Como diría la artista Tokischa: Ser perra está de moda (ah-ah-ah, de moda), es tendencia nacional (ah), pasarela de bellacas, estilazo sexual, y el perreo hasta el suelo y el disfrute hasta el cielo. Mucho se habla (y critica) sobre si el reggaeton y sus letras explícitas son incompatibles con el feminismo: que si el género urbano cosifica a las mujeres, que si es misógino, que si violenta la dignidad.
La discusión es extensa, no solo de adentro hacia afuera (cñoros reclamando, por ejemplo), también dentro de las mismas corrientes feministas. Sin embargo, en tooooda esta discusión hay un punto clave en la que las mujeres feministas que les gusta el perreíto hasta el suelo convergen: el propio disfrute y el reencuentro con la cuerpa (sí, así, en femenino).
Échale un oclayo a: El reggaeton también puede ser feminista: el caso de Becky G, Natti Natasha y más reguetoneras
Y pasa seguido que, más allá de las letras, parece que el verdadero problema es lo que la gente supone de las mujeres que bailan o hacen reggaeton. En cuanto admitimos que nos gusta, se asumen muchas cosas de nuestra sexualidad y vida privada.
“Siento que, de las muchas maneras de agredirnos que existen, ésta es una forma que se ha utilizado para señalarnos y desprestigiarnos: «escuchan esa música y… ¿son feministas? ¡Si están hablando de su cuerpo, que son objeto de deseo!»”, reclama André Cravioto (ella/elle), artista multidisciplinarie chilanga, además de compositore y música.
Pero esta idea de que el reggaeton no cabe en el feminismo en parte está impulsada por el propio movimiento, dice Ariadna Estévez, investigadora de la UNAM, quien hace una crítica muy puntual al respecto.
“Se asumen cosas entre las feministas y se generaliza lo que es y lo que debiera ser la sexualidad de las mujeres; sobre todo, de las heterosexuales”, comenta la experta que se hizo viral por su curso Reggaeton como resistencia al colonialismo estadounidense y masculinidad suave como capital sexual: el fenómeno Bad Bunny.
Aunque el feminismo busca liberar a las mujeres en distintas esferas y niveles, hay una parte del movimiento que todavía invisibiliza la sexualidad y la trata como algo privado, tabú, de lo que no deberíamos hablar ni expresar.
Pensar que las mujeres no disfrutan del sexo es caer en los mismos discursos moralizantes que el feminismo busca combatir. El reggaeton ha permitido encontrar ese espacio de goce y liberación.
Un ejemplo de ello es el Perreo intenso (o combativo) que se realizó en Puerto Rico el 24 de julio de 2019 para exigir la renuncia de Ricardo Roselló.
Aquí hay dos cosas que Ariadna Estévez resalta:
El reggaeton había sido criminalizado por décadas en el país, incluso habían tratado de ilegalizarlo. “Las mujeres no habían perreado con confianza en público -sin que fuera visto como una desobediencia- en 20 años”, cuenta.
Y algo muy poderoso: “la idea de apropiarse de tu propio cuerpo, moverlo en lo que se considera inmoral y solamente disfrutarlo para ti, y que ese disfrute sea tan político, que derroque gobiernos me parece hasta mágico”.
Ante el surgimiento del reggaeton mismo y el disfrute del cuerpo femenino, André propone hacer un cambio en el cuestionamiento.
Más allá del ¿por qué a las feministas les gusta el reggaeton?, “la pregunta real detrás es: «¿por qué las morras, feministas o no, pueden gozar tan libremente de su cuerpo y su sexualidad?». Creo que es la pregunta disfrazada”.
Para entender un poco más de su contexto histórico, Ariadna Estévez, nos explica que este ritmo originalmente nació en Panamá bajo el nombre de dembow. Luego llegó a Puerto Rico donde encontró su mayor cuna, pero desde un inicio empezó a criminalizarse porque se bailaba y se hacía en los caseríos (barrios pobres) del país.
“Se empezó a relacionar con industrias ilegales, como el narco, y se le empezó a perseguir”, explica. Empezó a haber redadas en bares y discotecas para llevarse a gente que bailara reggaetón.
Por estas razones, detalla Ariadna, las mujeres no podían (o querían) verse conectadas a nada que tuviera que ver con el reggaeton. “Incluso a las bailarinas que llegaban a salir en los videos musicales se les acusaba de pornografía“.
Con eso en cuenta, no sorprende que las mujeres no quisieran relacionarse a éste ni cómo audiencia, ni como artistas.
Había casos escasos, como Ivy Queen (empezó como solista en 1996) que, de acuerdo a Ariadna Estévez, ella misma ha contado en entrevistas que trataba de verse y actuar masculina para encajar en la industria de ese tiempo.
Fue hasta por ahí del 2009 – 2010, cuando el reggaeton llegó a Colombia, que las mujeres realmente empezaron a despegar y a explorar las letras de una forma distinta.
Para André, música y compositore, también es importante señalar que muchos de los prejuicios al reggaeton tienen una base clasista y racista.
“La parte clasista y barrial del género es un punto de partida: no se pusieron a señalar las rolas de los Beatles, AC/DC, o Metallica, por mencionar algunos, porque son vatos privilegiados, cis, blancos. Ellos no vienen del barrio y la pobreza“, explica.
“Pero llega algo gestado en el barrio, sin tantos recursos, que causa un impacto en la industria musical —que es enorme y capitalizable—, obviamente a partir de ahí se espantan: ya de ahí hay un susto, ahora pon a mujeres a bailar eso y ¡qué está pasando!”.
André cita a Emma Goldman, la libertaria feminista de la primera mitad del siglo pasado (y queda como anillo al dedo): Si no puedo bailar, no es mi revolución.
“Tiene un montón de sentido esa frase en este contexto: bailar es parte de hacer ruido, sentirte escuchada y vista, es salir de este cristal en el que se nos pone con nuestra sexualidad, con nuestro cuerpo”.
Además, hay algo bien interesante: la reapropiación de espacios.
“Las mujeres somos la esencia del reggaeton”, dice André y explica que desde siempre se ha hablado del cuerpo, del movimiento, de la sexualidad (y sexualización) de las mujeres en el reggaeton. Sí, es verdad, solo que ahora son las propias mujeres y disidencias quienes se están adueñando del género, de las letras y del discurso de las mismas.
Ariadna coincide: “el reggaeton es sexo y quitarle eso es deslactosarlo por completo”.
Sin embargo, no hay duda de que la cultura del reggaeton está cambiando y que la intención de muchas artistas es seguir transformándolo.
Karlo G, Farina, Ms Nina, Tomasa del Real, Nati Natasha, Tokischa son tan solo algunas de las reggaetoneras que ya hablan de la sexualidad desde el punto de vista de las mujeres en el género musical
También esta escena se ha abierto a nuevas identidad y diversidades sexuales como Villano Antillano, artista transfeminista; o Chocolate Remix, proyecto argentino de reguetón lésbico y feminista.
Incluso está el caso de Bad Bunny, quien plantea una masculinidad diferente dentro del reggaetón.
“Ya no nos espantamos porque la gente crea que somos sexys, sino que decimos con mucha seguridad: SÍ. Creo que eso es lo que saca de onda a las personas”, afirma André.
Y como dice Ivonne Buenrostro, maestra de twerk a quien en la academia de danza se le marcaba lo que sí es válido de lo que no, lo que sí es arte y lo que no: “puede ser muy liberador bailar reggaeton. Puede llevar a descubrirte y conectar contigo y otras morras que están en este proceso de sanar a partir del cuerpo“.
Estados Unidos tiene desplegados unos 40 mil militares y civiles en una decena de países de la región, que operan bases, sistemas de defensa aérea, aviones de combate y buques de guerra.
Estados Unidos cuenta con una importante fuerza militar en Medio Oriente, con tropas en más de una decena de países y navíos desplegados en las aguas de la región.
Estas bases albergan actualmente a unas 40.000 personas, entre militares y civiles, además de sistemas de defensa aérea, aviones de combate y buques de guerra.
Tras el ataque de Estados Unidos a tres instalaciones nucleares en Irán, estas bases se han convertido en potencial objetivo de las represalias iraníes, cuyo gobierno ya advirtió de que se “reserva todas las opciones” para responder.
La presencia estadounidense en la zona, que durante las guerras de Irak o Afganistán llegó a contar con más de 160.000 soldados desplegados, había sido reforzada el año pasado por las tensiones entre Israel e Irán y para responder a los continuos ataques de los hutíes de Yemen a navíos comerciales y militares en el mar Rojo.
Pero en los últimos días, en previsión de los ataques y para proteger al personal en caso de una respuesta a gran escala por parte de Teherán, Estados Unidos había pedido la salida voluntaria de dependientes de militares de las bases regionales.
En total, EE.UU. tiene instalaciones militares en al menos 19 emplazamientos en la zona, ocho de ellos considerados permanentes por muchos analistas regionales: Arabia Saudita, Bahréin, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Irak, Israel, Jordania, Kuwait, Qatar y Siria.
Según el instituto independiente de investigación Council on Foreign Relations (Consejo de Relaciones Exteriores), el ejército estadounidense también utiliza grandes bases en Yibuti y Turquía, que forman parte de otros mandos regionales pero que a menudo contribuyen de forma significativa a las operaciones estadounidenses en Medio Oriente.
A continuación te explicamos cómo son las principales bases de EE.UU. en la zona, todas ellas bajo el Mando Central del ejército estadounidense (CENTCOM, por sus siglas en inglés).
Este pequeño reino alberga la sede de la Quinta Flota de la Armada de Estados Unidos, responsable de las fuerzas navales estadounidenses en el golfo Pérsico, el mar Rojo, el mar Arábigo, y la costa de África del este hacia el sur hasta Kenia.
Las instalaciones se conocen como Naval Support Activity Bahrain (Actividad de Apoyo Naval de Bahréin), y albergan también el cuartel general del Comando Central de las Fuerzas Navales de EE.UU.
Unos 9.000 militares estadounidenses están desplegados en este país insular.
Varios navíos de la Armada estadounidense tienen sede en el puerto de Bahréin, que cuenta con aguas muy profundas que permiten la entrada de barcos de gran calado, como los portaaviones UUS Carl Vinson y otros.
Entre ellos hay cuatro buques antiminas y dos buques de apoyo logístico. La Guardia Costera estadounidense también tiene buques en el país, incluidas seis lanchas de respuesta rápida, según AFP.
Kuwait es de los países que cuenta con más bases militares estadounidenses en la región.
Entre ellas está el Campamento Arifjan, sede del cuartel general avanzado del componente del CENTCOM del ejército estadounidense. Esta instalación sirve de núcleo operacional y de logística para las fuerzas armadas de EE.UU. en Medio Oriente, con grandes reservas de material para abastecer a las distintas operaciones.
También se encuentra en Kuwait la base aérea Ali al-Salem, que alberga la 386ª Ala Expedicionaria Aérea, “el principal centro de transporte aéreo y puerta de enlace para el despliegue de potencia de combate a las fuerzas conjuntas y de coalición en la región”, según AFP.
Además, Estados Unidos también tiene drones, entre ellos los MQ-9 Reaper, en Kuwait.
Solo en el Campamento Arifjan y la base aérea Ali al Salem, el ejército de EE.UU. tiene desplegados a unos 13.500 militares, según el Departamento de Estado estadounidense.
La base de Al Udeid, en Qatar, es la mayor de toda la región, alberga un cuartel general avanzado del Mando Central de Estados Unidos (CENTCOM), así como de sus fuerzas aéreas.
Al Udeid ha sido fundamental para las operaciones que en el pasado ha llevado a cabo el ejército de Estados Unidos en Irak, Siria y Afganistán.
Allí está también desplegada la 379.ª Ala Expedicionaria Aérea de la Fuerza Aérea de EE.UU.
El presidente Donald Trump la visitó le pasado 15 de mayo durante la gira que realizó por Medio Oriente.
En los últimos días, Washington había retirado decenas de aeronaves de las pistas de Al Udeid, como mostraron imágenes satelitales, lo que hizo sospechar que los había movido para protegerlos de eventuales ataques iraníes en respuesta por una intervención estadounidense.
De una cuarentena de aviones, entre ellos Hércules C-130 de transporte y aviones de reconocimiento, que podían verse en imágenes publicadas por Planet Labs el pasado 5 de junio, solo quedaban tres aeronaves dos semanas después, según AFP, que pudo analizar las imágenes.
En Qatar hay desplegados unos 10.000 soldados estadounidenses.
El ejército estadounidense cuenta con la base aérea de Al Dhafra, en Emiratos Árabes Unidos (EAU), una base estratégica dedicada al reconocimiento, la recopilación de inteligencia y el apoyo a las operaciones aéreas de combate.
La base alberga el Ala Expedicionaria Aérea 380 de EE. UU., una fuerza compuesta por 10 escuadrones de aeronaves y que también incluye drones como los MQ-9 Reapers.
Estados Unidos llegó a tener hasta 160.000 soldados desplegados en Irak en más de 500 bases en el país durante la invasión que derrocó a Sadam Hussein y que duró de 2003 a 2001.
Hoy, sin embargo, hay estacionados unos 2.500 militares estadounidenses en el país, y Washington negocia con el gobierno de Bagdad su retirada progresiva.
Estos militares forman parte de la coalición internacional que combate al grupo yihadista Estado Islámico, y lo hacen principalmente desde dos bases aéreas, la de Al Asad y la de Erbil, en el Kurdistán iraquí.
Estas bases, así como otras menores que siguen abiertas en el país, han sido objetivo de ataques de grupos aliados de Irán desde que se iniciara la guerra en Gaza en octubre de 2023.
La presencia militar de Estados Unidos en Siria está también vinculada a la lucha contra el Estado Islámico, que surgió de la guerra civil que estalló en 2011 en el país y que acabó por ocupar grandes prociones de territorio en Siria e Irak.
El ejército de EE.UU. tiene unos 2.000 militares en varias bases en el país, que trabajan con las fuerzas de seguridad locales para prevenir un resurgimiento del grupo yihadista.
En junio Washington anunció que reduciría el número de bases militares que opera en el país de ocho a una, y que cambiarían su políticas con respecto a Siria “porque ninguna ha funcionado”.
Trump decidió levantar las sanciones a Siria de forma inesperada el pasado mes de mayo, y su gobierno se ha mostrado dispuesto a dialogar con el nuevo líder de facto del país, Ahmed Sharaa, cuya milicia logró derrocar a Bashar al Assad a finales de 2024.
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