
Nick Reiner, hijo del aclamado director Rob Reiner, compareció este miércoles por primera vez ante un tribunal de Los Ángeles acusado por el asesinato de sus padres, aunque su audiencia de imputación fue pospuesta.
El hijo del reconocido matrimonio de Hollywood se presentó detrás de un vidrio en la breve audiencia, de acuerdo con medios de comunicación presentes en la sala. Permanecerá detenido sin derecho a fianza, y deberá ser imputado el 7 de enero.
“Hay asuntos muy complejos y serios asociados a este caso”, dijo a la salida del tribunal el abogado de Nick Reiner, Alan Jackson.
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“Esto requiere ser examinado, observado y analizado”, agregó Jackson a la salida de la presentación judicial.
Jackson pidió que el caso, “una tragedia devastadora que recayó sobre la familia Reiner”, sea tratado con “mesura y dignidad”. El abogado se negó a informar quién lo contrató.
Los cuerpos sin vida de Rob Reiner, de 78 años, y su esposa, la fotógrafa Michel Singer Reiner, de 70 años, fueron encontrados la tarde del domingo en su casa en el lujoso vecindario de Brentwood, en Los Ángeles. En la noche las autoridades detuvieron a Nick Reiner, de 32 años.
La fiscalía de Los Ángeles formalizó el martes dos cargos por homicidio en primer grado, con circunstancias agravantes por tratarse de múltiples asesinatos y por el uso de un cuchillo o arma mortal.
Puede ser condenado a prisión sin derecho a libertad condicional, o incluso a la pena de muerte. Sin embargo, el despacho no ha decidido al respecto, informó el martes el fiscal Nathan Hochman.
Medios de comunicación estadounidenses afirman que Romy Reiner, segunda hija de la pareja, encontró muertos a sus padres la tarde del domingo y llamó a la policía.
Algunos reportes sostienen que los Reiner habrían sido acuchillados, mientras que el portal de entretenimiento TMZ afirmó que habrían sido degollados.
El medio agregó además que la pareja fue junto a su hijo Nick a una fiesta de Navidad del comediante Conan O’Brien, en la cual algunos presentes vieron a padre e hijo discutir de forma acalorada.
TMZ afirma que el sospechoso se registró la madrugada del domingo en un hotel de Santa Mónica, en donde el personal de limpieza habría encontrado sangre en el baño y en la cama.
El matrimonio tiene tres hijos. Rob Reiner tenía además una hija adoptiva con su primera pareja.
Nick Reiner, que vivía de forma intermitente con sus padres, hablaba abiertamente de su adicción a las drogas, que había adquirido a los 15 años.
En un pódcast, afirmó haber seguido 18 tratamientos de desintoxicación durante su adolescencia.
Inspirándose en su propia experiencia, coescribió una película dirigida por su padre, “Being Charlie” (2015), que narra la difícil recuperación de un hijo de famosos devastado por las drogas.
Hijo del legendario comediante Carl Reiner, Rob Reiner saltó a la fama como actor en la serie de TV de los años 1970 “All in the Family”, para luego convertirse en director.
Dirigió 23 películas, incluyendo la aclamada comedia romántica de 1989 “Cuando Harry conoció a Sally”, protagonizada por Billy Crystal y Meg Ryan, en la cual su madre, Estelle Reiner, pronuncia la frase “Quiero lo mismo que ella” después de la icónica escena del falso orgasmo de Ryan en un restaurante neoyorquino.
La muerte de Reiner, un activista ligado a causas progresistas, sacudió además a la esfera política.
Reiner le dio a los espectadores “algunas de las historias más entrañables que hemos visto en la pantalla. Pero por encima de todas las historias que produjo, había una profunda creencia en la bondad de las personas”, escribió el expresidente Barack Obama en la red social X.
En contraste, el mandatario Donald Trump arremetió el lunes contra Rob Reiner, abiertamente crítico con el republicano, llegando a decir que la pareja murió por el odio que causaba en su entorno la “furibunda obsesión” que el cineasta tenía en su contra.
Las palabras del presidente causaron estupefacción, incluso entre los miembros de su partido.

El acuerdo regula cómo ambas naciones deben repartirse el agua de los ríos Bravo y Colorado, que forman parte del límite territorial entre ambas.
La disputa sobre la implementación de un tratado firmado en 1944 que regula cómo Estados Unidos y México deben repartirse el agua de los ríos Bravo y Colorado, vuelve a intensificarse.
El presidente Donald Trump anunció este lunes que dio luz verde a la documentación para imponer un arancel del 5% a los productos procedentes de México si el país vecino “continúa incumpliendo” el tratado.
En un mensaje publicado en su red Truth Social, el mandatario subrayó que México debe más de 986 millones de metros cúbicos de agua a EE.UU. y estableció el 31 de diciembre como el plazo para que México entregue más de 246 millones de metros cúbicos de agua.
“Cuanto más tarde México en liberar el agua, más perjudicados resultarán nuestros agricultores”, advirtió Trump, instando al gobierno de Claudia Sheinbaum a “solucionar ya” la cuestión.
La implementación del tratado ha generado en el pasado fuertes protestas de agricultores mexicanos, según los cuales la extracción de agua para EE.U. en tiempos de sequía amenaza seriamente su medio de vida.
En abril, Trump ya había amenazado a México con aranceles e incluso sanciones por el tema del agua.
“México está incumpliendo su obligación. Esto …perjudica gravemente a los agricultores del sur de Texas”, escribió entonces Trump en su plataforma Truth Social.
“El mes pasado detuve los envíos de agua a Tijuana hasta que México cumpla con el Tratado de Aguas de 1944… y seguiremos intensificando las consecuencias, incluyendo aranceles y, quizás, incluso sanciones, hasta que México cumpla con el tratado y le dé a Texas el agua que le corresponde”, agregó.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, respondió en ese momento a Trump con un mensaje en su cuenta oficial de X.
“El día de ayer fue enviada al subsecretario del Departamento de Estado de Estados Unidos una propuesta integral para atender el envío de agua a Texas dentro del tratado de 1944, que incluye acciones de muy corto plazo. Han sido tres años de sequía y, en la medida de la disponibilidad de agua, México ha estado cumpliendo”.
“He instruido a los secretarios de Agricultura y Desarrollo Rural y Relaciones Exteriores, así como a la secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales que de inmediato hagan contacto con la Secretaría de Agricultura y el Departamento de Estado del gobierno de Estados Unidos. Estoy segura que, como en otros temas, se llegará a un acuerdo”, dijo la mandataria en abril.
De alguna manera, se podría decir que el llamado Tratado de la Distribución de las Aguas Internacionales firmado por México y EE.UU. en 1944 tiene su origen en otro acuerdo alcanzado casi un siglo antes de esa fecha.
El Tratado de Paz, Amistad, Límites y Arreglo Definitivo (más conocido como Tratado de Guadalupe Hidalgo), firmado en 1848 al final de la guerra entre ambos países iniciada por la disputa de Texas, fue el que estableció que México cedería a EE.UU. más de la mitad de su territorio en aquel entonces.
Pero además, también fijó la frontera entre ambos países en el río Bravo -conocido como río Grande por los estadounidenses- y cuyas aguas han sido centro de conflicto en Chihuahua.
La ubicación estratégica del río hacía necesario un plan de distribución entre ambos actores. Tras años de negociación y varias propuestas fallidas, México y EE.UU. firmaron en Washington el tratado vigente en la actualidad.
Según el acuerdo, México se queda con dos tercios de la corriente principal del Bravo y cede a su vecino el resto, que no podrá ser menor de unos 432 millones de metros cúbicos (Mm3) anuales.
Como contraparte, EE.UU. cede a México cada año 1.850 Mm3 del río Colorado, que en su mayoría se encuentra en suelo estadounidense pero que también pasa por la frontera entre ambos países hasta desembocar en el golfo de California, entre los estados mexicanos de Baja California y Sonora.
El acuerdo también establece que la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA), un organismo binacional, es el encargado de resolver las posibles diferencias en materia de límites.
El pacto estipula que EE.UU. cumplirá con su entrega de agua cada año, mientras que México podrá hacerlo en períodos de cinco años.
“Es de los mejores acuerdos que se han logrado en la historia con relación a EE.UU.”, afirmó en 2020 el expresidente Andrés Manuel López Obrador.
Reformar o actualizar las condiciones de un tratado que fue firmado hace 76 años podría ser una de las opciones para tratar de solucionar conflictos.
Pero algunos analistas consideran que tanto los litros de agua acordados como la posibilidad de entregar su parte cada cinco años en lugar de anualmente son ventajas que México no debería perder.
Para los agricultores del lado mexicano de la frontera, lo que está en juego en tiempos de sequía agravada por el cambio climático, es algo mucho más inmediato que los vaivenes diplomáticos entre ambos países.
Los enfrentamientos de 2020 entre agricultores y la Guardia Nacional en Chihuahua tuvieron lugar tras la decisión del gobierno de extraer agua de la presa de la Boquilla para cumplir el tratado con EE.UU.
En ese entonces, el vocero de los agricultores, Salvador Alcantar, presidente de la Asociación de Usuarios de Riego de Chihuahua (Aurech), señaló que estaba en riesgo el futuro de unas 20.000 familias que viven del campo en la región.
Alcantar compartió con BBC Mundo uno de sus mayores temores:
“En 1995 no se abrieron las presas para sembrar y hubo una migración masiva desde nuestros municipios. Los hombres en edad productiva se marcharon para dar sustento a la familia, fue una desintegración familiar fuerte que aún estamos sufriendo”, recuerda.
“Y ese es el problema social que podemos volver a ver si no sembramos el año próximo”.
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