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Voces que transforman: las historias detrás del Premio Eugenio Garza Sada
Voces que transforman: las historias detrás del Premio Eugenio Garza Sada
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Voces que transforman: las historias detrás del Premio Eugenio Garza Sada

SHARE+, CASA (Centro de Asesoría y Promoción Juvenil A.C.) y el empresario Herman Harris Fleishman Cahn, presidente de GT Global, fueron reconocidos con el galardón que año con año entregan el Tec de Monterrey y FEMSA
29 de septiembre, 2025
Por: Contenido Animal Político

Todo comenzó con una llamada.

En medio del encierro, del miedo y de la incertidumbre que marcó al mundo en 2020, tres jóvenes del Tecnológico de Monterrey encontraron en una conversación telefónica el punto de partida para un proyecto que hoy ha transformado la educación de miles de niños en México y fuera del país.

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Foto: Especial

“Una llamada en medio de todo el caos que traíamos por la pandemia. Y de esa llamada solucionamos un problema, se unieron personas, fuimos contactando con amigos, con familiares, con personas, y poco a poco nos fuimos uniendo”, relató Cristopher Esquivel Vilchis, EXATEC graduado en Ingeniaría en Mecatrónica e integrante de SHARE+, proyecto ganador del Premio Eugenio Garza Sada 2025, en la categoría Innovación Social Estudiantil.

La chispa prendida en esa llamada no se apagó. Al contrario: creció con rapidez. Alejandro Gabriel Hernández, también EXATEC pero de Ingeniería Industrial y de Sistemas, recuerda que al abrir un primer formulario de voluntariado esperaban apenas una docena de interesados. El resultado los desbordó. “Esperábamos 30 voluntarios, 15 a lo máximo. Híjole, se fue a 100. Y así, cada vez se iban sumando más jóvenes”, explicó.

La idea era sencilla pero poderosa: convertir los contenidos de los libros de la Secretaría de Educación Pública en materiales digitales divertidos, con juegos, audios, imágenes y videos que ayudaran a los niños a retener lo aprendido. “Usamos imágenes, audios, memes, mnemotécnicas, videos, imágenes con sonido que nos pueden ayudar a que los niños retengan mucho más el aprendizaje”, contó Alejandro.

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Foto: Especial

Cinco años después de aquella llamada, el proyecto ha rebasado los muros de las aulas. Hoy suma más de 700 aplicaciones creadas con el apoyo de más de 600 estudiantes voluntarios y ha beneficiado a más de 100 mil niños en México y 12 mil en California.

Pero en la historia de SHARE+ lo más valioso no son las cifras, sino las vidas que ha tocado. Una madre lo describió con sencillez: “Mi niña usa el grado de primero y utiliza la plataforma igual para sus actividades de aquí de la escuela. Yo, como madre, también lo he utilizado. Es una plataforma muy buena, tanto para ellos como para nosotros, como padres.”

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La dimensión humana del proyecto queda clara en esas experiencias. En comunidades donde el acceso a internet es limitado, SHARE+ se convirtió en puente. En aulas rurales donde los libros no bastaban, sus aplicaciones representaron la diferencia entre aprender de memoria y comprender a fondo.

Carolina Escamilla, otra de las fundadoras y también EXATEC de Ingeniería Industrial y de Sistema, asegura que su mayor anhelo es que los contenidos sigan creciendo con una visión integral: “No solo del lado educativo, que es muy importante, también buscamos esa parte un poquito más emocional.”

Ese enfoque revela algo más profundo: el aprendizaje no es únicamente acumulación de datos, sino un proceso emocional. Los niños no solo necesitaban clases virtuales, sino también sentir que alguien estaba pensando en ellos. Que no estaban solos en medio del aislamiento.

En la ceremonia de entrega del Premio, Escamilla fue contundente: “La educación es mucho más que un derecho, es el camino para descubrir quiénes somos y quiénes podemos llegar a ser.”

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Foto: Especial

Los integrantes del equipo detrás de SHARE+, complementado por Gabriela Angelina Bernal Ibáñez, estudiante de Ingeniería en Mecatrónica, se definieron como parte de un colectivo que creció impulsado por la solidaridad de quienes se unieron en plena pandemia.

Hoy, al mirar atrás, reconocen que esa etapa marcó un antes y un después en sus vidas. La llamada que inició todo es también un símbolo: en medio de una crisis global, la respuesta no de un decreto, sino de un gesto cotidiano entre amigos.

Y esa es quizá la enseñanza más poderosa: que las soluciones a los grandes retos pueden comenzar en lo pequeño, en lo cercano, en lo inmediato.

CASA: la deuda con la juventud

Si la historia de SHARE+ nació de una llamada, la de CASA (Centro de Asesoría y Promoción Juvenil A.C.) ha sido escrita a lo largo de tres décadas con miles de voces juveniles.

En Ciudad Juárez, en colonias atravesadas por la violencia y la exclusión, CASA se ha convertido en un refugio educativo y social. Su fundadora, María Teresa Almada Mireles, lo explicó así: “La clave creo que ha sido un proceso de reflexión e investigación sobre las condiciones de las y los jóvenes, las transformaciones de las culturas juveniles, la manera de ver el mundo, principalmente de los jóvenes más vulnerables.”

El origen de CASA se ubica en un contexto difícil. Ciudad Juárez, fronteriza y golpeada por el narcotráfico, se convirtió en los noventa en un espacio donde miles de jóvenes fueron marginados del sistema educativo y laboral. Almada y un grupo de colaboradores decidieron abrir un espacio alternativo para acompañarlos, con la convicción de que los adolescentes no eran un problema a contener, sino un recurso humano y cultural a potenciar.

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Foto: Especial

“Nosotros con las escuelas hemos dado muchas batallas para que no nos corran nadie. Entonces se los mandamos a ustedes, y mándamelos a nosotros por la tarde, pero ustedes manténgalos porque a veces es muy fácil deshacerse de ellos”, recordó Almada.

Esa insistencia en mantener a los jóvenes dentro de las escuelas ha sido uno de los pilares de CASA. A lo largo de los años, la organización ha aprendido que la exclusión comienza con actos aparentemente pequeños: la expulsión de un estudiante por conducta, la etiqueta de “problemático”, el rechazo silencioso de una institución.


CASA decidió construir una red alternativa. Hoy cuenta con seis centros juveniles y dos preparatorias. Cada año atiende a más de 3,400 niños y adolescentes con actividades que van desde talleres de arte y deporte, hasta programas de salud mental, empleabilidad y formación comunitaria.

Uno de sus colaboradores, Alejandro Matamoros, lo resume en una frase que resonó fuerte en la ceremonia: “La sociedad tiene una gran deuda con los jóvenes, y más con los jóvenes pobres de este país.”

En sus centros, la juventud encuentra no solo un lugar para estudiar, sino también para reconocerse. Un joven que llegó a CASA a través del rap lo narró en un video: “Me sentí en un lugar donde tenía pertenencia y ahora sí que, como su mismo nombre lo dice, me sentí como en un hogar.”

Para Almada, lo esencial es ver el potencial donde otros ven problemas: “Donde las escuelas ven un grafitero, nosotros vemos un artista en potencia. Donde ellos ven un problema, casi siempre hay una oportunidad.”

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Foto: Especial

Ese enfoque ha permitido que muchos jóvenes encuentren en CASA un trampolín. Lo que para una escuela era indisciplina, en CASA se volvió creatividad. Lo que para la calle era abandono, en CASA se transformó en pertenencia.

Durante su discurso al recibir el Premio Eugenio Garza Sada en la categoría Emprendimiento Social, Almada lanzó una advertencia: “Millones de adolescentes y jóvenes están creciendo en nuestro país entre el abandono, la pobreza y la violencia. Creemos que una sociedad que no apuesta por sus jóvenes, que no invierte en su desarrollo, no tiene viabilidad.”

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Foto: Especial

CASA ha sobrevivido a entornos hostiles: violencia, crisis económicas, indiferencia institucional. Sin embargo, ha mantenido su compromiso con una idea simple y poderosa: que los jóvenes merecen un futuro distinto.

Pero más allá del galardón, lo que importa es el recordatorio que Almada y su equipo colocaron en el centro del debate: México no puede seguir relegando a su juventud.

Herman Harris Fleishman: la filantropía como estilo de vida

El empresario Herman Harris Fleishman Cahn, presidente de GT Global y de la Fundación Fleishman fue el tercero en recibir el Premio Eugenio Garza Sada en la categoría Liderazgo Empresarial Humanista.

Su trayectoria muestra cómo la filantropía puede ser un compromiso permanente, no un gesto esporádico. “El empresario tiene que involucrarse mucho más en su comunidad, tiene que ver más por las necesidades como ser, en sentir lo que la comunidad requiere, no más estar pensando en crecer su empresa”, señaló en su intervención.

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Foto: Especial

La fundación que encabeza nació en 1973 y hoy suma más de cinco décadas de trabajo. Ha creado la Red Filantrópica del Sur de Tamaulipas, que reúne a más de 40 organizaciones y ha beneficiado a cerca de un millón de personas en situación de vulnerabilidad.

Los testimonios lo describen como un líder cercano y generoso. “Él nos ha enseñado con una generosidad extraordinaria que dar no es un acto puntual, sino un estilo de vida”, dijo uno de sus colaboradores.

Herman Harris lo explica con sencillez: “Ver a los muchachos, ver a los niños, a los papás con esas sonrisas y esa gran satisfacción es lo que más nos emociona, nos estimula a seguir adelante.”

Durante la ceremonia, José Antonio Fernández Carbajal, Presidente del Consejo de Administración FEMSA, destacó su aporte al país: “Esta labor impulsada por Harris ha impactado a más de un millón de personas en situación de vulnerabilidad y a siete millones en las necesidades de educación.”

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Foto: Especial

La historia de Fleishman también refleja la filosofía de don Eugenio Garza Sada: la convicción de que la empresa no puede vivir aislada de su entorno, sino que debe involucrarse en el bienestar comunitario.

En Tampico, la Fundación Fleishman ha apoyado desde proyectos educativos hasta programas de salud. Sus iniciativas se han entrelazado con los esfuerzos de otras organizaciones, creando una red que trasciende a la filantropía tradicional.

Lo que diferencia a Fleishman es la coherencia entre discurso y acción. Su llamado a que los empresarios se involucren con la comunidad no es retórico, sino fruto de décadas de práctica constante.

El eco de don Eugenio

Al entregar los reconocimientos, Fernández Carbajal subrayó el sentido de fondo del Premio: “Don Eugenio Garza Sada actuó siempre a partir de los valores de respeto a la dignidad humana y defensa de las libertades. Sus enseñanzas son base para reflexionar sobre nuestro presente y construir el futuro.”

Ese eco recorre las historias de SHARE+, CASA y la Fundación Fleishman. Historias que comenzaron en una llamada, en un barrio de Ciudad Juárez o en una empresa familiar de Tampico, pero que hoy tienen un impacto nacional e internacional.

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Foto: Especial

El mensaje es claro: no se trata solo de premiar trayectorias, sino de recordar que en cada iniciativa hay una apuesta por el país.

“Lo que vemos hoy es apenas el inicio de un viaje que puede transformar muchísimas más vidas”, dijo Carolina Escamilla.

 

Nota del editor: Esta publicación se realiza con información de SHARE+, CASA, GT Global, FEMSA y el Tec de Monterrey como parte de las alianzas estratégicas de Grupo Editorial Criterio.

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Imagen BBC