
Sabemos que México es un país rico en biodiversidad y, de hecho, está entre las 17 naciones “megadiversas” del mundo. Y aunque no lo creas, la ciudad de México -este monstruo gigante de asfalto, edificios y contaminación- cuenta con flora y fauna silvestre que no vemos en todos lados y alberga un ecosistema como muy pocos: el pedregal.
Pensar en ecosistemas es, generalmente, evocar bosques, selvas, desiertos o tundras, pero Gabriela Jiménez Casas, bióloga del Instituto de Ecología de la UNAM, comenta a Animal MX que los pedregales ya son reconocidos como uno.
El Pedregal no solo es una colonia en la capital de México. En realidad, este ecosistema al sur de la CDMX es producto de la erupción del volcán Xitle, que sucedió hace unos mil 700 años y cubrió de lava desde las faldas del Ajusco hasta lo que hoy es la Avenida Miguel Ángel de Quevedo, en la alcaldía Coyoacán.
Para la bióloga Jiménez Casas, la zona del pedregal es fascinante y única, pues “se ha visto la evolución de la vida” con mucha claridad: de ser una zona de roca solidificada y sin rastros de vida, con el paso de los años se transformó en un lugar repleto de flora y fauna.
En el pedregal se desarrollaron dos diferentes comunidades vegetales. En la parte alta un bosque de coníferas, seguido de uno de encino. Y en la parte media un área donde abunda el llamado palo loco.
Y afortunadamente hay dos áreas naturales que funcionan como reserva y donde puedes observar estos dos lados del pedregal en la CDMX.

Dentro de Ciudad Universitaria, al sur de la CDMX, se encuentran 237 hectáreas que conforman un ecosistema único: la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel (REPSA).
Este sitio representa la tercera parte del campus universitario; sin embargo, no es una reserva continua: se divide en tres zonas núcleo y 13 zonas de amortiguamiento.
La académica Gabriela Jiménez menciona que todas las reservas cuentan con una zona núcleo de conservación donde nadie tiene acceso. “Tiene que permanecer así para permitir la evolución y conservación del ecosistema”, explica.
Originalmente, en este lugar abundaba el palo loco y aunque todavía persiste en la zona, ya no es tan dominante como antes.
La investigadora explica que no hay por qué preocuparse, pues la idea es que con el paso del tiempo, y si sigue su evolución natural, la zona se transforme “en un bosque mixto de encino y pino, así como el que se encuentra a la altura del km 10 sobre la carretera hacia el Ajusco”. Aunque nos recuerda que no nos tocará verlo, pues esa clase de cambio toma cientos de años.
Otras formas de ayudar: ’Fauna de la Ciudad de México’, el increíble proyecto para conocer a los animalitos chilangos
Dentro de la REPSA hay varios microambientes (planos, cavidades, grietas, cuevas) que permiten una mayor diversidad de especies de flora y fauna.
Se tienen registradas un promedio de mil 500 especies, pero es una labor titánica compilar los reportes de todas pues van de bacterias, hongos y plantas a animales como insectos, reptiles, anfibios, aves, mamíferos, entre otros.
Algunas de ellas son endémicas de México, eso quiere decir que su distribución se limita a nuestro país. Pues aunque haya poblaciones importantes en la zona del pedregal en la CDMX, también puede haber grupos en otras partes del país.
La bióloga Gabriela Jiménez nos ayudó a mencionar algunas de las más representativas de la REPSA.

Afortunadamente, es posible conocer estas y otras especies que habitan en la REPSA. Puedes agendar una visita guiada tanto en la reserva como al conocer el Jardín Botánico, pues de hecho la bióloga dice que es difícil saber dónde termina el jardín y dónde comienza la reserva.
Sin embargo, por el pico actual de casos de pandemia, estos recorridos se encuentran temporalmente suspendidos. Te recomendamos mantenerte al pendiente para conocer el momento en el que sean reactivados.
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Hay otra zona donde se puede admirar la diversidad del pedregal en la CDMX y donde también hay especies endémicas de México. Se trata de Ecoguardas, una de las tres sedes del Centro de Cuidado Ambiental que se ubica en el kilómetro 5.5 de la carretera Picacho Ajusco.
A diferencia de la REPSA, las 132 hectáreas que conforman esta Área Natural Protegida son abundantes en una vegetación de bosque de encino.
Jorge Eduardo Solórzano Rodríguez, Jefe de Unidad Departamental del Centro de Cultura Ambiental Ecoguardas, platica a Animal MX que las personas jamás esperan encontrar este tipo de espacio natural en medio de la urbe.
“Cuando nos llegan a visitar es muy interesante para ellas, porque es una experiencia muy agradable, pues aunque estamos dentro de la ciudad, una vez que entras a Ecoguardas como que se transforma el entorno”, comenta Jorge Solórzano.
Su principal objetivo es acercar a las personas con las especies de flora y fauna que aquí residen para generar conciencia sobre su cuidado y protección. Es por eso que en Ecoguardas hay varios talleres y cursos de capacitación.
Sin embargo, también está disponible un recorrido guiado por el sendero, donde nunca sabes cuándo podrías cruzarte con alguno de los habitantes de este lugar.
Como en la REPSA, pueden observarse cacomixtles y serpiente de cascabel, pero también hay otras especies como tlacuaches, serpiente de collar (que es inofensiva), pájaro carpintero, salamandras, y hasta han habido avistamientos de zorra gris.
Por la pandemia, los horarios de visita los tienen más limitados (de 10:00 a 17:00). Se recomienda hacer cita con anticipación el recorrido y lo puedes hacer a los teléfonos 5446-4503 o 5630-5364.

Por supuesto que es necesario tener programas que cuiden a las especies silvestres que habitan en la CDMX, pero Gerardo Ceballos González, Investigador Titular del Instituto de Ecología de la UNAM, nos recuerda que el primer paso para conservarlas es darle protección al lugar donde habitan.
Por eso, es importante cuidar y exigir que haya más áreas protegidas. “Siempre sería mejor que hubiera más bosques, más reservas; que se cuidara más los ambientes naturales”, señala el experto.
En la capital son famosos los programas que se encargan de rescatar los lagos y las especies que ahí residen (como el de Chapultepec y el de Xochimilco con los ajolotes), pero también hay que prestar especial atención al pedregal en la CDMX y a los bosques que rodean la ciudad.
Gerardo Ceballos recuerda que “proteger a estas especies y sus ambientes es una manera de mantener los beneficios que obtenemos de la naturaleza” y así lograr un equilibrio ambiental.
Por su parte, Jorge Eduardo Solórzano Rodríguez, del Centro de Cultura Ambiental Ecoguardas, señala que es fundamental el cuidado de estás áreas que forman parte de los pulmones de la ciudad. Pues además de ayudarnos a tener aire limpio, la vegetación de estos espacios también es muy importante para la recarga de mantos acuíferos.

Tanto Gabriela Jiménez, como Jorge Solórzano mencionan lo importante que es la cooperación de la gente para cuidar de estas áreas y reservas protegidas. Sobre todo al momento de NO introducir especies ajenas.
Ambos especialistas hacen mención al abandono de animales de compañía, pues a las personas se les hace fácil irlas a dejar a estos sitios o cerca de ellos. Pero su introducción puede ser una enorme amenaza para las que ahí residen.
Por ejemplo, Gabriela Jiménez hace mención del gato doméstico, que por naturaleza es un gran depredador y en la REPSA podría terminar con varias especies de roedores que nada tienen que ver con los ratones o ratas de alcantarillas.
Aunque claro, Jorge Solórzano nos recuerda que no es culpa de los animales. Sino una irresponsabilidad de las personas que deciden abandonarlos sin pensar en las consecuencias que puede tener tanto para ellos como para otros animales.

También es nuestra responsabilidad cuidar de la fauna silvestre que se nos cruce en nuestro camino. Uno de los casos que más preocupa a expertos es el del cacomixtle, pues sobre todo al sur de la ciudad, donde también hay zonas del pedregal que están urbanizadas, hay muchas apariciones de este mamífero y se les llega a confundir con ratas enormes o se piensa que son una gran amenaza hasta para animales domésticos.
La bióloga Gabriela Jiménez nos explica que en realidad son inofensivos, pues si acaso comen ratones muy pequeños. Principalmente se alimentan de desperdicios de plantas, frutas y raíces. Además una ventaja es que, aunque pueden tenerla, estos animales NO transmiten la rabia.
Finalmente, Gerardo Ceballos González nos recuerda que la conservación de la naturaleza y de estas especies “es una responsabilidad de nosotros, pues se ven amenazadas por nuestras actividades, pero paradójicamente al protegerlas y mantenerlas ayuda a mantener las condiciones que hacen mejor y más viable la vida en la ciudad.”

El número de adolescentes involucrados en el tráfico de drogas se ha cuadruplicado en ocho años, según datos del gobierno.
Advertencia: Este artículo contiene detalles explícitos de violencia.
Un grupo de niños vio el cuerpo de Adel camino a la escuela, justo cuando sus padres se dirigían a la comisaría para denunciar su desaparición.
Se reducía a una silueta grotesca y carbonizada, reclinada, con una rodilla en alto, como si estuviera tumbado, en una de las playas cercanas de Marsella.
Tenía 15 años cuando murió de una forma que aquí es habitual: un disparo en la cabeza, su delgado cuerpo rociado con gasolina y prendido fuego.
Alguien incluso filmó la escena en la playa, en la última de una escalofriante serie de asesinatos a tiros vinculados a la rápida evolución del narcotráfico en esta ciudad portuaria, cada vez más alimentado por las redes sociales y ahora marcado por actos de violencia aparentemente aleatorios y el creciente papel de los menores, a menudo obligados a participar en la venta de drogas.
“Ahora es un caos “, afirmó un pandillero escuálido, levantándose la camisa en un parque cercano para mostrarnos un torso marcado por las cicatrices de al menos cuatro balazos como resultado de un intento de asesinato por parte de una banda rival.
El Ministerio de Justicia francés estima que el número de adolescentes involucrados en tráfico de drogas se ha más que cuadruplicado en los últimos ocho años.
“He estado en una pandilla desde los 15 años. Pero todo ha cambiado ahora. Los códigos, las reglas… ya no hay reglas. Nadie respeta nada hoy en día. Los jefes empiezan… a usar a los jóvenes. Les pagan miserias. Y terminan matando a otros sin ningún motivo aparente. Reina la anarquía en toda la ciudad”, aseguró el hombre, ahora de veintipocos años, quien nos pidió que usáramos su apodo, El Inmortal.
Policías, abogados, políticos y organizadores comunitarios en Marsella hablan de una psicosis -un estado de trauma o pánico colectivo- que se apodera de partes de la ciudad, mientras debaten si contraatacar con una acción policial cada vez más contundente o con nuevos intentos para abordar la arraigada pobreza.
“Hay un ambiente de miedo. Es evidente que los narcotraficantes dominan y ganan terreno cada día”, declaró una abogada local, que pidió permanecer en el anonimato por temor a represalias contra ella o su familia.
“El Estado de derecho está ahora subordinado a las bandas. Hasta que no tengamos un Estado fuerte de nuevo, debemos tomar precauciones”, puntualizó, sobre su reciente decisión de dejar de representar a las víctimas de la violencia de las bandas.
“Ya no hay reglas”
Durante el verano, varias ciudades francesas impusieron toques de queda nocturnos a los adolescentes tras una oleada de violencia relacionada con el narcotráfico.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, mantuvo conversaciones el jueves para intentar responder a la crisis.
“Hay tanta competencia en el narcotráfico que la gente está dispuesta a todo”, aseveró el organizador comunitario Mohamed Benmeddour.
Y agregó: “Tenemos chicos de 13 o 14 años que vienen como vigías o traficantes. Los jóvenes ven cadáveres, oyen hablar de ellos, todos los días. Y ya no tienen miedo de matar ni de que los maten”.
El detonante de la actual psicosis en Marsella fue el asesinato, el mes pasado, de Mehdi Kessaci, un policía en prácticas de 20 años sin vínculos con el narcotráfico.
Se cree que su muerte pretendía ser una advertencia para su hermano, un destacado activista antipandillas de 22 años y aspirante a político llamado Amine Kessaci.
Bajo estrecha protección policial, Kessaci habló con la BBC sobre la muerte de Mehdi y la culpa que siente.
“¿Debería haber obligado a mi familia a irse de Marsella? La lucha de mi vida será esta lucha contra la culpa”, lamentó.
Amine Kessaci saltó a la fama en Francia en 2020 tras el asesinato de su hermano mayor, un pandillero llamado Brahim.
“Llevamos años con esta psicosis. Sabíamos que nuestras vidas pendían de un solo hilo. Pero todo cambió desde el covid-19. Los agresores son cada vez más jóvenes. Las víctimas son cada vez más jóvenes”, afirmó.
“Mi hermano pequeño fue una víctima inocente. Hubo una época en que los verdaderos matones tenían un código moral. No se mata de día. No delante de todos. No se queman cadáveres. Primero se amenaza con un tiro en la pierna. Hoy en día, todas estas reglas han desaparecido”.
Ante los actuales niveles de violencia sin precedentes, la policía francesa está respondiendo con lo que denominan “bombardeos” de seguridad en zonas de alta criminalidad de Marsella.
Aunque una banda, la DZ Mafia, parece dominar el negocio, opera una especie de sistema de franquicias con una red fragmentada de pequeños distribuidores, a menudo compuestos por adolescentes e inmigrantes indocumentados, que se enfrentan violentamente por territorio.
Según una estimación, hasta 20.000 personas podrían estar involucradas en el negocio de la droga en la ciudad.
El año pasado, las autoridades confiscaron a las bandas 42 millones de euros (unos US$49 millones) en bienes de origen delictivo.
Videos compartidos en redes sociales muestran habitualmente a miembros de las pandillas armados con rifles automáticos disparándose entre sí en las diversas cités de Marsella: barrios pobres caracterizados por edificios de gran altura y una gran concentración de viviendas sociales.
En una fría tarde de la semana pasada acompañamos a un grupo de policías antidisturbios armados en una de sus misiones habituales de “bombardeo”.
Los agentes se dirigieron a toda velocidad a un bloque de pisos en ruinas en sus furgonetas, mientras un joven pandillero que vigilaba la entrada huía a pie. Divididos en dos grupos, los policías corrieron por ambos lados del edificio intentando atrapar a los traficantes en las escaleras.
“El objetivo es desmantelar los puntos de venta de droga. Hemos clausurado más de 40… y hemos encerrado a mucha gente”, explicó Sébastien Lautard, jefe de la policía regional.
“Denle la vuelta”, ordenó un agente bruscamente, mientras su equipo acorralaba a un joven de 18 años contra una puerta.
En un sucio sótano cercano, la policía encontró docenas de viales y pequeñas bolsas de plástico utilizadas para distribuir cocaína.
Más tarde, un policía explicó que el joven detenido pedía ser arrestado, alegando que había llegado a Marsella desde otra ciudad y que ahora estaba retenido contra su voluntad y obligado a trabajar para una banda de narcotraficantes.
Los agentes se lo llevaron en una furgoneta.
“Esto no es El Dorado. Tenemos muchos jóvenes reclutados en redes sociales. Vienen a Marsella pensando que ganarán dinero fácil. Les prometen 200 euros (US$233) al día. Pero a menudo terminan en miseria, violencia y, a veces, la muerte”, declaró el fiscal jefe de la ciudad, Nicolas Bessone.
En su oficina, cerca del antiguo puerto de la ciudad, Bessone describió una industria que alcanza un estimado de 7.000 millones de euros a nivel nacional (unos US$8.200 millones) y se caracteriza por dos novedades: un creciente énfasis en el reclutamiento, la venta y la entrega a domicilio en línea; y un número cada vez mayor de adolescentes obligados a participar en el negocio.
“Ahora vemos cómo los traficantes esclavizan a estos pequeños soldados. Crean deudas ficticias para que trabajen gratis. Los torturan si roban 20 euros para comprar un sándwich. Es ultraviolencia. La edad promedio de los agresores y las víctimas es cada vez menor”, afirmó Bessone.
Instó a la población local a no sucumbir a la psicosis, sino a “reaccionar, a rebelarse”.
La abogada, que nos pidió que ocultáramos su identidad, describió un caso que ella había llevado.
“Un joven, que se negaba rotundamente a formar parte de una red, fue recogido después de la escuela, obligado a participar en el tráfico de drogas, violado, amenazado y su familia también fue amenazada. Se utilizan todos los medios para crear una fuerza laboral”, declaró.
En TikTok decenas de vídeos con música anuncian la venta de drogas en las cités de Marsella “de 10:00 a medianoche”, cada producto con su propio emoji: cocaína, hachís y marihuana.
Otros anuncios buscan reclutar nuevos miembros de bandas con mensajes como “se busca trabajador”, “250€ para vigilantes”, “500€ para transportar drogas”.
Para algunos políticos locales, la solución a los problemas de Marsella es el estado de emergencia y normas de inmigración mucho más estrictas.
“Hay que restaurar la autoridad. Necesitamos acabar con la cultura de la permisividad en nuestro país. Necesitamos dar más libertad y más poder a la policía y al poder judicial”, sentencia Franck Alissio, diputado local del partido populista de extrema derecha Agrupación Nacional (RN, por sus siglas en francés) y posible candidato a la alcaldía.
Aunque la antigua ciudad mediterránea de Marsella ha sido conocida durante siglos por su numerosa comunidad inmigrante, Alissio argumenta que “hoy en día, el problema es que ya no somos capaces de integrarnos económicamente ni asimilarnos. Hay demasiada inmigración. El problema es la cantidad (de inmigrantes). Y, de hecho, los narcotraficantes, los traficantes, los vigilantes, los líderes de estas mafias, son casi todos inmigrantes o extranjeros con doble nacionalidad”.
Es una afirmación controvertida y difícil de verificar en un país que se esfuerza por evitar incluir ese tipo de detalles en las cifras oficiales.
Alissio sostiene que los sucesivos gobiernos invirtieron miles de millones de euros en los barrios más pobres de Marsella sin ningún resultado. Culpa a los padres y a las escuelas por permitir que los niños se involucren en el narcotráfico, pero añade que su objetivo era “resolver el problema, no hacer sociología”.
Los partidos de extrema derecha han gozado durante mucho tiempo de un fuerte apoyo en el sur de Francia, pero no tanto en la diversa ciudad de Marsella. Críticos de RN, como la abogada cuya identidad hemos ocultado, acusaron al partido de “explotar la miseria y el miedo” y de culpar erróneamente a los inmigrantes de una “gangrena” generalizada en todas las comunidades de Francia.
Philippe Pujol, escritor local y experto en el narcotráfico en Marsella, también recibió protección policial tras el asesinato de Mehdi Kessaci el mes pasado.
“No estoy seguro de que haya una buena razón para este terror. Pero… el terror se está extendiendo. Prefiero tener miedo y ser precavido que correr riesgos innecesarios”, declaró.
Pero refutó las peticiones de una acción policial más contundente, argumentando que solo aliviaba los síntomas de una sociedad en crisis, en lugar de abordar las causas del problema.
Al describir la pobreza arraigada como un “monstruo”, Pujol pintó una imagen de una sociedad radicalizada por décadas de abandono.
“El monstruo es una mezcla de clientelismo, corrupción y decisiones políticas y económicas tomadas en contra del interés público”, opinó Pujol.
“Estos chicos pueden ser unos imbéciles cuando están en grupo, pero cuando estás a solas con ellos, siguen siendo niños, con sueños, que no quieren esta violencia”, aseguró.
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