
El aguinaldo es un derecho de todos los trabajadores en México, sin importar su tiempo laborando en una empresa, si son de confianza, de planta, sindicalizados e incluso si trabajan por obra o tiempo determinado tienen derecho a esta prestación.
Este beneficio tiene sus orígenes en Roma y tradicionalmente era una paga extra que se realizaba por la celebración de Navidad, de acuerdo con el sitio oficial del gobierno de México.

“Esta paga extraordinaria nació con el concepto de que el patrón deseaba premiar al trabajador y se realizaba según las diferentes culturas, en dinero o en especie”, señala la página.
Sin embargo, desde 1970 este obsequio se convirtió en un derecho plasmado en la Ley Federal del Trabajo mexicana y permanece vigente hasta el día de hoy.
De acuerdo con el artículo 87 de la Ley Federal del Trabajo vigente, el aguinaldo se deberá pagar antes del 20 de diciembre del año en curso.
En cuanto al monto, el mismo artículo señala que se debe pagar el equivalente a por lo menos 15 días de salario. Sin embargo, eso solo aplica para aquellas personas que lleven trabajando en ese lugar mínimo un año.
Lo anterior quiere decir que si ganas el salario mínimo, que es de $8 mil 480.17 pesos mensuales, recibirías 4 mil 240 pesos de aguinaldo.
En caso de que tu ingreso sea diferente al mínimo sólo deberás dividir tu salario entre 30 y el resultado multiplicarlo por 15. Por ejemplo, si ganas 30 mil pesos mensuales, al dividirlo entre 30 obtienes mil pesos al día. Esta cantidad multiplicada por 15 da 15 mil pesos, ese es tu aguinaldo.
Aquellos que hayan laborado menos de un año, independientemente de si continúan o no prestando sus servicios en ese lugar, tienen derecho a que se les pague una parte proporcional conforme el tiempo que trabajaron.
Como ya lo mencionamos, incluso si no trabajaste todo el año te corresponde una parte proporcional de tu aguinaldo. Para calcular cuánto te toca haz lo siguiente:
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Deberás seguir el mismo procedimiento con tu sueldo y los días que laboraste.
Sí, pero solo en algunos casos. De acuerdo con la ley del Impuesto sobre la Renta en su artículo 93 fracción XIV, estás libre de pagar impuesto siempre y cuando este sea menor a 30 días de salario mínimo, ya sea que te encuentres en la frontera o en el resto del país.
En la mayoría de los casos no. Sin embargo, si existe subordinación laboral mediante la prestación de servicios permanentes a un solo patrón y obligatoriamente cubra un horario de trabajo con duración de la jornada máxima legal de 8 horas; reciba instrucciones de un superior inmediato y tenga un lugar fijo de trabajo dentro de la empresa o establecimiento sí tienes derecho a un aguinaldo.

Por su parte, los trabajadores contratados como vendedores, agentes de comercio o de seguros, propagandistas y otros semejantes que estén contratados bajo el amparo de la LFT sí tienen derecho al aguinaldo. En esos casos, el salario diario para el pago del aguinaldo se calcula tomando en cuenta el promedio de los ingresos percibidos en el último año de trabajo o del tiempo de trabajo en caso de que no haya cumplido el año.

Aunque se ha dicho muchas veces que es mejor consumir la fruta entera y no su jugo por el aporte de fibras, no faltan estudios que le encuentran virtudes. interesantes a esta bebida.
En concreto, una investigación reciente ha demostrado que el consumo regular de jugo de naranja puede influir en la actividad de miles de genes dentro de nuestras células inmunitarias.
Muchos de estos genes ayudan a controlar la presión arterial, calmar la inflamación y regular la forma en que el cuerpo procesa el azúcar, lo que contribuye a mejorar la salud cardíaca a largo plazo.
Los investigadores realizaron un seguimiento a adultos que bebieron 500 ml de jugo de naranja pasteurizado puro cada día durante dos meses. Después de 60 días, muchos genes asociados con la inflamación y la hipertensión arterial se habían vuelto menos activos.
Entre ellos, NAMPT, IL6, IL1B y NLRP3, que suelen ponerse en marcha cuando el cuerpo está sometido a estrés.
Otro gen conocido como SGK1, que afecta a la capacidad de los riñones para retener sodio (sal), también redujo su actividad.
Estos cambios coinciden con hallazgos previos que indican que beber jugo de naranja a diario puede reducir la presión arterial en adultos jóvenes.
El hallazgo ofrece una posible explicación a por qué el jugo de naranja se ha relacionado con una mejor salud cardíaca en varios ensayos.
El nuevo trabajo muestra que, a la vez que eleva el azúcar en sangre, esta bebida cítrica desencadena pequeños cambios en los sistemas reguladores del cuerpo que reducen la inflamación y ayudan a relajar los vasos sanguíneos.
Tiene sentido si pensamos que los compuestos naturales de las naranjas, en particular la hesperidina, un flavonoide cítrico conocido por sus efectos antioxidantes y antiinflamatorios, pueden influir en los procesos relacionados con la hipertensión arterial, el equilibrio del colesterol y la forma en que el cuerpo procesa el azúcar.
La respuesta varió en función del tamaño corporal: las personas con más peso tendían a mostrar mayores cambios en los genes implicados en el metabolismo de las grasas, mientras que los voluntarios más delgados mostraban efectos más fuertes sobre la inflamación.
Una revisión sistemática de ensayos controlados en la que participaron 639 personas de 15 estudios descubrió que el consumo regular de jugo de naranja reducía la resistencia a la insulina y los niveles de colesterol en sangre. La resistencia a la insulina es una característica clave de la prediabetes, y el colesterol alto es un factor de riesgo establecido para las enfermedades cardíacas.
Otro análisis centrado en adultos con sobrepeso y obesidad encontró pequeñas reducciones en la presión arterial sistólica y aumentos en las lipoproteínas de alta densidad (HDL), a menudo denominadas colesterol bueno, tras varias semanas de consumo diario de jugo de naranja.
Aunque estos cambios son modestos, incluso las mejoras leves en la presión arterial y el colesterol pueden marcar una diferencia significativa si se mantienen durante años.
A esto se le suma que, según una revisión reciente, el jugo de naranja influye en las vías relacionadas con el uso de energía, la comunicación entre las células y la inflamación. También puede afectar a la microbiota intestinal, que cada vez se considera más importante para la salud cardíaca.
Si nos decantamos por jugo de naranja sanguina, basta consumirlo durante un mes para que aumente el número de bacterias intestinales que producen ácidos grasos de cadena corta. Estos compuestos ayudan a mantener una presión arterial saludable y a reducir la inflamación.
Las personas con síndrome metabólico son las que más pueden salir ganando. Una investigacion con 68 participantes obesos demostró que el consumo diario de jugo de naranja mejoraba el funcionamiento del revestimiento de los vasos sanguíneos (función endotelial), esto es, la capacidad de los vasos sanguíneos para relajarse y dilatarse.
Y eso se asocia directamente con un menor riesgo de ataques cardíacos.
Otro estudio, realizado con 129 trabajadores de una fábrica de jugo de naranja en Brasil, reveló concentraciones sanguíneas más bajas de apolipoproteína B, o apo-B, un marcador que refleja el número de partículas portadoras de colesterol relacionadas con el riesgo de sufrir un infarto.
Sin embargo, un análisis más amplio de las concentraciones de grasas en sangre reveló que, aunque los niveles de lipoproteínas de baja densidad (LDL) –colesterol malo– suelen descender, otras mediciones lipídicas, como los triglicéridos y el HDL, no varían significativamente.
En cualquier caso, parece que beber jugo de naranja no solo aporta azúcar: aunque la fruta entera sigue siendo la mejor opción debido a su fibra, un vaso diario de jugo de naranja puro podría tener efectos beneficiosos para la salud que se acumulan con el tiempo.
Estos incluyen aliviar la inflamación, favorecer un flujo sanguíneo más saludable y mejorar varios marcadores sanguíneos relacionados con la salud cardíaca a largo plazo.
*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Haz clic aquí para leer la versión original.
*David C. Gaze es profesor de Patología Química de la Universidad de Westminster, en Reino Unido.