
El estado actual del amor y las relaciones de pareja pueden confundir a muchas personas. Todo parece ser fugaz y sin compromisos, dando la impresión de que ya no hay lugar para relaciones duraderas.
Pero muchas de esas ideas vienen de conceptos caducos sobre el amor de pareja y al comprender los cambios sociales de los últimos años, podemos construir relaciones fuertes y felices. De eso va Navegando la incertidumbre amorosa, el nuevo libro de la pedagoga y terapeuta, Tere Díaz, y de la socióloga y marketera, Mónica León.
A través de Navegando la incertidumbre amorosa, las autoras nos ofrecen una guía para que saber lo que queremos respecto al amor y con el que nos ayudarán a cuestionarnos sobre nuestras falsas expectativas que tenemos de la felicidad, darnos cuenta de nuestras fallas y cómo construir una relación igualitaria.
En Animal MX tuvimos la oportunidad de hablar con Tere y Mónica sobre su libro, para quiénes está dirigido, los retos que enfrentamos hoy en día a la hora de buscar el amor y lo que podemos descubrir al terminar de leerlo.

La idea de escribir este libro nació después de que Mónica y Tere trabajaran juntas por un proyecto relacionado a la soltería. Luego de realizar la investigación, ambas se dieron cuenta que en México no se habla de este tema.
“Nadie habla del enfoque estructural y la parte psicológica y sociológica profunda de lo que pasa con la soltería, de ahí surge el esfuerzo de hacer un libro con un acercamiento serio de investigación, pero que a la vez sea amable y que te dé opciones de solución”, cuenta Mónica.
Tere, por su parte, tomó como inspiración lo que vivió después de un largo divorcio y luego, después de terminar otra relación larga. De ahí nace esta guía para quienes busquen construir una buena relación y que no tengan miedo de surfear el mar amoroso.
“A toda la gente le da miedo el fracaso y tienen miedo a la decepción amorosa. El libro es para todos los que buscan una vida amorosa erótica afectiva en el modelo que quieran: desde los frees, hasta los poliamorosos, pasando por los amigos con derecho y hasta una pareja casada”, señala Tere.
Para Tere, el libro puede ayudar a quienes vivan un malestar amoroso para que sepan cuándo llega el amor, cuándo deben irse de la relación, para qué permanecer. Te da las herramientas para comprender cómo es la vida amorosa en el siglo XXI, porque, en sus palabras “todavía queremos construir las relaciones como hace 20 o 30 años y pues no”.
Por otro lado, Mónica resalta que el tema de la esperanza de vida es crucial, ya que ahora vivimos más tiempo y no por tener cierto número de años significa que no podemos encontrar el amor o seguir nuestros proyectos de vida.
“Antes te casabas para toda la vida porque te morías a los 40 años, pero ahora resulta que vas a vivir hasta los 70 u 80, entonces, ¿qué vas a hacer las siguientes décadas que te faltan? ¿Qué proyectos de vida para ti vas a querer? No es solo perderle el miedo al amor, sino entender y adoptar estrategias y herramientas que te den más estrategias para enfrentar no solo el mundo de pareja, sino la vida misma”, señala la socióloga.
Otro objetivo de las autoras es el de eliminar las mentiras con las que crecimos sobre el amor. Ellas dan de ejemplo que el amor no lo puede todo, el amor no es incondicional, que el buen amor no siempre es monógamo o que no es necesario que haya una relación matrimonial para conseguirlo.
“Hay amores que no cumplen estas características y son buenos amores”, menciona Tere.
“Esas mentiras nos las creímos porque las vendían en las series, en las canciones y en las novelas. Tienes que quitarte esas ideas porque no aplican. Para tener una buena relación de pareja tienes que empezar por por ti y lo más importante es construir tu proyecto de vida”, agrega Mónica.
Tere menciona que la resistencia al cambio viene por la falta de flexibilidad de las personas al momento de construir sus relaciones de pareja. A veces alguien desea algo profundamente, pero si la otra persona no está de acuerdo la opción es intentar cambiarla y finalmente terminar con la relación.
Por otro lado, cree que el tema de la igualdad de género y la libertad llega a chocar con el “enamoramiento admirativo”, por lo que es necesario deconstruir algunas creencias que tenemos para lograr una relación más sana.
“Las mujeres estamos posicionadas actualmente con mucho más autonomía, pero no se renuncia al enamoramiento admirativo. Entonces el hombre las debe de cuidar, debe ser más inteligente, ganar más dinero, tener más aplomo, ser más alto, entonces hay una contradicción. No quiero que me controles, pero si protégeme, pero no quiero que que me mantengas y quiero que me dejes trabajar, pero tú pagas más”, señala Tere.
Mónica también resalta que tenemos que entender que en las relaciones nunca habrá certidumbre, por lo que es necesario “aprender a navegar con la incertidumbre”.
“No sabemos qué pase con tu relación, le vas a poner todos los huevos a la canasta y tal vez funcione, pero tal vez no. No sabes qué va a pasar y ese es el gran reto, decir que no te puedes aferrar. Por otro lado, en la medida que tengas un proyecto de vida más solido que vaya de acuerdo con tus habilidades vas a estar más satisfecho contigo mismo y vas a esperar y exigir menos del otro”, explica Mónica León.
Tere menciona que en un libro llamado Inteligencia Erótica, la autora Esther Perel dice que hoy en día, uno le pide a su pareja todo lo que antes te daba una tribu.
“Con alguien cocinabas, pero con alguien criaba hijos, pero de alguien más te enamorabas y normalmente no era con el que te casabas, y con alguien conversabas. Hoy en día se cree que la pareja tiene que ser tu amor, tu cómplice y todo, entonces eso creo que es una demanda imposible, no, ni las mamás podemos darles a nuestros hijos esas cosas”, enfatiza Tere Díaz.
“Yo digo que sí, sabemos lo que va a pasar la relación, se va acabar, ya sea por muerte o por separación, pero se va a acabar. Entonces, ¿por qué temer? ¿Por qué no prepararnos para el final y no tener que acabar a golpes? Tenemos que actualizarnos: o te flexibilizas y sabes que los ciclos se hacen más cortos en una vida más larga o vas a sufrir horrible y vas a hacer sufrir”, resalta Tere.
Tere explica que antes había un solo paquete que era el matrimonio, donde había sexo, hijos, amor, familia y estabilidad económica. Pero actualmente puedes tener eso por separado.
“Ahora puedes tener matrimonio sin hijos, hijos sin amor, amor sin hijos, matrimonio sin amor, amor sin matrimonio, hijos sin sexo, sexo sin amor, amor y sexo sin hijos… Entonces eso abre muchas posibilidades”, resalta la terapeuta.
Para Mónica, la clave de elegir bien a tu pareja es en fijarte bien en el comportamiento de la persona, más allá de las cosas bonitas que te diga, fíjate en lo realmente importante como es: cómo trata a los demás, si tiene mamitis o hasta si es buen ex.
Mónica cree que Navegando la incertidumbre amorosa puede ayudarnos a lidiar con el sentido de culpa que tenemos y que luego nos detiene en el camino para encontrar una relación.
“Esa sensación de culpa no nos deja avanzar, pero cuando lees que las relaciones son cada vez más complejas y que hay otros factores como los roles de género, las redes sociales que nos venden un mundo de Walt Disney y muchos otros retos que cuando los entiendes te das cuenta que no estás loca, no estamos locos y tenemos muchas áreas de oportunidad”, señala la socióloga.
Y para Tere, el libro nos ayuda a entender primero cómo es el territorio amoroso en la actualidad y luego sobre cómo lo puedes atravesar.
“No puedes hacer del amor tu único proyecto de vida, porque así ni el amor te va a salir porque lo vas a sobrecargar. No hay manera que una persona te dé lo que antes te daba una comunidad. Creo que muchos deseamos un buen amor, pero hasta entender, cambiar y poder elegir lo sustancial para vivir acompañados, no podremos encontrarlo”, agrega Tere.
Navegando la incertidumbre amorosa, publicado por la editorial Grijalbo de Penguin Random House, ya está a la venta en las librerías de México (físicas y digitales), a través del formato físico, digital (eBook) y audiolibro.

La tasa de suicidio en Chile en 2024 llegó a alrededor de 10.5 muertes por 100 mil habitantes, cuatro puntos por sobre la tasa de fallecimientos por homicidios en ese mismo periodo. Pero, ¿cómo se caracteriza este complejo problema de salud pública en el país sudamericano?
“No sé si ustedes saben que en Chile hay más suicidios al año que homicidios. En Chile se suicida más gente que la que muere en condiciones o víctima de la delincuencia”, dijo el presidente Gabriel Boric semanas atrás.
La afirmación, que podría ser simplemente un dato de salud pública, no lo es si se considera el contexto en el que se dijo: una campaña electoral donde la principal preocupación de los chilenos es la inseguridad.
“Los dos, por cierto, son terribles, no se trata de que una valga más que la otra, pero de una se habla mucho, de la otra se habla poco. Y por eso es importante hablar muy firme y muy fuerte de salud mental, es para cuidarnos, es para cuidarnos entre todos”, agregó Boric.
La sensación de inseguridad ha aumentado en los últimos años en ese país, entre otros factores, por el incremento de los niveles de violencia en delitos comunes como el robo y la reciente presencia de grupos criminales como el Tren de Aragua.
La contracara de aquello es que las cifras de delitos violentos han ido a la baja respecto del año pasado, según datos del Ministerio de Seguridad Pública de Chile.
La agenda de seguridad ha estado en el centro del debate nacional en el marco de las elecciones presidenciales, cuyo balotaje se celebrará el próximo 14 de diciembre entre la comunista Jeannete Jara y el derechista ultraconservador José Antonio Kast.
Y, aunque en mucha menor medida, el tema de la salud mental también ha sido parte de la discusión. Jara ha puesto especial énfasis en el tema. Ella tiene una historia personal al respecto: su primer marido se suicidó poco después de haberse casado.
“Un fallecimiento por suicidio es un duelo casi eterno”, ha dicho.
En su programa de gobierno propone justamente fortalecer la estrategia de prevención del suicidio y la implementación de un nuevo modelo de atención de salud mental en urgencias.
Kast, por otro lado, tiene entre sus propuestas fortalecer el plan nacional de salud mental y dar apoyo principalmente a adultos mayores.
La tasa de suicidio en Chile en 2024 llegó a alrededor de 10,5 muertes por 100.000 habitantes.
El número es un poco mayor al promedio mundial (≈9,0), pero se encuentra entre los más altos de América Latina, de acuerdo al último informe de la Organización Mundial de la Salud de 2019.
Chile está por debajo de Uruguay, país que tiene de las tasas más altas de la región (21,35), pero por sobre países como México, Colombia o Brasil.
A la vez, tiene una tasa similar a las estimaciones para Europa, pero menor a la de Estados Unidos, la que ronda entre los 14 y 16 suicidios por 100.000 habitantes, de acuerdo a cifras del Centers for Disease Control and Prevention (CDC).
Más allá de la comparativa global, hace años y ya de manera sostenida se ha observado que el suicidio representa una mayor cantidad de muertes que los homicidios en el país, siendo la primera la principal forma de muerte violenta entre el 2018 y el 2024, de acuerdo a cifras del Ministerio de Salud de Chile.
“Esto implica que, pese a la creciente preocupación pública por la violencia interpersonal y el crimen, la violencia autoinfligida continúa representando una carga mayor desde la perspectiva de salud pública. En promedio, Chile enfrenta aproximadamente el doble de muertes por suicidio que por homicidio”, se lee en el Informe violencia autoinfligida e interpersonal, elaborado por el gobierno del país sudamericano.
En 2024 se registraron 1.984 suicidios, mientras que en el mismo periodo se registraron 1.207 víctimas de homicidios, lo que equivale a una tasa de 6,0 muertes por 100.000 habitantes.
De acuerdo a un estudio de académicos de la Universidad Adolfo Ibáñez, que indagó en la evolución histórica del fenómeno del suicidio en Chile (1920-2020), este ha ido aumentando significativamente en el porcentaje total de muertes en el país.
Si a inicios del siglo XX ocupaba una parte casi insignificante en el porcentaje total de decesos (0,2%), hoy se ubica en torno a un 2%.
El perfil de quienes más se suicidan hoy en Chile se concentra en la población masculina, algo que coincide con las tendencias mundiales.
Manuel Alberto Llorca, uno de los investigadores a cargo del estudio historiográfico del suicidio en Chile, explica a BBC Mundo por qué este es un fenómeno “eminentemente masculino”.
“En Chile el suicidio afecta principalmente a hombres. De cada cinco suicidios, aproximadamente cuatro los cometen ellos”, sostiene.
Llorca explica que esta brecha se da, por un lado, porque “los hombres tienden a ser más violentos, pero también tienen más acceso a armas letales, es decir, son más efectivos al momento de intentarlo, mientras que las mujeres lo son menos”.
“También los hombres consumen mucho más alcohol que la mujeres, lo que normalmente es un gatillante. El hombre recurre menos a atención psicológica y tiene menor tolerancia a la frustración, sobre todo, en países machistas donde se espera que sea el proveedor”, agrega.
Según el Ministerio de Salud de Chile, los hombres de 65 y más años se han mantenido como el grupo con mayor tasa de mortalidad desde 2004, con excepción de los últimos dos años, donde de acuerdo a números preliminares los hombres de los grupos de 40 a 64 años y de 20 a 39 se suicidaron más.
En contraste con aquello, de acuerdo a cifras del Ministerio de Salud de Chile, la prevalencia de trastornos depresivos, por ejemplo, es mayor en mujeres que en hombres. Lo mismo si se mira el riesgo de tener una lesión autoinfligingida con intención suicida, la que es el doble en la población femenina respecto de la masculina.
En Chile también se ha reportado una disminución del suicidio entre adolescentes, aunque sigue encontrándose entre las primeras causas de mortalidad para la población entre 15 y 29 años, según el Ministerio de Salud.
La subsecretaria de Salud Pública de Chile, Andrea Albagli, explica a BBC Mundo la importancia que ha tenido la creación del Programa Nacional de Prevención del Suicidio, que desde 2013 ha permitido institucionalizar una política específica a nivel estatal.
Bajo ese marco el país se fijó como meta sanitaria disminuir la mortalidad por suicidio entre los jóvenes, algo que dio resultados positivos.
“Tenemos una disminución general de la mortalidad por suicidio y, por sobre todo, una disminución mayor en la población joven”, señala Albagli.
A la vez, el país ha registrado un aumento en el riesgo de fallecimiento por suicidio entre la población masculina adulta y adulta mayor, y en particular en mayores de 80 años.
“Si uno mira la tasa de mortalidad por suicidio según sexo y según edad, que es otra manera de medir el riesgo específico, ahí te surge interesantemente otro grupo poblacional prioritario -y esto no solo ocurre en Chile sino que a nivel mundial- y es que es mucho mayor en población adulta mayor entre hombres”, explica Albagli.
La subsecretaria y psicóloga de profesión recalca que “la cifra es muy elocuente: para el periodo 2018-2022, la tasa de mortalidad acumulada en mujeres sobre 80 años fue de 1,4 por 100.000 habitantes, en el caso de los hombres de ese mismo tramo de edad fue de 31,1”.
“Si evalúas por sexo y por edad, no hay riesgo más alto que el riesgo de muerte por suicidio en población adulta mayor masculina”, agrega.
De acuerdo a la autoridad, uno de los factores de riesgo significativos entre la población de hombres adultos mayores es una mayor tendencia al aislamiento, la soledad, la ausencia de red de apoyo y la precariedad económica.
Si se mira el fenómeno desde una perspectiva geográfica, en tanto, se puede ver que las regiones del sur del país como Aysén, La Araucanía y Los Ríos exhiben tasas consistentemente superiores al promedio nacional en las últimas dos décadas, de acuerdo a cifras de la Subsecretaría de Salud Pública.
“Las causas del suicidio son múltiples, ya que incluyen factores sociales, culturales, biológicos, psicológicos y ambientales presentes a lo largo de la vida”, dice la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre este fenómeno.
Está bien documentado en la experiencia comparada que las tasas de suicidio son mayores en países menos desarrollados.
A nivel mundial, se cometen unos 720.000 suicidios por año, y más de tres cuartas partes ocurren en países de ingreso bajo o medio, de acuerdo a la Organización Panamericana de Salud (OPS).
En el caso de los países de ingresos medios y altos, como ese el caso de Chile, la OMS ha informado sobre una relación entre el suicidio y los trastornos mentales, “en particular, la depresión y los trastornos por consumo de alcohol, si bien el principal factor de riesgo es, con diferencia, un intento previo de suicidio”.
El organismo destaca que, sin embargo, muchos casos ocurren de forma impulsiva en situaciones de crisis derivadas de problemas económicos, desempleo, desigualdad, dolor crónico, suicidio de una persona cercana, exposición a la violencia, falta de acceso a los servicios de salud mental y el estigma.
Sobre ese estigma es que la administración del presidente Gabriel Boric ha enfocado su estrategia de prevención.
De hecho, en octubre pasado se lanzó la primera campaña comunicacional nacional dedicada a la salud mental. Con el lema “Estigmatizar cierra puertas. Abramos la conversación a la salud mental”, el gobierno chileno busca justamente generar mayor conciencia sobre la prevención del suicidio en ese país.
El mandatario chileno ha jugado un rol activo en hablar del tema, haciendo público su Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) e incluso abordando abiertamente una internación voluntaria en un hospital psiquiátrico antes de llega a la presidencia.
“Durante mucho tiempo el tema de la salud mental se ha vivido en silencio, con estigmas, de manera prejuiciosa, siendo que es parte esencial de la salud integral de toda la población. Si alguien está haciendo deporte y se fractura y se va a operar lo cuenta sin ningún problema…Pero si alguien estuvo internado en un hospital psiquiátrico, como yo, que estuve internado tres semanas en un hospital psiquiátrico voluntariamente, el solo hecho de decirlo como que provoca escozor”, dijo en septiembre pasado en la inauguración de un centro de salud primaria especializado en salud mental en la capital chilena.
Pese a que en sectores del mundo académico y de la salud mental se ha valorado que el gobierno chileno tenga entre sus prioridades este tema, también advierten que hay muchos desafíos pendientes.
A la administración actual se le ha cuestionado por poner demasiado énfasis en el relato y no así en políticas públicas concretas.
“Aquí no ha habido ningún aumento significativo en inversión en términos de salud mental durante este gobierno. Y la atención psiquiátrica en el sector público sigue siendo bien miserable. Eso no ha cambiado en absolutamente en nada”, dice Llorca.
Esto último coincide con las conclusiones del último informe del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) de Chile, el que detectó que “en el sistema público de salud una mujer o un hombre adulto deben esperar 236 días -en promedio- para recibir atención psiquiátrica. Mientras que un niño, niña o adolescente tiene que esperar 292 días”.
“Se trata de situación que afecta la accesibilidad a ayuda, algo fundamental para garantizar el derecho a la salud mental”, agrega un reporte del organismo.
En su informe el INDH también advierte sobre el hecho de que “pese a los esfuerzos y compromisos del Estado de aumentar el presupuesto destinado a salud mental, existe poca claridad respecto de su progreso en relación con las necesidades existentes”.
En el 2025 el Estado de Chile destinó un 4,5% de su gasto público en salud a la salud mental, por debajo del 6% recomendado por la OMS, aunque por sobre lo que destinan en promedio los países a nivel mundial.
La académica de la Universidad de Chile y Directora del Centro Colaborador OPS/OMS para el Desarrollo, Capacitación e Investigación en Salud Mental, Olga Toro, ha advertido sobre los desafíos pendientes.
“Aun cuando se reconoce que hay más conciencia, persisten la barrera del estigma, el limitado reconocimiento de la participación de personas con experiencia vivida y los débiles mecanismos de coordinación intersectorial que disminuyen la efectividad de los esfuerzos públicos”, afirmó en octubre pasado.
Otro de los desafíos pendientes que reportan expertos es la falta de especialistas en el sistema de salud pública.
La subsecretaria Albagli asegura que la estrategia adoptada por el gobierno chileno ha tenido buenos resultados.
Para ella, poner el foco en el relato va en línea con la primera prioridad en materia de salud mental: terminar con el estigma social que lo rodea y que así las personas no teman a pedir ayuda.
De hecho, destaca que entre 2021 y 2025 la red pública de salud mental experimentó un aumento histórico en su actividad asistencial, con las prestaciones ambulatorias pasando de 3,2 millones en 2021 a 6,3 millones en 2024.
Asimismo, las hospitalizaciones psiquiátricas se incrementaron de 34.000 en 2021 a más de 50.000 en 2024.
Por otro lado, la autoridad recalca que el gobierno ha impulsado políticas específicas que han tenido resultados concretos. Entre otros, el establecimiento en 2023 de la Línea de prevención del suicidio *4141, la que opera 24 horas al día y ya suma más de 227.000 llamadas gestionadas y miles de personas conectadas con atención de salud.
Si tú o alguien de tu entorno piensa en el suicidio, busca ayuda. Puedes encontrar recursos de apoyo en este enlace.
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