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Qué debe llevar una mochila de emergencias en caso de inundaciones u otros desastres naturales
Qué debe llevar una mochila de emergencias en caso de inundaciones u otros desastres naturales
Fotos: Crisanta Espinosa Aguilar en Cuartoscuro y Erik Mclean en Unsplash
5 minutos de lectura

Qué debe llevar una mochila de emergencias en caso de inundaciones u otros desastres naturales

Con el inicio de la temporada de lluvias y ciclones tropicales es importante tener a la mano una mochila de emergencia en caso de que la comunidad en la que vivas tenga que ser evacuada y así, proteger a tu familia y a tus mascotas de compañía.
03 de junio, 2025
Por: Verónica Santamaría
@VeroSantamariaC 

La temporada de lluvias ya comenzó y por eso es importante prepararse con un Plan Familiar de Emergencia en caso de tener que salir de casa cuanto antes. Toma en cuenta que para este 2025, el Servicio Meteorológico Nacional pronosticó una temporada de lluvias y ciclones intensa.

Lino González Meneses, ingeniero biomédico con 22 años de experiencia en Protección Civil y que ha sido instructor en Protección Civil por el Centro Nacional de Prevención de Desastres y actualmente supervisor regional de Protección Civil del IMSS en el Estado de México Oriente, recomienda a Animal MX que aunque vivas en la costa, en la montaña o zonas urbanas, tengas siempre a la mano una mochila de emergencia.

“La mochila de emergencias debe contener un botiquín de primeros auxilios con materiales y medicamentos que ya sabemos que vamos a utilizar. Esa mochila trae identificaciones y papeles importantes que vamos a necesitar”, señala Gónzalez Meneses, también gestor de riesgos.

Mira: Qué significa cada color del Semáforo de Alerta por lluvias de Protección Civil

¿Qué es una mochila de emergencia para temporada de lluvia?

El especialista explica que una mochila de emergencias para temporada de lluvia es una herramienta para que las personas, junto con sus familias, estén preparadas y afronten un acontecimiento lo más rápido y seguro posible.

La mochila debe estar a la mano para tomarla en cualquier momento que se necesite, especialmente ante el impacto de un fenómeno.

De acuerdo con la Escuela Nacional de Protección Civil de la Coordinación Nacional de Protección Civil (CNPC), la mochila de emergencia te ayuda a sobrevivir en caso de no saber si es posible volver a casa después de un fenómeno.

No existe un modelo estándar para esta herramienta, pero la CNPC recomienda que se ajuste a la espalda para caminar a prisa y tener las manos libres. Además, no debe ser una mochila única, puede haber dos o más, dependiendo de las necesidades en tu familia.

Lino Gonzalez Meneses aconseja que cada integrante de la familia tenga su propia mochila y que no pese más de 8 kilos.

 

¿Qué debe contener tu mochila de emergencia?

Dentro de la mochila coloca todo lo que usarás junto con tus familiares en caso de una emergencia en esta temporada. Los esenciales que debe contener son:

  • Botiquín médico: debe estar diseñado, específicamente, para ti y tu familia con medicamentos que utilizan en casa. Incluso, aquellos fármacos que necesitan en caso de tener un tratamiento por enfermedad crónico degenerativa. Además, debe contener alcohol en gel, cubrebocas, asueros, analgésicos y desinflamatorios.
  • Material de curación: este material es importante para atender alguna emergencia que se presente al evacuar tu casa o el sitio en el vives. Puede incluir vendas, gasas, tijeras de curación, ungüentos, agua, agua oxigenada, merthiolate, cinta micropore, cinta adhesiva, guantes de latex, toallitas humedas, apósitos o algodón, suero en polvo, etc. 
  • Agua embotellada: el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) recomienda incluir en tu mochila agua purificada o hervida en envases con tapa.
  • Alimentos enlatados: deben ser los mínimos para sobrevivir, al menos, 24 horas, señala Lino Gonzalez Meneses. Estos alimentos pueden ser comida como atún, galletas, sardina, sopa instantánea, fruta deshidratada y que consuman en familia y que sepan que no desperdiciarán. Si en casa hay bebés o infancias, incluye leche en polvo que, preferentemente, esté en un envase nuevo y sellado. En caso de que no sea así, procura taparlo muy bien para que no se contamine.
  • Equipo de bolsillo: este equipo es básico y debe ser utilizado al momento de una emergencia, como una lámpara de batería recargable, un silbato, impermeables, cable para cargar el teléfono celular o pila externa.
  • Documentos importantes: deben ser los documentos de identificación de cada integrante de la familia, así como documentación de la casa en la que viven como escrituras. Estos son documentos oficiales invaluables que no se pueden recuperar tan fácilmente, como actas de nacimiento, título universitario, actas de nacimiento, acta de matrimonio y defunción, pasaportes, cartilla del IMSS, papeles agrarios, CURP, etc.
  • ¿Cómo transportarlos? Para protegerlos se recomienda sellarlos en una bolsa de plástico, si es que están impresos o en papel. Incluso, si lo prefieres, tenerlos dentro de una memoria USB o en la nube.
mochila de emergencias
Infografía: Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.

Te interesa: ¿Qué hacer antes, durante y después de un ciclón o huracán? Así debes armar tu plan de emergencia

¿Qué más debe incluir?

  • Dinero: este debe ser suficiente para comprar agua y comida. Pero también, en caso de requerirse, transporte.
  • Directorio de emergencias.
  • Herramientas básicas: pueden ser martillo, navaja, linterna, entre otras.
  • Mapa de la comunidad y croquis de tu casa, barrio y colonia.
  • Fotografías de tus familiares.
  • Manta térmica o cobija.
  • Toallas sanitarias, pañales para adulto o bebés.
  • Muda de ropa.
  • Útiles y colores: si en casa convives con infancias y adolescencias, incluye útiles ya que las actividades cotidianas ayudan a mantener la salud mental de los integrantes de la familia, en especial de niñas y niños. Por ello, agrega colores, libretas u hojas blancas para que puedan escribir o dibujar. Incluye juegos, muñecos y juguetes que le sirvan de entretenimiento y diversión. 

Revisa continuamente tu mochila

La Coordinación de Protección Civil recomienda revisar la mochila de emergencia, por lo menos, cada dos meses para verificar la caducidad de los alimentos y que las pilas, en caso de requerirse, funcionen.

En caso de que vivas con personas adultas mayores o con discapacidad, asignen a una persona de apoyo para cargar su mochila para protegerse en colectivo.

Recuerda incluir los horarios de cada toma en los medicamentos que utilicen con datos completos como nombre completo, alergias, enfermedades, tipo de sangre y la lista de medicamentos que consume y señala si necesita de un equipo de asistencia especial.

Lomitos y michis también son parte de la familia

¡No olvides a tus mascotas de compañía! Ellas también son importantes y forman parte de tu familia. Para cuidarlos incluye alimentos e información de identificación en tu mochila de emergencia o también puedes armar una específicamente para tu michi o lomito.

Es importante que le lleves comida, un traste para su agua, un juguete, una manta para que duerma, correa, su cartilla, medicamentos (si es que toma) y una fotografía.

mochila de emergencias mascota
Foto: @SGIRPC_CDMX en X

La CNPC advierte que en las emergencias, los perros y gatos llegan a estresarse, por ello se debe tener cuidado para no extraviarnos. Lo mismo ocurre con los animales de granja, sin embargo, estos pueden huir. Ante ello, no intentes detenerlos.

“La mochila de emergencia está diseñada para el usuario. Está diseñada para que esa persona sobreviva por 72 horas y, específicamente, para el área donde vivimos. Es como preparar tu mochila de campamento para irte tres días al cerro y saber que no tendrás contacto con nada, a eso nos referimos con una mochila de emergencia”, finaliza Lino Gónzalez Meneses.

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Imagen BBC
Pampa Clemesí: el poblado de Perú que vive sin luz eléctrica frente a una de las plantas solares más grandes de América Latina
15 minutos de lectura

Aunque existen planes de electrificación, el pueblo vive en penumbras e iluminado por linternas. Enfrente, miles de paneles solares abastecen de electricidad a casas mucho más alejadas.

15 de julio, 2025
Por: BBC News Mundo
0

Las primeras luces que percibe Rosa Chamami cada día cuando se levanta antes de que amanezca son las chispas del fuego que se encuentran con el cartón que alimenta un improvisado fogón de leña en el patio de su casa.

Los pedazos de cartón tienen impresos una leyenda: “Risen. Solar Technology”.

Son trozos de las cajas que sirvieron para transportar los 800.000 paneles solares que fueron instalados entre 2018 y 2024 en las dos plantas fotovoltaicas de Rubí y Clemesí. Ubicadas en la región de Moquegua, unos 1.100 kilómetros al sur de Lima, conforman el complejo solar más grande del Perú y uno de los mayores de América Latina.

Desde cierta distancia, las largas hileras de paneles solares engañan a los ojos y parecen una laguna. Rosa las puede ver desde el patio mientras prepara su desayuno, que esta mañana será mazamorra de quinoa.

Las puede ver porque la planta de Rubí está a 600 metros de su casa. Las puede ver porque los paneles son iluminados por lámparas blancas que contrastan con la oscuridad de su patio. Las puede ver porque en medio de ese conjunto simétrico de líneas sobre el desierto hay una estructura de oficinas y estaciones que generan luz.

“Debo cocinar en la madrugada porque en la noche es muy oscuro”, dice. “No puedo ver nada”.

Es oscuro porque en el poblado donde vive, Pampa Clemesí, no hay energía eléctrica.

Ninguno de sus 150 habitantes tiene suministro de luz.

Algunos cuentan con paneles solares donados por la empresa Orygen, la dueña de Rubí, pero la mayoría, sin recursos para instalar un panel con su batería y su alternador, realizan la mayoría de las actividades durante el día. En la noche, armados con pequeñas linternas, se limitan a habitar las tinieblas y poco más.

La madrugada de a poco comienza a dar forma a las viviendas de madera, a las calles polvorientas, a la casa de ladrillo de Rosa y allá, por encima de la línea que dibuja la carretera Panamericana, a los pasillos que forman los paneles solares perfectamente alineados.

“Ojalá la planta nos ayudase con la luz”, dice Rosa.

No es solo su ruego. Los otros habitantes del pueblo repiten el clamor desde que se instalaron en este lugar a principios de la década de 2000, después de intentar en otros lugares de la pampa.

Pedro Chará, de 70 años y uno de los vecinos de Rosa, vive acá desde esos tiempos. Mientras intentaba construir su casa, vio cómo se levantaba la enorme planta solar de Rubí, con 500.000 paneles a pocos metros de su vivienda.

“Algunas veces, después de tanto tiempo de esperar, de luchar por el agua y la luz, lo único que dan ganas es de morirse. Eso, morirse”, señala Pedro.

Una casas están enfrente de una larga fila de paneles solares que son parte de la planta solar Rubí.
BBC
La planta solar Rubí se puede ver desde distintos puntos del poblado.

El reclamo colectivo ni siquiera es nuevo. Y Orygen señala que la intención de llevar luz eléctrica a Pampa Clemesí está cada vez más cerca de ejecutarse.

“Nosotros nos unimos al proyecto del gobierno de llevar energía eléctrica a Pampa Clemesí y sacamos una línea exclusiva de energía eléctrica para ellos. Y además, dejamos lista la primera fase del proyecto de electrificación, que consiste en 53 torres de energía listas para funcionar”, le dice a BBC Mundo Marco Fragale, director ejecutivo de Orygen en Perú.

En el empeño de Orygen también se incluyó la instalación de cerca de 4.000 metros de cables subterráneos para llevar el suministro de energía hasta el poblado.

De acuerdo con Fragale, su parte del compromiso está completa tras una inversión cercana a los US$800.000. Desde el poblado se pueden ver ya los postes, pero la luz no llega.

Lo que resta, de acuerdo al plan oficial, es que el Ministerio de Minas y Energía tome la energía que sale de esta fila de postes de la central Rubí y realice la electrificación casa por casa. O sea, unos dos kilómetros de tendido de redes eléctricas.

Las obras deberían haber comenzado en marzo, pero hasta ahora no se ha visto ningún adelanto.

“Lo único que hicieron fue venir y dejar tirados los postes de luz”, cuenta Pedro y señala el lugar donde se acumulan unos cilindros de concreto macizo en mitad de la plaza principal del poblado.

Varias personas se reunen alrededor de una linterna en el poblado de Pampa Clemesí en el sur de Perú.
BBC
La gente se prepara para cenar iluminados apenas por una linterna.

Vivir sin luz

A los paneles les basta una caricia del sol para convertirse en energía eléctrica. Entre más luz, más energía.

Y este rincón del mundo es uno de los que mayor radiación solar tienen en el planeta. Está bendecido por unas 2.600 horas anuales de sol, una cantidad que está por encima de la que reciben, por ejemplo, Brasil o Argentina.

En Moquegua, la principal ciudad de la región y donde está ubicada la central Rubí, ese número llega a las 3.230 horas. Por eso se la conoce, desde hace décadas, como la capital del sol.

Cuando hacia finales de la década de 1990, el mundo comenzó a girar su mirada hacia las energías renovables, Perú sabía que si iba a buscar sacar provecho del sol, tenía que apostar por este desierto en el sur del territorio.

Rubí produce cerca de 440 GWh, suficientes para iluminar a 351.000 hogares peruanos. Pero no ilumina un asentamiento humano de 150 casas al otro lado de la carretera.

Rosa, sin embargo, huye del sol. Esa misma radiación que puede mover a un país es peligrosa para ella: sobre el desierto donde vive el índice de rayos ultravioleta se acerca a la marca de 16, la más alta, que puede producir desde sequedad hasta cáncer en la piel.

Ella ya estaba acá cuando la planta comenzó a funcionar. Su familia había sido parte de la oleada migratoria llegada desde Puno, una región ubicada en la frontera con Bolivia, para buscar terrenos durante la reforma agraria que impulsó el régimen de Juan Velasco Alvarado en los años 70.

Su primera tarea del día, esquivando el azote del sol, es salir a cargar el celular. Su casa, un cambuche con un cuarto para dormir y una cocina que también hace las veces de despensa, no tiene ningún enchufe.

Paneles solares de la planta solar El Rubí, en el sur de Perú.
BBC
La planta solar de Rubí genera energía eléctrica para unos 350.000 hogares en Perú.

“Es fundamental el teléfono. Yo no soy de aquí sino de Puno y necesito estar comunicada con mis familiares”, cuenta.

Entonces Rosa y otros vecinos comienzan una romería por las casas de quienes tienen al menos un panel solar en funcionamiento y les pueden compartir algo de energía.

Uno de ellos es Rubén Moquella. En su casa extensa de cuartos y patios, una cuadrilla de gallinas pintadas se pelea para poderse quedar con el espacio en el techo que dejan libres los paneles solares.

“La empresa donó hace algún tiempo paneles solares a la mayoría de los habitantes del pueblo”, señala. “Pero yo luego tuve que comprar la batería, el conversor y los cables y pagar la instalación”.

Rubén tiene en su casa otro objeto con el que otros vecinos solo pueden soñar: una nevera. Sin embargo, el panel no le brinda un suministro constante de energía. Apenas 10 horas, en el mejor de los casos.

“Por eso algunas veces debo desconectar la refrigeradora o solo dejar prendidas las luces exteriores… Y los días que amanece nublado no hay carga, así que no hay luz”.

La relación de Rubén con la planta Rubí se inició incluso antes de que ésta entrara en funcionamiento en 2018.

Como la mayoría de los habitantes de Pampa Clemesí, él llegó a este rincón de la costa desértica peruana con la promesa de tierras cultivables y solo después de mudarse se dio cuenta de que para cultivarlas necesitaban agua.

Pero no había.

Mientras resolvían esa carencia debía buscarse un trabajo para sobrevivir.

“Trabajé en la construcción de la planta. Después, cuando comenzó a funcionar me contrataron como uno de los encargados de limpiar los paneles solares”.

Ahora trabaja como jefe del almacén. Todos los días sale de su casa, se detiene al lado de la carretera Panamericana donde una camioneta lo recoge para llevarlo a la planta.

Aunque está al frente de su casa, la planta le provee el servicio de transporte para evitar que cruce la carretera -algo que está prohíbido en las leyes viales de Perú- y así no tiene que caminar tampoco los más de 500 metros que hay entre la portería de la planta y su puesto de trabajo.

Hace apenas unos minutos, un poco antes de que anochezca, esa camioneta lo ha dejado de regreso a pocos metros de la casa.

En el techo, donde las gallinas pintadas se acomodan para dormir rodeando el panel solar, se ve a la noche devorarse el pueblo pero, al fondo, se recorta un puñado de luces como si colgaran sobre un telón oscuro.

“Esa es la subestación eléctrica de la planta – dice señalando hacia el frente-, parece un pueblito iluminado”.

Mapa de Pampa Clemesí.
BBC

La revolución energética

Si hay un relato que une a los habitantes de Pampa Clemesí es que, cuando ellos viajan a casa desde distintas partes de Perú, los buses no se detienen allí porque el pueblo de noche no se ve.

Es un pueblo que no existe en la oscuridad.

Hace algunos años, para intentar solucionar ese problema, la firma italiana Enel (que posteriormente se convirtió en Orygen), constructora de Rubí, instaló unas torres que sirven de alumbrado público.

Unos sensores las encienden luego del atardecer, pero la oscuridad es tan densa que se traga los haces de luz y los únicos reflejos que sobreviven son los que iluminan el letrero metálico que dice “Asociación de Irrigación Pampa Clemesí”.

Varias casas hechas de madera o de ladrillo hacen parte del paisaje de Pampa Clemesí.
BBC
El poblado ha ido creciendo en los últimos años.

Pero no es el único pueblo del que los buses pasan de largo porque no se ven en la oscuridad.

La cobertura del suministro eléctrico en Perú llega al 96,2%, de acuerdo a los datos más recientes, por debajo del promedio de América Latina (de 98,6%) e incluso detrás de Bolivia, Ecuador y Colombia.

“En el Perú, de la forma en que está diseñado con sus normas y leyes, se ha dado un fenómeno donde se ha priorizado la rentabilidad. No se ha hecho el esfuerzo de conectar ciertas zonas que no tienen una densidad importante de población”, le dice a BBC Mundo el ingeniero Carlos Gordillo, experto en temas de energía de la Universidad de Santa María de Arequipa.

Gordillo aclara, con datos del ministerio de Minas y Energía, que a pesar de ello el país ha tenido un avance importante en la cobertura de energía eléctrica rural, que aumentó del 65% en 2017 al 86% a finales de 2023.

En varias declaraciones al respecto, el gobierno le dice a BBC Mundo que para el año 2026 se alcanzará una cobertura del 96% en las áreas rurales.

Perú, además, está en medio de una revolución de energías renovables: en 2024, la generación de energía eléctrica a partir de estas fuentes alternativas alcanzó los 425 GWh, un crecimiento del 96% en relación a 2023.

Y para que esa revolución ocurra, son fundamentales ciertos minerales, como el cobre. Debido a su alta conductividad, el “mineral estrella” de esta región es utilizado en la producción de turbinas eólicas y paneles solares. Y Perú tiene el título de segundo mayor productor de cobre del mundo.

Persona iluminada con una linterna mientras se sirve un té en el poblado de Pampa Clemesí, sur de Perú.
BBC
Los pobladores no cocinan de noche porque no tienen iluminación y el uso de velas o fogones de leña puede ser peligroso.

La oscuridad

Rosa apresura el paso. Quiere aprovechar los últimos rastros de luz para llegar a la casa de su tía.

Hoy le toca preparar a ella lo que será la cena para el grupo de vecinos que la acompaña por las noches: Pedro Chará y su familia, su tía Julia y María, una vecina que sin esta asociación solidaria no tendría qué comer.

En la cocina de la casa de la tía calientan una tetera en una estufa de gas. Su única fuente de luz es una linterna de baterías solares. La cena es mate con azúcar y unas tortas fritas.

“No hacemos mucha comida, tiene que ser rápido. Porque antes iluminábamos la cocina con velas para cocinar de noche pero a veces se quedaban prendidas o no las apagábamos bien y tuvimos varios accidentes. Entonces decidimos que hay que hacer cosas más simples”.

También cuenta que no comen mucha proteína porque no tienen cómo conservarla. En la cocina hay bultos de papas, apios, y una selección de charqui (carne seca) que ella toma y revisa, trozo a trozo. Toma un pedazo que está oscuro.

“Este voy a tener que comerlo ahora porque si no se va a dañar más y va a ser imposible comerlo”.

Ruben mira a un lado de la carrtera antes de atravesarla. Al fondo está el pueblo.
BBC
Rubén trabaja en la planta de Rubí y vive en Pampa Clemesí.

La falta de refrigeración es quizá el peor problema para los que no tienen acceso a los beneficios del panel solar.

La mayoría de los alimentos los deben conseguir en el día, pero en el pueblo, aunque hay varias tiendas, no hay un mercado de abastos y toca viajar unos 40 minutos de ruta a Moquegua u a otro poblado cercano para comprar víveres frescos.

“Pero no tenemos soles (dinero) para viajar todos los días en bus”, dice Rosa. “Así que se come solo lo que podemos conservar así, al ambiente”.

Y como el frío, el calor: otro de los problemas asociados a la falta de provisión eléctrica es la precariedad de los medios disponibles para cocinar y calefaccionar.

Es un problema que se extiende por la región. De acuerdo a la Corporación Andina de Fomento (CAF), los cerca de 15 millones de personas en América Latina que no tienen conexión estable a una red eléctrica deben recurrir a energías con alta emisión de carbono como la leña o el kerosene, que generan enfermedades por contaminación respiratoria.

Los vecinos, con su té con tortas, se sientan en ronda alrededor de la linterna. Hacen una oración en la que agradecen por los alimentos, la vivienda, la salud y hacen una solicitud de rutina: rezan por el agua.

Después cenan en silencio. Tanto que se escucha cómo mastican, el movimiento de las mandíbulas.

Son las siete de la noche y esa es la última actividad del día. En sus casas no hay televisión y no utilizan el celular porque quieren que les dure la carga al menos un par de días. Algunos tienen una radio a pilas.

“En nuestras casas la única luz es de linternas pequeñas que gastan poco, e iluminan poco también pero al menos nos sirve para saber dónde está la cama”.

– “Má, mira cuántas estrellas”, dice Raquel, la hija de Pedro que tiene 3 años y señala el cielo. Una multitud de destellos que se combinan con el firmamento oscuro sobre el desierto.

– “¿Y las puedes contar?”

– “¡Sí! Uno, dos, tres…”

La cuenta le llega hasta 20.

Los otros problemas de la vida a oscuras

Pampa Clemesí parece un depósito sobre la arena, una bodega a la que van a parar los sobrantes de la pujante planta al otro lado de la carretera.

Algunos de sus habitantes han utilizado las estibas que protegieron los paneles solares durante el viaje desde China hasta acá para hacer cercos con los que delimitan sus lotes.

Varias mujeres están sentadas prestando atención a una charla que se está dando en el pueblo.
BBC
En Pampa Clemesí viven entre 150 y 200 personas que han llegado de distintas partes de Perú.

También están las cajas de “Risen. Solar Technology” y unos carretes enormes de madera que sirvieron para tener enrollados los cables. Parece un poblado hecho con retazos de lo que quedó tras la construcción de la planta.

“Hemos aprovechado cualquier cosa que nos han dado de la planta”, confirma Pedro. “La madera que les sobra la hemos utilizado para hacer muebles y las camas donde dormimos”.

Es miércoles y hay un movimiento inusual.

El edificio sobre el que se sostiene el cartel metálico de la Asociación de Irrigación es también el salón de reuniones comunales. La mayoría de los vecinos ha sido convocada porque una empresa local quiere colaborar con el saneamiento del pueblo.

Porque además de que no hay luz, aquí tampoco hay acueducto o alcantarillado ni se recoge la basura.

El único servicio que provee el Estado es una pequeña escuela pública construida en un rincón del poblado a la que asisten ahora 10 niños y niñas. Es una caseta moderna, incluso con un pequeño coliseo de techo rojo donde los pequeños pueden jugar cuando está lloviendo.

La reunión tiene su pompa y protocolo. Arrimando varias mesas, todas diferentes entre sí, se arma la mesa directiva donde preside la reunión el vocero de una minera que trabaja en la zona, una representante del gobierno local y el presidente de la Junta de Acción Vecinal, David Guillermo.

Guillermo lleva más de la mitad de su vida transitando la Pampa. Llegó aquí a mediados de la década del 70, también desde Puno y en medio de la reforma agraria.

Esos migrantes, o sus descendientes que heredaron las tierras, representan todavía la mayoría de los habitantes de Pampa Clemesí, un paraje llamado así porque durante la guerra entre Chile y Perú los soldados chilenos pidieron aquí clemencia al ejército peruano para no ser ejecutados.

Postes de luz grises
BBC
Los postes de luz para la electrificación de Pampa Clemesí yacen en un espacio abierto del poblado.

“Y desde que llegamos estamos luchando para volver cultivables estas tierras”, rezonga Guillermo.

Pero el paisaje acá dista mucho de ser un oasis verde y pródigo de cultivos.

Es una manta gris donde las casas marrones y amarillas parecen dados que alguien lanzó desde el cielo. Las parcelas están delimitadas por mojones de rocas y las calles que las separan están indicadas con llantas viejas que los vecinos se van encontrando abandonadas en la carretera.

“La única manera de traer agua hasta acá es con carros cisternas, pero el agua es muy cara. O pagamos para volver cultivable las tierras, o pagamos para sobrevivir nosotros”, continúa su reclamo Guillermo.

La mayoría de las casas tienen al lado un tanque marca Fotoplas, regalados por la empresa eléctrica, donde almacenan el agua que logran comprar cada tanto, porque el metro cúbico puede llegar a costar unas seis veces más de lo que valdría el suministro mediante un acueducto normal.

“Aquí no hay ni centro de salud. Si nos enfermamos, nos toca ir a Moquegua”, lamenta Pedro Chará. “Yo prefiero morirme, pero ni el coronavirus nos vio”.

La pandemia del covid-19 tuvo un efecto devastador en Pampa Clemesí, pero no porque haya habido infecciones. Ante la crisis sanitaria en Perú (fue el país con el mayor porcentaje de muertos per cápita de la región), muchas personas que vivían allí optaron por regresar a sus lugares de origen.

El poblado pasó de unos 500 habitantes a los menos de 200 que tiene actualmente, de los cuales muchos pasan apenas temporadas aquí y se emplean en labores estacionales de cosecha en distintas partes del país.

Pero muchos han venido a la reunión de este miércoles.

Después de leer el acta, la representante del gobierno local anuncia que, para ayudar con el saneamiento del pueblo, se va a entregar a cada jefe de hogar un rastrillo, una pala y unas bolsas de basura. También piensan traer basureros de distintos colores con el ánimo de comenzar un sistema de reciclaje.

“Si hubiera electricidad, todos volverían”, opina Pedro. “Nosotros nos quedamos porque solo nos queda eso, pelear. Pero si aquí hubiera luz al menos, la gente vendría de nuevo y sacaríamos todo esto adelante”.

Una leve brisa pasa por encima de Pampa Clemesí y alborota la arena de las calles. Una capa de arenisca cubre los postes de luz de la plaza principal, un monumento de piedra olvidado. La brisa recuerda que la tarde está arribando.

Que pronto no habrá luz.

Niños juegan por las calles del pueblo.
BBC Mundo
Aunque la población ha disminuido en los últimos años, sus habitantes piden servicios básicos como electricidad y saneamiento.

Los que tienen panel solar deberán esperar hasta que salga el sol para tener luz en casa. Los demás, hasta cuando llegue la electricidad.

La reunión de los vecinos termina y todos salen con las palas y rastrillos en mano. Llevan el optimismo colectivo de esa promesa de un poblado mejor. Llevan así años.

El atardecer aparece sobre la llanura del desierto y, como ayer, Rosa y Pedro se preparan para otra noche sin luz.

¿Cuál es la razón por la que no se van de aquí?

“Por el sol”, responde Rosa.

“Acá siempre tenemos el sol”.

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