
¿Tienes ganas de salir de la CDMX y disfrutar de algo cercano? Entonces ve a la Peña de Bernal y el Pueblo Mágico donde habita, pues además de aventura encontrarás gastronomía y artesanías locales.
La Peña es le tercer monolito más grande del mundo; se calcula que tiene una altitud de 2 mil 510 metros sobre el nivel del mar y 350 sobre el nivel del pueblo.
La estimación es que se formó hace 65 millones de años y que se convirtió en un cerro sagrado para los antiguos chichimecas, quienes veneraban una cruz prehispánica labrada en piedra en la cima.
Como ya mencionamos, esta peña se ubica dentro del Pueblo Mágico Bernal, que pertenece al municipio de Ezequiel Montes en el estado de Querétaro.
Bernal está a 50 minutos de Querétaro y a aproximadamente 2:45 horas de la Ciudad de México.
Puedes ir en cualquier época del año; el clima en general es fresco y semiseco, con una temperatura media de 18ºC.
Sin embargo, cada 20 de enero es el Día de San Sebastián y se realiza una procesión a la cima de la peña.
Durante el equinoccio de primavera (del 19 al 21 de marzo) también hay una fiesta mística y religiosa en el pueblo con ritos y danzas tradicionales.
Y del 1 al 5 de mayo se realizan las Fiestas de la Santa Cruz, donde también hay una procesión a la cima de la peña, acompañada de un maratón y un concurso de máscaras artesanales.
Claro que se puede subir al famoso monolito, aunque no es del todo sencillo.
Primero podrás acceder a pie o en coche o en cuatrimoto, pero con estos transportes solo será hasta un mirador. Y de ahí tendrás que sacar a relucir tu buena condición física para caminar por pendientes pronunciadas.
Es posible llegar muy alto sin la necesidad de conocimientos y equipo especializado. Pero el último tramo de 45 metros es totalmente vertical y ahí sí necesitas de habilidades y equipo profesional.
Te recomendamos subir a la Peña de Bernal muy temprano, para que no te rostices con el sol. Además, es importante que lleves calzado cómodo y antiderrapante.
Como en cualquier otro pueblo, lo primero que te recomendaremos es caminar por sus calles. Encontrarás un montón de joyas tanto artesanales (tejidos con lanas, cuarzos) como gastronómicas (como las gorditas de maíz quebrado).
Además, desde el pueblo también tendrás una maravillosa vista de la Peña. Seguro vas a querer sacar fotos en cada esquina.
Este Pueblo Mágico, así como el resto de Querétaro, es conocido por sus vinos. Así que otra buena opción sobre qué hacer en Bernal es recorrer los viñedos de la zona (como Viñedos Azteca).
Normalmente los recorridos y catas se realizan durante los fines de semana. También aquí pasa la Ruta del Arte, Queso y Vino de Querétaro.
#FelizMiercolesATodos con esta vista de la Peña de Bernal, uno de los monolitos más grandes del mundo, que data de hace 65 millones de años. A sus alrededores cuenta con paisajes de vides donde se dice se produce el mejor vino espumoso de México.#MexicoNosVemosPronto#Querétaro pic.twitter.com/UN7bRg0iu1
— SECTUR México (@SECTUR_mx) June 10, 2020
En la plaza principal encontrarás el Templo de San Sebastián, construido entre 1700 y 1725, que es una de las construcciones más importantes del poblado.
Tampoco dejes de ver El Castillo, una construcción del siglo XVII que asemeja un castillo medieval. Una parte del edificio alberga oficinas de gobierno y la otra el Museo de la Máscara.
Si necesitas descanso, en la zona también encontrarás varios spas para recargar energía. Ya sea con albercas, temazcal o masajes.

Cómo, dónde y cuándo los gatos perdieron su carácter salvaje y desarrollaron estrechos vínculos con los humanos era un misterio que había intrigado a los científicos durante mucho tiempo.
Al más puro estilo felino, los gatos se tomaron su tiempo para decidir cuándo y dónde forjar vínculos con los humanos.
Según nueva evidencia científica, la transición de cazador salvaje a mascota mimada ocurrió mucho más recientemente de lo que se creía, y en un lugar diferente.
Un estudio de huesos encontrados en yacimientos arqueológicos sugiere que los gatos comenzaron su estrecha relación con los humanos hace solo unos miles de años, y en el norte de África, no en el Levante.
“Son omnipresentes, hacemos programas de televisión sobre ellos y dominan internet”, afirmó el profesor Greger Larson, de la Universidad de Oxford.
“La relación que tenemos ahora con los gatos comenzó hace unos 3 mil 500 o 4 mil años, en lugar de hace 10 mil años”.
Todos los gatos modernos descienden de la misma especie: el gato montés africano.
Cómo, dónde y cuándo perdieron su carácter salvaje y desarrollaron estrechos vínculos con los humanos ha intrigado a los científicos durante mucho tiempo.
Para resolver el misterio, los investigadores analizaron el ADN de huesos de gato encontrados en yacimientos arqueológicos de Europa, el norte de África y Anatolia.
Los científicos dataron los huesos, analizaron el ADN y lo compararon con registros genético de gatos modernos.
La nueva evidencia muestra que la domesticación de gatos no comenzó en los inicios de la agricultura, en el Levante. Ocurrió en cambio unos milenios después, en algún lugar del norte de África.
“En lugar de ocurrir en la zona donde la gente se estaba asentando inicialmente con la agricultura, parece ser un fenómeno mucho más propio de Egipto“, afirmó el profesor Larson.
Esto concuerda con lo que sabemos de la tierra de los faraones como una sociedad que veneraba a los gatos, inmortalizándolos en el arte y preservándolos como momias.
Una vez que los gatos se asociaron con las personas, fueron trasladados por todo el mundo y eran apreciados en los barcos como controladores de plagas.
Los gatos llegaron a Europa hace unos 2 mil años, mucho más tarde de lo que se creía.
Viajaron por Europa y llegaron a Reino Unido con los romanos, y luego comenzaron a desplazarse hacia el este por la Ruta de la Seda hasta China.
Hoy en día se encuentran en todo el mundo, excepto en la Antártida.
Y en un giro inesperado, los científicos descubrieron que un gato salvaje convivió durante un tiempo con la gente en China mucho antes de que aparecieran los gatos domésticos.
Eran los gatos leopardo, pequeños felinos salvajes con manchas similares a las de los leopardos, que vivieron en asentamientos humanos en China durante unos 3.500 años.
La relación temprana entre humanos y gatos leopardo era esencialmente “comensal”, en la que dos especies conviven sin causarse daño, explicó la profesora Shu-Jin Luo, de la Universidad de Pekín.
“Los gatos leopardo se beneficiaron de vivir cerca de las personas, mientras que los humanos no se vieron afectados en gran medida o incluso los acogieron como controladores naturales de roedores”, añadió.
Los gatos leopardo no fueron domesticados y siguen viviendo en libertad en Asia.
Curiosamente, se han cruzado gatos leopardo con gatos domésticos para dar lugar a gatos bengalíes, que fueron reconocidos como una nueva raza en la década de 1980.
La investigación se publicó en la revista Science y en Cell Genomics .
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