
¿Bioética? ¿Y eso qué es? Ésta suele ser la reacción de cualquier mexicano común no especializado en el tema: trabajador, estudiante, adulto mayor, amas de casa, etc. Y es que, a pesar de los esfuerzos de varias instituciones, el conocimiento de la bioética no ha llegado a la mayoría de estos mexicanos, cuando son justamente ellos los protagonistas de esta noble materia.
La bioética como disciplina data aproximadamente de 1927, cuando Fritz Jahr declaró que se trataba de la ética de las relaciones humanas y el respeto por los animales y la naturaleza. Pero sería hasta principio de la década de los setenta del siglo XX cuando Van Rensselaer Potter la incorporó al mundo contemporáneo.
En México su implementación tiene más de 50 años, pero fue el maestro Manuel Velasco Suárez quien la impulsó como el fundador en 1994 de la Comisión Nacional de Bioética (CONBIOÉTICA), organismo rector bajo el amparo de la Secretaría de Salud y el gobierno federal, encargado de establecer las políticas públicas relacionadas con la bioética.
La definición del término ha sido motivo de debate de propios y extraños; sin embargo, para no caer en conflictos, presentamos una de las más actuales, concebida justamente en el seno de la Conbioética que, bajo la batuta del doctor Manuel H Ruiz de Chávez, a través de su Consejo Consultivo, la definió en 2012 de la siguiente forma: “[…] Rama de la ética aplicada que reflexiona, delibera y hace planteamientos normativos y de políticas públicas, para regular y resolver conflictos en la vida social, así como en la práctica y en la investigación médica, que afecten la vida en el planeta, tanto en la actualidad como en futuras generaciones”.
La bioética no sólo aborda asuntos de orden médico y de investigación con seres humanos, también toca cuestiones de ética animal y ambiental, migración, desigualdades e inequidades, entre otros, pero en esta oportunidad nos referiremos a la bioética médica. Su conocimiento, implementación e investigación se extiende casi exclusivamente al gremio médico, pero también compete a filósofos, biólogos o especialistas de otros campos de conocimiento como el derecho, por mencionar alguna, quienes debaten sus alcances, deliberan sus leyes u objetan lo ético de su proceder.
Ante esta situación, la población en general debería conocer la bioética y sus alcances, sobre todo porque podría marcar la diferencia, incluso entre la conservación de la salud o la vida y la muerte, ya que aborda temas como el consentimiento informado, la voluntad anticipada, la muerte digna, los cuidados paliativos, el aborto legal o la objeción de conciencia, conceptos desconocidos por la mayoría de las personas, aunque su aplicación es un derecho legítimo en gran parte del territorio nacional.
Como ejemplo, señalaré la situación de cualquier unidad hospitalaria pública o privada: entre los pacientes que esperan para una revisión médica y los familiares que los acompañan en la sala de espera, incluso entre quienes ya se encuentran hospitalizados. Si nos acercáramos a estas personas y les preguntáramos qué significa la bioética o qué hace un comité hospitalario de bioética o un comité de ética en investigación, nos sobrarían los dedos de una mano para contar las respuestas. En un día normal en una sala de espera, la comunidad médica y de enfermería apenas se da abasto para atender a un paciente y luego a otro; en ocasiones salen corriendo a pedirle a un adulto mayor que llene un formato de consentimiento informado para poder practicarle un procedimiento invasivo, cuando tal vez ni siquiera sepa leer ni escribir o no hable español. Aun así, el procedimiento se le aplicará, con o sin su “consentimiento” y menos “informado”.
Es posible que la familia desconozca que tiene derecho a solicitar la “muerte digna” para un anciano en caso de presentar, por ejemplo, un cuadro de tromboembolia pulmonar, para evitar que lo intuben si le otorgan ese privilegio. Lo mismo sucedería con cualquier mujer que solicitara un aborto digno o cumplir su deseo de no volver a procrear o de hacerlo mediante un método de reproducción asistida.
¿Cuántos conocemos nuestro derecho de solicitar la “voluntad anticipada” ante un notario para exigir que nos dejen morir con dignidad en caso de muerte cerebral o un padecimiento similar? También por el desconocimiento de este derecho podríamos condenarnos a vivir como vegetal el resto de nuestra vida.
La bioética podría reflexionar sobre cada una de las situaciones descritas para el bien común. Una visión muy difundida en la ética médica (de muchas existentes) es el Principialismo biomédico de Beauchamp y Childress, que habla de cuatro principios fundamentales:
Debemos decirlo, la mayoría de las personas andamos por el mundo ignorantes de los temas de salud y sólo les ponemos atención cuando la perdemos, nosotros o nuestros familiares. Tan sólo hace un par de años lo corroboramos con la pandemia de COVID-19 cuando, por desconocimiento e ignorancia, la población convirtió al personal de salud en héroes o villanos, sin asumir su propia responsabilidad.
La bioética es transparente, noble, útil y laica, y resulta increíble que la mayoría de la población mexicana la desconozca, no la aplique o no la defienda. Probablemente algo se está haciendo mal o los esfuerzos de difusión no han sido suficientes, o no ha sido del interés de los beneficiarios ni de los responsables conocerla ni darla a conocer.
Ojalá las instancias de bioética, tanto públicas como privadas, institucionales, educativas, colegios, programas, comités y demás, voltearan a ver a la sociedad y le dieran acceso a ella. Tal vez se requieren acciones más contundentes y urgentes como, por ejemplo, capacitar a los profesionales para enseñarla desde los niveles básicos de educación, presentarla en foros de afluencia comunitaria y, sobre todo, en los canales de difusión masiva como las redes sociales, de manera que algunos de los temas aquí vertidos lleguen a todas las personas.
Sería increíble para las nuevas generaciones que, en un tiempo no tan lejano, la bioética fuera más conocida y popular y se hablara de ella y de su utilidad en los hogares mexicanos, en la sobremesa, en las tareas escolares, o que la abordara el mejor de los “influencers” y la difundiera por todos los rincones de nuestro país. ¡Ojalá así sea!
* María Patricia Herrera Gamboa es escritora y poeta. Es escritora invitada del proyecto Historias Metropolitanas de la Universidad Autónoma Metropolitana; recibió el tercer premio de poesía del IV Festival Internacional La Estación del Arte (España e Italia). Ha publicado la Antología de Poesía Apágame También la Luna, capítulos y artículos especializados. Algunos de sus trabajos han sido seleccionados en antologías de poesía y cuentos en México, Chile, Colombia, Argentina, Ecuador, Estados Unidos, España e Italia. Además, desde hace varios años, forma parte del equipo de la CONBIOÉTICA.
Las opiniones publicadas en este blog son responsabilidad exclusiva de sus autores. No expresan una opinión de consenso de los seminarios ni tampoco una posición institucional del PUB-UNAM. Todo comentario, réplica o crítica es bienvenido.

Un análisis de los detalles clave de la nueva estrategia de seguridad nacional del gobierno de Trump y sus implicaciones para Europa, América Latina y el mundo.
La Estrategia de Seguridad Nacional del gobierno de Donald Trump ha generado alarma entre los aliados más cercanos de Estados Unidos y marca un alejamiento dramático de los principios fundamentales de la política exterior estadounidense de décadas.
El documento de 33 páginas, divulgado por el gobierno hace unos días, presenta el mundo primordialmente como un escenario económico, resaltando los acuerdos bilaterales y el nacionalismo económico por encima del multilateralismo y la promoción de la democracia.
La estrategia refleja las “cepas más ideológicas” del gobierno de Trump, comentó el corresponsal de BBC News en el Departamento de Estado, Tom Bateman, en el podcast The Global Story del Servicio Mundial de la BBC.
Esta también tiene implicaciones para América Latina, tanto en cómo se relaciona Washington con los cada vez más numerosos gobiernos de derecha, hasta la nueva versión de la Doctrina Monroe, que reafirma a la región como el “patio trasero” de EE.UU.
Igualmente impactante es lo que el documento omite, sin casi una sola crítica hacia adversarios tradicionales como Rusia y China.
En cambio, reserva el lenguaje más cargado para con Europa, lo que dio pie a la preocupación a lo largo de las capitales europeas.
Mientras que anteriores estrategias de seguridad nacional tendían a reafirmar los valores y prioridades compartidos de EE.UU. con los países europeos, este documento toma un giro diferente.
Europa será “irreconocible en 20 años a menos”, declara, por la acogida del continente a las instituciones multilaterales y sus políticas migratorias, que se han convertido en una influencia corruptora de la “identidad occidental”.
En esa sección, la estrategia crudamente declara que los estados de Europa enfrentan lo que llama la “eliminación civilizacional”.
Los líderes europeos han quedado, por lo menos en privado, “horrorizados” por el documento, dijo al podcast nuestro corresponsal en el Departamento de Estado.
“No están sorprendidos de que esta sea la postura ideológica de algunas partes del gobierno, pero verlo articulado dentro de un documento formal de política es bastante preocupante para ellos”, expresó.
La reacción en Europa de lado y lado del espectro político no se ha hecho esperar.
El diario francés de izquierda Le Monde catalogó el quiebre como un “divorcio”, señalando que marca una ruptura histórica con la era posterior al final de la Segunda Guerra Mundial
“El divorcio está finalizado, pendiente de la división de bienes”, escribe el diario en su artículo.
Más diciente aún en términos de la prensa francesa, indica el corresponsal Tom Bateman, es el comentario del diario conservador Le Figaro sobre la aparente contradicción de lo que afirma el documento sobre lo que llama la “pretensión del no intervencionismo” por un lado y, por el otro, el intervencionismo explícito en el caso de los países europeos.
La estrategia textualmente indica la intención de EE.UU. de cultivar la resistencia de los partidos de oposición en los países europeos. Eso implica apoyo a partidos de extrema derecha como el AfD en Alemania, el Partido Reforma en Reino Unido, y la Agrupación Nacional de Marine Le Pen en Francia, entro otros.
Es un apoyo explícito a los movimientos políticos en Europa que abogan por un nacionalismo económico y una oposición férrea a la migración, que el documento tilda de “partidos patrióticos”.
La estrategia hacia Europa sería una repetición de cómo ha accionado el gobierno de Trump en relación con América Latina, opina el corresponsal de la BBC.
En Argentina, por ejemplo, menciona el rescate económico que Trump aprobó para el gobierno de Javier Milei días antes de que su partido enfrentara elecciones legislativas que definirían el futuro de su proyecto político.
“Eso fue interpretado por los opositores (de Milei) como una evidente interferencia por Estados Unidos”, expresó Tom Bateman.
Ese apoyo se repitió antes de las recientes elecciones en Honduras, cuando Trump indultó al expresidente Juan Orlando Hernández, que cumplía una condena de 45 años en EE.UU. por narcotráfico, al tiempo que manifestó su apoyo al candidato de derecha Nasry “Tito” Asfura.
Lo mismo se ha visto en Brasil, con los ataques de Trump contra los tribunales de ese país que condenaron al expresidente de corte “trumpista” Jair Bolsonaro por su intento de golpe tras haber perdido las elecciones en 2022.
La nueva estrategia realza al continente americano, referido como el “Hemisferio Occidental”, como un principal foco de la política exterior de EE.UU.
El gobierno quiere “asegurarse… de que la región permanezca estable y suficientemente bien gobernada para evitar y desalentar la migración masiva hacia Estados Unidos”, lee el documento.
La estrategia introduce la idea de un “corolario Trump” a la doctrina Monroe, posicionando la táctica del gobierno como una secuela a la política del presidente James Monroe en el siglo XIX afirmando la primacía de EE.UU. en el continente americano y repeliendo la interferencia de los poderes coloniales europeos.
El gobierno considera esta renovada atención como necesaria para contrarrestar la influencia de China en América Latina, señala nuestro corresponsal, a pesar de que China no está mencionada directamente en el documento.
China ha logrado obtener demasiada posición económica en la región, según Trump, aunque su insinuación de que está “operando” el Canal de Panamá no es literalmente verdad.
Los recientes esfuerzos diplomáticos, incluyendo la visita del secretario de Estado, Marco Rubio, a países latinoamericanos a comienzos de año, son una señal de la intención de Washington de reafirmar su dominio tanto económico como estratégico en la región.
Aunque la estrategia no se extiende en la dimensión militar de esta política, la campaña de bombardeos aéreos contra supuestos narcotraficantes en el Caribe y la presencia de múltiples acorazados y personal militar estadounidense frente a las costas de Venezuela subraya la amenaza del uso de fuerza militar.
El deterioro de las relaciones entre EE.UU. y Europa ha sido aparente durante meses.
Una de las primeras señales de la actitud del gobierno de Trump hacia Europa se produjo en enero, cuando el vicepresidente de EE.UU., JD Vance, emitió un cáustico ataque contra las democracias europeas, en la Conferencia de Seguridad de Múnich, en el que reprendió a sus líderes por ignorar las preocupaciones de sus votantes sobre la migración y la libertad de expresión.
Pero en la práctica, esta incómoda relación se ha desarrollado en otro escenario; la guerra en Ucrania.
El documento parece sugerir que Europa no ha entendido las dinámicas de poder que están en juego y que Estados Unidos debe invertir energía diplomática para estabilizar la región.
La Unión Europea está acusada de obstaculizar los esfuerzos de Washington por termina la guerra en Urania, según el documento, y que EE.UU. deber “restablecer una estabilidad estratégica hacia Rusia”, que a su vez “estabilizaría las economías europeas”.
El mensaje central es que Ucrania debería permanecer siendo un estado viable pero eso requiere reconocer la posición dominante de Rusia.
Donald Trump está “perdiendo la paciencia” con Europa y Ucrania, señala nuestro corresponsal.
“Está claro… la presión está sobre los europeos para que asientan a una postura que los ucranianos básicamente interpretan como una capitulación”, comentó en el podcast.
La tensión en torno a Ucrania ya se manifestó en momentos de alto perfil, incluyendo la reunión en el Despacho Oval de Trump y Vance con el presidente Volodymyr Zelensky en febrero, en la que tacharon al presidente ucraniano de “irrespetuoso” y “desagradecido”.
Los líderes europeos ahora enfrentan la realidad de que EE.UU. podría presionar para lograr un resultado mucho más preferencial para Moscú que para Kyiv.
Rusia recibió con beneplácito la Estrategia de Seguridad Nacional, describiéndola como “ampliamente consistente” con su visión.
La nueva Estrategia de Seguridad Nacional ya ha reconformado los debates en Washington y a lo largo de Europa.
Sus implicaciones para Ucrania, las relaciones EE.UU.-Europa y el orden global más amplio siguen desarrollándose.
Pero el documento deja una cosa inequívocamente clara: el gobierno de Trump pretende redefinir las prioridades de la política exterior de EE.UU. y espera que sus aliados se adapten a esa nueva realidad.
*Con información adicional del podcast The Global Story del Servicio Mundial de la BBC
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