca dejó de perseguirlos.

Y a pesar de años de esfuerzos por obtener el estatus legal, más recientemente con la solicitud para una visa U que el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS) ya había determinado como legítima, este junio acabaron deportados y separados de sus hijos, quienes permanecen en territorio estadounidense.

“Tener aplicaciones de visa pendientes no impide la expulsión de EE.UU.”, le contestó el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) a BBC Mundo al ser consultado sobre este caso.

Es una historia particular que, sin embargo, se ha vuelto cada vez más recurrente tras el regreso de Donald Trump a la presidencia con la promesa de llevar a cabo “la mayor deportación en la historia”.

Y sobre todo desde que el arquitecto de sus políticas migratorias, el asesor de la Casa Blanca Stephen Miller, confirmara que estableció un mínimo 3.000 arrestos diarios de indocumentados como el objetivo a alcanzar.

A pesar del contexto, Beverly, la hija mayor de los Juárez que, a sus 21 años, se ha vuelto cabeza de familia, está lejos de tirar la toalla.

De izquierda a derecha, César Juárez (15 años), Beverly Juárez (21), Valery Juárez (9), Josué Juárez (13), Rosmeri Miranda-López y Esvin Juárez, en Disneyland, Orlando, Florida, Estados Unidos.
Cortesía de la familia Juárez
Esvin Juárez y Rosmeri Miranda-López fueron expulsados de EE.UU. en junio, dejando atrás a sus hijos, Beverly, César, Josué y Valery.

Junto a César (15 años), Josué (13) y Valery (9), ha protagonizado una serie de videos en los que pide ayuda al presidente con la deportación de sus padres y que cuentan con millones de visualizaciones en redes sociales.

“He aparcado mis sueños para hacerme cargo de mis hermanos y tratar de traer a mis padres de vuelta”, le dice a BBC Mundo.

Odisea legal

“Entiendo que nadie quiere violadores, asesinos, pedófilos en este país, pero esta es gente trabajadora, que aporta a la sociedad, paga sus impuestos y genera empleos”, le dice a BBC Mundo Grisel Ybarra, la abogada que representa a los Juárez desde 2021 en su cruzada por regularizarse en EE.UU.

Ybarra subraya que, tras haber ingresado de forma ilegal el 25 de mayo de 2003, “el único error” de sus clientes fue no haberse presentado a una primera cita ante un tribunal de migración.

Algo que no hicieron por “miedo y desconocimiento del proceso”, aclara.

“Cuando llegamos éramos apenas unos niños, yo con 19 años y mi (ahora) esposa sin haber ni siquiera cumplido los 17”, cuenta Esvin Juárez por teléfono desde Guatemala.

La Patrulla Fronteriza los interceptó nada más cruzar a Río Grande City, Texas, y los dejó libres con la condición de que compareciesen ante el juez local cuando fueran llamados a ello.

Pero la pareja siguió con su plan: ir a asentarse a la zona rural a 17 kilómetros noroeste de Orlando, en Florida, donde por aquel entonces vivían el padre y una hermana de él.

Esvin Juárez y Rosmeri Miranda-López.
Cortesía de Esvin Juárez
Esvin Juárez y Rosmeri Miranda-López llevaban más de dos décadas viviendo en Florida.

Así que cuando llegó la citación para la audiencia en Texas, ellos ya estaban a más de 2.000 kilómetros, en Apopka.

Como consecuencia de ello, el juez emitió una orden final de deportación contra ellos, algo confirmado a BBC Mundo por el DHS.

Los Juárez trataron de que su caso se reabriera y durante años recurrieron a recursos legales para retrasar su expulsión del país, presentándose religiosamente a sus citas en la oficina del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en Orlando, mientras buscaban la manera de regularizarse.

Visa para víctimas de crimen

Cuando en 2021 les comunicaron que no les iban a otorgar más aplazamientos en los procedimientos de deportación, Esvin y su hermano fueron víctimas de un atraco armado en el patio de su negocio de cemento.

“Una bala rebotó en el piso y por poco no le saca el ojo”, dice Ybarra, quien recuerda que aun así su cliente mostró reticencias a acudir a urgencias por si lo detenían.

La abogada le recomendó no solo ir al hospital, sino también reportar el incidente ante la policía.

Con la certificación policial de que su cliente colaboró en la investigación del caso –un documento que tardó años en llegar–, la letrada presentó en 2024 una solicitud para la visa U.

Creada por el Congreso con el objetivo de motivar a las víctimas a ayudar a las agencias del orden público en la investigación de crímenes sin temor a ser deportadas, el estatus no inmigrante U permite a sus beneficiarios y familiares vivir y trabajar en EE.UU. por hasta cuatro años, con posibilidad de extensiones.

Recién en diciembre los Juárez recibieron una notificación bona fide o “de buena fe” con la que USCIS, tras verificar antecedentes y evaluar si hay “riesgo de fraude o posibles amenazas para la seguridad nacional y pública”, determina que una solicitud es legítima.

Un funcionario de prisiones pasa de espaldas junto a personas que sostienen velas, pancartas y flores durante una vigilia afuera del Centro de Detención Krome en Miami el 24 de mayo de 2025, protestando contra la custodia de Inmigración y Control de Aduanas de EE. UU. y las deportaciones masivas. (Foto de GIORGIO VIERA/AFP a través de Getty Images)
Getty Images

Aunque es solo una revisión preliminar, posibilita la protección temporal contra la deportación mientras se espera la decisión final sobre la visa.

Así que el matrimonio esperaba que, por medio de una acción diferida, podrían seguir con sus vidas y sus trabajos en EE.UU.

Pero al tratarse esta de una discreción procesal —queda a discreción del funcionario de turno conceder el aplazamiento—, cuando el 30 de mayo acudieron a la oficina del ICE junto a la abogada, Esvin quedó detenido y sujeto a deportación.

Su esposa correría la misma suerte, siendo arrestada el 12 de junio y reuniéndose con él en Guatemala dos días después.

“Esvin Juárez es un inmigrante ilegal criminal de Guatemala. Mientras estuvo en EE.UU. fue hallado culpable de conducir bajo los efectos (del alcohol) y de poseer documentos falsificados”, le informó a BBC Mundo el DHS a través de un mensaje atribuible a la subsecretaria Tricia McLaughlin.

“Se le emitió una orden final de deportación en 2003, hace más de dos décadas. Agotó todos los recursos legales y no le quedan alivios legales por los que seguir luchando”, remarca el DHS, confirmando que un juez también ordenó la deportación de su esposa.

La abogada de Esvin subraya que las infracciones de tránsito mencionadas por el DHS ya las tuvo USCIS en cuenta al revisar los antecedentes -que no incluyen delitos graves- antes de emitir el primer visto bueno para la visa U. BBC Mundo pudo revisar tanto las cartas enviadas a USCIS como la determinación bona fide emitida por el organismo.

“La única base para la deportación de este matrimonio es haber entrado de forma ilegal a Estados Unidos y haber perdido la cita en la corte en 2003”, sostiene Ybarra.

A lo que añade que ingresar al país sin permiso por un lugar que no es designado puerto de entrada no es un crimen, sino un delito menor, por lo que no podría denominarse “criminal” a su cliente.

12 días para dejarlo todo atado

Desde que Trump regresara a la Casa Blanca en enero con la promesa de deportar a 11 millones de indocumentados, las detenciones se han multiplicado.

Estas han tenido lugar en calles, iglesias, escuelas, tribunales, centros urbanos y también en el campo.

Desde el inicio de las redadas, funcionarios del gobierno han insistido en que el blanco de las operaciones son criminales y aquellos que podrían constituir una amenaza para la seguridad pública.

El Transactional Records Access Clearinghouse, un proyecto de la Universidad de Syracuse (Nueva York) que compila cifras de inmigración, estima que de las 51.302 personas que se encontraban en centros de detención de ICE para el 1 de junio, aproximadamente el 44% no tenía historial, más allá de haber ingresado a EE.UU. sin permiso.

Protesta contra las redadas de ICE de la administración Trump, con carteles coloridos en el centro de Los Ángeles, California, Estados Unidos, el 14 de junio de 2025. (Foto de: Visions of America/Joseph Sohm/Universal Images Group a través de Getty Images)
Getty Images
Las redadas para detener a indocumentados llevaron a miles de personas a protestar durante días en el centro de Los Ángeles.

“Lamentablemente, el de mis padres no es un caso único”, le dice a BBC Mundo Beverly Juárez, la hija mayor del matrimonio.

“¿Dónde está papá? ¿Por qué llevas esa tobillera?”, cuenta que le preguntó a su madre cuando la vio salir de la oficina de ICE con un grillete con GPS incorporado.

Le habían dado 12 días para arreglar todo lo necesario y regresar, con un boleto para volar a Guatemala “no más tarde del 14 de junio”, para ser oficialmente detenida y puesta en procedimiento de deportación.

Beverly recuerda aquellos días de “una locura absoluta”, en los que intentaron por todos los medios parar la deportación de su padre y, al no conseguirlo, se concentraron en hacer presión para traerlo de regreso mientras buscaban la manera de levantar la orden de expulsión de su madre.

Videos virales

Al tiempo que su abogada acudía al Tribunal de Apelación del Undécimo Circuito, una corte federal, con una moción de emergencia de suspensión de deportación, los hermanos recurrieron a TikTok.

En la red social, una serie de videos en los que repiten formato —posando en fila en el jardín de su casa, mirando de frente mientras la primogénita lee a cámara, dirigiéndose al mandatario— acumulan millones de visualizaciones.

“Presidente Trump y secretaria (de Seguridad Nacional, Kristi) Noem, mi nombre es Beverly Juárez y esta es mi familia. Puede que no conozcan a mi padre, porque están muy ocupados, pero hoy queremos pedirles ayuda”, arranca diciendo uno que ya ha sido visto más de nueve millones de veces.

“Optamos por las redes sociales por su alcance, porque puedes llegar a un amplio rango de personas y conseguir apoyos de una forma más eficiente que acudiendo a despachos o haciendo llamadas y mandando correos electrónicos”, le explica a BBC Mundo.

Pero no todo ha sido virtual. También protestó frente a la oficina de ICE en Orlando el 13 de junio, en la víspera de la deportación de su madre, donde posteriormente habló ante los medios.

Representantes de organizaciones comunitarias como Hope CommUnity Center y la coalición Immigrants Are Welcome Here acompañaron a la familia y exigieron un alto a las deportaciones.

Y las congresistas estatales demócratas Anna V. Eskamani, Rita Harris y Johanna López también estuvieron presentes en el acto, en el que expresaron su apoyo y pidieron revisar los procesos de detención de inmigrantes con trámites migratorios activos.

La presión ciudadana suma, considera la abogada Ybarra, mientras se agota la vía legal, acudiendo de nuevo al tribunal federal para presentar una acción por presunta violación del debido proceso y “abuso de discrecionalidad”.

“Beverly nos salió toda una guerrera”, dice Esvin Juárez orgulloso desde Guatemala, donde dice sentirse arropado. Reunido con su mujer, están barajando cómo proceder “con cabeza fría”.

Su primogénita espera instrucciones en Apopka, mientras hace malabares para mantener a sus hermanos distraídos y con el ánimo alto, encargarse del papeleo y cumplir con sus crecientes obligaciones en la empresa de sus padres.

“Por suerte las vacaciones de verano me dan un respiro”, dice la joven, quien también cursa ingeniería mecánica en la Universidad de Florida Central (UCF).

Pero duda que tras el receso pueda retomar los estudios.

“Las clases son presenciales y la universidad me queda a una hora de casa. Así que no va a ser fácil seguir estudiando, mientras aprendo más sobre el negocio del cemento, ahora que me he convertido en una especie de madre de tres hijos”, reconoce.

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