
El lunes 11 de noviembre viajé a Washington para participar en representación de GIRE en la audiencia pública “La situación de los derechos sexuales y reproductivos de las personas con discapacidad en América Latina”, en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) convocada por el Centro de Derechos Reproductivos. Participamos las organizaciones Women Enabled International, Equality Now, Programa de Acción por la Igualdad y la Inclusión (PAIIS), Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Sexuales y Reproductivos (Promsex), Polimorfas, Red por los Derechos de las Personas con discapacidad (REDI) y el Centro de Derechos Reproductivos (CDR). Juntas, nueve activistas frente a tres comisionadas y un comisionado, visibilizamos las violencias que viven las mujeres y personas con capacidad de gestar con discapacidad en la región.
Las audiencias públicas son un espacio donde la CIDH se reúne con sociedad civil, víctimas, personas expertas y Estados, y obtiene información actualizada sobre los derechos humanos, da seguimiento a casos y medidas cautelares, y alerta sobre nuevas tendencias que podrían afectar los derechos humanos.
El día de la audiencia, todas las participantes nos encontramos por la tarde para dirigirnos hacia la sede de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en donde se ubica la CIDH. Al entrar a la sala donde se llevaría a cabo la audiencia la falta de accesibilidad comenzó a hacerse presente; por ejemplo, el espacio para acomodarnos y poder emitir nuestros discursos era sumamente pequeño e incómodo, principalmente para las compañeras usuarias de silla de ruedas y que llevaban animales de servicio. Por otro lado, el personal de comunicación de la CIDH fue descuidado al intentar tomar fotos de las expositoras, pues obstruía constantemente la pantalla donde las compañeras sordas podían visualizar la traducción en lengua de señas.
Pese a los obstáculos de accesibilidad, cada una pudo denunciar que los derechos reproductivos de las mujeres y personas con capacidad de gestar con discapacidad siguen siendo violentados debido al capacitismo, el sexismo y los estereotipos que existen en torno a la discapacidad. Todos los discursos fueron claros y contundentes respecto a la negación de la capacidad jurídica y la autonomía reproductiva, en ese sentido, me permito citar a Sabrina Pachón, directora de Polimorfas de Colombia: “[…] el acceso a la información y brindar nuestro consentimiento es más un privilegio que un derecho que no es inherente en nuestra calidad de sujetos plenos de derechos”. Por otro lado, María Camila Lozano de PAIIS, contó, a partir de su experiencia, cómo el personal de salud sigue perpetuando estigmas capacitistas a través de frases como: “fue muy irresponsable de tu parte embarazarte porque tienes una discapacidad”, además, insisten en la presencia de un tutor o representante legal y presionan para que se sometan a un método anticonceptivo permanente.
Desde GIRE, sumándonos a estas denuncias, expusimos que lamentablemente, al igual que en Colombia, en México el consentimiento de las personas con discapacidad no es plenamente reconocido, ni siquiera en la propia legislación como en el caso del estado de Sinaloa, cuyo Congreso desconoció los derechos de las personas con discapacidad para decidir continuar o no un embarazo, al establecer específicamente que no era necesario su consentimiento para interrumpir su embarazo, quedando en su tutor o representante legal la facultad de decidirlo. El pasado 16 de octubre, la Suprema Corte resolvió que corresponde en exclusiva a las mujeres y personas gestantes con discapacidad decidir sobre su salud sexual y reproductiva, incluido lo relativo a continuar o no un embarazo.
Por otro lado, en materia de anticoncepción, externamos nuestra preocupación por lo dispuesto por la Norma Oficial Mexicana referente a servicios de planificación familiar, NOM-005-SSA2-1993, la cual refiere el “retraso mental”, término que además es discriminatorio, como una condición para indicar la conveniencia de un método anticonceptivo permanente, lo cual asume que las personas con discapacidad intelectual no deberían poder reproducirse.
Aunque la CIDH ha tenido audiencias regionales y nacionales sobre la situación de los derechos humanos de las mujeres con discapacidad, sentando un precedente importante para visibilizar los obstáculos y avances existentes en cada país, en general es preocupante la tendencia de la región latinoamericana respecto al retroceso de los derechos reproductivos, especialmente en lo que concierne a la criminalización del aborto, incluidos los sistemas de causales y plazos que afectan principalmente a las personas con discapacidad. Como dato interesante, Sabrina Pachón nos compartió que en la lengua de señas en Colombia no existe la palabra aborto y que es complicado encontrar a una o un intérprete a favor del derecho a decidir, por lo que ella cuenta con una traductora de confianza. Sin embargo, no todas pueden acceder a una.
El Centro de Derechos Reproductivos concluyó la audiencia exigiendo a la CIDH que otorgue todas las facilidades y haga las adaptaciones necesarias para que las personas con discapacidad y sus organizaciones puedan participar en igualdad de condiciones ante dicha Comisión, y establezca todos los mecanismos para que estas audiencias y su contenido sean accesibles para todos, todas y todes.
Si bien pudimos participar en la audiencia, no todas lo hicieron en igualdad de condiciones. Es importante mencionar que los espacios regionales e internacionales para la defensa de los derechos humanos no cuentan aún con las medidas de accesibilidad y ajustes razonables para las personas con discapacidad, imponiendo barreras para su participación en condiciones de dignidad e igualdad. Lamentablemente, hoy en día las prácticas sociales en diversos espacios siguen invisibilizando las vidas y cuerpos de las mujeres y personas con capacidad de gestar con discapacidad.

La organización, nacida en Alemania durante la Primera Guerra Mundial, ha estado en el centro de la atención tras las acusaciones de abuso contra su fundador.
José Antonio Kast, presidente electo de Chile, es un hombre de profundas convicciones religiosas.
Así lo dejó en claro en su primer discurso, apenas se conocieron los resultados de las votaciones del domingo, cuando afirmó: “Nada es posible si no tuviéramos a Dios”.
“Nada ocurre en la vida, para los que somos de fe, que no sea en relación directa con Dios”, prosiguió.
Y a continuación, pidió a su creador que le concediera “humildemente” la “sabiduría, templanza y fortaleza para estar siempre a la altura” del desafío que asumirá el próximo 11 de marzo, cuando releve a Gabriel Boric en el Palacio de La Moneda.
Estas fueron tres de las cinco frases con carga religiosa que el abogado de 59 años pronunció durante la casi hora que habló ante los miles de sus seguidores que se congregaron en Santiago para celebrar su triunfo en las elecciones presidenciales.
Sin embargo, lo anterior no debería sorprender. ¿La razón? El político y varios de sus hermanos se formaron bajo los lineamientos de Schoenstatt, un movimiento católico conservador que tiene presencia en más de 100 países, incluyendo todos los de América Latina.
Los vínculos del mandatario electo con el movimiento comenzaron gracias “a su hermano mayor, Miguel”, aseguró a BBC Mundo el filósofo chileno Álvaro Ramis Olivo. Miguel Kast se unió a Schoenstatt tras conocer a algunos de sus miembros durante su etapa universitaria.
Sin embargo, otras fuentes sostienen que fueron los padres del político, Michael Kast y Olga Rist, quienes tuvieron el primer contacto con Schoenstatt. Ambos eran profundamente religiosos y devotos de la Virgen María, una práctica muy extendida en la Baviera alemana de donde provenían.
Schoenstatt es “un movimiento apostólico de renovación, nacido en el seno de la Iglesia”, con un marcado “carácter mariano”, según se lee en su página web.
“La formación de un hombre y de una comunidad nueva que sirvan a la Iglesia y a la sociedad” constituye el objetivo de la organización, explicó a BBC Mundo el padre Felipe Ríos, coordinador del movimiento en América.
Schoenstatt fue fundado en octubre de 1914, pocos meses después del estallido de la Primera Guerra Mundial, por el sacerdote alemán José Kentenich (1885-1968).
Su nombre proviene de un pueblo ubicado en la zona de Vallendar, a orillas del río Rin, en el actual estado de Renania-Palatinado, al oeste de Alemania y cerca de las fronteras con Luxemburgo y Bélgica.
Kentenich, quien era miembro de la Sociedad del Apostolado Católico -mejor conocida como Padres palotinos-, era profesor en un seminario que la orden tenía en la localidad de Schoenstatt, palabra alemana que se puede traducir literalmente como “lugar hermoso”.
El religioso, junto a un grupo de estudiantes, restauró una pequeña capilla ubicada en los jardines del seminario y pidió a la Virgen María que la convirtiera en un lugar de peregrinación.
Uno de los signos distintivos de este grupo es que en donde tienen presencia levantan replicas idénticas a la capilla alemana.
“Mucho antes de que cadenas de comida rápida como McDonald’s descubrieran el efecto cultural de establecimientos totalmente idénticos, el Espíritu Santo en Schoenstatt comenzó a hacerlo”, se lee en el sitio web de la agrupación, en el cual se asegura que actualmente hay 200 “santuarios filiales” en todo el mundo.
Pero, ¿qué es exactamente Schoenstatt? ¿Se trata de una congregación religiosa o de algo distinto?
“Es una organización dentro de la Iglesia católica que nació con la idea de que los laicos podían realizar tareas similares a las de las órdenes religiosas, pero con autonomía respecto de los jerarcas eclesiásticos”, explicó a BBC Mundo el filósofo chileno Ramis.
“El movimiento cuenta con una rama laica -personas que no han tomado los hábitos- y otra religiosa, que incluye una orden sacerdotal y una comunidad de mujeres laicas consagradas. Estas se asemejan mucho a las monjas, aunque no lo son, ya que no toman votos”, añadió el experto en teología, quien es rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano de Chile.
La historiadora italiana Alexandra von Teuffenbach, además de confirmar que el grupo está conformado por “varias ramas”, señaló que algunas de ellas son “institutos seculares”; es decir, organizaciones cuyos miembros, sin ser religiosos, se comprometen a vivir en pobreza, castidad y obediencia, permaneciendo al mismo tiempo en su entorno social y profesional habitual.
“Comparar a Schoenstatt con el Opus Dei es acertado”, afirmó la investigadora a BBC Mundo, cuando se le mencionaron otras agrupaciones católicas que podrían considerarse equiparables.
Sin embargo, Ramis advirtió que existen diferencias significativas entre Schoenstatt y la organización fundada por el español Josemaría Escrivá de Balaguer.
“Aunque existen semejanzas, Schoenstatt no ha intentado influir en la política. En cambio, durante el franquismo en España, el Opus Dei aprovechó la coyuntura para ubicar a sus miembros en puestos clave de la economía y la banca, los llamados ‘tecnócratas'”, puntualizó el académico chileno.
Hasta la elección de Kast, solo otro miembro de este movimiento católico había ocupado un alto cargo en Chile: su hermano mayor, Miguel, quien se desempeñó como ministro y presidente del Banco Central durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
“Este grupo prioriza la vida familiar más que la vida pública”, explicó Ramis.
“Y aunque comparte con el Opus Dei el rigorismo sexual y moral, no tiene un tono tan culpabilizador. No recurre a penitencias como las flagelaciones o el silicio como se denuncia del Opus Dei”, dijo.
“Tiene una fuerte implantación en clases adineradas, aunque también en sectores medios, profesionales y empresariales. No es progresista, sino bastante conservador, pero en algunos elementos se ve un mayor pluralismo ideológico que otras organizaciones de la Iglesia”, remató.
Los calificativos de “ultracatólico” o “ultraconservador” que desde algunos sectores de la sociedad y de la prensa se le da a Schoenstatt no le quitan el sueño a Ríos.
“Somos un movimiento dentro de la Iglesia católica y, por lo tanto, seguimos sus lineamientos. En mi opinión, no somos de los más conservadores dentro de la Iglesia”, remató.
Sudamérica fue la primera región fuera de Europa a la que Schoenstatt se extendió, de acuerdo con los registros de la organización.
En la primera mitad de la década de 1930, uno de los seguidores del padre Kentenich llegó a Argentina y, para 1935, se le sumaron cuatro Hermanas de María, integrantes de una de las organizaciones religiosas femeninas que forman Schoenstatt.
Casi simultáneamente arribaron miembros del movimiento a Brasil y, dos años después, ya estaban presentes en Uruguay.
Actualmente, el movimiento católico tiene presencia en todos los países de América Latina, salvo “algunas islas del Caribe, las dos Guyanas y Surinam”, aseveró Ríos.
“Funcionamos más bien desde los santuarios; solo entre Chile, Argentina y Brasil hay casi 80”, agregó el representante de Schoenstatt, quien indicó que también administran más de una docena de colegios en cuatro países (Chile, Argentina, Ecuador y México), así como un hospital en Buenos Aires (Sanatorio Mater Dei) y otras obras dedicadas a “los más pobres”.
La expansión por la región fue impulsada por el propio fundador, quien la visitó en varias ocasiones, según se lee en su biografía.
“Chile, por ejemplo, es uno de los lugares donde Schoenstatt tiene mayor fuerza internacional, debido a que su fundador vivió un tiempo aquí”, explicó Ramis.
En 1941, agentes de la Gestapo detuvieron al religioso por sus enseñanzas y, meses después, fue enviado al campo de concentración de Dachau, donde permaneció hasta el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945.
Tras el conflicto bélico, los años de persecusión sufridos en manos de los nazis le otorgaron un nuevo prestigio a Kentenich pero, para finales de la década de 1940, sectores de la jerarquía católica alemana comenzaron a ver con preocupación la forma en que este hombre dirigía el movimiento y el control que ejercía sobre sus miembros.
“La autoridad suprema, a saber, el director general (Kentenich) y la superiora general, son los ‘padres’, es decir, ‘padre de la familia’ y ‘madre de la familia’. Las Hermanas son hijas o niñas. Pero, en la práctica, la ‘madre de la familia’ está totalmente sometida a la voluntad del ‘padre de la familia’, que para todas las Hermanas se equipara a Dios”, alertó en 1949 monseñor Bernhard Stein, obispo auxiliar de Tréveris, a sus colegas de la Conferencia Episcopal de Alemania.
Además, algunas de las hermanas señalaron al sacerdote de haber abusado de ellas.
En 1951 el papa Pío XII separó a Kentenich de su posición dentro de Schoenstatt y lo envió al exilio en Estados Unidos donde permaneció 14 años hasta que se le permitió regresar a Alemania, donde murió en 1965.
“Los seguidores de Kentenich nunca han negado este episodio, pero lo presentaron como un conflicto de poder, donde Kentenich fue víctima de celos y envidias de jerarcas de la Iglesia”, afirmó Ramis.
Sin embargo, en 2020 la historiadora italiana Von Teuffenbach publicó el primero de sus dos libros sobre Schoenstatt y su fundador.
En su obra, la investigadora afirmó que Kentenich abusó sexualmente de una integrante de Schoenstatt en Chile en 1947, según la información contenida en los diarios de uno de los investigadores que el Vaticano envió en la década de 1950 para indagar sobre él y su movimiento, así como a partir de archivos del pontificado de Pío XII (1939-1958).
Desde Schoenstatt han negado los señalamientos, aunque han admitido que algunos aspectos del comportamiento de su fundador son controvertidos. Sin embargo, la experta considera que los hechos le dan la razón.
“En el caso de Kentenich, el proceso que llevó a los decretos y al exilio en EE.UU., como también a la prohibición de tener contactos con las monjas, se basa en motivaciones que no están escritas en los decretos. Pero vienen explicadas en los ‘actos’, y en ellos se detallan todas las pruebas que se encontraron. Y sobre esta base los jueces (del Santo Oficio) decidieron”, agregó.
Los señalamientos de Von Teuffenbach contribuyeron a paralizar el proceso de beatificación del sacerdote, iniciado en 1975.
“Cuando la Iglesia beatifica a alguien afirma: este hombre o mujer es un ejemplo para todos. Yo reconozco ciertamente que Kentenich escribió cosas interesantes y seguramente hizo cosas buenas, pero no querría en absoluto que fuera considerado como ejemplo de vida cristiana”, remató la historiadora.
Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.