Gabriela Mistral
Seix Barral Biblioteca Breve
Santiago, Chile, 2009
pp. 321
El diario inicia con un Voto que dice: “Lo mejor y lo peor que he recibido en mi larga vida está en unos Cuadernos que se leerán a mi muerte. Entonces sabrán los míos -de allá adentro- muchas cosas, y entenderán mi ausencia del país” y termina con un Colofón donde la autora plantea: “He contado todo para ustedes por si cualquier día mi salud, curiosamente inestable, da una sorpresa. Sean ustedes mi lengua viva de muerta”. Estos textos son claves para entender el contenido, pero también el sentido de estos cuadernos.
La obra es una recopilación de notas y cartas escritas por Lucila Godoy (1889-1957), verdadero nombre de Gabriela Mistral, que hizo el escritor Jaime Quezada (1942). El tono del texto es el de un diálogo intimista, el propio de un diario, pero que se quiere, a su fallecimiento, lo conozcan los demás. Estas notas introspectivas inician en 1905 y terminan en 1956, pocos meses antes de su muerte en enero de 1957. Abarcan un período de 51 años, comienzan cuando tiene su primer trabajo como maestra rural en La Serena y finalizan en Nueva York, donde era cónsul de Chile.
Mistral se expresa con total libertad, la que sólo se obtiene cuando se escribe para sí mismo, y así podemos conocer de sus miedos, debilidades, dudas, enemistades, ofensas, decepciones, incomprensiones, rencores, amores, amistades, pero también de su soledad y problemas económicos. El texto deja ver a una escritora que se siente ofendida e incomprendida por sus compatriotas. Estuvo fuera de Chile 25 años.
Quezada ha armando los textos, todos originales pero que estaban dispersos, de manera que permiten trascender los clichés, que se han hecho, sobre la figura de Mistral, para dejar que se muestre el ser humano de carne y hueso. No hay lugar a las idealizaciones, pero tampoco a la descalificación. Están presentes las luces y las sombras propias de toda persona con sus grandezas y miserias.
A lo largo de los años está siempre presente la relación con su entorno familiar. Se mantiene en contacto con él aunque esté lejos de su país. Hay información importante sobre el vínculo con su madre, de la que se hace responsable económicamente, y también de la preocupación que tenía por sus hermanas y el impacto que le causa el suicidio de su sobrino Yon Yin (Juan Miguel) con el que tenía una estrecha relación.
Somos también testigos de sus encuentros y valoraciones que hace de personajes como José Vasconcelos, que la llevó a trabajar a México, Giovani Papini y La historia de Cristo, Román Rollando y su Juan Cristóbal, Pablo Neruda y su obra. Nos enteramos de su relación con Stefan Zweig y el suicidio de éste y su joven esposa en Brasil, que le toca muy de cerca. Se expresa de manera abierta su admiración por su amigo y protector Pedro Aguirre Cerda, que después, en 1938, será presidente de Chile.
La educación, ella fue inicialmente una maestra rural, es tema constante en los cuadernos. De manera particular la que se debe dar a las mujeres. Estaba convencida que sólo a través de la educación, éstas iban a romper con los papeles tradicionales que la sociedad les asignaba y podrían entonces ocupar, como ella lo hacía, nuevos sitios. En 1905 escribe: “Instrúyase a la mujer. No hay nada en ella que le haga ser colocada en un lugar más bajo que el del hombre”. Está también presente su preocupación por la naturaleza, los indígenas, el americanismo y la política de su país, pero también del mundo.
El material que organizó Quezada está escrito en prosa y consta de notas, recados, apuntes y cartas. La poeta siempre cuidó con esmero sus textos en prosa, por pequeños que éstos fueran. En estos cuadernos la escritura es clara, sencilla y elegante. Mistral obtuvo el premio Nobel de Literatura en 1945.
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