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Descender al inframundo maya para limpiarlo: *los buzos que buscan sanear los cenotes en Yucatán*
Descender al inframundo maya para limpiarlo: *los buzos que buscan sanear los cenotes en Yucatán*
Foto: Cortesía Kay Vilchis
10 minutos de lectura

Descender al inframundo maya para limpiarlo: *los buzos que buscan sanear los cenotes en Yucatán*

30 de abril, 2021
Por: Ana Estrada

El rayo de Sol que se filtra por la entrada de la cueva apenas logra colarse en el agua; los colores verdes y azules, tan característicos de los cenotes de la Península de Yucatán, se pierden entre la basura. Apenas unos 6 metros debajo del agua la vista se vuelve grisácea y, si levantas la mirada, las islas de plástico flotante se mecen imperturbables. ¿Cuánto llevan ahí? ¿Un par de días, tal vez semanas? ¿Cuántas décadas han visto pasar esas botellas de pet, impasibles y ajenas?

Cuando Kay Vilchis da el primer salto al agua, cargada con dos tanques de oxígeno, aletas, cámara, mallas y todo el equipo de buceo, sabe perfectamente la dinámica: se toma unos diez minutos para hacer fotografías del cenote y documentar el estado de cada lugar que visita, luego guarda el equipo y comienza su otra chamba, la de limpieza del sitio. Como buza experimentada puede descender hasta 40 metros bajo el agua si el cenote así lo permite. Para diferentes trabajos ha alcanzado hasta 56 metros de profundidad. Hay cenotes que se extienden a más de 100 metros bajo la superficie.

“Hay lugares donde es muy fuerte: entramos y no te puedes imaginar la cantidad de basura. En un lugar sacamos ya los primeros 100 kilos y era una cuarta parte de lo que había, tenemos que regresar a hacer más limpiezas ahí”, relata Kay, fotógrafa y buza voluntaria para la Secretaría de Desarrollo Sustentable de Yucatán y diferentes asociaciones civiles dedicadas a la conservación del ecosistema.

“Para mí ha sido extraño porque son lugares que apreciamos un montón, son lugares en los que me siento más tranquila que en la ciudad y al entrar y verlos llenos de basura…”.

No completa la oración. Ver un espacio que resguarda una riqueza biológica, histórica y cultural únicas en el mundo, llena de latas, cubetas, unicel, vidrio y hasta llantas y toboganes (sí, toboganes), puede quitarle el aliento hasta a la buza, biólogo o arqueólogo más experimentado.

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El complejo sistema hídrico de la Península de Yucatán

Algunas zonas de la calurosa y húmeda Península de Yucatán —en primavera puede alcanzar hasta más de 39ºC— pueden parecer difíciles por el terreno de la superficie: a pesar del verdor, a simple vista, hay poca agua. En realidad, se vive y camina sobre los ríos.

La hidrología subterránea, conformada por cenotes, esteros, lagunas y cuevas, es complejísima.

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Se calcula que en toda la península hay entre 5,000 y 10,000 cenotes y menos de 5% de estos son turísticos, explica Lalo Negrete, presidente de la asociación Ríos Limpios que, desde hace un par de años, es una de las organizaciones que se han unido a comunidades, gobierno y empresas para hacer limpieza de cenotes. Hasta ahora han trabajado en 32 sitios y esperan sumar otros 16 al finalizar el año.

Para tener una idea de la complejidad del sistema hídrico subterráneo tomemos como ejemplo a Sac Actun, un laberíntico sistema de cavernas inundadas que se extiende en Quintana Roo.

Lo de “laberíntico” no es exageración ni eufemismo.

En 2018, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) explicó que sólo este sistema podría ser el más grande del mundo: las cuevas interconectadas suman 347 kilómetros, pero hay posibilidades de que exista una conexión con otros sistemas similares, por lo que podría extenderse hasta por 1,000 kilómetros. Sólo en Sac Actun, que significa Cueva Blanca en maya, se han localizado 248 cenotes que sirven de entrada.

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Entrada a cenote Chankom. Fotógrafa y buza especializada en espeleología Kay Vilchis.
Cenote Chankom. (Foto: Cortesía Kay Vilchis)

Un ecosistema único… y en peligro

Para ojos inexpertos, estos ríos subterráneos pueden parecer sólo “vías de transporte hacia el mar” porque ¿qué animal o planta podría vivir bajo esas condiciones? Sin embargo, el ecosistema es tan rico como frágil.

“Hace millones de años la península se encontraba bajo el agua. Al emerger y quedar a cielo abierto, especies marinas quedan atrapadas en estos “agujeros” o cenotes; la mayoría muere al no poder adaptarse al agua dulce, pero una buena parte de estas especies evolucionó”, dice el biólogo yucateco Rodrigo Ojeda, quien bucea en cenotes de forma especializada desde hace más de 10 años y, con su asociación, Ecologistas Subacuáticos de Yucatán (Ecosuby), también hace limpieza de los lugares.

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Explica que dentro del sistema de cenotes hay peces completamente ciegos y que no tienen ningún pigmento porque, al vivir en cuevas, ya no necesitan ni la vista ni existe luz solar. “Estas especies, por el sistema muy particular en el que viven, son endémicas, sólo las encontramos en Yucatán. Si destruimos estos cenotes es fácil extinguirlas”.

Las principales amenazas, dice, es la contaminación del subsuelo, la contaminación directa (como los cientos de kilos de plástico, celofán y vidrio que sacan) y la falta de educación sobre el cuidado del ecosistema.

A esto se suma que la red de ríos subterráneos es tan compleja que es difícil explorar, “es querer atender a un paciente sin verlo”, dice Lalo Negrete.

Para el arqueólogo subacuático Guillermo de Anda, quien desde hace más de 30 años trabaja en un proyecto de investigación del subsuelo de la península llamado Gran Acuífero Maya y su relación con el ser humano y el medio ambiente, los pobladores de las comunidades no son las únicas personas responsables, “también autoridades, industrias, gente sin consciencia que son poderosos y tienen los recursos y no les importa y arrojan desechos a los cenotes”.

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Los cenotes de la península de Yucatán son lugares místicos. Foto: Benjamín Magaña, cortesía de Ecosuby
(Foto: Benjamín Magaña, cortesía de Ecosuby)

Costales insuficientes para la basura que sale de los cenotes

Limpiar no es tarea fácil. Se requiere una planeación milimétrica para poder llegar a cada lugar.

Algunos cenotes tienen accesos instalados, pero en la mayoría la entrada es a través de pozos o de agujeros enormes en el suelo de la selva que se abren como una boca verde a la que únicamente se puede descender a rapel, la caída puede variar entre los 10 y los 30 metros de altura para llegar al agua.

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Pero llegar a la superficie del cenote es sólo la primera parte.

Después de esto, buzas como Kay Vilchis dejan su equipo “de tierra” en un espacio seguro y se ponen el segundo equipo: traje de neopreno, tanques de oxígeno, arneses, visores, aletas, guantes y las mallas en las que van depositando toda la basura que encuentran.

Muchas personas creen que los cenotes no tienen fondo y la basura sólo desaparece”, dice Kay. La historia es diferente al descender.

En cada limpia, dice Lalo Negrete, se sacan en promedio entre 200 y 300 kg de basura. Lo más común es plástico, unicel y botellas de vidrio (el calor yucateco invita a beber cerveza), pero han llegado a encontrar neumáticos, medidores de luz, baterías y, en una ocasión, hasta un tobogán, “sin embargo, lo difícil de limpiar es que ya no lo vuelvan a ensuciar”, dice.

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Y costearlo, tanto económica como humanamente, es un esfuerzo importante: cada limpia puede llegar a costar hasta 80,000 pesos entre logística, equipo especializado, transporte y mano de obra.

Por eso, la limpieza no es lo único. Cada una de estas actividades va acompañada de talleres de concientización y educación de la comunidad.

“Cada vez lo entienden más, pero también hay otras realidades: en algunas comunidades ni siquiera hay un sistema de recolección de basura”, dice Kay Vilchis.

 

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Los cenotes de la Península de Yucatán y sus relatos

Cuando Guillermo de Anda desciende a los cenotes puede imaginarse cientos de historias íntimamente relacionadas al universo maya que se divide en tres: Ka’an, Kab y Chen (cielo, tierra e inframundo).

Pensándolos a través de la cosmogonía maya, los cenotes resultan ser una dicotomía interesantísima: de estas cuevas, llenas de agua, de vida, surgió la primera pareja. Es ahí mismo, donde inició, que la misma vida termina y se inicia el recorrido hacia el Xibalbá, explica el arqueólogo.

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Y la mayoría de esos cenotes resguardan una historia. “Siguen siendo lugares importantísimos, sitios poderosos en el imaginario maya moderno”.

Tan es así que, por ejemplo, cuando un grupo de investigadores, entre ellos Guillermo, inició distintos análisis en Chichen Itzá, antes de comenzar la exploración un X’men (se pronuncia shmen y malamente se les llama chamán o chamana), hizo una ceremonia en la que nombró a cada uno de los seres que habitan los cenotes de la zona arqueológica y sus alrededores.

Y esta área, a la que se le pidió permiso para entrar, es sólo una partecita de los 181,000 km2 que abarca toda la península.

“Puedo asegurar que las cuevas mayas bajo estudio metodológico y lineamientos académicos y científicos están revelando respuestas que no nos había podido dar la arqueología de superficie: desde cronologías, cosas de la vida cotidiana y referentes a los rituales y sacralidad; también datos relativos a problemas climáticos graves, como grandes sequías; hasta guerras pueden verse y estudiarse en los cenotes”. ¿Recuerdas la cueva Sac Actun mencionada al inicio? Es la cueva inundada más grande del mundo y el proyecto Gran Acuífero Maya, de De Anda, fue el que logró hacer la conexión hace tres años.

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El problema es, coinciden tanto Kay Vilchis, como Rodrigo Ojeda, Guillermo de Anda y Lalo Negrete, cuando se rompe esta consciencia sobre la importancia biológica, cultural, social e histórica.

Buzos realizando limpieza de cenotes de la península de Yucatán. Foto: Benjamín Magaña cortesía Ecosuby
(Foto: Benjamín Magaña cortesía Ecosuby)

Vencer el miedo para conocer la paz de las cavernas subterráneas

Sumergirse por primera vez en un cenote profundo genera una especie de vértigo. Ciertamente no puedes caer, pero el vacío debajo de tus pies, que se mueven rápidamente para mantenerte a flote, es tan abrumador que se siente desde el estómago.

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“Cuando estaba en la prepa iba todos los fines de semana a nadar a diferentes cenotes, pero no podía voltear hacia el fondo”, dice la fotógrafa Kay Vilchis, que estudió primero odontología, pero siempre quiso ser fotógrafa. Poco a poco comenzó a adentrarse en el mundo del buceo y hoy es buza especializada en espeleología. “El primer buceo que hice estaba aterrorizada y fuimos a un cenote que tiene un rayo de luz de 25 metros y se ilumina una bóveda gigante, desde ese momento dije: aquí me quedo”.

La experiencia es similar para Rodrigo Ojeda. El biólogo visitaba los cenotes en su adolescencia “cuando tenía unos 15 años me metía y veía la amplitud… sentía mucho respeto”.

Pero conforme fueron conociendo mejor los cenotes, sus colores, sus recovecos, el miedo se transformó en momentos de paz, de concentración, de trabajo y conexión.

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En un cenote hay un ambiente mucho más místico, son colores grises, tenues, o azulados que les da el carbonato de calcio con los rayos del sol”, relata Rodrigo Ojeda, quien explica que no hay secreto para perderle el miedo, todo está en el entrenamiento para bucear o nadar en estos lugares. “Se pueden ver distintas especies de animales o las formaciones cálcicas como estalactitas y estalagmitas que tardan cientos de miles de años en formarse”.

Y sí. La Península de Yucatán es un universo completo y complejo, un universo donde inicia el Ka’an, cielo; se hace la vida en la Kab, tierra; y se desciende al Chen, inframundo, pero ¿qué de este universo seguirá corriendo su ciclo si no se le cuida, respeta y protege?

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Imagen BBC
La radiografía del suicidio en Chile, el fenómeno que causa más muertes que los homicidios en ese país
11 minutos de lectura

La tasa de suicidio en Chile en 2024 llegó a alrededor de 10.5 muertes por 100 mil habitantes, cuatro puntos por sobre la tasa de fallecimientos por homicidios en ese mismo periodo. Pero, ¿cómo se caracteriza este complejo problema de salud pública en el país sudamericano?

05 de diciembre, 2025
Por: BBC News Mundo
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“No sé si ustedes saben que en Chile hay más suicidios al año que homicidios. En Chile se suicida más gente que la que muere en condiciones o víctima de la delincuencia”, dijo el presidente Gabriel Boric semanas atrás.

La afirmación, que podría ser simplemente un dato de salud pública, no lo es si se considera el contexto en el que se dijo: una campaña electoral donde la principal preocupación de los chilenos es la inseguridad.

“Los dos, por cierto, son terribles, no se trata de que una valga más que la otra, pero de una se habla mucho, de la otra se habla poco. Y por eso es importante hablar muy firme y muy fuerte de salud mental, es para cuidarnos, es para cuidarnos entre todos”, agregó Boric.

La sensación de inseguridad ha aumentado en los últimos años en ese país, entre otros factores, por el incremento de los niveles de violencia en delitos comunes como el robo y la reciente presencia de grupos criminales como el Tren de Aragua.

La contracara de aquello es que las cifras de delitos violentos han ido a la baja respecto del año pasado, según datos del Ministerio de Seguridad Pública de Chile.

La agenda de seguridad ha estado en el centro del debate nacional en el marco de las elecciones presidenciales, cuyo balotaje se celebrará el próximo 14 de diciembre entre la comunista Jeannete Jara y el derechista ultraconservador José Antonio Kast.

Y, aunque en mucha menor medida, el tema de la salud mental también ha sido parte de la discusión. Jara ha puesto especial énfasis en el tema. Ella tiene una historia personal al respecto: su primer marido se suicidó poco después de haberse casado.

“Un fallecimiento por suicidio es un duelo casi eterno”, ha dicho.

En su programa de gobierno propone justamente fortalecer la estrategia de prevención del suicidio y la implementación de un nuevo modelo de atención de salud mental en urgencias.

Kast, por otro lado, tiene entre sus propuestas fortalecer el plan nacional de salud mental y dar apoyo principalmente a adultos mayores.

Una tendencia sostenida

La tasa de suicidio en Chile en 2024 llegó a alrededor de 10,5 muertes por 100.000 habitantes.

El número es un poco mayor al promedio mundial (≈9,0), pero se encuentra entre los más altos de América Latina, de acuerdo al último informe de la Organización Mundial de la Salud de 2019.

Chile está por debajo de Uruguay, país que tiene de las tasas más altas de la región (21,35), pero por sobre países como México, Colombia o Brasil.

A la vez, tiene una tasa similar a las estimaciones para Europa, pero menor a la de Estados Unidos, la que ronda entre los 14 y 16 suicidios por 100.000 habitantes, de acuerdo a cifras del Centers for Disease Control and Prevention (CDC).

Más allá de la comparativa global, hace años y ya de manera sostenida se ha observado que el suicidio representa una mayor cantidad de muertes que los homicidios en el país, siendo la primera la principal forma de muerte violenta entre el 2018 y el 2024, de acuerdo a cifras del Ministerio de Salud de Chile.

“Esto implica que, pese a la creciente preocupación pública por la violencia interpersonal y el crimen, la violencia autoinfligida continúa representando una carga mayor desde la perspectiva de salud pública. En promedio, Chile enfrenta aproximadamente el doble de muertes por suicidio que por homicidio”, se lee en el Informe violencia autoinfligida e interpersonal, elaborado por el gobierno del país sudamericano.

En 2024 se registraron 1.984 suicidios, mientras que en el mismo periodo se registraron 1.207 víctimas de homicidios, lo que equivale a una tasa de 6,0 muertes por 100.000 habitantes.

“Eminentemente masculino”

De acuerdo a un estudio de académicos de la Universidad Adolfo Ibáñez, que indagó en la evolución histórica del fenómeno del suicidio en Chile (1920-2020), este ha ido aumentando significativamente en el porcentaje total de muertes en el país.

Si a inicios del siglo XX ocupaba una parte casi insignificante en el porcentaje total de decesos (0,2%), hoy se ubica en torno a un 2%.

El perfil de quienes más se suicidan hoy en Chile se concentra en la población masculina, algo que coincide con las tendencias mundiales.

Manuel Alberto Llorca, uno de los investigadores a cargo del estudio historiográfico del suicidio en Chile, explica a BBC Mundo por qué este es un fenómeno “eminentemente masculino”.

“En Chile el suicidio afecta principalmente a hombres. De cada cinco suicidios, aproximadamente cuatro los cometen ellos”, sostiene.

Llorca explica que esta brecha se da, por un lado, porque “los hombres tienden a ser más violentos, pero también tienen más acceso a armas letales, es decir, son más efectivos al momento de intentarlo, mientras que las mujeres lo son menos”.

“También los hombres consumen mucho más alcohol que la mujeres, lo que normalmente es un gatillante. El hombre recurre menos a atención psicológica y tiene menor tolerancia a la frustración, sobre todo, en países machistas donde se espera que sea el proveedor”, agrega.

Una mujer mira hacia afuera por la ventana.
Getty Images

Según el Ministerio de Salud de Chile, los hombres de 65 y más años se han mantenido como el grupo con mayor tasa de mortalidad desde 2004, con excepción de los últimos dos años, donde de acuerdo a números preliminares los hombres de los grupos de 40 a 64 años y de 20 a 39 se suicidaron más.

En contraste con aquello, de acuerdo a cifras del Ministerio de Salud de Chile, la prevalencia de trastornos depresivos, por ejemplo, es mayor en mujeres que en hombres. Lo mismo si se mira el riesgo de tener una lesión autoinfligingida con intención suicida, la que es el doble en la población femenina respecto de la masculina.

En Chile también se ha reportado una disminución del suicidio entre adolescentes, aunque sigue encontrándose entre las primeras causas de mortalidad para la población entre 15 y 29 años, según el Ministerio de Salud.

La subsecretaria de Salud Pública de Chile, Andrea Albagli, explica a BBC Mundo la importancia que ha tenido la creación del Programa Nacional de Prevención del Suicidio, que desde 2013 ha permitido institucionalizar una política específica a nivel estatal.

Bajo ese marco el país se fijó como meta sanitaria disminuir la mortalidad por suicidio entre los jóvenes, algo que dio resultados positivos.

“Tenemos una disminución general de la mortalidad por suicidio y, por sobre todo, una disminución mayor en la población joven”, señala Albagli.

Mayor riesgo en la vejez

A la vez, el país ha registrado un aumento en el riesgo de fallecimiento por suicidio entre la población masculina adulta y adulta mayor, y en particular en mayores de 80 años.

“Si uno mira la tasa de mortalidad por suicidio según sexo y según edad, que es otra manera de medir el riesgo específico, ahí te surge interesantemente otro grupo poblacional prioritario -y esto no solo ocurre en Chile sino que a nivel mundial- y es que es mucho mayor en población adulta mayor entre hombres”, explica Albagli.

La subsecretaria y psicóloga de profesión recalca que “la cifra es muy elocuente: para el periodo 2018-2022, la tasa de mortalidad acumulada en mujeres sobre 80 años fue de 1,4 por 100.000 habitantes, en el caso de los hombres de ese mismo tramo de edad fue de 31,1”.

Un hombre mayor se toca el cuello, en un gesto de agotamiento y agobio.
Getty Images
Los hombres de 65 y más años se han mantenido como el grupo con mayor tasa de mortalidad desde 2004.

“Si evalúas por sexo y por edad, no hay riesgo más alto que el riesgo de muerte por suicidio en población adulta mayor masculina”, agrega.

De acuerdo a la autoridad, uno de los factores de riesgo significativos entre la población de hombres adultos mayores es una mayor tendencia al aislamiento, la soledad, la ausencia de red de apoyo y la precariedad económica.

Si se mira el fenómeno desde una perspectiva geográfica, en tanto, se puede ver que las regiones del sur del país como Aysén, La Araucanía y Los Ríos exhiben tasas consistentemente superiores al promedio nacional en las últimas dos décadas, de acuerdo a cifras de la Subsecretaría de Salud Pública.

El estigma y otros determinantes

“Las causas del suicidio son múltiples, ya que incluyen factores sociales, culturales, biológicos, psicológicos y ambientales presentes a lo largo de la vida”, dice la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre este fenómeno.

Está bien documentado en la experiencia comparada que las tasas de suicidio son mayores en países menos desarrollados.

A nivel mundial, se cometen unos 720.000 suicidios por año, y más de tres cuartas partes ocurren en países de ingreso bajo o medio, de acuerdo a la Organización Panamericana de Salud (OPS).

En el caso de los países de ingresos medios y altos, como ese el caso de Chile, la OMS ha informado sobre una relación entre el suicidio y los trastornos mentales, “en particular, la depresión y los trastornos por consumo de alcohol, si bien el principal factor de riesgo es, con diferencia, un intento previo de suicidio”.

El organismo destaca que, sin embargo, muchos casos ocurren de forma impulsiva en situaciones de crisis derivadas de problemas económicos, desempleo, desigualdad, dolor crónico, suicidio de una persona cercana, exposición a la violencia, falta de acceso a los servicios de salud mental y el estigma.

Sobre ese estigma es que la administración del presidente Gabriel Boric ha enfocado su estrategia de prevención.

De hecho, en octubre pasado se lanzó la primera campaña comunicacional nacional dedicada a la salud mental. Con el lema “Estigmatizar cierra puertas. Abramos la conversación a la salud mental”, el gobierno chileno busca justamente generar mayor conciencia sobre la prevención del suicidio en ese país.

El mandatario chileno ha jugado un rol activo en hablar del tema, haciendo público su Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) e incluso abordando abiertamente una internación voluntaria en un hospital psiquiátrico antes de llega a la presidencia.

El presidente de Chile, Gabriel Boric, saluda a la prensa.
Getty Images
El mandatario chileno ha abordado abiertamente su salud mental.

“Durante mucho tiempo el tema de la salud mental se ha vivido en silencio, con estigmas, de manera prejuiciosa, siendo que es parte esencial de la salud integral de toda la población. Si alguien está haciendo deporte y se fractura y se va a operar lo cuenta sin ningún problema…Pero si alguien estuvo internado en un hospital psiquiátrico, como yo, que estuve internado tres semanas en un hospital psiquiátrico voluntariamente, el solo hecho de decirlo como que provoca escozor”, dijo en septiembre pasado en la inauguración de un centro de salud primaria especializado en salud mental en la capital chilena.

Los desafíos pendientes

Pese a que en sectores del mundo académico y de la salud mental se ha valorado que el gobierno chileno tenga entre sus prioridades este tema, también advierten que hay muchos desafíos pendientes.

A la administración actual se le ha cuestionado por poner demasiado énfasis en el relato y no así en políticas públicas concretas.

“Aquí no ha habido ningún aumento significativo en inversión en términos de salud mental durante este gobierno. Y la atención psiquiátrica en el sector público sigue siendo bien miserable. Eso no ha cambiado en absolutamente en nada”, dice Llorca.

Esto último coincide con las conclusiones del último informe del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) de Chile, el que detectó que “en el sistema público de salud una mujer o un hombre adulto deben esperar 236 días -en promedio- para recibir atención psiquiátrica. Mientras que un niño, niña o adolescente tiene que esperar 292 días”.

“Se trata de situación que afecta la accesibilidad a ayuda, algo fundamental para garantizar el derecho a la salud mental”, agrega un reporte del organismo.

En su informe el INDH también advierte sobre el hecho de que “pese a los esfuerzos y compromisos del Estado de aumentar el presupuesto destinado a salud mental, existe poca claridad respecto de su progreso en relación con las necesidades existentes”.

En el 2025 el Estado de Chile destinó un 4,5% de su gasto público en salud a la salud mental, por debajo del 6% recomendado por la OMS, aunque por sobre lo que destinan en promedio los países a nivel mundial.

La académica de la Universidad de Chile y Directora del Centro Colaborador OPS/OMS para el Desarrollo, Capacitación e Investigación en Salud Mental, Olga Toro, ha advertido sobre los desafíos pendientes.

“Aun cuando se reconoce que hay más conciencia, persisten la barrera del estigma, el limitado reconocimiento de la participación de personas con experiencia vivida y los débiles mecanismos de coordinación intersectorial que disminuyen la efectividad de los esfuerzos públicos”, afirmó en octubre pasado.

Otro de los desafíos pendientes que reportan expertos es la falta de especialistas en el sistema de salud pública.

Un terapeuta ofrece una consulta psicológica a su paciente.
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Las causas del suicidio son múltiples, ya que incluyen factores sociales, culturales, biológicos, psicológicos y ambientales presentes a lo largo de la vida.

La subsecretaria Albagli asegura que la estrategia adoptada por el gobierno chileno ha tenido buenos resultados.

Para ella, poner el foco en el relato va en línea con la primera prioridad en materia de salud mental: terminar con el estigma social que lo rodea y que así las personas no teman a pedir ayuda.

De hecho, destaca que entre 2021 y 2025 la red pública de salud mental experimentó un aumento histórico en su actividad asistencial, con las prestaciones ambulatorias pasando de 3,2 millones en 2021 a 6,3 millones en 2024.

Asimismo, las hospitalizaciones psiquiátricas se incrementaron de 34.000 en 2021 a más de 50.000 en 2024.

Por otro lado, la autoridad recalca que el gobierno ha impulsado políticas específicas que han tenido resultados concretos. Entre otros, el establecimiento en 2023 de la Línea de prevención del suicidio *4141, la que opera 24 horas al día y ya suma más de 227.000 llamadas gestionadas y miles de personas conectadas con atención de salud.

Si tú o alguien de tu entorno piensa en el suicidio, busca ayuda. Puedes encontrar recursos de apoyo en este enlace.

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