
Se dio a conocer que el esperado Premio Nobel de Literatura 2025 es para László Krasznahorkai, un destacado novelista húngaro que se ha convertido en una de las voces más importantes de la literatura contemporánea.
La Academia Sueca le otorgó el galardón por su “obra cautivadora y visionaria que, en medio del terror apocalíptico, reafirma el poder del arte”, y es que es conocido por sus novelas densas y exigentes, a menudo con un estilo posmoderno.
Sus historias suelen estar impregnadas de un pesimismo melancólico y un tono apocalíptico, explorando la desintegración social, el caos y la naturaleza humana.
Para que te animes a leer al Nobel de Literatura, te dejamos cuatro libros esenciales de László Krasznahorkai:
Fue su primera novela y hasta el día de hoy es de las más conocidas y aclamadas de László Krasznahorkai. En ella explora la desintegración social y moral de los habitantes de un desolado pueblo.
Ambientada en un pueblo húngaro remoto y en descomposición, la novela sigue las vidas de sus desolados habitantes, cuyas esperanzas se reavivan con el regreso de un carismático líder, Irimiás. La trama, que se desarrolla a lo largo de un par de días de lluvia interminable, explora temas de traición, desesperación y la espera de una falsa redención.
La novela fue adaptada al cine en 1994 por el director húngaro Béla Tarr. La película, con una duración de siete horas y veinte minutos, es famosa por sus largos planos secuencia y su atmósfera opresiva y densa, que captura a la perfección la esencia de la obra literaria.
Otro de los libros esenciales de László Krasznahorkai es esta novela tragicómica y apocalíptica que presenta un mundo opresivo y totalitario en una pequeña ciudad húngara.
László Krasznahorkai nos sumerge en un pequeño y desolado pueblo que se ve envuelto en un creciente caos con la llegada de un misterioso circo. Su principal atracción, una gigantesca ballena disecada, desata una serie de eventos extraños y rumores inquietantes que culminan en un estallido de violencia y desintegración social.
Es considerada una de sus obras maestras por su retrato de la destrucción del mundo moderno, la frustración de la inteligencia frente a la brutalidad y el sentido de una amarga ironía.
Esta novela también fue adaptada al cine en el año 2000 por el director húngaro Béla Tarr bajo el título Las harmonías de Werckmeister.
Esta novela de László Krasznahorkai es una profunda meditación sobre la soledad, el anhelo de trascendencia y la lucha por preservar la belleza y la verdad en un mundo en descomposición.
Sigue a György Korin, un archivista y bibliotecario de una pequeña ciudad húngara que descube un antiguo manuscrito que se convierte en su obsesión. Así es como decide huir a Nueva York para subirlo a la web y salvarlo del olvido.
La narración, a menudo descrita como una “cascada torrencial” en una sola frase, refleja la obsesiva búsqueda del protagonista por un sentido en un mundo caótico.
Esta obra de de László Krasznahorkai fue elogiada como una de las cumbres de la literatura contemporánea. Es descrita tanto como una sátira social como una profunda reflexión existencial.
Cuenta la historia del barón Béla Wenckheim, quien regresa a su pueblo natal en Hungría después de décadas de exilio en Argentina. Aunque llega con la esperanza de reencontrarse con su amor de adolescencia, el único recuerdo idealizado que le queda, su retorno a una sociedad decrépita y plagada de chismes, estafas y políticos locales desata una cadena de eventos tragicómicos y absurdos.
La novela mantiene el estilo distintivo de Krasznahorkai, con frases largas y densas que envuelven al lector en una atmósfera opresiva y caótica.

Es esa zona gris entre el sueño y la vigilia, cuando nos quedamos somnolientos en un estado semiconsciente, experimentando vívidas imágenes y sonidos mentales.
La canción de los Beatles, “Yesterday”, fue escrita en lo que los psicólogos llaman “estado hipnagógico”. Es esa zona gris entre el sueño y la vigilia, cuando nos quedamos somnolientos en un estado semiconsciente, experimentando vívidas imágenes y sonidos mentales.
Al despertar una mañana a principios de 1965, Paul McCartney percibió una larga y compleja melodía sonando en su cabeza. Saltó de la cama, se sentó al piano y empezó a tocar la melodía.
Rápidamente encontró los acordes que acompañaban a la melodía y creó algunas frases de acompañamiento (como las llaman los compositores, antes de escribir la letra propiamente dicha) que encajaban con la música.
Le costaba creer que un sonido tan hermoso pudiera surgir espontáneamente, McCartney sospechó que estaba plagiando inconscientemente otra composición.
“Durante aproximadamente un mes fui a ver a gente del mundo de la música y les pregunté si la habían escuchado antes… Pensé que si nadie la reclamaba después de unas semanas, podría quedármela”, recordó. Pero resultó ser original.
Muchos grandes descubrimientos e inventos han surgido durante el estado hipnagógico.
El físico Niels Bohr ganó el Premio Nobel porque estando semiconsciente soñó que veía el núcleo del átomo, con los electrones girando a su alrededor, al igual que el sistema solar con el sol y los planetas, y así “descubrió” la estructura del átomo.
Las investigaciones han demostrado que el estado hipnagógico es un punto óptimo para la creatividad. Por ejemplo, en un estudio de 2021, los participantes en estado hipnagógico tenían tres veces más probabilidades de descubrir la “regla oculta” que podía resolver un problema matemático.
Los psicólogos asocian la creatividad con cualidades como la apertura a la experiencia y la flexibilidad cognitiva.
Otros han sugerido que la creatividad surge de la coordinación entre la red de control cognitivo del cerebro (que se encarga de la planificación y la resolución de problemas) y la red neuronal por defecto (que se asocia con la ensoñación y la divagación mental).
Sin embargo, en mi opinión, una de las teorías más importantes sobre la creatividad es una de las más antiguas, propuesta por el psicólogo británico Frederic Myers en 1881. Según Myers, las ideas y las percepciones surgen como una repentina “oleada” de una mente subliminal.
Para Myers, nuestra mente consciente es solo un pequeño segmento de nuestra mente, que incluye no solo lo que Sigmund Freud llamó el inconsciente, sino también niveles de conciencia más amplios y elevados. Las ideas pueden gestarse inconscientemente durante mucho tiempo antes de emerger a la conciencia.
Por eso, a menudo sentimos que las ideas provienen de más allá de la mente, como si nos hubieran sido regaladas. Pueden provenir de más allá de nuestra mente consciente.
El estado hipnagógico es tan creativo porque, mientras oscilamos entre el sueño y la vigilia, la mente consciente apenas está activa.
Durante un breve período, nuestros límites mentales son permeables y existe la posibilidad de que percepciones e ideas creativas fluyan desde la mente subliminal.
En un sentido más general, esta es la razón por la que la creatividad suele asociarse con la relajación y la ociosidad. Cuando nos relajamos, nuestra mente consciente suele estar menos activa. A menudo, cuando estamos ocupados, nuestra mente se llena de pensamientos que parlotean, impidiendo que fluyan las ideas creativas.
Esta también es la razón por la que la meditación está fuertemente asociada con la creatividad.
Las investigaciones demuestran que la meditación promueve cualidades creativas generales, como la apertura a la experiencia y la flexibilidad cognitiva.
Pero quizás más importante aún, la meditación aquieta y suaviza la mente consciente, de modo que somos más responsables de recibir inspiración de fuera de ella.
Como señalo en mi libro “El Salto”, esta es la razón por la que existe una fuerte conexión entre el despertar espiritual y la creatividad.
Las investigaciones han descubierto que alrededor del 80% de las personas han experimentado el estado hipnagógico, y que aproximadamente una cuarta parte de la población lo experimenta con regularidad. Es ligeramente más común en mujeres que en hombres.
Es más probable que ocurra al inicio del sueño, pero también puede ocurrir al despertar o durante el día si nos entra sueño y perdemos la consciencia normal.
¿Podemos usar el estado hipnagógico para potenciar nuestra creatividad? Ciertamente es posible permanecer en él, como probablemente sepas de las noches de los domingos.
Sin embargo, una de las dificultades es captar las ideas que surgen. En la somnolencia, puede que no sintamos el impulso de recordarlas. Es tentador decirnos antes de volver a dormirnos: “Esta idea es tan buena que se me quedará grabada”. Pero cuando nos despertamos un rato después, la idea se ha ido.
No obstante, mediante el entrenamiento mental, no hay razón por la que no podamos adquirir el hábito de registrar nuestras ideas hipnagógicas.
Lo mejor es tener un bolígrafo y papel en la mesita de noche. O, para una variante más moderna, tener el teléfono junto a la cama con la aplicación de grabación abierta.
De hecho, esta es una práctica que Paul McCartney siempre ha seguido. Incluso se entrenó para escribir en la oscuridad con este fin.
También podemos usar la técnica de la “siesta consciente” para generar ideas. Siempre que el gran inventor Thomas Edison se quedaba atascado en una solución o una idea nueva, se dejaba llevar por la inconsciencia mientras sostenía una bola de metal.
Al quedarse dormido, la bola caía al suelo y lo despertaba, momento en el que a menudo descubría que había surgido una nueva perspectiva.
En términos más generales, deberíamos usar la inactividad como una forma de cultivar la creatividad.
No pienses que la siesta o el relax son una pérdida de tiempo. Lejos de ser improductivos, pueden conducir a las ideas y percepciones más inspiradoras.
*El texto original fue publicado en inglés en The Conversation. Puedes leerlo aquí.
**Steve Taylor es profesor de Psicología de la Universidad de Leeds Beckett (Reino Unido) y es autor de varios libros sobre psicología y espiritualidad.
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