
Benito Martínez Ocasio, alias Bad Bunny, es hoy una de las figuras más destacadas de la cultura pop en lo que va del siglo. Su gira “Debí Tirar Más Fotos” hizo su parada en la Ciudad de México con una serie de ocho conciertos masivos en el Estadio GNP Seguros, donde el reguetón es el gran protagonista. Sin embargo, más allá de la potencia de este género musical, Benito va más allá, ofreciendo a Puerto Rico como el producto más sexy de su trabajo artístico.
El lanzamiento de su más reciente trabajo, “Debí tirar más fotos”, es una colección sonora que captura la esencia de Puerto Rico con el estilo del cantante boricua más exitoso de la última década.
Para los mexicanos, el nacionalismo es un tema casi implícito, impuesto desde la educación pública, el arte y la televisión; un tema que puede resultar incómodo para algunos latinoamericanos por el sobrado orgullo mexicano que nos caracteriza. Pero la forma en que Bad Bunny promueve a la isla como un producto cultural —a partir de su música, su estética, su fauna y sus costas— ofrece una lectura distinta de este territorio que vive una suerte de colonia estadounidense en pleno siglo XXI.
“Estoy muy agradecido de que acepten a este puertorriqueño y a la música de mi tierra”, enunció Bad Bunny en diversas ocasiones.
Durante todo el espectáculo, el intérprete de “La Mudanza” echa mano de músicos de folclor boricua, quienes hacen reventar los timbales y las trompetas, y con singular destreza tocan las cuerdas con el estilo que caracteriza a la música del Caribe.

“Porque si alguien está orgulloso de su tierra soy yo, y sé que ustedes, como mexicanos, son como yo. ¡Que viva Puerto Rico!, ¡Que viva México!”, añadió.
La aproximación a la música popular de los boricuas es un ejercicio que logra permear entre una audiencia potente que celebra cada paso de Bad Bunny.
Durante el recital, la audiencia enardeció con el tradicional “¡Benito, hermano, ya eres mexicano!”. Ante el rugido del respetable y con singular astucia, desde el escenario abrazó el gesto y lo puso en su dimensión:
“Yo por esta noche soy mexicano y ustedes, puertorriqueños”, atizó.
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Se deshizo en agradecimiento a México por su apoyo en su carrera (el tamaño del mercado mexicano es determinante en carreras como la de él). Posiblemente nunca se ha gritado tan fuerte “¡Viva Puerto Rico!” fuera de la nación isleña; Bad Bunny logró que los mexicanos lo hicieran.
Las cifras escandalosas que ofreció Ocesa, como empresa organizadora, mostraron que más de 500,000 personas acudirían al llamado del “Conejo Malo” en Ciudad de México, de las cuales un 45% viene de fuera del Valle de México. En esa cifra, hay asistentes originarios de 77 países.
En el espacio que ocupé en General A (en la pista junto al primer escenario), estaba rodeado de visitantes dispuestos a entregarse para cantar a todo pulmón “Callaíta”, “Nuevayol” y “Neverita”, por citar algunas.

Junto a mí, un grupo de cuatro mujeres originarias de República Dominicana y Puerto Rico que viven en Estados Unidos coordinaron un viaje desde California, Florida y Nueva York. Su euforia fue desbordada, al igual que la de los colombianos que no pararon de saltar, sobre todo cuando apareció de sorpresa su compatriota Feid, quien hizo un dueto con Bad Bunny en “La casita” cantando “Perro Negro”. Había grupos de amigos que viajaron de San Luis Potosí, Sinaloa, Chihuahua y Tlaxcala. Todos, sin importar su acento, celebraron al “Conejo” llevando las “pavas”, el sombrero tradicional de Puerto Rico.
“Este show es simple, es acerca de México, Puerto Rico, de América Latina, de la unión”, dijo Benito en su intervención.
Es palpable la fuerza de su fanaticada que viene desde muy lejos hasta la Deportiva Magdalena Mixhuca, porque es posible perrear llorando y cantando una canción de Bad Bunny. Eso es algo que la música en español no había experimentado.
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Parece que todo se le perdona a Bad Bunny; su figura tiene muchos significados para una audiencia que no tiene un solo estrato social.
Al inicio, el primer escenario tiene protagonismo y aparece Benito impecablemente vestido con un traje en un tono crudo, cantando acompañado de Los Sobrinos. Desde ahí, el espectáculo es muy ortodoxo, destacando el graderío de “Los Vecinos”, un área diseñada con poco más de 500 localidades justo bajo la gran pantalla del espectáculo. Pero la mayor parte del concierto terminaron torciendo el cuello para ver la imagen y no perderse el detalle de lo que ocurría a 200 metros de distancia en otro escenario.

Todo el ánimo cambia cuando se traslada a “La Casita”, donde se lleva más de una hora del concierto y los más grandes éxitos del recital, que dura dos horas y veinte minutos.
Era sabido que ese cambio había molestado a los fans que compraron las localidades de General A, Los Vecinos y los Fan Pit, que eran sustancialmente más caras. “¡Que chingue a su madre el General B!”, escuché decir a una asistente con un tono muy fresa y sumamente incómoda por no poder ver claramente a su ídolo.
La colocación de este escenario no permite ser visto más que por las personas en gradas y los que estaban en el ángulo correcto de esa zona. El concierto se redujo a ver una gran pantalla que cada tanto presentaba retrasos y la imagen congelada.
El anuncio de que cada concierto tendrá un tema que no se repetirá en ninguna otra fecha de la gira ha generado gran expectativa entre los fans, creando la ilusión de un dueto, una experiencia única o un recuerdo que marque esa fecha en el calendario.
Al entonar su tema “Debí tirar más fotos”, llamó a la audiencia a desprenderse de sus celulares y a festejar con las manos en alto, a vivir el momento, a bailar sin sentirse presos de la vida digital.
“Los que se atrevan a vivir con nosotros este momento, guarden su teléfono y alcen sus manos”, arengó Benito.
Bad Bunny tiene mucho que ofrecer como producto pop y con un discurso que confronta las ideas culturales de la música urbana, el folclor y la dignidad de un pueblo.
Entonces, ¿lo volvería a ver? Sí. ¿Pagaría lo que se exigen sus precios? Seguramente no. El señor Martínez ofrece toda la energía del Caribe y refresca las ideas de la música urbana. Los purismos murieron, y el que Benito solo cante en español hace todo el sentido.
Mientras tanto, es una gira extremadamente redituable para todos los que tienen las manos en este tour. La gira que no visitará Estados Unidos tiene hambriento al tigre del entretenimiento, que solo podrá tener un episodio de 12 a 15 minutos del “Conejo Malo” en el medio tiempo del Super Bowl LX.

El líder de la operación asegura que su organización está construyendo infraestructura en Venezuela para extraer a personas del país en caso de que comience una guerra con Estados Unidos.
La operación de rescate para sacar de Venezuela a la líder opositora y premio Nobel María Corina Machado incluyó disfraces, dos barcos en mares agitados y un vuelo, según ha contado a la BBC el hombre que dice haberla dirigido.
Bautizada como “Operación Dinamita Dorada”, el peligroso viaje fue frío, húmedo y largo, pero la “formidable” Machado no se quejó ni una sola vez, según Bryan Stern, fundador de la Grey Bull Rescue Foundation.
“El mar está muy agitado. Está completamente oscuro. Usamos linternas para comunicarnos. Da mucho miedo, pueden salir mal muchas cosas”.
A pesar de los riesgos, todo salió bien. Machado llegó sana y salva a Oslo, Noruega, para recoger su Premio Nobel de la Paz justo antes de la medianoche del miércoles.
Tras haber vivido escondida en su propio país desde las controvertidas elecciones del año pasado en Venezuela, Machado no había aparecido en público desde enero. Sus hijos adultos, a quienes no había visto en dos años, estaban en Oslo para recibirla.
Grey Bull se especializa en misiones de rescate y evacuaciones, especialmente en zonas de conflicto y desastre. Un representante del equipo de Machado confirmó a CBS News, socio mediático de la BBC en Estados Unidos, que la organización estaba detrás de su operación de rescate.
Stern explicó que Grey Bull llevaba meses consolidando su presencia en el Caribe, incluida Venezuela y la vecina isla de Aruba, para prepararse para posibles operaciones en Venezuela.
“Hemos estado construyendo infraestructura sobre el terreno en Venezuela diseñada para sacar a estadounidenses, aliados, británicos y otras personas en caso de que comience la guerra en Venezuela”, declaró a la BBC.
Las especulaciones sobre una posible acción militar de Estados Unidos contra Venezuela han ido en aumento después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, pidiera al presidente Maduro que abandonara el cargo, acusándolo de enviar narcóticos y asesinos a Estados Unidos.
Según Stern, el reto en este caso consistía en sacar del país a alguien tan conocido como María Corina Machado, un nombre muy popular en Venezuela para la oposición.
Ninguna de las infraestructuras que su empresa había construido en el país, dijo, estaba “diseñada para la segunda persona más popular del maldito país con una diana en la espalda”.
Cuando entró en contacto por primera vez con el equipo de Machado, al principio no le revelaron su identidad, pero afirmó que fue capaz de adivinarla.
Se pusieron en contacto con él a principios de diciembre, a través de un contacto que conocía al equipo de Machado, y este era al parecer el segundo intento de sacarla de Venezuela, después de que el plan inicial “no saliera bien”, según dijo.
La operación se denominó “Dinamita Dorada” porque “(Alfred) Nobel inventó la dinamita” y Machado intentaba llegar a Oslo para recoger el Premio Nobel de la Paz.
Las cosas se movieron rápidamente. Stern dijo que habló con el equipo el viernes, que se desplegaron el domingo y que el martes ya habían completado su misión.
Su equipo había explorado varias posibilidades para sacar a Machado del país y se decidió por un plan que implicaba un tumultuoso viaje por mar.
Para proteger su futuro trabajo en Venezuela, Stern solo puede revelar algunos detalles del viaje.
Por tierra, trasladaron a Machado desde la casa donde se escondía hasta el punto de recogida de una pequeña embarcación, que la llevó frente a la costa hasta un barco un poco más grande, donde se reunió con él.
El viaje se realizó en “mares muy agitados”, con olas de hasta 3 metros de altura, en “una oscuridad total”, según contó.
“El viaje no fue agradable. Hacía frío, llovía mucho, estábamos empapados, las olas eran muy fuertes, y eso lo aprovechamos. La llevamos a tierra firme, hasta donde estaba su avión, y ella voló a Noruega”.
A lo largo del viaje, se tomaron varias medidas para ocultar y disimular su rostro y su perfil “digital”, ya que se trata de una política muy conocida.
“La amenaza biométrica es muy real”, señaló, y añadió que se tomaron medidas para asegurarse de que no pudiera ser localizada a través de su teléfono.
Stern dijo que María Corina Machado se comportó de manera “impresionante” a pesar de las dificultades durante el viaje, aceptando un jersey para abrigarse cuando él se lo ofreció, pero sin pedir nada más.
“Estaba empapada y helada, pero no se quejó ni una sola vez”, dijo riendo, reconociendo que la operación era muy peligrosa porque el agua “no perdona”.
“Si conduzco un barco y se me avería el motor, tendré que nadar hasta Venezuela”.
Cuando se le preguntó cómo podía garantizar la seguridad de los venezolanos que ayudaron en la operación, Stern respondió que mantuvieron sus identidades en secreto y que “nosotros [Grey Bull] realizamos muchas operaciones encubiertas”.
Muchos de los que ayudaron ni siquiera se dieron cuenta de que estaban trabajando para él, dijo Stern, mientras que otros creen que “conocen toda la historia”, pero en realidad no es así.
“Hay personas que hicieron cosas que eran benignas desde su perspectiva, pero que desde la nuestra eran fundamentales para la misión”.
Afirmó que la operación fue financiada por donantes, y no por el gobierno de Estados Unidos: “Nunca hemos recibido una nota de agradecimiento del gobierno de Estados Unidos, y mucho menos un dólar”.
Stern aseguró que se coordinó con algunos Estados nacionales y con los servicios de inteligencia y diplomáticos de varios países. Esto incluyó alertar a Estados Unidos de manera “informal”.
Machado ha dicho que tiene la intención de regresar a Venezuela, pero el Stern afirma que le aconsejó que no lo hiciera.
“Le dije: ‘No vuelvas. Eres madre. Te necesitamos’. Ella hará lo que tenga que hacer… Entiendo por qué quiere volver, porque es una heroína para su pueblo.
“Ojalá no volviera, pero tengo la sensación de que lo hará”.
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