A pesar de su importancia histórica y de ser una de las figuras más recordadas del Antiguo Egipto, todavía no sabemos con certeza cómo era Cleopatra.
Y no, no hablamos de su habilidad como estratega o como reina, sino de su aspecto físico que hasta el día de hoy sigue generando debate.
En nuestra mente colectiva, la reina debió haberse visto casi como la actriz británica Elizabeth Taylor (de piel blanca y ojos, azules casi violeta), quien la interpretó en la pantalla grande.
Sin embargo, su aspecto sigue siendo un misterio hasta nuestros días.
Su nombre es de origen griego y significa “grande como el padre” o “gloria de su padre”. Cleopatra nació durante el invierno entre el 69 y 68 a.C. en Alejandría, la capital de Egipto.
History Extra (de la BBC) menciona que se cree que fue la tercera de seis posibles hijos que compartían un padre en común: Ptolomeo XII.
La dinastía ptolemaica era una familia real macedonia-griega que tuvo vínculos con Alejandro Magno y que gobernó Egipto desde el 305 a.C.
De hecho, la famosa Cleopatra no era la única en la dinastía con ese nombre. Era tradición que los gobernantes masculinos tomaran el nombre de Ptolomeo, mientras que las mujeres se les nombraba Cleopatra, Arsionë o Berenice.
En 2009, investigadores del Instituto Arqueológico de Austria y de la Universidad Médica de Viena llegaron a la conclusión de que Cleopatra era en parte africana.
Llegaron a esa conclusión luego de que identificaron el esqueleto de la princesa Arsinoe, hermana menor de la reina egipcia, en una tumba de más de 2 mil años en Turquía.
Tras realizar estudios al cráneo (estudiar en ADN era imposible) establecieron que tenía características europeas, egipcias y también africanas.
Sin embargo, esto no convenció a todos los expertos, pues no era suficiente definir el origen de la princesa solo con las medidas.
Además, otras personas argumentaron que no es posible saber si Arsione y Cleopatra también tuvieron la misma madre.
En 2008 salió al mundo una recreación digital realizada por la egiptóloga Sally Ann Ashton para mostrar cómo era físicamente Cleopatra.
Y sí, su resultado desató polémica. Sobre todo porque estaba completamente alejada de la imagen que nos había dejado Elizabeth Taylor: una joven de etnia mixta, con rasgos egipcios.
De acuerdo al Daily Mail, en una nota del momento, la recreación es el resultado de una minuciosa investigación que se hizo a partir de imágenes de artefactos antiguos, como un anillo que data del reinado de Cleopatra.
El medio también rescata que la doctora Ashton comentó que Cleopatra “probablemente no era solo europea. Tienes que recordar que su familia había vivido en Egipto durante 300 años cuando ella llegó al poder”.
En 2007 también ya se había hecho un enorme debate acerca de cómo era Cleopatra cuando se reveló una pequeña moneda romana muy bien conservada en la colección de la Sociedad de Anticuarios de Newcastle.
En la moneda viene tallada una representación de Cleopatra y de Marco Antonio.
De acuerdo a The Guardian, se reveló que la moneda fue acuñada en la propia casa de moneda de Marco Antonio para conmemorar sus victorias en Armenia en el año 32 a. C.
En la moneda, el aspecto de Cleopatra tiene un mentón puntiagudo, labios finos y una nariz larga y puntiaguda.
A pesar de la sorpresa de esta imagen con la que tenemos de Cleopatra, History Extra explica que en ese contexto histórico, las narices grandes y barbillas prominentes eran exageradas porque eran parte de los atributos reconocibles del individuo retratado. “En este sentido, tenían la intención de ser realistas”.
Lo que también suponen los investigadores es que a Cleopatra le gustaba manipular su apariencia de acuerdo a sus estrategias. No olvidemos que decía ser una reencarnación de la diosa Isis y por eso a veces se vestía como ella.
Si para este momento piensas “¿Y por qué no estudian sus restos y ya?” es porque no sabemos dónde está enterrada la antigua reina.
Durante décadas, arqueólogos han intentado buscar la tumba de Cleopatra sin éxito.
De acuerdo a National Geographic, hay indicios que sugieren que podría estar bajo las aguas del antiguo puerto de Alejandría. Otros dicen que está oculta en las arenas del desierto, junto al templo de Taposiris Magna.
El historiador romano Dion Casio escribió que Cleopatra fue embalsamada al igual que Marco Antonio. Pero Plutarco dijo que la última reina de Egipto fue sepultada junto al romano derrotado.
Sin embargo, se ignora por completo dónde está ese sepulcro.
El mito alrededor de su belleza no lo inventó Hollywood, aunque sí es una idea relativamente reciente.
Escritores de la época clásica describen su inteligencia, carisma y hasta su voz seductora, pero dejan de lado su aspecto físico.
Plutarco, el biógrafo griego de Marco Antonio, afirmó que no era su aspecto físico lo que resultaba tan atractivo de ella, sino su conversación y su inteligencia.
“No era tal que deslumbrase o dejase parados a los que la veían; pero su trato tenía un atractivo inevitable, y su figura, ayudada de su labia y de una gracia inherente a su conversación, parecía que dejaba clavado un aguijón en el ánimo. Cuando hablaba, el sonido mismo de su voz tenía cierta dulzura, y con la mayor facilidad acomodaba la lengua como un órgano de muchas cuerdas al idioma que se quisiese”, Plutarco sobre Cleopatra.
Al final de cuentas solo nos queda la certeza de que era una estratega de gran inteligencia. Heredó una nación casi en ruinas y la llevó a la gloria gobernando durante más de 20 años esquivando el dominio romano.
Los iraníes hablan sobre el miedo, la confusión y el sentimiento de impotencia que atraviesan en horas decisivas ante la ola de bombardeos aéreos de Israel.
Largas filas en las gasolineras y panaderías. Una hilera de autos que intentan salir de la capital. Noches largas y aterradoras.
Todavía conmocionados por el repentino ataque de Israel a Irán en las primeras horas de la mañana del viernes, los residentes de Teherán hablan sobre el miedo, la confusión, el sentimiento de impotencia y las emociones encontradas que atraviesan.
“Hace noches que no dormimos. Todo el mundo se va, pero yo no. Mi padre dice que es más honorable morir en tu propia casa que huir”, me dice un estudiante de música, de 21 años, a través de una aplicación de redes sociales encriptada.
Donya –una mujer que no quiere revelar su nombre real– es una de los muchos iraníes atrapados en una guerra entre un régimen que detestan e Israel, cuyo poder destructivo en Gaza ha visto esta mujer en su pantalla a la distancia.
“Realmente no quiero que mi hermosa Teherán se convierta en Gaza”, dice Donya.
En cuanto al llamado del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, a que los iraníes se levanten contra su liderazgo clerical, ella tiene una respuesta contundente: “No queremos que Israel nos salve. Ningún país extranjero se ha preocupado nunca por Irán. Tampoco queremos la República Islámica”.
Otra mujer le dijo al Servicio Persa de la BBC que al principio sintió una “extraña emoción” al ver a Israel matar a un grupo de poderosos altos mandos militares que pensó que vivirían para siempre.
“De repente, esa imagen de poder se rompió en mil pedazos. Pero, a partir del segundo día, cuando escuché que gente común, que no conocía, personas como yo también habían muerto empecé a sentir dolor, miedo y tristeza”, señala.
La mujer explica cómo la tristeza que sentía rápidamente se convirtió en ira cuando supo que el campo de gas de South Pars había sido impactado, temiendo que Israel estuviera tratando de dejar Irán “en ruinas”.
Por primera vez en su vida, esta mujer dice que pensó en prepararse para la idea de morir.
Más de 220 personas –muchas de ellas mujeres y niños– han muerto en los ataques desde el viernes, según las autoridades iraníes, que informaron que sus misiles han matado al menos a 24 personas en Israel en el mismo período.
Este lunes, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que todo el mundo debería evacuar “inmediatamente” Teherán.
A diferencia de Israel, en Irán no hay advertencias de ataques inminentes ni refugios a los que correr.
Los misiles caen del cielo, pero una campaña de autos bomba en Teherán, reportada tanto por medios israelíes como iraníes, generaron más pánico y confusión entre la gente.
Incluso algunos simpatizantes del régimen, según se informa, están molestos por el hecho de que sus tan elogiadas defensas hayan quedado completamente al descubierto.
Entre muchos iraníes, la desconfianza en las autoridades es profunda.
Donya solía desafiar el régimen y su estricto código de vestimenta saliendo con el pelo descubierto.
Ahora, con sus exámenes universitarios pospuestos hasta la próxima semana, prefiere quedarse en casa.
“Siento mucho miedo por la noche. Tomo algunas pastillas para relajarme y tratar de dormir”, dice.
El gobierno iraní ha sugerido que la gente se refugie en mezquitas y estaciones de metro. Pero eso es difícil cuando las explosiones parecen aparecer de la nada.
“Teherán es una gran ciudad y, sin embargo, todos los vecindarios se han visto afectados de alguna manera por el daño”, le dijo otra joven al Servicio Persa de la BBC.
“Por ahora, todo lo que hacemos es revisar las noticias cada hora y llamar a los amigos y familiares de los barrios que han sido alcanzados para asegurarnos de que todavía están vivos”.
Ella y su familia decidieron dejar su casa para quedarse en un área donde no hay edificios gubernamentales conocidos, aunque nunca se sabe, en un país como Irán, quién puede estar viviendo a tu lado.
El asalto israelí ha dividido a los iraníes. Mientras unos celebran las pérdidas del régimen, otros están enojados con aquellos que alientan a Israel. Muchos cambian de opinión sobre lo que piensan.
Las divisiones son amargas, incluso entre algunas familias.
“La situación se siente como las primeras horas después de que el Titanic golpeara el iceberg. Algunas personas intentaban escapar, otras decían que no era gran cosa y otras seguían bailando”, dice la mujer.
Ella siempre ha protestado contra los gobernantes administrativos de Irán, le dice a la BBC, pero ve lo que Netanyahu le está haciendo a su país como “inexcusable”.
“La vida de todos, ya sea que apoyaran los ataques o no, ha cambiado para siempre. La mayoría de los iraníes, incluso aquellos que se oponen al gobierno, ahora se han dado cuenta de que la libertad y los derechos humanos no provienen de las bombas israelíes que caen sobre ciudades donde viven civiles indefensos”, sostiene.
“La mayoría de nosotros estamos asustados y preocupados por lo que viene después. Hemos empacado bolsas con suministros de primeros auxilios, comida y agua, por si las cosas empeoran”, agrega.
Israel dice que las fuerzas armadas iraníes han colocado deliberadamente sus centros de mando y armas dentro de edificios y áreas civiles.
Los miembros de la gran diáspora de Irán también están preocupados.
“Es difícil transmitir lo que es ser iraní en este momento”, dice Dorreh Khatibi-Hill, una activista e investigadora por los derechos de las mujeres afincada en Leeds que está en contacto con familiares, amigos y otros activistas antirrégimen.
“Estás feliz de que los miembros del régimen, que han estado torturando y asesinando a personas, estén siendo eliminados. Pero sabemos que los civiles están muriendo. Este es un desastre humanitario devastador”, añade.
Y los iraníes no están recibiendo información precisa sobre lo que está sucediendo, opina.
“La persona principal en Irán, el líder supremo, sigue viva mientras los iraníes huyen temiendo por sus vidas. Nadie quiere que Irán se convierta en otro Irak, Siria o Afganistán. Ninguno de nosotros quiere esta guerra. Nosotros tampoco queremos el régimen”, asegura la activista.
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