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Convento del siglo XVI de La Habana, Cuba
Lo que quiso decir
Lo que quiso decir
Rubén Aguilar Valenzuela: Socio fundador de Afan y Asociados, S.C. Doctor en Ciencias Sociales. Profesor... Continuar Leyendo
8 minutos de lectura

Convento del siglo XVI de La Habana, Cuba

El convento se funda en 1575 y la iglesia se termina en 1591. En 1719, el edificio original se demuele por el mal estado en el que se encontraba. El actual conjunto se levanta entre 1731 y 1738. A partir de 1842, con las leyes de desamortización de los bienes del clero por la corona española, el edificio vive todo tipo de usos y junto con ellos de daños.
11 de mayo, 2025
Por: Rubén Aguilar

La Habana, Cuba

Convento del siglo XVI de La Habana, Cuba
Convento de San Francisco en La Habana. Foto: Rubén Aguilar

 

El conjunto conventual de San Francisco es parte de la declaratoria del Centro Histórico de La Habana, Cuba, como Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1982.

Historia

En 1575, la Orden de Frailes Menores (OFM) funda este conjunto conventual, cuando el cabildo otorga licencia para que los franciscanos se instalen en la Villa de San Cristóbal de La Habana.  En 1591 se concluye la iglesia. A partir de 1647, el rey otorga a los frailes autoridad de conferir grados menores en latín, arte y teología.

En 1719 el edificio original se demuele e inicia la construcción de uno nuevo que se levanta entre 1731 y 1738, obra que se atribuye a fray Juan Romero, que es el que ahora vemos. En 1739 lo consagra el obispo franciscano Juan Luis Lazo de la Vega y Cancino.

La iglesia sirvió de cementerio a la mayor parte de la nobleza colonial de los siglos XVII y XVIII. En 1762, cuando las tropas inglesas toman la ciudad la usaron para sus servicios religiosos y ahí instalaron una logia masónica.

En 1842 fueron promulgadas las leyes desamortizadoras de los bienes del clero por la corona española, entonces inicia un largo período de transformaciones del edificio, que trae como resultado la desaparición de incontables valores que se encontraban en el lugar.

El convento se destina como almacén y oficina del Archivo General y vivienda para empleados de la aduana. En 1850, después del paso del ciclón de 1846, se demolieron el ábside y la cúpula de la Iglesia, debido al mal estado en que se encontraban.

Este recinto se mantuvo virtualmente abandonado en buena parte del siglo XIX. En 1907, luego de la independencia, se destina a la Dirección General de Correos y Telégrafos. En 1916 se transforma para acoger la Dirección General de Comunicaciones, luego ministerio. En 1941 y en 1944 se le hacen restauraciones, a cargo del arquitecto Julio Alemany.

Al triunfo de la Revolución, se le da la categoría de museo de Historia Colonial y se incorporan objetos históricos de carácter religioso a su colección. Después de la declaración del centro histórico como Patrimonio Cultural de la Humanidad, la iglesia se convierte en sala de conciertos.

Entre 1992 y 1995 se llevó a cabo una profunda labor de restauración e investigación arqueológica auspiciadas por la Oficina del Historiador, que marcan el inicio de la recuperación del edificio y da lugar a nuevos usos.

Descripción:

  1. Iglesia

Exterior

Convento del siglo XVI de La Habana, Cuba
Foto: Rubén Aguilar.

La fachada de la iglesia da a la calle de Oficios. El estilo es barroco. El material de la construcción es cantera conocida como jaimanitas, una piedra del litoral.

La fachada – portada tiene dos cuerpos y tres calles. Al centro, sobre esa estructura, se levanta la torre.  El primer cuerpo tiene tres calles divididas por columnas. En la del centro un arco de medio punto, que es la entrada principal, y a los lados dos arcos de medio punto, de menor dimensión, que son las entradas a las otras naves de la basílica.

En el segundo cuerpo también tres calles. En la del centro la ventana coral, que es un arco de medio punto, y en la parte superior un relieve con la imagen de la Inmaculada Concepción. En las calles laterales nichos con las imágenes de san Francisco de Asís y santo Domingo de Guzmán.

La torre es un diseño del arquitecto José Arcés y se levanta en el último tercio del siglo XVIII. Tiene 42 metros de alto. Cuenta con dos cuerpos y un remate. El primer cuerpo es un rectángulo que, al frente y en la parte posterior, tiene dos niveles de arcos de medio punto. A los dos lados de la estructura también dos niveles con arcos de medio punto.

El segundo cuerpo tiene arcos de medio punto en cada uno de sus cuatro lados. El remate es una cúpula con arcos de medio punto y luego un capulín. Sobre esta, la imagen de san Francisco de Asís. El huracán de 1846 le arrancó la cabeza.

La iglesia tiene un portón lateral que da sobre la Plaza de San Francisco, frente a la Fuente de los Leones, que se enmarca en un frontón de varios planos de profundidad abierto en su parte superior para recibir una hornacina.

Interior

Convento del siglo XVI de La Habana, Cuba
Foto: Rubén Aguilar.

La planta es una basílica de tres naves. La dividen arcos de medio punto, que se apoyan en columnas cruciforme. En la parte superior, en cada uno de los seis tramos que tiene la nave central, hay ventanas cuadradas y otras que son óculos. El techo abovedado es de aristas.

El ábside y la cúpula, que se demuelen en 1850, han sido recreados con una pintura de ilusión (trompel’oeil), producto de la restauración del inmueble (1990-1994). Esta pintura sirve de fondo al óleo de la Santísima Trinidad de José Nicolás de la Escalera (siglo XVIII), y a un Cristo en la Cruz, talla en madera polícroma (siglo XVIII), regalo al convento del conde de O’Reilly.

Convento del siglo XVI de La Habana, Cuba
Foto: Foto: Rubén Aguilar.
Convento del siglo XVI de La Habana, Cuba
Foto: Rubén Aguilar.
  1. Convento

Hay dos claustros, norte y sur. Entre estos unos arcos trilobulados dan acceso a la escalera, de grandes proporciones, que los comunica.

Claustro norte

Convento del siglo XVI de La Habana, Cuba
Foto: Rubén Aguilar.

El claustro tiene tres niveles. El patio es de forma cuadrada y al centro hay una fuente y tiene árboles. El claustro bajo cuenta con tres arcos de medio punto en cada uno de sus lados. Son de cantera. Las columnas que lo sostienen son muy elaboradas. Al frente de estas hay otras columnas, que son contrafuertes. El techo de los corredores es abovedado.

Convento del siglo XVI de La Habana, Cuba
Foto: Rubén Aguilar.

El claustro intermedio tiene arcos de medio punto de mampostería en cada uno de sus lados. El tercer claustro, el más alto, está cubierto por una pared de mampostería, en cada lado tiene cuatro ventanas. Los techos de estos dos niveles son de viga y tablas de madera.

Convento del siglo XVI de La Habana, Cuba
Foto: Rubén Aguilar.
Convento del siglo XVI de La Habana, Cuba
Foto: Rubén Aguilar.

Claustro sur 

En este claustro se encontraba la portería y la portada del convento. El material es de cantera. La forma es cuadrada con tres niveles. Al centro del patio una fuente. El claustro bajo tiene cuatro arcos de medio punto en cada uno de sus lados, que se sostienen en columnas de capiteles toscanos. En el claustro intermedio arcos de medio punto alargados y de mayor dimensión. Se sostienen en columnas con capiteles toscanos.

Convento del siglo XVI de La Habana, Cuba
Foto: Rubén Aguilar.

El claustro más alto, el tercero, tiene cuatro arcos de medio punto en cada uno de sus lados, que se sostienen en columnas de capiteles toscanos. Son de menor dimensión que los arcos de los otros dos claustros.

Convento del siglo XVI de La Habana, Cuba
Foto: Rubén Aguilar.
  1. Capilla de la Tercera Orden

En 1608, contigua a la iglesia, se levanta la capilla de la Tercera Orden de San Francisco dentro del propio edificio con entrada independiente, que ceden los frailes. Se encontraba al extremo sur del edificio, lindando con el callejón de Churruca. Esta capilla desapareció al demolerse la crujía anexa al callejón, que contenía uno de los brazos del crucero.

Los miembros de la Tercera Orden, en 1678 compraron una franja de terreno en el extremo sur del propio convento, para edificar una capilla digna. Era conocida también con el nombre de la Santa Veracruz, de ella salía, los viernes de cuaresma, la procesión del Vía Crucis que, por la calle Amargura, que llegaba hasta el humilladero, después, iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje.

Por ser una asociación seglar, la capilla de la Tercera Orden no quedó incluida en la ley de desamortización, y sus miembros la siguieron utilizando hasta que se trasladaron a otro emplazamiento, anexo al convento de San Agustín, donde se habían ido los franciscanos, después de perder su convento.

  1. Jardín Madre Teresa de Calcuta

En 1999 en el espacio donde estuvo el ábside y la cúpula del crucero de la iglesia, que da a la calle de San Pedro (Avenida del Puerto) se ha convertido en un área ajardinada dedicada a la madre Teresa de Calcuta.

Comentario

Convento del siglo XVI de La Habana, Cuba

El convento se funda en 1575 y la iglesia se termina en 1591. En 1719, el edificio original se demuele por el mal estado en el que se encontraba. El actual conjunto se levanta entre 1731 y 1738. A partir de 1842, con las leyes de desamortización de los bienes del clero por la corona española, el edificio vive todo tipo de usos y junto con ellos de daños.

En 1941 y en 1944 se le hacen restauraciones, una de ellas por el arquitecto Julio Alemany. Entre 1992 y 1995, la Oficina del Historiador realiza un profundo proceso de restauración. Es cuando la iglesia se convierte en una sala de conciertos y el convento en Museo de Arte Sacro.

La fachada barroca es de buena factura y tiene personalidad. Llama la atención la manera como se diseña la torre, que forma parte de la fachada-portada. La iglesia toda es de cantera conocida como jaimanitas, una piedra del litoral. Al lado izquierdo de la iglesia se abre la Plaza de San Francisco y a esta da la puerta lateral.

El interior de la iglesia, toda de cantera, con sus enormes arcos y columnas, los techos abovedados y las ventanas con vidrios de color ocre crean un espacio muy bello. El trabajo de restauración es muy bueno y acertada la idea de la pintura de ilusión (trompel’oeil), producto de la restauración, para simular el ábside y la cúpula destruidas en 1850.

Los dos claustros tienen tres niveles. En el primero solo el claustro bajo, que cuenta con arcos de medio punto, es de cantera y los otros dos de mampostería. En el segundo los tres niveles son de cantera con arcos de medio punto y columnas con capiteles toscanos. De los conventos del siglo XVI en la Nueva España no hay ninguno que tenga tres niveles.

Cada uno de los claustros tiene su propio encanto. En los dos patios hay fuentes, árboles y plantas. Uno de los claustros está en reparación y solo lo pudimos ver desde una puerta. De ahí le tomamos fotografías. De la construcción original del siglo XVI no queda nada. Disfruté mucho la visita. En 1997 pienso que estuvimos en la iglesia, pero no en el convento.

***

Fuentes consultadas:

  • Notas de las visitas
  • Reseña histórica del Convento San Francisco de Asís, Opus Habana, Vol. III, No. 3-4, 1999, pp. 4-15.

Visitas:

1994; 2024.

 

 

 

 

 

 

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Imagen BBC
5 momentos en la vida de José “Pepe” Mujica relatados por él mismo y un pedido para su muerte
9 minutos de lectura

El expresidente uruguayo sobre sus tiempos de guerrillero, su fuga de una prisión por un túnel, cómo conoció a su esposa, la tortura y el retorno a la libertad.

13 de mayo, 2025
Por: BBC News Mundo
0

José Mujica escuchó con buen humor las disculpas: la entrevista se extendió por casi dos horas, bastante más tiempo de lo previsto.

“Yo no tengo la culpa si tuve una vida que es una novela”, comentó luego, con una leve sonrisa cómplice.

La charla transcurrió el 7 de abril de 2023, un día soleado del otoño austral.

Mujica estaba dentro de un pequeño cuarto precario instalado frente a su casa en la zona rural de Montevideo, un lugar donde abundan el aire limpio, los cantos de pájaros y los ladridos de perros.

Con 87 años de edad entonces, Mujica rememoró para el podcast Witness History de BBC World Service varias etapas de su vida, todas previas a ser electo presidente de Uruguay en 2009 y volverse una figura reconocida de la izquierda latinoamericana a nivel internacional.

Los recuerdos incluyeron sus años de lucha armada en el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), la guerrilla urbana uruguaya que en las décadas de 1960 y 1970 practicó asaltos, secuestros y ejecuciones influida por la revolución cubana y el socialismo.

En aquel tiempo los tupamaros usaban la violencia contra un gobierno constitucional, por lo que muchos los responsabilizan por el espiral de violencia que condujo al golpe de Estado militar de 1973, aunque según Mujica había en Uruguay una “democracia enferma” que reprimía cada vez más e iba hacia una dictadura inevitable como en otros países en la región.

El hombre apodado “Pepe” también sostuvo que nunca llegó a matar a alguien. “Yo no tengo ningún asesinato. De pura casualidad, pero no tengo ninguno”, dijo durante la entrevista.

Narró episodios como su fuga con otros 105 tupamaros y algunos presos comunes de la cárcel montevideana de Punta Carretas en 1971 por un túnel, un hecho impactante que llevó al gobierno a transferir de la policía a los militares el comando del combate a la guerrilla.

También se refirió a su período más largo y duro en prisión, así como al recuerdo de su primer encuentro con Lucía Topolansky, quien mucho después se volvería su esposa y en 2010 lo investiría como presidente por ser la senadora más votada, una vieja tradición en Uruguay.

Lo que sigue es un resumen de cinco de esos momentos en la vida de Mujica, relatados por él mismo, junto a un pedido que indicó para su muerte.

1. Cuando cayó baleado. Marzo, 1970

En esa época yo era el jefe militar de una columna (del MLN-T). Estábamos preparando una operación que al final se hizo legendaria.

Había un grupo económico en Uruguay que guardaba riqueza clandestinamente para eludir impuestos. Tenía reservas en monedas de oro, libras esterlinas… Teníamos la información y estábamos preparando esa operación (para robarlo).

Estábamos en un café con compañeros legales, que no eran clandestinos. Llegó una patrulla y ahí anduvimos a los tiros. Traté de resistir y recibí algunos balazos en el suelo a causa de los cuales perdí el bazo, me hirieron el páncreas y fui a dar a un hospital militar que estaba muy cerca.

Me operaron. Y yo no sabía nada: el que me operó era un médico compañero que yo ni conocía. Fue una desgracia con suerte.

José Mujica al ser liberado de prisión en 1985
AFP
La cárcel y el regreso a la libertad fueron dos de los momentos que marcaron a José Mujica.

2. La fuga de prisión por un túnel. Septiembre, 1971

La primera fuga, que se llamó “El Abuso”, está precedida por un montón de intentos.

La idea era que los compañeros de afuera de la cárcel hicieran un túnel hacia adentro. Pero tuvo enormes inconvenientes que causaron alarmas y la hicieron peligrar.

En esas condiciones surgió la idea de intentar un túnel de adentro de la cárcel hacia afuera. Pero había que solucionar una multitud de problemas. Uno de ellos: ¿cómo agujerear las paredes en una cárcel vieja de ladrillos enormes, muy duros?

Nos enteramos por los presos comunes que las paredes se serruchan con una cadena. Hicimos un primer ensayo en la celda en que yo estaba con otros compañeros. Robamos una cadena de los baños, hicimos un agujerito de un lado al otro y empezamos a serruchar. Pero las cadenas no resistían. Entonces decidimos cortar por la mezcla, el material más blando, con los alambres de las camas.

Mediante sobornos, convencimos a algunas autoridades para que las requisas fueran una mirada desde afuera y nada más.

Estábamos en un piso arriba y el piso de más abajo era de presos comunes. Necesitábamos atravesar las paredes de tal manera que se sacaban unos paneles cuadrados y se ponían.

Entrada de la vieja cárcel de Punta Carretas en Montevideo.
Fotógrafos municipales / Centro de Fotografía – Intendencia de Montevideo
La cárcel de Punta Carretas en Montevideo alojaba en 1971 presos comunes y guerrilleros, entre los que estuvo Mujica.

Hacíamos entrar portland blanco (un tipo de cemento) entreverado con harina. Con eso hacíamos un revoque que después ensuciábamos con café y yerba, para que quedara con la impresión general que tenían las celdas. Entonces estábamos en condiciones de sacar los pedazos y comunicarnos.

Habíamos logrado convencer a un preso común que estaba abajo, a partir de cuya celda íbamos a iniciar el túnel hacia afuera, con la promesa de que cuando lográramos la libertad también lo íbamos a llevar. Y así fue.

Fue una obra que llevó más de un mes. Organizamos a los compañeros más fuertes para que fueran haciendo el túnel. Tuvimos que solucionar el problema del aire con unos fuelles que fabricamos.

Cuando llegamos al cimiento había que bajar más y ahí nos encontramos con un pedazo de roca que nos trancó. El plan estuvo a punto de fracasar, pero logramos superarlo. Y atravesamos la calle.

Sacábamos la tierra en bolsitas y la íbamos poniendo debajo de las camas. Quedamos casi atorados de tierra, pero disimulamos.

Pudimos aprontar la infraestructura para una noche determinada en la que los compañeros tenían que ocupar las casas de enfrente, por donde íbamos a salir.

Vista del interior de la vieja cárcel de Punta Carretas.
Fotógrafos municipales / Centro de Fotografía – Intendencia de Montevideo
Las celdas de Mujica y otros tupamaros estaban en pisos elevados de la cárcel de Punta Carretas.

Teníamos algunos compañeros que eran ingenieros que inventaron un aparato para podernos guiar bajo tierra. Le erramos por un metro más o menos al lugar por donde teníamos que salir.

Los compañeros que ocuparon la casa, con un estetoscopio, averiguaban los golpes.

Estábamos contentos, pero muy preocupados. Esto estuvo acompañado con una fiesta que hicieron otros compañeros en una parroquia que había al lado, con baile y todo, que distraía.

Paralelamente en otro extremo de la ciudad, en La Teja, los compañeros que estaban afuera hicieron una cantidad de operaciones que tenían la función de tratar de llevar el aparato policial hacia los disturbios, para que hubiera menos capacidad represiva en la zona donde estábamos.

Salimos en dos camiones que se habían conseguido en una barraca.

3. El encuentro con su futura esposa. Septiembre, 1971

Lucía Topolansky y José Mujica en 1999
Getty Images
Mujica y Topolansky se conocieron antes de ir presos durante más de una década por integrar el MLN-T y se juntaron tras recuperar la libertad, en 1985.

A mi esposa la conocí la noche que nos escapamos de la cárcel. Ella estaba con la gente que apoyaba desde afuera. Habían ocupado una de las casas en las cuales nosotros emergimos de abajo de la tierra para salir de la cárcel luego de haber hecho el túnel.

La vi casi accidentalmente y seguimos la vida.

Era una estudiante avanzada de arquitectura que trabajaba en una financiera paralela de un banco. Era muy bonita y joven.

Dentro de los trabajos que tenía en la financiera, la mandaban con un bolso de dinero a algunas avionetas que paraban en Carrasco. Era un negocio de economía financiera clandestina. Y decidió denunciarlo.

Pero el banco estaba muy conectado a los intereses de un ministro de Economía de la época. Se dio cuenta que los recursos legales que se podían hacer iban a fracasar y decidió pasarle la información a los tupamaros.

Unos compañeros fueron a esa oficina. Se llevaron un montón de documentación e hicieron la denuncia pública. Los dueños de la financiera no tuvieron mejor idea que hacer un incendio para tratar de disimular la cosa. Fue un escándalo.

Yo fui preso de vuelta y me volví a escapar. Esta segunda fuga fue al revés: un túnel de afuera hacia adentro.

Y nos encontramos una noche en que andábamos muy perseguidos. Yo ocupaba un cargo de relativa dirección y ella tenía contactos con parte del aparato clandestino.

Los humanos, aunque no lo sabemos, cuando vivimos una atmósfera de peligro donde está en juego a cada paso la libertad y la vida, nos aferramos al amor porque la naturaleza biológica nos lo impone.

Y nos juntamos una noche, en la costa de un arroyo.

3. La cárcel y la tortura. Agosto, 1972 – Marzo, 1985

Estuve en una especie de sótano muy húmedo en un cuartel de (la ciudad de) Paso de los Toros años después, cuando ya habían dado el golpe de Estado los militares.

Recuerdo que mantenía seis, siete ranitas en el calabozo. Les ponía un vasito con agua, para que se bañaran. Ranitas de zarzal.

Allí fue donde registré que las hormigas gritan cuando tú las agarras y las pones en el tímpano de la oreja.

Mujica junto a otros expresos tupamaros al ser liberados en marzo de 1985.
AFP
Mujica (izquierda) fue uno de los “nueve rehenes” tupamaros que la dictadura militar uruguaya amenazaba con matar si la guerrilla actuaba.

Era como un corredor largo. En la parte de adelante siempre había un guardia, que caminaba de un lado al otro. Una larga escalera salía a un lugar donde estaba la guardia de soldados. Cuando había que ir al baño teníamos que llamar y nos llevaban.

En esa época, cada siete u ocho meses nos cambiaban de cuartel. Aprendimos una cosa: siempre se puede estar peor. Yo estuve siete años sin poder leer, sin libros, sin nada.

Muchos plantones y torturas varias al principio. Todo es relativo.

Por ejemplo, en el cuartel de Minas, cuando me sacaron de la cárcel y empezaron el peregrinaje por los cuarteles, estuve seis meses atado con alambre, esposado atrás. Tenía que pasar el día sentado en un banquito contra la puerta, en un calabozo.

Ahí me enteré que estaba cayendo Saigón en la guerra de Vietnam.

5. La liberación. Marzo, 1985

Yo salí en la primera tanda de compañeros, dos días antes, porque los que no tenían delitos de sangre salimos primero.

Pero salí con una misión: tenía que conseguir un local para que nos pudiéramos juntar. Y así fue.

Fui a mi casa, le di un abrazo a mi madre y salí inmediatamente a conseguir ese local. Logramos un convento en el cual nos juntamos y estuvimos casi un mes, donde decidimos lo que íbamos a hacer en esa etapa.

La noche que salí habían liberado a las compañeras también. Y alguna mano amiga la trajo (a Lucía) a mi casa. Nos dimos un abrazo y nos juntamos hasta hoy.

Su perra Manuela y un pedido

José Mujica durante su entrevista con el podcast Witness History, de BBC World Service.
BBC
Mujica durante su entrevista con el podcast Witness History, de BBC World Service.

Manuela vivió 22 años. Es un récord. Se murió de vieja y está enterrada debajo de un secuoya. Cuando yo me muera, les he pedido que me calcinen y que me entierren ahí.

La vida es hermosa. Y triunfar en la vida es levantarse y volver a empezar cada vez que uno cae, en todos los órdenes.

El único milagro que hay es haber nacido. Por lo tanto, hay que darle una causa al milagro de haber nacido.

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BBC

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