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Te explicamos qué son y qué significan las Eras de Taylor Swift
Te explicamos qué son y qué significan las Eras de Taylor Swift
Las eras de Taylor Swift representan sus distintas facetas como artista. Fotos: Taylor Swift YouTube
7 minutos de lectura

Te explicamos qué son y qué significan las Eras de Taylor Swift

¿Qué eres? ¿Más 'Lover' o 'Reputation'? Si no sabes de qué hablamos, no te preocupes. Ahí te va una explicación de qué significan las eras de Taylor Swift.
11 de agosto, 2023
Por: Abigail Camarillo
@aabi_cm 

Amor, venganza, amistad, tristeza… Taylor Swift tiene una canción para cada momento y eso es gracias a sus casi dos décadas en el mundo musical. Si eres nueva en el mundo swiftie, ¡agárrate fuerte! Ahí te va una explicación básica de las eras de Taylor Swift.

La cantante ha lanzado 10 álbums y con cada uno de ellos se ha transformado y evolucionado. No solo musicalmente, sino que cada uno de sus discos tiene su propia temática y estética.

Ahora, con su The Eras Tour –que al fin llegará a México– hará una celebración como nunca de cada uno de sus álbumes.

Mira: Lo que sabemos de “The Tortured Poets Department”, ¡el nuevo disco de Taylor Swift!

¿Qué son las Eras de Taylor Swift?

La explicación es más sencilla de lo que parece. En realidad swifties se refieren a cada álbum como una era.

Y no, no es solo por llamarle de otro nombre, sino porque cada álbum representa vivencias y una etapa muy clara en la vida de Taylor Swift.

Desde las experiencias y emociones previas que la ayudaron a crearlo, hasta todo el tiempo que les dedica a promocionarlos.

Hasta ahora tenemos un total de 10 eras de Taylor Swift. No, no se cuentan sus Taylor’s Version aparte porque son regrabaciones y mantienen la esencia y estética de los discos originales.

Su The Eras Tour se llama así porque es una celebración de todos sus discos. El setlist se conforma de algunas de las canciones más representativas de cada era.

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¿Cuáles son las 10 eras de Taylor Swift?

Repetimos: las eras son los discos de Taylor, así que el orden de las eras es el orden en que fueron lanzados.

1. Taylor Swift era

También es conocida como la “Debut era” o “era debut” porque este fue el primer disco que Taylor Swift lanzó (allá en el ya lejano 2006).

Las canciones siguen sus primeras experiencias como adolescente: las pruebas y confusiones del amor joven y los enamoramientos, sus inseguridades, sus amistades.

taylor swift debut
Foto: Big Machine Records

Taylor Swift apenas tenía 16 años cuando fue lanzado y tiene un sonido 100% country.

Canciones icónicas: “Tim McGraw”, “Teardrops on My Guitar”, “Our Song” y “Should’ve Said No”.

Estética: esta era de Taylor Swift quedó marcada por sus apretados chinos rubios, vestidos florares y sus botas vaqueras.

2. Fearless era

Entre las eras de Taylor Swift esta es una que ya revivimos. El álbum original salió en 2008 y su Taylor’s Version en 2021.

Es clasificado como “country pop” y la vemos con experiencias un poco más maduras, pero sin dejar atrás su lado enamoradizo y soñadora.

fearless era
Fotos: Big Machine Records y Universal Music

Más que hablar de no tener miedo, el nombre del disco hablaba sobre tenerlo y aún así ser capaz sobreponerse a él para enfrentar los retos que se te ponen enfrente.

Canciones icónicas: “Love Story”, “Fearless”, “You Belong With Me”, “Fifteen”.

Estética: Taylor Swift pasó a un estilo más bohemio con collares y somnbreros, pero durante el Fearless Tour usó vestidos con brillos y lentejuelas.

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3. Speak Now era

Otra de las eras de Taylor Swift que ya dobleteamos: el original salió en 2010 y su Taylor’s Version en 2023.

Sabía que tenía que tomar el contro de su narrativa, así que TODAS las canciones fueron escritas por ella.

“Las canciones que surgieron de esta época de mi vida estuvieron marcadas por una honestidad brutal, confesiones cronológicas sin filtros y una melancolía salvaje“, Taylor Swift al hablar de su Taylor’s Version.

speak now era
Fotos: Big Machine Records y Taylor Swift

Estas se inspiran en su transición de la adolecencia a la adultez.Tiene canciones sobre confesar un gran amor, pero también habla sobre el desamor y explora relaciones pasadas, así que no se siente taaan optimista como sus discos pasados.

Canciones icónicas: “Mine”, “Back to December”, “Mean”,  “The Story Of Us”, “Dear John”.

Estética: prácticamente la era Speak Now es una oda al color morado. No importaba cómo: vestidos, capas de ropa, trajes de terciopelo.

4. Red era

Aquí Taylor Swift ya estaba dejando muy atrás su etapa country y empezó a experimentar con nuevos sonidos. El disco original salió en 2012 y su Taylor’s Version en 2021.

Cuando anunció su regrabación, Taylor Swift definió esta era como “una persona con el corazón roto”.

Sus canciones reflejan emociones de felicidad, confusión, libertad, soledad, devastación, euforia y la tortura de recuerdos del pasado.

red taylor swift
Fotos: Big Machine Records y UMG

Canciones icónicas: “I Knew You Were Trouble”, “All Too Well”, “22”,
“We Are Never Ever Getting Back Together”, “Begin Again”.

Estétitca:marcada por un aire retro (como de los 50s) con pantalones y faldas de tiro alto. Eso sí, siempre con labios rojos.

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5. 1989 era

Esta era la definió oficialmente como una artista pop, pues el disco estaba fuertemente inspirado por el synth pop (pop sintetizado o tecno pop) de los 80. Mencionó como influencias a Peter Gabriel, Annie Lenox, Madonna y Phil Collins.

Tituló su álbum 1989 porque se fue el año de su nacimiento y para simbolizar un renacimiento artístico.

El disco comienza con una canción sobre Nueva York, haciendo referencia a la etapa donde se mudó a esta ciudad y donde tuvo varios cambios. Independencia, libertad, fuerza, felicidad son algunas de las emociones que escuchamos.

1989 (Taylor's Version)

Esta era también fue marcada por la fuerte presencia en redes y eveentos de su Squad que incluía a celebridades como Selena Gomez, Hailee Steinfeld, Kendall Jenner, Cara Delevingne y Gigi Hadid.

Pronto se unirá a las eras de Taylor Swift que vivimos al doble. 1989 (Taylor’s Version) sale el 27 de octubre del 2023.

Canciones icónicas: “Shake It Off”, “Bad Blood”, “Blank Space”, “Style”, “Out of the Woods” y “Wildest Dreams”.

Estética: Dejó atrás por completo lo country para usar un crop tops, faldas cortas, y brillos por todas partes.

6. Reputation Era

Esta es de las eras de Taylor Swift más populares, pues pasó de tímida/inocente a perra empoderada. Prácticamente era su forma de demostrar que ya no le importaba lo que se dijera de ella, ni cuál sería su reputación.

Luego de una faceta donde toda su vida privada llegaba a los periódicos. Rodeada de críticas y rumores, Taylor se alejó de la vida pública y dejamos de verla por un tiempo.

Fue en ese tiempo donde concibió este álbum  que donde técnicamente declara “La vieja Taylor está muerta”. Salió en 2017 y todavía nos falta su Taylor’s Version.

taylor swift reputation era
Foto: Big Machine Records

La temática de sus canciones se dividen en dos: canciones sobre cómo cualquiera puede rodearse de personas hipócrita y con dobles intenciones que te apuñalan por la espalda; y la otra sobre el amor en medio del tumulto.

Canciones icónicas: “Look What You Made Me Do”,  “End Game”, “Delicate”,  “Getaway Car” y  “…Ready For It?”.

Estética: el color negro es la base de esta era, así como las imágenes de serpientes (así la llegaron a llamar y se apropió de eso), con encajes y lentejuelas.

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7. Lover Era

Diríamos que el Barbenheimer de Taylor Swift son Lover y Reputation, pues luego de su faceta “oscura”, nos trajo un álbum que era “una carta de amor al amor“.

Sí, hubo muchas canciones sobre el amor romántico (gracias, Joe Alwyn). Pero también hay canciones sobre el amor propio y el amor a las personas que ama (amix, familia).

Se lanzó en 2019 y su tour nunca sucedió gracias al Covid-19.

Canciones icónicas: “ME!”,  “The Man”,  “Cruel Summer”, “You Need to Calm Down”, “The Archer”.

Estética: colores pastel, especialmente el rosa; arcoiris, flecos, destellos.

8. Folklore era

En medio del aislamiento, Taylor Swift no se quedó tranquila. Se puso a escribri, escribir y escribir. Así fue como en el agonizante verano del 2020 tuvimos Folklore.

Aquí deja un poco de lado el pop, para meterse a estilos electroacústicos y de indie folk (gracias Aaron Dessner de The National).

folklore taylor swift
Foto: Republic Records

Influenciada por su tiempo en cuarentena, las canciones (que también cuentan pequeñas historias) reflejan temas como el escapismo, la nostalgia, el romanticismo, soledad e introspección.

Canciones icónicas: “cardigan”,  “the last great american dynasty”,  “exile (feat. Bon Iver)”,  “mirrorball”, “august” y  “betty”.

Estética: minimalista y otoñal

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9. Evermore era

Resulta que Taylor Swift no solo escrubió lo suficiente en pandemia como para un disco, ¡sino para dos! En el mismo año, con 5 meses de diferencia, lanzó este disco.

Por eso, técnicamente Folklore y Evermore son eras de Taylor Swift que van juntas, pues fue casi estreno simultáneo.

La cantante describió que aunque cambia de era en cada disco, le quedaron ganas de meterse más “en el bosque folclórico”.  Así es como es una continuación del disco anterior, pero con historias todavía más intensas.

evermore taylor swift
Foto: Republic Records

Canciones icónicas: “willow”,  “no body, no crime (feat. HAIM)”, “coney island (feat. The National)” y “champagne problems”.

Estética: otoñal, neutral y natural

10. Midnights era

Así llegamos a la última de las eras de Taylor Swift (dejando de lado sus regrabaciones). Se lanzó en octubre del 2022.

Ella misma explicó que las canciones plasman aquellas cosas que no la dejan dormir pasada la media noche. “Un viaje a través de terrores y dulces sueños”, dijo en Instagram.

midnights taylor swift
Foto: Republic Records

Así es como tenemos un acercamiento a sus sueños más sorprendentes y a sus peores pesadillas e inseguridades.

Canciones icónicas: “Anti-Hero”, “Midnight Rain”, “Bejeweled”, “Lavender Haze”, “Karma”

Estética: estilos más clásicos con brillos y destellos.

¿Cuál es tu era favorita de Taylow Swift?

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Imagen BBC
Pampa Clemesí: el poblado de Perú que vive sin luz eléctrica frente a una de las plantas solares más grandes de América Latina
15 minutos de lectura

Aunque existen planes de electrificación, el pueblo vive en penumbras e iluminado por linternas. Enfrente, miles de paneles solares abastecen de electricidad a casas mucho más alejadas.

15 de julio, 2025
Por: BBC News Mundo
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Las primeras luces que percibe Rosa Chamami cada día cuando se levanta antes de que amanezca son las chispas del fuego que se encuentran con el cartón que alimenta un improvisado fogón de leña en el patio de su casa.

Los pedazos de cartón tienen impresos una leyenda: “Risen. Solar Technology”.

Son trozos de las cajas que sirvieron para transportar los 800.000 paneles solares que fueron instalados entre 2018 y 2024 en las dos plantas fotovoltaicas de Rubí y Clemesí. Ubicadas en la región de Moquegua, unos 1.100 kilómetros al sur de Lima, conforman el complejo solar más grande del Perú y uno de los mayores de América Latina.

Desde cierta distancia, las largas hileras de paneles solares engañan a los ojos y parecen una laguna. Rosa las puede ver desde el patio mientras prepara su desayuno, que esta mañana será mazamorra de quinoa.

Las puede ver porque la planta de Rubí está a 600 metros de su casa. Las puede ver porque los paneles son iluminados por lámparas blancas que contrastan con la oscuridad de su patio. Las puede ver porque en medio de ese conjunto simétrico de líneas sobre el desierto hay una estructura de oficinas y estaciones que generan luz.

“Debo cocinar en la madrugada porque en la noche es muy oscuro”, dice. “No puedo ver nada”.

Es oscuro porque en el poblado donde vive, Pampa Clemesí, no hay energía eléctrica.

Ninguno de sus 150 habitantes tiene suministro de luz.

Algunos cuentan con paneles solares donados por la empresa Orygen, la dueña de Rubí, pero la mayoría, sin recursos para instalar un panel con su batería y su alternador, realizan la mayoría de las actividades durante el día. En la noche, armados con pequeñas linternas, se limitan a habitar las tinieblas y poco más.

La madrugada de a poco comienza a dar forma a las viviendas de madera, a las calles polvorientas, a la casa de ladrillo de Rosa y allá, por encima de la línea que dibuja la carretera Panamericana, a los pasillos que forman los paneles solares perfectamente alineados.

“Ojalá la planta nos ayudase con la luz”, dice Rosa.

No es solo su ruego. Los otros habitantes del pueblo repiten el clamor desde que se instalaron en este lugar a principios de la década de 2000, después de intentar en otros lugares de la pampa.

Pedro Chará, de 70 años y uno de los vecinos de Rosa, vive acá desde esos tiempos. Mientras intentaba construir su casa, vio cómo se levantaba la enorme planta solar de Rubí, con 500.000 paneles a pocos metros de su vivienda.

“Algunas veces, después de tanto tiempo de esperar, de luchar por el agua y la luz, lo único que dan ganas es de morirse. Eso, morirse”, señala Pedro.

Una casas están enfrente de una larga fila de paneles solares que son parte de la planta solar Rubí.
BBC
La planta solar Rubí se puede ver desde distintos puntos del poblado.

El reclamo colectivo ni siquiera es nuevo. Y Orygen señala que la intención de llevar luz eléctrica a Pampa Clemesí está cada vez más cerca de ejecutarse.

“Nosotros nos unimos al proyecto del gobierno de llevar energía eléctrica a Pampa Clemesí y sacamos una línea exclusiva de energía eléctrica para ellos. Y además, dejamos lista la primera fase del proyecto de electrificación, que consiste en 53 torres de energía listas para funcionar”, le dice a BBC Mundo Marco Fragale, director ejecutivo de Orygen en Perú.

En el empeño de Orygen también se incluyó la instalación de cerca de 4.000 metros de cables subterráneos para llevar el suministro de energía hasta el poblado.

De acuerdo con Fragale, su parte del compromiso está completa tras una inversión cercana a los US$800.000. Desde el poblado se pueden ver ya los postes, pero la luz no llega.

Lo que resta, de acuerdo al plan oficial, es que el Ministerio de Minas y Energía tome la energía que sale de esta fila de postes de la central Rubí y realice la electrificación casa por casa. O sea, unos dos kilómetros de tendido de redes eléctricas.

Las obras deberían haber comenzado en marzo, pero hasta ahora no se ha visto ningún adelanto.

“Lo único que hicieron fue venir y dejar tirados los postes de luz”, cuenta Pedro y señala el lugar donde se acumulan unos cilindros de concreto macizo en mitad de la plaza principal del poblado.

Varias personas se reunen alrededor de una linterna en el poblado de Pampa Clemesí en el sur de Perú.
BBC
La gente se prepara para cenar iluminados apenas por una linterna.

Vivir sin luz

A los paneles les basta una caricia del sol para convertirse en energía eléctrica. Entre más luz, más energía.

Y este rincón del mundo es uno de los que mayor radiación solar tienen en el planeta. Está bendecido por unas 2.600 horas anuales de sol, una cantidad que está por encima de la que reciben, por ejemplo, Brasil o Argentina.

En Moquegua, la principal ciudad de la región y donde está ubicada la central Rubí, ese número llega a las 3.230 horas. Por eso se la conoce, desde hace décadas, como la capital del sol.

Cuando hacia finales de la década de 1990, el mundo comenzó a girar su mirada hacia las energías renovables, Perú sabía que si iba a buscar sacar provecho del sol, tenía que apostar por este desierto en el sur del territorio.

Rubí produce cerca de 440 GWh, suficientes para iluminar a 351.000 hogares peruanos. Pero no ilumina un asentamiento humano de 150 casas al otro lado de la carretera.

Rosa, sin embargo, huye del sol. Esa misma radiación que puede mover a un país es peligrosa para ella: sobre el desierto donde vive el índice de rayos ultravioleta se acerca a la marca de 16, la más alta, que puede producir desde sequedad hasta cáncer en la piel.

Ella ya estaba acá cuando la planta comenzó a funcionar. Su familia había sido parte de la oleada migratoria llegada desde Puno, una región ubicada en la frontera con Bolivia, para buscar terrenos durante la reforma agraria que impulsó el régimen de Juan Velasco Alvarado en los años 70.

Su primera tarea del día, esquivando el azote del sol, es salir a cargar el celular. Su casa, un cambuche con un cuarto para dormir y una cocina que también hace las veces de despensa, no tiene ningún enchufe.

Paneles solares de la planta solar El Rubí, en el sur de Perú.
BBC
La planta solar de Rubí genera energía eléctrica para unos 350.000 hogares en Perú.

“Es fundamental el teléfono. Yo no soy de aquí sino de Puno y necesito estar comunicada con mis familiares”, cuenta.

Entonces Rosa y otros vecinos comienzan una romería por las casas de quienes tienen al menos un panel solar en funcionamiento y les pueden compartir algo de energía.

Uno de ellos es Rubén Moquella. En su casa extensa de cuartos y patios, una cuadrilla de gallinas pintadas se pelea para poderse quedar con el espacio en el techo que dejan libres los paneles solares.

“La empresa donó hace algún tiempo paneles solares a la mayoría de los habitantes del pueblo”, señala. “Pero yo luego tuve que comprar la batería, el conversor y los cables y pagar la instalación”.

Rubén tiene en su casa otro objeto con el que otros vecinos solo pueden soñar: una nevera. Sin embargo, el panel no le brinda un suministro constante de energía. Apenas 10 horas, en el mejor de los casos.

“Por eso algunas veces debo desconectar la refrigeradora o solo dejar prendidas las luces exteriores… Y los días que amanece nublado no hay carga, así que no hay luz”.

La relación de Rubén con la planta Rubí se inició incluso antes de que ésta entrara en funcionamiento en 2018.

Como la mayoría de los habitantes de Pampa Clemesí, él llegó a este rincón de la costa desértica peruana con la promesa de tierras cultivables y solo después de mudarse se dio cuenta de que para cultivarlas necesitaban agua.

Pero no había.

Mientras resolvían esa carencia debía buscarse un trabajo para sobrevivir.

“Trabajé en la construcción de la planta. Después, cuando comenzó a funcionar me contrataron como uno de los encargados de limpiar los paneles solares”.

Ahora trabaja como jefe del almacén. Todos los días sale de su casa, se detiene al lado de la carretera Panamericana donde una camioneta lo recoge para llevarlo a la planta.

Aunque está al frente de su casa, la planta le provee el servicio de transporte para evitar que cruce la carretera -algo que está prohíbido en las leyes viales de Perú- y así no tiene que caminar tampoco los más de 500 metros que hay entre la portería de la planta y su puesto de trabajo.

Hace apenas unos minutos, un poco antes de que anochezca, esa camioneta lo ha dejado de regreso a pocos metros de la casa.

En el techo, donde las gallinas pintadas se acomodan para dormir rodeando el panel solar, se ve a la noche devorarse el pueblo pero, al fondo, se recorta un puñado de luces como si colgaran sobre un telón oscuro.

“Esa es la subestación eléctrica de la planta – dice señalando hacia el frente-, parece un pueblito iluminado”.

Mapa de Pampa Clemesí.
BBC

La revolución energética

Si hay un relato que une a los habitantes de Pampa Clemesí es que, cuando ellos viajan a casa desde distintas partes de Perú, los buses no se detienen allí porque el pueblo de noche no se ve.

Es un pueblo que no existe en la oscuridad.

Hace algunos años, para intentar solucionar ese problema, la firma italiana Enel (que posteriormente se convirtió en Orygen), constructora de Rubí, instaló unas torres que sirven de alumbrado público.

Unos sensores las encienden luego del atardecer, pero la oscuridad es tan densa que se traga los haces de luz y los únicos reflejos que sobreviven son los que iluminan el letrero metálico que dice “Asociación de Irrigación Pampa Clemesí”.

Varias casas hechas de madera o de ladrillo hacen parte del paisaje de Pampa Clemesí.
BBC
El poblado ha ido creciendo en los últimos años.

Pero no es el único pueblo del que los buses pasan de largo porque no se ven en la oscuridad.

La cobertura del suministro eléctrico en Perú llega al 96,2%, de acuerdo a los datos más recientes, por debajo del promedio de América Latina (de 98,6%) e incluso detrás de Bolivia, Ecuador y Colombia.

“En el Perú, de la forma en que está diseñado con sus normas y leyes, se ha dado un fenómeno donde se ha priorizado la rentabilidad. No se ha hecho el esfuerzo de conectar ciertas zonas que no tienen una densidad importante de población”, le dice a BBC Mundo el ingeniero Carlos Gordillo, experto en temas de energía de la Universidad de Santa María de Arequipa.

Gordillo aclara, con datos del ministerio de Minas y Energía, que a pesar de ello el país ha tenido un avance importante en la cobertura de energía eléctrica rural, que aumentó del 65% en 2017 al 86% a finales de 2023.

En varias declaraciones al respecto, el gobierno le dice a BBC Mundo que para el año 2026 se alcanzará una cobertura del 96% en las áreas rurales.

Perú, además, está en medio de una revolución de energías renovables: en 2024, la generación de energía eléctrica a partir de estas fuentes alternativas alcanzó los 425 GWh, un crecimiento del 96% en relación a 2023.

Y para que esa revolución ocurra, son fundamentales ciertos minerales, como el cobre. Debido a su alta conductividad, el “mineral estrella” de esta región es utilizado en la producción de turbinas eólicas y paneles solares. Y Perú tiene el título de segundo mayor productor de cobre del mundo.

Persona iluminada con una linterna mientras se sirve un té en el poblado de Pampa Clemesí, sur de Perú.
BBC
Los pobladores no cocinan de noche porque no tienen iluminación y el uso de velas o fogones de leña puede ser peligroso.

La oscuridad

Rosa apresura el paso. Quiere aprovechar los últimos rastros de luz para llegar a la casa de su tía.

Hoy le toca preparar a ella lo que será la cena para el grupo de vecinos que la acompaña por las noches: Pedro Chará y su familia, su tía Julia y María, una vecina que sin esta asociación solidaria no tendría qué comer.

En la cocina de la casa de la tía calientan una tetera en una estufa de gas. Su única fuente de luz es una linterna de baterías solares. La cena es mate con azúcar y unas tortas fritas.

“No hacemos mucha comida, tiene que ser rápido. Porque antes iluminábamos la cocina con velas para cocinar de noche pero a veces se quedaban prendidas o no las apagábamos bien y tuvimos varios accidentes. Entonces decidimos que hay que hacer cosas más simples”.

También cuenta que no comen mucha proteína porque no tienen cómo conservarla. En la cocina hay bultos de papas, apios, y una selección de charqui (carne seca) que ella toma y revisa, trozo a trozo. Toma un pedazo que está oscuro.

“Este voy a tener que comerlo ahora porque si no se va a dañar más y va a ser imposible comerlo”.

Ruben mira a un lado de la carrtera antes de atravesarla. Al fondo está el pueblo.
BBC
Rubén trabaja en la planta de Rubí y vive en Pampa Clemesí.

La falta de refrigeración es quizá el peor problema para los que no tienen acceso a los beneficios del panel solar.

La mayoría de los alimentos los deben conseguir en el día, pero en el pueblo, aunque hay varias tiendas, no hay un mercado de abastos y toca viajar unos 40 minutos de ruta a Moquegua u a otro poblado cercano para comprar víveres frescos.

“Pero no tenemos soles (dinero) para viajar todos los días en bus”, dice Rosa. “Así que se come solo lo que podemos conservar así, al ambiente”.

Y como el frío, el calor: otro de los problemas asociados a la falta de provisión eléctrica es la precariedad de los medios disponibles para cocinar y calefaccionar.

Es un problema que se extiende por la región. De acuerdo a la Corporación Andina de Fomento (CAF), los cerca de 15 millones de personas en América Latina que no tienen conexión estable a una red eléctrica deben recurrir a energías con alta emisión de carbono como la leña o el kerosene, que generan enfermedades por contaminación respiratoria.

Los vecinos, con su té con tortas, se sientan en ronda alrededor de la linterna. Hacen una oración en la que agradecen por los alimentos, la vivienda, la salud y hacen una solicitud de rutina: rezan por el agua.

Después cenan en silencio. Tanto que se escucha cómo mastican, el movimiento de las mandíbulas.

Son las siete de la noche y esa es la última actividad del día. En sus casas no hay televisión y no utilizan el celular porque quieren que les dure la carga al menos un par de días. Algunos tienen una radio a pilas.

“En nuestras casas la única luz es de linternas pequeñas que gastan poco, e iluminan poco también pero al menos nos sirve para saber dónde está la cama”.

– “Má, mira cuántas estrellas”, dice Raquel, la hija de Pedro que tiene 3 años y señala el cielo. Una multitud de destellos que se combinan con el firmamento oscuro sobre el desierto.

– “¿Y las puedes contar?”

– “¡Sí! Uno, dos, tres…”

La cuenta le llega hasta 20.

Los otros problemas de la vida a oscuras

Pampa Clemesí parece un depósito sobre la arena, una bodega a la que van a parar los sobrantes de la pujante planta al otro lado de la carretera.

Algunos de sus habitantes han utilizado las estibas que protegieron los paneles solares durante el viaje desde China hasta acá para hacer cercos con los que delimitan sus lotes.

Varias mujeres están sentadas prestando atención a una charla que se está dando en el pueblo.
BBC
En Pampa Clemesí viven entre 150 y 200 personas que han llegado de distintas partes de Perú.

También están las cajas de “Risen. Solar Technology” y unos carretes enormes de madera que sirvieron para tener enrollados los cables. Parece un poblado hecho con retazos de lo que quedó tras la construcción de la planta.

“Hemos aprovechado cualquier cosa que nos han dado de la planta”, confirma Pedro. “La madera que les sobra la hemos utilizado para hacer muebles y las camas donde dormimos”.

Es miércoles y hay un movimiento inusual.

El edificio sobre el que se sostiene el cartel metálico de la Asociación de Irrigación es también el salón de reuniones comunales. La mayoría de los vecinos ha sido convocada porque una empresa local quiere colaborar con el saneamiento del pueblo.

Porque además de que no hay luz, aquí tampoco hay acueducto o alcantarillado ni se recoge la basura.

El único servicio que provee el Estado es una pequeña escuela pública construida en un rincón del poblado a la que asisten ahora 10 niños y niñas. Es una caseta moderna, incluso con un pequeño coliseo de techo rojo donde los pequeños pueden jugar cuando está lloviendo.

La reunión tiene su pompa y protocolo. Arrimando varias mesas, todas diferentes entre sí, se arma la mesa directiva donde preside la reunión el vocero de una minera que trabaja en la zona, una representante del gobierno local y el presidente de la Junta de Acción Vecinal, David Guillermo.

Guillermo lleva más de la mitad de su vida transitando la Pampa. Llegó aquí a mediados de la década del 70, también desde Puno y en medio de la reforma agraria.

Esos migrantes, o sus descendientes que heredaron las tierras, representan todavía la mayoría de los habitantes de Pampa Clemesí, un paraje llamado así porque durante la guerra entre Chile y Perú los soldados chilenos pidieron aquí clemencia al ejército peruano para no ser ejecutados.

Postes de luz grises
BBC
Los postes de luz para la electrificación de Pampa Clemesí yacen en un espacio abierto del poblado.

“Y desde que llegamos estamos luchando para volver cultivables estas tierras”, rezonga Guillermo.

Pero el paisaje acá dista mucho de ser un oasis verde y pródigo de cultivos.

Es una manta gris donde las casas marrones y amarillas parecen dados que alguien lanzó desde el cielo. Las parcelas están delimitadas por mojones de rocas y las calles que las separan están indicadas con llantas viejas que los vecinos se van encontrando abandonadas en la carretera.

“La única manera de traer agua hasta acá es con carros cisternas, pero el agua es muy cara. O pagamos para volver cultivable las tierras, o pagamos para sobrevivir nosotros”, continúa su reclamo Guillermo.

La mayoría de las casas tienen al lado un tanque marca Fotoplas, regalados por la empresa eléctrica, donde almacenan el agua que logran comprar cada tanto, porque el metro cúbico puede llegar a costar unas seis veces más de lo que valdría el suministro mediante un acueducto normal.

“Aquí no hay ni centro de salud. Si nos enfermamos, nos toca ir a Moquegua”, lamenta Pedro Chará. “Yo prefiero morirme, pero ni el coronavirus nos vio”.

La pandemia del covid-19 tuvo un efecto devastador en Pampa Clemesí, pero no porque haya habido infecciones. Ante la crisis sanitaria en Perú (fue el país con el mayor porcentaje de muertos per cápita de la región), muchas personas que vivían allí optaron por regresar a sus lugares de origen.

El poblado pasó de unos 500 habitantes a los menos de 200 que tiene actualmente, de los cuales muchos pasan apenas temporadas aquí y se emplean en labores estacionales de cosecha en distintas partes del país.

Pero muchos han venido a la reunión de este miércoles.

Después de leer el acta, la representante del gobierno local anuncia que, para ayudar con el saneamiento del pueblo, se va a entregar a cada jefe de hogar un rastrillo, una pala y unas bolsas de basura. También piensan traer basureros de distintos colores con el ánimo de comenzar un sistema de reciclaje.

“Si hubiera electricidad, todos volverían”, opina Pedro. “Nosotros nos quedamos porque solo nos queda eso, pelear. Pero si aquí hubiera luz al menos, la gente vendría de nuevo y sacaríamos todo esto adelante”.

Una leve brisa pasa por encima de Pampa Clemesí y alborota la arena de las calles. Una capa de arenisca cubre los postes de luz de la plaza principal, un monumento de piedra olvidado. La brisa recuerda que la tarde está arribando.

Que pronto no habrá luz.

Niños juegan por las calles del pueblo.
BBC Mundo
Aunque la población ha disminuido en los últimos años, sus habitantes piden servicios básicos como electricidad y saneamiento.

Los que tienen panel solar deberán esperar hasta que salga el sol para tener luz en casa. Los demás, hasta cuando llegue la electricidad.

La reunión de los vecinos termina y todos salen con las palas y rastrillos en mano. Llevan el optimismo colectivo de esa promesa de un poblado mejor. Llevan así años.

El atardecer aparece sobre la llanura del desierto y, como ayer, Rosa y Pedro se preparan para otra noche sin luz.

¿Cuál es la razón por la que no se van de aquí?

“Por el sol”, responde Rosa.

“Acá siempre tenemos el sol”.

Linea gris
BBC

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