Home
>
Analisis
>
Invitades
>
Carita mata Zoom: reconocernos en los otros para defender el medio ambiente
Blog invitado
Blog invitado
Espacio de análisis, blogueo y... Continuar Leyendo
5 minutos de lectura

Carita mata Zoom: reconocernos en los otros para defender el medio ambiente

La creación de espacios de intercambio y aprendizaje es indispensable para combatir la crisis climática, pero lo que siempre me marca es lo que sucede al margen. En los huecos del Uber compartido, la fila de espera, el café de la mañana, la cerveza de la tarde. Cuando la alcaldesa y el director son personas que comparten sus historias y frustraciones. No las que contaron sobre el pódium hace un rato, sino las que los marcaron, las que hicieron la diferencia y en las que otros se reconocen.
28 de diciembre, 2025
Por: Luli Pesqueira / WWF

Esta navidad recibí a 32 personas en mi casa para celebrar Navidad. Cada uno trajo algo –comida, bebida, postres, luces de bengala– y los niños intercambiaron regalos. Locura total.

Para mí, la magia de las navidades de mi infancia era ir de casa en casa y encontrar siempre un espacio preparado. No solo el espacio físico, con las decoraciones y la comida, sino la atmósfera y condiciones para todos se sintieran bienvenidos. Ahora yo soy la adulta responsable (¡plop!), intento hacer lo mismo para los míos.

Crear espacios, sean formales o informales, en el campo personal o profesional, implica cosas parecidas. Hay que decidir quién participa, qué rol tiene, cómo es la dinámica y cuál es el resultado esperado. A partir de ahí, el organizador distribuye tareas, facilita y crea las condiciones.

Espacios y más espacios

Mucho de mi trabajo en WWF consiste precisamente en crear espacios de intercambio y aprendizaje. A veces entre actores de distintos sectores y el gobierno local de una ciudad con algún fin común, otras veces para agrupar actores para que usen su poder colectivo y movilice alguna una agenda específica.

También he participado en la creación de espacios donde actores en posiciones similares intercambian experiencias; en los que grupos distintos enfrentados a una problemática común se unen para buscar soluciones, o en los que expertos en un tema aportan su visión y experiencia a procesos de formulación de políticas públicas.

En todos estos casos, la planeación y coordinación del proceso formal es muy importante, pues garantiza que todas las partes y sus intereses sean reconocidos, que los participantes conozcan sus responsabilidades y se involucren activamente en el proceso. Pero en el camino he descubierto también la importancia de crear otros espacios, adicionales a los espacios de participación formal. Estos espacios informales o alternos –como la casita de Bad Bunny– sirven para nivelar el piso, crear confianza y reconocernos como personas.

En el caso de la Navidad familiar, mis espacios no oficiales van desde los subgrupos de chat donde solo algunos participan en la planeación del intercambio o las actividades, hasta las pláticas en la cocina mientras se preparan las botanas o más tarde durante los viajes exprés al Oxxo porque se terminó el hielo. Y qué decir del recalentado al día siguiente; post fiesta, post Santa y con mucho qué comentar. En el argot profesional, el defrief.

En mi trabajo en WWF, los espacios más recientes que me tocó crear fueron los intercambios planeados e improvisados con alcaldes y líderes locales de Latinoamérica y Sudáfrica en el Foro de Líderes Locales, que congregó en Rio de Janeiro en noviembre a casi 3,000 líderes subnacionales de todo el mundo para mostrar cómo la acción local impulsa el progreso climático global. Ahí, una vez más pude ver cómo los pares se reconocen, intercambian y comparten orgánicamente. En español, inglés, portuñol, entre risas y gestos universales.

Otros espacios

Desde hace años, WWF fortalece la participación de líderes de gobiernos locales en las negociaciones formales entre los países que son parte del Acuerdo de París, comprometiéndose a limitar el calentamiento climático. Cada año movilizamos recursos para asegurar la participación de gobernadores, alcaldes y personas directivas de empresas de países del sur global en las Conferencias de las Partes o COP de cambio climático organizadas por la Organización de Naciones Unidas.

Y tan valiosa es la participación de nuestros socios líderes locales en los eventos formales –y la posibilidad de inspirarse al escuchar en vivo a rockstars climáticos como Gavin Newsom (gobernador de California), Helder Barbalho (gobernador de Pará), Sadiq Khan (alcalde de Londres) y Anne Hidalgo (alcaldesa de París)– como lo es en las sesiones de intercambio que organizamos y los espacios de convivencia informal que surgen.

Este año nuestra delegación, conformada por alcaldes y directivos de sustentabilidad de ciudades de América Latina como Cayma (Perú), San Vicente y Buenos Aires (Argentina), Guadalajara (México) y Puerto Arenas, Vitacura y Coyhaique (Chile), entre otros, participó en mesas redondas y sesiones de intercambio con la finalidad de compartir experiencias y fortalecer la agenda climática de su localidad.

Tuvimos cuatro sesiones interesantes y exitosas sobre alineación de compromisos nacionales (NDC) y planes locales, integridad climática, contaminación plástica y participación subnacional en la conservación de ecosistemas clave en Latinoamérica. Pero lo que siempre me marca es lo que sucede al margen. En los huecos del Uber compartido, la fila de espera, el café de la mañana, la cerveza de la tarde. Cuando la alcaldesa y el director son personas que comparten sus historias y frustraciones. No las que contaron sobre el pódium hace un rato, sino las que los marcaron, las que hicieron la diferencia y en las que otros se reconocen.

Ahí conectamos y trazamos la ruta. No la ideal, sino la posible. Logramos, por ejemplo, acordar una meta colectiva para las cinco ciudades –Ixtlahuacán de los Membrillos (México), Renca (Chile), Cayma (Perú), La Paz (México) y Puerto Barrios (Guatemala)– que se han comprometido a reducir la contaminación plástica y su fuga al medio ambiente antes del 2030. Carita mata Zoom. Lo que no habíamos logrado en varias reuniones virtuales, lo zanjamos en una sentada.

Mi rol en estos contextos lo he visto traducido en inglés como pastoreo (shepherding) y así lo tomo: guío, espero y arreo según sea necesario. Tiene toques glamorosos porque a veces puedo viajar y conocer gente importante, pero para crear espacios también hay que ser guerrera y hacer mucha talacha: escribir programas, mandar recordatorios, perseguir gente, revisar que la cafetera esté prendida y la computadora conectada al proyector, tomar notas, moderar la discusión y cuidar el tiempo.

Pero la friega y el estrés valen la pena. Como en las navidades, todos acabamos cansados y empachados, pero nos vamos con algo nuevo y algo inesperado. El mundo se nos hace más grande, pero también más claro cuando nos reconocemos en los otros, sean los primos, los colegas o los alcaldes del fin del mundo.

* Luli Pesqueira es coordinadora senior de Acción Climática en WWF México.

Lo que hacemos en Animal Político requiere de periodistas profesionales, trabajo en equipo, mantener diálogo con los lectores y algo muy importante: independencia
Tú puedes ayudarnos a seguir.
Sé parte del equipo
Suscríbete a Animal Político, recibe beneficios y apoya el periodismo libre.
Iniciar sesión

Registrate
Suscribete para comentar...
Imagen BBC
Somalilandia, el territorio que declaró su independencia hace más de 30 años y que solo Israel reconoce como nación soberana
7 minutos de lectura

Abordamos la curiosa historia de este territorio del tamaño de Nicaragua y hogar de unos 3,5 millones de personas considerado toda una rareza en el cuerno de África.

27 de diciembre, 2025
Por: BBC News Mundo
0
Bandera de Somalilandia
Getty Images

Este territorio semidesértico con un tamaño similar al de Nicaragua proclamó su independencia en 1991.

Sin embargo, pasados más de 34 años desde aquella accidentada declaración, Somalilandia no había sido reconocido como Estado por ninguna otra nación.

Esto cambió este viernes, cuando Israel se convirtió en el primero en reconocerlo formalmente como país independiente

El presidente de Somalilandia, Abdirahman Mohamed Abdullahi, calificó la declaración del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu como un “momento histórico”.

La decisión fue condenada, sin embargo, por los ministros de Asuntos Exteriores de Somalia, Egipto, Turquía y Yibuti, quienes en un comunicado afirmaron su “rechazo total” al anuncio de Israel.

El reconocimiento israelí podría alentar a otras naciones a seguir su ejemplo, lo que fortalecería la posición diplomática de la región independentista y su acceso a los mercados internacionales.

Abordamos la curiosa historia de este territorio de 137.600 km² y hogar de unos 3,5 millones de personas considerado toda una rareza en el cuerno de África.

mapa
BBC

El origen

Ubicada entre Etiopía y Somalia -Estado del que oficialmente forma parte- Somalilandia fue un protectorado británico hasta su independencia el 26 de junio de 1960.

Pero esa autonomía le duró poco, ya que cinco días después se fusionó con la Somalia italiana, también recién independizada. Fue una unión de la que muchos somalilandeses se arrepintieron apenas se concretó.

Las diferencias con sus vecinos del sur comenzaron casi inmediatamente después de que el Parlamento aprobara la ley que fundó la República de Somalia.

De hecho, el 20 de julio de 1961, un año después de la creación del nuevo Estado, se celebró un referéndum para redactar una nueva Constitución. A pesar del rechazo mayoritario de los somalilandeses, el texto salió adelante, convirtiéndose en la carta magna de la naciente república.

Y menos de una década, el país colapsó.

En 1967 Abdirashid Ali Shermarke fue elegido presidente y designó al somalilandés Mohamed Haji Ibrahim Egal como primer ministro.

Pero a los dos años, el presidente murió a manos de su guardaespaldas, en lo que fue un golpe de Estado liderado por el general Mohamed Siad Barre, quien se hizo con el poder.

Así fue como Somalia se transformó en la República Democrática de Somalia.

Soldados somalíes entrenan en Jijiga durante la guerra del Ogadén (1977), un conflicto ligado a las aspiraciones territoriales de la Somalia unificada tras la fusión con Somalilandia, que terminó en 1978 con la recuperación etíope del territorio.
Getty Images
Soldados somalíes entrenan en Jijiga durante la guerra del Ogadén (1977), un conflicto ligado a las aspiraciones territoriales de la Somalia unificada tras la fusión con Somalilandia, que terminó en 1978 con la recuperación etíope del territorio.

“Dejaré edificios, pero no gente”

El gobierno de facto de Siad Barre acentuó el descontento en Somalilandia e impulsó el deseo de muchos somalilandeses de tomar un rumbo diferente.

Aquel polémico militar marxista-leninista no sólo causaba disgusto en Somalilandia, sino en todo el país, y ese malestar desencadenó una revolución.

“Cuando me vaya de Somalia, dejaré edificios, pero no gente”, prometió Barre a finales de la década de los 80.

Y un informe encargado por las Naciones Unidas y publicado a principios de este siglo, determinó que “el crimen de genocidio fue concebido, planeado y perpetrado” por el gobierno somalí contra el pueblo isaaq en el norte de Somalia entre 1987 y 1989.

En esa época, la fuerza aérea somalí efectuó bombardeos a gran escala en Hargeisa, capital de la declarada República de Somalilandia, matando a miles de civiles y destruyendo parcialmente la ciudad.

Después de varios años de una sangrienta lucha, en 1991 Siad Barre fue derrocado, a lo que siguió una guerra civil.

Una mujer de Somalilandia, vestida con la bandera local, celebra frente a un centro de votación en 2001, en vísperas del referendo constitucional que buscaba legitimar la secesión unilateral del territorio respecto de Somalia.
Getty Images
Una mujer de Somalilandia, vestida con la bandera local, celebra frente a un centro de votación en 2001, en vísperas del referendo constitucional que buscaba legitimar la secesión unilateral del territorio respecto de Somalia.

Falta de reconocimiento internacional

El fin de régimen militar también hizo que Somalilandia declarara de manera unilateral su independencia. En ese entonces era, y aún sigue siendo, un oasis de relativa calma en una de las regiones más agitadas del mundo.

Más de tres décadas después, Somalilandia funciona casi como un país independiente, pero sin serlo, al menos oficialmente.

Tiene un sistema político propio, un Parlamento, su fuerza policial, una bandera, una moneda y emite sus propios pasaportes.

A la falta de respaldo internacional se sumó la crisis diplomática con Somalia tras el acuerdo firmado en enero de 2024 entre Etiopía y Somalilandia, que concedía a Addis Abeba acceso al mar a través del puerto de Berbera y abría la puerta a un eventual reconocimiento.

Mogadiscio lo denunció como una violación de su soberanía, al considerar a Somalilandia parte inseparable de Somalia.

Aunque Israel se convirtió esta semana en el primer país en reconocer formalmente a Somalilandia como nación soberana, el resto de la comunidad internacional no reconoce su independencia, incluyendo a Naciones Unidas, la Liga Árabe y la Unión Africana.

Un hombre introduce su papeleta en Hargeisa frente al emblema nacional de Somalilandia en un centro de votación durante las elecciones presidenciales de 2024.
Getty Images
Un hombre introduce su papeleta en Hargeisa frente al emblema nacional de Somalilandia en un centro de votación durante las elecciones presidenciales de 2024.

Comparaciones con Taiwán

El caso de Somalilandia suele compararse con el de Taiwán. Ambos parecen ser Estados en pleno funcionamiento y declaran con orgullo su independencia de vecinos más grandes, Somalia y China, que insisten en que son parte de sus territorios.

Percatándose de ello, Hargeisa y Taipei han estrechado sus relaciones y establecieron oficialmente lazos diplomáticos en 2020, desatando la ira de sus vecinos.

El representante taiwanés en Somalilandia, Allen Chenhwa Lou, describió en una entrevista con la BBC el mes pasado la relación entre los dos territorios como “beneficiosa para todos”.

“No necesitamos perseguir la independencia en este momento porque ya somos independientes. Lo que ambos necesitamos es reconocimiento. Ambos compartimos esta difícil situación”, agregó.

Un oasis de estabilidad

Aparte de la cuestión política y de la independencia institucional, Somalilandia también es mucho más estable que el resto de Somalia.

Es considerada por los expertos un ejemplo de democracia en la región. Sus mandatarios llegan al poder a través de elecciones reñidas cuyos resultados, a diferencia de otros países africanos, son respetados, incluso cuando gana la oposición.

Y, pese a ser una ciudad con mucha pobreza y contar con un muy alto nivel de desempleo, Hargeisa es una de las urbes más seguras de la región.

Centro de Hargesia
Getty Images
Hargesia es la capital y ciudad más poblada de Somalilandia.

Como escribió la periodista de la BBC Mary Harper en 2016, en el marco de los 25 años de la declaración de independencia del territorio: “Somalilandia tiene paz y estabilidad relativa”.

“A veces viajo entre Somalia y Somalilandia en el mismo día y el contraste no podría ser mayor. En Somalia, como periodista occidental, no puedo moverme sin seis guardaespaldas fuertemente armados (…). En Somalilandia camino sola, incluso de noche”, aseguró.

El periodista somalí Farhan Jimale explica que esta relativa paz se debe a que Somalilandia ha estado trabajando en ello desde los años 90.

“Hubo ancianos locales, que actuaron como mediadores. Reunieron todas las comunidades locales y formaron un gobierno local que se comparte el poder”.

La visión de Somalia

Somalia considera a Somalilandia parte integral de su país.

En los últimos 10 años, Hargeisa y Mogadiscio han sostenido conversaciones de paz, pero para Somalia la integridad del país no es negociable, destaca Jimale.

“Sin embargo, reconoce a Somalilandia como una región que ha desarrollado sus autoridades locales”, prosigue.

En los últimos años, aunque el gobierno federal somalí ha logrado consolidar su control en Mogadiscio y otras grandes ciudades, los grupos islamistas, como Al Shabaab, siguen siendo una amenaza activa y han recuperado influencia en varias zonas del país.

Si Somalia logra la paz, tendrá menos razones para reconocer la independencia de Somalilandia.

“El principal argumento de los independentistas somalilandeses es que Somalia tiene que poner orden en su casa, antes de que ambas partes se sienten a conversar”, señala Jimale.

Pero si el país sigue sumido en una grave situación de inseguridad, la lucha independentista no cesará.

Pase lo que pase, es probable que la decisión final sobre la independencia de Somalilandia tendrá que venir de Mogadiscio, tal como sucedió con la secesión de la vecina Sudán del Sur, que el gobierno sudanés terminó aceptando luego de un referendo.

linea
BBC

Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.

Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.

También puedes seguirnos en YouTube, Instagram, TikTok, X, Facebook y en nuestro nuevo canal de WhatsApp.

Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.

Iniciar sesión

Registrate
Suscribete para comentar...