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Las vacunas son seguras, no hay evidencia de que contengan mercurio ni aluminio
Las vacunas son seguras, no hay evidencia de que contengan mercurio ni aluminio
Captura de la publicación que desinforma sobre el efecto de las vacunas.
4 minutos de lectura

Las vacunas son seguras, no hay evidencia de que contengan mercurio ni aluminio

En TikTok circula un video que afirma que estos metales supuestamente funcionan como adyuvantes en las vacunas y provocan enfermedades como la trombosis, pero es desinformación.
16 de noviembre, 2023
Por: Flor Nazaret De León
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Las vacunas no contienen metales como el mercurio y aluminio, pero en TikTok circula un video que desinforma al respecto. Dicha publicación asegura sin pruebas que  estos metales presuntamente fungen como adyuvante, y al aplicar las vacunas  pueden provocar enfermedades como la trombosis, miocarditis, pericarditis o ictus.  

El Sabueso recibió este video que desinforma a través del VerifiChat, pero es falso, ya que no hay evidencia  que lo demuestre, por el contrario, estudios científicos han demostrado que las vacunas son seguras. 

En el video se observa una placa de aluminio a la que se le aplican unas gotas de mercurio líquido, lo que provoca una reacción química. Sin embargo, esto no tiene relación con la respuesta que realiza el organismo humano a las vacunas. 

El video es compartido por varias cuentas antivacunas que promueven desinformación acerca del contenido de las vacunas o posibles efectos secundarios sin sustento científico, como parte de su discurso. Este tipo de información puede provocar que las personas eviten vacunarse o vacunar a adolescentes e infancias, lo que expondría su organismo a virus y enfermedades. 

El video original es en realidad un experimento de ciencia 

A través de una búsqueda inversa localizamos el video original publicado el 14 de agosto de 2014, en el canal de YouTube Home Science. En este se muestra un experimento de ciencia sobre una reacción química entre el aluminio y el mercurio. Cuando se agrega mercurio líquido al aluminio, se forma una amalgama. 

Video original del experimento científico con aluminio y mercurio
Captura de YouTube del video original que se usa para desinformar.

El aluminio normalmente está protegido por una gruesa capa de óxido, pero la formación de la amalgama la altera. A medida que el óxido crece, se forman las fibras blancas, según la explicación científica del sitio. 

El video insinúa que esto ocurre en nuestro cuerpo, luego de vacunarnos con estas sustancias. Pero como ya mencionamos las vacunas no contienen dichos elementos. 

Por ejemplo, en esta liga puede revisar los ingredientes que contienen las vacunas contra el COVID-19 de diferentes farmacéuticas en el que se específica que no contienen conservantes como el timerosal ni ningún otro conservante, ni metales como el mercurio. Ninguna de las vacunas COVID-19 afecta a nuestro ADN ni interactúa con él, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).

¿Cuál es el propósito de los adyuvantes?

La Organización Mundial de la Salud señala que un adyuvante en una vacuna es un vehículo para que el antígeno llegue hasta el sistema inmunológico y de esa manera el ser humano se proteja finalmente contra la enfermedad. Las vacunas están compuestas por tres elementos básicos: el antígeno, los adyuvantes y los preservantes.

Según los CDC, la mayoría de las vacunas no contienen mercurio. Sin embargo, vacunas contra la influenza de dosis múltiples contienen una pequeña cantidad de timerosal. De acuerdo con el Doctor en Investigación Clínica y ex Director de los Hospitales Civiles de Guadalajara, Héctor Raúl Pérez Gómez, el timerosal, un derivado del mercurio, no es un adyuvante sino un compuesto que evita que la vacuna se contamine con alguna bacteria o con algún hongo. En el campo de la química, un derivado es un compuesto producido sobre la base de otro. 

“El mercurio no se ha utilizado como adyuvante en las vacunas. Ni la OMS ni ninguna agencia internacional, permitiría la utilización de un biológico, que pudiera representar un riesgo. La población no debería hacer caso de estos vídeos que no tienen ningún sustento científico”, asegura el Dr. Pérez Gómez. Entre los adyuvantes está el hidróxido de aluminio, pero no se utiliza en dosis que representen un riesgo para la salud. No causa intoxicación y es segura para su uso en vacunas.

Vacunas no contienen ADN fetal y animal ni óxido de grafeno  

El video también asegura que las vacunas contienen ADN fetal y animal, lo cual ya ha sido desmentido por sitios de verificación como El SabuesoMaldita.es. La idea proviene de las investigaciones realizadas en los años 60, que utilizaron líneas celulares descendientes de tejidos extraídos de dos fetos, que fueron resultado de abortos por causas terapéuticas.

El Sabueso, Reuters, AP y Chequeado han verificado  que las vacunas no contienen hidróxido u óxido de grafeno, que son sumamente tóxicos. Este rumor comenzó a circular en redes sociales con las vacunas contra el COVID-19 en el año 2021. 

Según registros públicos de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) y de la Secretaría de Salud de México, las vacunas de COVID-19 que se aprobaron en Estados Unidos y México no contienen óxido de grafeno. 

En conclusión, el video que asegura que las vacunas tienen mercurio y aluminio que funciona como un adyuvante desinforma. 

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Imagen BBC
¿Cómo Black Sabbath encontró su sonido e inventó el heavy metal?
7 minutos de lectura

Al ralentizar el blues y jugar con imágenes ocultistas, la banda de Birmingham fue pionera de un género.

26 de julio, 2025
Por: BBC News Mundo
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Si hubieras visto el primer concierto de Black Sabbath, no habrías reconocido su grandeza.

En 1968, se llamaban The Polka Tulk Blues Band, un nombre mucho menos siniestro, y venían acompañados de un saxofonista y un guitarrista que tocaba con la técnica del slide.

Un año después, la banda se había reducido, habían encontrado un nuevo nombre e inventado el heavy metal. Pocas bandas están tan ligadas a un género musical, pero Sabbath sentó las bases para todo el mundo, desde Motörhead y AC/DC hasta Metallica y Guns ‘n’ Roses.

A lo largo del camino, el cantante Ozzy Osbourne (fallecido esta semana a los 76 años) se convirtió en una de las figuras más influyentes del rock, con una presencia escénica electrizante e imprevisible y una ingesta de drogas casi mitológica.

“Si alguien ha vivido el libertino estilo de vida del rock and roll”, admitió una vez, “supongo que soy yo”.

Entonces, ¿cómo fue que estos cuatro músicos de clase trabajadora de Aston, Birmingham, reescribieron las reglas del rock?

Ozzy Osbourne y Tony Iommi en un show en 1970.
Getty Images
Los viscerales e imprevisibles directos de la banda eran parte de su atractivo.

¿Flores en el pelo?

Según Osbourne, fue una reacción visceral a las canciones “hippies y cursis” como San Francisco (“Be sure to wear some flowers in your hair” o “Asegúrate de llevar flores en el pelo”) que saturaron las ondas tras el Summer Of Love de 1967.

“¿Flores en el pelo? Hazme el favor”, se quejaba en su autobiografía de 2010.

“Las únicas flores que alguien vio en Aston eran las que te echaban a la tumba cuando te morías a los 53 años porque habías trabajado hasta morir”.

Junto al guitarrista Tony Iommi, el bajista Geezer Butler y el baterista Bill Ward, la idea inicial de Osbourne era darle un toque de Birmingham al sonido blusero de Fleetwood Mac.

El primer nombre del grupo, Polka Tulk, se inspiró en una marca de polvos de talco que utilizaba su madre.

Tras abandonar el saxofón, se rebautizaron como Earth, dando tantos conciertos como pudieron.

“Cuando venía un grupo importante a la ciudad, cargábamos la furgoneta con todas nuestras cosas y esperábamos fuera del recinto por si acaso no aparecían”, recordó Osbourne más tarde.

Funcionó… pero sólo una vez, cuando se le pidió a la banda que sustituyera a un ausente Jethro Tull. “Y después de eso, todos los promotores sabían nuestro nombre”, dijo Ozzy.

Una fotografía en blanco y negro que muestra a los miembros de Black Sabbath chapoteando en el río en el pintoresco valle de Wye, 1977.
Getty Images
La banda hizo todo tipo de travesuras en su apogeo en los 70.

Los dedos perdidos

Esa vena oportunista también les orientó hacia su sonido característico.

Dio la casualidad de que el local de ensayo del grupo estaba justo enfrente de un cine que proyectaba películas de terror durante toda la noche.

Al ver que el público acudía en masa a estos espectáculos, la banda ideó un plan.

“Tony dijo: ‘¿No te parece extraño que la gente pague dinero para asustarse? ¿Por qué no empezamos a escribir música de terror?'”, contó Osbourne al periodista musical Pete Paphides en 2005. “Y eso es lo que ocurrió”.

Los músicos se metamorfosearon en su forma definitiva: adoptaron el nombre de Black Sabbath, por una película homónima de bajo presupuesto de Boris Karloff, y empezaron a escribir letras que hablaban de muerte, magia negra y enfermedades mentales.

Para adaptarse al material, la música también tenía que hacerse más pesada. Ward bajó el tempo. Iommi subió el volumen. Osbourne desarrolló un lamento vocal agresivo que siempre parecía estar al borde de la locura.

Pero era la guitarra de Iommi lo que realmente diferenciaba a Sabbath. Sus riffs saltaban del amplificador y golpeaban al público en el pecho con fuerza taurina.

Fue un sonido que desarrolló por necesidad.

A los 17 años, Iommi trabajaba en una fábrica de chapas metálicas cuando perdió las puntas de sus dos dedos del medio en un accidente laboral.

Aunque los cirujanos intentaron reimplantárselas, cuando llegó al hospital ya estaban negras. Parecía el final de su carrera como guitarrista.

“Los médicos me dijeron: ‘Lo mejor que puedes hacer es hacer las maletas. Búscate otro trabajo, dedícate a otra cosa'”, escribió Iommi en su autobiografía, Iron Man.

Decidido a demostrar que estaban equivocados, derritió una botella de Fairy (detergente) para fabricar dedales protectores para sus dedos, y aflojó las cuerdas de su guitarra para no tener que aplicar demasiada presión sobre el diapasón al tocar una nota.

Tras meses de dolorosa práctica, aprendió una nueva forma de tocar, utilizando sus dos dedos buenos para componer acordes y añadiendo vibrato para engrosar el sonido.

Ese gruñido despojado y desafinado se convirtió en la base del heavy metal.

“Nunca había oído ese estilo”, dijo Tom Allan, quien diseñó el álbum debut de Sabbath en 1969.

“Realmente no podía entenderlo. No lo entendía. Nunca se oía algo así en la radio”.

Tony Iommi tocando la guitarra.
Getty Images
El sonido de la guitarra de Iommi definió todo un género.

“No son tan malos”

El disco era lúgubre y fangoso, en parte porque la banda lo había grabado en sólo dos días, con fondos limitados.

Los críticos no sabían qué pensar. En Rolling Stone, Lester Bangs dijo que el álbum había sido “promocionado como una celebración ritual rockera de la masa satánica o algo así… No son tan malos, pero ese es todo el mérito que se les puede dar”.

Las imágenes supuestamente satánicas desataron un pánico moral en la prensa generalista, que se intensificó cuando se descubrió que la canción que daba título al álbum contenía una progresión de acordes conocida como Intervalo del Diablo, prohibida por la Iglesia en la Edad Media.

Lo que la prensa no sabía era que Black Sabbath, la canción, había sido escrita como advertencia sobre los peligros del satanismo, después de que Ward se quedara dormido leyendo libros de ocultismo y se despertara al ver una figura fantasmal encapuchada al final de su cama.

“Me dio el susto de mi vida”, recordó más tarde.

Sea cual sea la verdad, la polémica vendió discos y atrajo a legiones de fans.

En una ocasión, la banda regresó a su hotel y se encontró con 20 satánicos vestidos de negro que sostenían velas y coreaban fuera de su habitación. Para librarse de ellos, Osbourne apagó las llamas y cantó el cumpleaños feliz.

Ozzy Osbourne sostiene una bola de cristal vestido con una túnica de mago.
Getty Images
Osbourne hizo honor a su imagen de hombre más salvaje del rock, aficionado a las ciencias ocultas.

Poder imborrable

Aun así, Sabbath aprovechó su reputación, componiendo material más oscuro y ganándose fama de alborotadores a medida que avanzaban los años 70.

Pero la música nunca fue tan básica o monótona como sugería su imagen.

Su segundo álbum, Paranoid, supuso un salto sísmico en la creación de canciones, desde el visceral himno antibelicista War Pigs hasta la intensidad escalofriante de la canción que da título al disco, pasando por el horror de ciencia ficción de Iron Man y la balada fantasmagórica de Planet Caravan.

Mantuvieron el ritmo en Master of Reality, de 1971, y Osbourne describió Children Of The Grave como “la canción más increíble que jamás hayamos grabado”.

El Volumen 4, publicado en 1972, a veces se pasa por alto debido a la falta de un gran single radiofónico, pero también contiene algunos de los mejores y más variados trabajos de la banda.

Snowblind documenta su descenso a la drogadicción con un riff de guitarra cargado de profundidad; mientras que St Vitus’ Dance es un consejo sorprendentemente tierno a un amigo con el corazón roto, y Laguna Sunrise es un bucólico instrumental.

Sabbath Bloody Sabbath, por su parte, fue escrito como una furiosa crítica a una industria musical que los había descartado.

“A quienes te han destrozado / Quieres verlos arder”.

Después de 55 años y cientos de imitadores, el impacto revelador del sonido de Black Sabbath se ha atenuado. ¿Cómo si no explicar que Osbourne e Iommi interpretaran Paranoid en el Jubileo de Oro de la reina Isabel II en 2002?

Pero el poder de esas canciones -desde los demoledores riffs de Iommi hasta el lamento vocal insistente de Osbourne- sigue siendo imborrable.

Cuando introdujo a Black Sabbath en el Salón de la Fama del Rock and Roll, Lars Ulrich, de Metallica, dijo:

“Si no existiera Black Sabbath, el hard rock y el heavy metal serían muy distintos”.

“Cuando se trata de definir un género dentro del mundo de la música pesada”, añadió, “Sabbath está en una categoría aparte”.

Al escribir tras el penúltimo concierto de despedida de la banda, en 2017, Osbourne dijo sentirse conmovido por el reconocimiento.

“Nunca soñé que estaríamos aquí 49 años después”, afirmó.

“Pero cuando pienso en todo esto, lo mejor de haber estado en Black Sabbath todos estos años es que la música se ha mantenido vigente”.

*Este artículo fue escrito y editado por nuestros periodistas con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial para la traducción, como parte de un programa piloto.

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