
El palacio de Versalles aumentará de 3 euros (3,5 dólares) el precio de la entrada para los visitantes que no sean europeos, una medida similar a la que se anunció para el museo del Louvre, indicó el establecimiento el martes a AFP.
La medida se aplicará a partir del 14 de enero. Así, durante la temporada alta (del 1 de abril al 31 de octubre), los ciudadanos de fuera del Espacio Económico Europeo (EEE, que incluye la Unión Europea, Islandia, Liechtenstein y Noruega) deberán pagar 35 euros (41 dólares) para visitar la residencia de Luis XIV, en las afueras de París, frente a los 32 (37 dólares) actuales, lo que supone un aumento del 9,4%.
Está previsto que esta medida genere 9,3 millones de euros (10,8 millones de dólares) adicionales al año, según las proyecciones basadas en la afluencia de 2024.
El palacio de Versalles recibió el año pasado 8,4 millones de visitantes, 83% de los cuales extranjeros.
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Entre los visitantes extranjeros más numerosos figuran los procedentes de Estados Unidos (15%), de China e Italia (ambos con un 6%) y de Brasil (4%) y México (3%), según el informe anual del establecimiento.
A finales de noviembre, el museo del Louvre también decidió aumentar el precio de su entrada para los residentes fuera del EEE. A partir del 14 de enero, tendrán que pagar 32 euros (37 dólares), en lugar de los 22 (25 dólares) actuales, lo que representa un aumento del 45%.

La estructura construida sobre el sarcófago que cubre el reactor que explotó en 1986 resultó dañada tras un ataque que Ucrania atribuye a Rusia.
El escudo protector que cubre el reactor nuclear de Chernóbil, en Ucrania, ya no puede cumplir su principal función de contención tras un ataque con drones a principios de este año, señaló la agencia de control nuclear de la ONU.
Los inspectores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) descubrieron que la enorme estructura, construida sobre el lugar del desastre nuclear de 1986, había perdido “sus funciones de seguridad primarias, incluida la capacidad de aislamiento”.
En febrero, Ucrania acusó a Rusia de atacar la central nuclear, un señalamiento que el Kremlin negó.
La OIEA afirmó que las reparaciones eran “esenciales” para “prevenir una mayor degradación” del refugio nuclear. Sin embargo, el experto ambiental Jim Smith le dijo a la BBC que “no es algo por lo que debamos entrar en pánico”.
El profesor Smith, de la Universidad de Portsmouth (Reino Unido), quien ha estudiado las secuelas del desastre de Chernóbil, afirmó que el mayor peligro asociado al lugar era el polvo radiactivo.
Sin embargo, añadió que “el riesgo es bajo” porque el polvo contaminado está contenido dentro de un grueso “sarcófago” de hormigón cubierto por el escudo protector.
La explosión de Chernóbil en 1986 expulsó material radiactivo al aire, provocando una emergencia de salud pública en toda Europa.
En respuesta, la antigua Unión Soviética construyó el sarcófago sobre el reactor nuclear.
El sarcófago solo tenía una vida útil de 30 años, lo que provocó la necesidad de una cubierta protectora para evitar fugas de material radiactivo durante los siguientes 100 años.
La OIEA informó que un equipo completó una evaluación de seguridad del sitio la semana pasada, después de que resultara gravemente dañado por el ataque con drones.
El ataque provocó un incendio en el revestimiento exterior de la estructura de acero.
Los inspectores indicaron que no se produjeron daños permanentes en las estructuras de soporte ni en los sistemas de monitoreo de la cubierta, y que se habían realizado algunas reparaciones en el techo.
Sin embargo, el director general de la OIEA, Rafael Grossi, declaró: “Una restauración oportuna e integral sigue siendo esencial para evitar una mayor degradación y garantizar la seguridad nuclear a largo plazo”.
Desde principios de diciembre, el organismo de control nuclear de la ONU ha estado evaluando la infraestructura energética de Ucrania mientras el país continúa defendiéndose de Rusia.
Rusia lanzó ataques aéreos nocturnos contra la ciudad de Kremenchuk, un importante centro industrial en el centro de Ucrania.
Además de evaluar Chernóbil, la OIEA ha estado inspeccionando las subestaciones eléctricas vinculadas a la seguridad nuclear.
“Son absolutamente indispensables para suministrar la electricidad que todas las centrales nucleares necesitan para la refrigeración de los reactores y otros sistemas de seguridad”, declaró Grossi.
“También son necesarias para distribuir la electricidad que producen a los hogares y la industria”, agregó.
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