Con diez nominaciones al Oscar, El brutalista es una de las favoritas de la temporada. La película retrata el mundo de la arquitectura en la gran pantalla contando la vida de László Toth, interpretado por Adrien Brody.
En la historia, Lászlo es un arquitecto húngaro judío que se desarrolló en la ola del Bauhaus que tuvo que huir de su país a Estados Unidos tras sobrevivir a la Segunda Guerra Mundial.
El brutalista presenta a Lászlo como un genio de su generación que revolucionó la forma de construir edificios, creando el estilo brutalista que le da el nombre a la película.
Contando tres décadas de su vida, en la película vemos cómo lidia con ser un extranjero en un país como Estados Unidos, mientras intenta reunirse con su esposa y seguir haciendo lo que más ama.
‘El brutalista’ llega a cines de México desde este 06 de febrero.
Así como en 2022 mucha gente salió del cine preguntándose si Lydia Tár era un compositora/directora de orquesta real, lo mismo pasa con El brutalista y Lászlo Toth.
Sin embargo, tal y como sucedió en Tár, esta película de Adrien Brody no se basa en la vida de una persona real.
No te culpamos si “caíste” en esta creencia, pues la película está construida como una biopic poniendo foco en su protagonista y sus obras.
Es más… hasta el final de la película se siente como su todo fuera basado en hechos reales, pero la realidad es que The Brutalist es una historia 100% ficticia. Lászlo Tóth no existe.
La confusión es todavía más grande si te vas a Google y buscas “Lászlo Tóth”, pues te saldrá al menos una opción, pero esta hace referencia a un geólogo australiano nacido en Hungría.
Una coincidencia muy peculiar, pero que no tienen relación.
Este Laszlo Toth es mejor conocido por destrozar la estatua de “La piedad” de Miguel Ángel, en mayo de 1972, en la Basílica de San Patricio en El Vaticano. Tal cual sacó un martillo y golpeó la estructura mientras gritaba que él era Jesucristo.
Nunca fue acusado de ningún delito, pero de acuerdo a The Guardian fue declarado una persona socialmente peligrosa y se le ordenó ser internado en un hospital psiquiátrico durante dos años.
El director Brady Corbet pasó siete años haciendo El brutalista y en las notas de producción comparte que quería examinar
“cómo la experiencia de los inmigrantes refleja la experiencia artística en el sentido de que, siempre que alguien hace algo atrevido, audaz o nuevo (como el Instituto que László construye a lo largo de la película), generalmente recibe críticas por ello”.
“Y luego, con el tiempo, se les ensalza y celebra por ello”, añade el director.
Tomando eso en cuenta, Corbert consultó al erudito en arquitectura Jean-Louis Cohen, que enseña en Princeton.
Al visitarlo Corbet le preguntó si conocía a algún personaje histórico que hubiera fundado un estudio de arquitectura en una parte del mundo y luego hubiera tenido que sufrir el desplazamiento y el exilio para empezar de nuevo en el extranjero.
Cohen no pudo nombrar a nadie en específico, así que Corbert y la guionista Mona Fastvold se pusieron a crear al personaje ficticio que se convertiría en Lászlo Tóth.
Las notas de producción del El brutalista mencionan que, si bien las experiencias de László en Estados Unidos son producto de la imaginación de Corbet y Fastvold, reflejan las de artistas clave del movimiento brutalista, entre ellos Louis Kahn, Mies van der Rohe y, sobre todo, el húngaro Marcel Breuer, que diseñó el Museo Whitney de Nueva York, hoy Met Breuer.
Digamos que Breuer, aunque no le tocó vivir en primera fila la Segunda Guerra Mundial porque fue invitado a trabajar en Estados Unidos en 1937, sería la inspiración más cercana (y real) para Lászlo.
Y no solo su vida profesional les atrajo a Corbert y Fastvold, sino también les llamó la atención la relación de Breuer con su esposa, así como la volátil relación con sus propios críticos, que a menudo eran despiadados con su obra tanto en Europa como en América.
“En la última parte de su vida, Breuer no fue un arquitecto especialmente célebre”, dice Corbet. “Ahora se le considera uno de los mejores arquitectos del siglo XX”.
La arquitectura brutalista se puso de moda en el Reino Unido en la década de 1950, entre los proyectos de reconstrucción de la era de posguerra.
Los edificios brutalistas se caracterizan por ser construcciones minimalistas que muestran elementos desnudos (como el hormigón o el ladrillo a la vista); el brutalismo enfatiza los elementos estructurales por encima del diseño decorativo.
Entre los principales representantes están las obras de Le Corbusier, Marcel Breuer, William Pereira, Moshe Safdie, Denys Lasdun y Alison y Peter Smithson.
Corbet y Fastvold quedaron fascinados por la arquitectura brutalista por su resonancia física y psicológica.
“Para nosotros, la psicología de posguerra y la arquitectura de posguerra, incluido el brutalismo, están vinculadas, algo que damos vida en la película a través de la construcción del Instituto, una manifestación de 30 años de trauma en László Tóth y la ramificación de dos guerras mundiales”, dice Corbet en las notas de producción.
“Nos pareció poético que los materiales que se desarrollaron para la vida durante la guerra se incorporaran luego a las residencias y proyectos corporativos en los años 50 y 60 por parte de personas como Marcel Breuer y Le Corbusier”, añade.
Además, el brutalismo lo ve como un excelente reflejo de la experiencia migrante.
“El brutalismo puede ser austero, pero también tiene un estilo monumental: estos objetos extraños que son amados y odiados en igual medida y que tardan en desplegarse en la imaginación del público porque la gente parece no poder descifrarlos en el momento. Para mí, esto refleja la experiencia de los inmigrantes, y el brutalismo es un estilo de arquitectura que fue creado predominantemente por inmigrantes. En cuanto a su alcance y escala, los edificios brutalistas piden a gritos ser vistos, pero las personas que los diseñaron o construyeron luchaban por su derecho a existir“.
La pareja de astronautas está programada en pocos días para iniciar su regreso a la Tierra a bordo de una cápsula Dragon de SpaceX después de un retraso de nueve meses.
Los dos astronautas estaban programados para permanecer en la Estación Espacial Internacional (EEI) únicamente ocho días, pero debido a problemas técnicos con la nave espacial experimental en la cual arribaron, tuvieron que permanecer allí más de nueve meses.
Se espera que inicien el viaje de regreso a la Tierra más tarde esta semana. Steve Stich, administrador del programa comercial tripulado de la NASA expresó entusiasmo ante la perspectiva.
“Butch y Suni han realizado un gran trabajo y estamos encantados de traerlos de vuelta”, manifestó.
Imágenes en vivo mostraron la nave SpaceX Crew Dragon acoplándose con la EEI y abriendo una compuerta. Poco después de las 05:45 GMT, los astronautas se abrazaron mutuamente en la gravedad cero.
Además de Wilmore y Williams, a bordo de la EEI están Nick Hague de la NASA y el cosmonauta Aleksandr Gorbunov de la agencia Roscosmos, que serán relevados por cuatro astronautas: uno de Rusia, uno de Japón y dos de EE.UU.
Habrá un traspaso de dos días, después de los cuales la antigua tripulación deberá iniciar su regreso a casa. Pero podría presentarse otra pequeña demora, mientras esperan para que las condiciones en la Tierra estén ideales para un reingreso seguro de la cápsula, según Dana Weigel, administradora del programa de la EEI.
“El clima siempre tiene que cooperar, así que nos tomaremos el tiempo si resultar no ser favorable”, comentó a la prensa.
Weigel explicó que los astronautas se habían estado preparando para el traspaso la semana pasada.
“Butch tocó la campana ceremonial a medida que Suni entregó el comando al cosmonauta Alexei Ovchinin”, añadió.
Los astronautas varados han manifestado consistentemente su alegría de estar a bordo de la estación espacial, con Suni Williams describiéndolo como su “lugar alegre”. Pero el doctor Simeon Barber, de la Universidad Abierta de Reino Unido, dijo a BBC News que probablemente haya un costo personal.
“Cuando te envían a un viaje de trabajo que se supone va a durar una semana, no estás esperando que dure buena parte de un año”, opinó.
“Esta estadía extendida en el espacio habrá interrumpido la vida familiar, cosas habrán pasado en sus hogares que se habrán perdido, así que habrá un período de trastorno”.
Butch y Suni llegaron a la EEI a principios de junio de 2024 para probar una nave espacial experimental llamada Starliner, construida por la firma aeroespacial Boeing, rival de SpaceX.
La misión se retrasó durante varios años debido a problemas técnicos en el desarrollo de la nave, y se presentaron problemas durante el lanzamiento y el acoplamiento con la EEI. Estoy incluyó problemas con los propulsores de la Starliner, que se necesitarían para frenar la cápsula en su reingreso en la atmósfera de la Tierra, así como escapes de gas litio en el sistema de propulsión.
La NASA decidió que no tomaría ni un mínimo riesgo regresando a Butch y Suni en la Starliner, cuando tenían la opción de devolverlos a bordo de la cápsula Dragon de SpaceX.
La agencia aeroespacial decidió que la mejor opción para hacerlo sería durante una rotación de tripulación programada, aunque eso significaría que los astronautas se quedarían varios meses en el espacio.
Boeing ha afirmado repetidamente que hubiera sido seguro devolver a Butch y Suni en la Starliner, y se disgustó con la decisión de usar una cápsula rival en cambio, lo que será “vergonzoso” para Boeing, según el doctor Barber.
“No va a ser una buena imagen que Boeing vea a los astronautas que llevaron al espacio regresar en una nave de la competencia”, explicó.
El pasado febrero, en una entrevista conjunta con el canal noticioso Fox News, el presidente Trump y el director ejecutivo de SpaceX, Elon Musk, expresaron que Butch y Suni pudieron haber regresado a casa mucho antes.
“Los abandonaron en el espacio”, declaró el presidente Trump en la entrevista.
Cuando el entrevistador Sean Hannity se explaya diciendo que “debían permanecer allí ocho días, pero llevan ya casi 300”, Trump respondió con una palabra: “Biden”.
Musk, por su parte, agregó: “Los dejaron allá por razones políticas”.
La afirmación fue rechazada por Steve Stitch de la NASA.
“Estudiamos una amplia gama de opciones y trabajamos conjuntamente con SpaceX para ver que sería lo mejor para hacer en términos generales y cuando planteamos todo eso la mejor opción era la que estamos implementando ahora”, señaló.
La decisión fue apoyada por la doctora Libby Jacksont, directora de temas espaciales del Museo de Ciencia en Londres y trabajó en el centro de control de Europa para la EEI.
“La seguridad de Butch y Suni siempre iba a ser prioridad en la mente de todos a medida que se tomaban la decisiones de cómo mejor abordar las circunstancias que se presentaban”, comentó.
“NASA tomó esas decisiones basada en buenas razones técnicas, en razones programáticas, y encontró la solución correcta que ha mantenido a Butch y Suni a salvo”.
“Tengo la ilusión de verlos regresar a la Tierra, sanos y salvos, con el resto de sus colegas tripulantes”.
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